La violencia: una perspectiva socio-histórica dominicana y algunas propuestas para hoy y mañana
25/08/1999
- Opinión
1. Propongo pensar reflexivamente y como
introducción quizás dos ideas que sirvan para
contextualizar:
1.1 Un sistema social es un conjunto y opera así, el
capitalismo es así y tiene una lógica como cultura,
implica un modo de vida: tener más, apropiarse para
ello, desconocer los otros y las otras, interactuar en
ese sentido integrando cosas, no existen sujetos, sí
mercancías y consumidores y por tanto no existen
"sentimientos" en el sentido en que nosotros
comúnmente hablamos o entendemos: lo implacable es
parte de la "economía política" de su funcionamiento.
1.2 En segundo lugar, ese funcionamiento tiene formas
específicas: la cultura burguesa (para ser más
abarcador) tiene sus concreciones a través de las
interacciones entre sociedades y órganos, clases,
sujetos y sus expresiones, mentalidades e imaginarios
y sus proyectos. Por tanto, hay un proceso complejo,
hay transiciones, hay modificaciones, no solo más
complejas sino en ocasiones muy brutales, rápidas,
traumáticas, excluyentes, donde la conciencia de
comprensión, adaptación o transformación no genera la
capacidad de respuesta necesaria para evitar
posiblemente catástrofes o simplemente crisis
prolongadas. Donde lo "implacable" aparece
redistribuido socialmente, porque el "espíritu burgués
y su económica política" deciden en su lógica ser
omnipresentes y plantearse una contradicción de
apropiaciones (todos y todas debemos tener y debemos
competir por ello), ¡oh paradoja!, allí está el "Dios
burgués neoliberal" (parrafraseando a Emmanuel
Mounier).
2. Qué pasó aquí, cuál es la perspectiva socio-
histórica en nuestro país, quizás la resumo así,
en dos momentos contemporáneos.
2.1 En primer lugar, la tiranía Trujillista como sistema o
cultura capitalista de un período de 31 años, alteró
sustancialmente (como lo ha señalado recientemente
Roberto Cassá) la relación naturaleza, sociedad,
estado, organizándose como estado –eje y la sociedad
como organización social paraestatal (de apoyo al
estado y su élite burocrática). Se produjo una
concentración de la cohersión y la iniciativa en el
estado y por tanto de la violencia, y los demás
ámbitos debían servir a esta situación, y su
respectivas posibilidades de cohersión y violencia (es
decir de esos otros ámbitos incluyendo los llamados
más "privados") servir, sin competencia pública, a esa
rectoría estatal de la cohersión y la violencia (una
violencia visible y una violencia invisible o no
pública).
La economía política del trujillismo implica hegemonía
de su grupo o fracción y complementariedad de los
demás grupos burgueses, es decir, permisibilidad de
competencia de baja intensidad ("en esta casa Trujillo
es el jefe" no más nadie, ni siquiere el adulto
"macho").
Este proyecto funciona en una sociedad
fundamentalmente rural (68% población) dispersa en
condiciones de relativo anclamiento territorial (es
decir de baja movilidad por la cohersión estatal),
controlada por un aparato predominantemente urbano en
ciudades pequeñas y redes rurales paramilitares con
población marginal urbana popular limitada y
circunscrita en espacios "permitidos".
Se puede decir, como especie de resumen apretado, que
la manera en que operaba la violencia en la sociedad
capitalista trujillista era redistribuida desde una
centralización estatal hasta los ámbitos más pequeños
con una dinámica fundamental o casi exclusivamente
desde lo estatal hasta lo paraestatal, y donde la
violencia en la cotidianidad no debía aflorar a los
espacios más públicos donde el estado ejercía su
reinado (desde la calle, callejón o camino vecinal).
2.2 ¿Ahora, qué sucede desde 1961 hasta la fecha? Pues
bien, aunque la relación estado-sociedad que se hereda
subsiste, es decir, el peso y capacidad hegemónica del
estado se impone a la sociedad, el proceso ha sido
conflictivo, diverso y muestra pautas de lo que puede
ser diferente. ¿Cómo así? ¿Por qué? A partir de la
ejecución de Trujillo el estado ha sido sometido a un
proceso donde hay muestras de escisiones,
debilitamientos, fortalecimientos, reformas, crisis
estatales y sociales, ascendencias extraestatales, en
suma a relaciones desiguales y conflictivas con la
sociedad.
Muestras: 1961-1962 (Crisis del Trujillismo), 1963
(paréntesis boschista), 1963 (Golpe de Estado),
levantamientos (1963-1965), Ocupación Yanki (1965),
1966-1978 (recomposición autoritaria del estado), 1984
(Alzamiento-Tensión-Sociedad-Estado), 1986-1999 (nueva
recomposición) 1996-1999 (variante de modernización
autoritaria). Solo una muestra de momentos, como
ejemplos.
Ahora, ¿qué es relevante decir?: Golpe de Diciembre
de 1961, Golpe de Septiembre de 1963, Intervención
1965, recomposición autoritaria (Persecuciones
antipopulares vinculada a la anterior), matanza de
1984, por ejemplo, así como la "modernización" en
curso, pretender por diversas vías dar centralidad al
estado sobre la sociedad, poner a obedecer a la
sociedad, mandar sobre ella en diversos momentos
sociales y aplastar su emergencia.
Claro, hemos pasado de una sociedad capitalista rural
a una sociedad capitalista urbana (56% a 60% población
en las ciudades) y con más de un millón en ciudades
del extranjero, con vaciamientos importantes de la
población rural y un estado "urbano" grande,
parasitario, que se enfrenta en esa sociedad urbana a
por lo menos 58% de población pobre y una macrociudad
(Santo Domingo) de tres (3) millones de habitantes en
la culminación de un ciclo. Es el "esplendor del
tener cada día más", es el capitalismo neoliberal y su
cultura que se asientan en las urbes como ámbitos de
una economía servicios que sustituye a la "vieja"
economía heredada de los sesenta.
¿Qué implica esto? El peso urbano mayor lleva a una
confrontación más directa con el "estado urbano" en
unas relaciones cada día más "competitivas" (palabrita
de moda) en todos los ámbitos: debemos sobrevivir,
debemos tener, todos debemos utilizar algún grado de
cohersión, de control con carga de sometimiento,
porque ahora todos y todas debemos acopiar cosas,
movernos y movilizarnos haciendo un "trabajo" de
intermediación: tomar lo que existe y ésta, la cosa
o "mercancía" no se crea o produce, sino que se
"traslada" (se quita, se pone, se coloca, se toma),
incluso el ser humano que se deshumaniza, es cosa,
objeto, mercancía que se quita, se pone, se posee o
simplemente se elimina.
La economía de servicios concentró, intencionalmente
en ciudades de aquí, ciudades de allá, y costas de
aquí, la mayoría de la población popular; y en
pequeños ámbitos burgueses de aquí y de allá una élite
de poder, fracturando más claramente el espacio como
segregación explícita de clases y agrupamientos
sociales. Así como el trujillismo impulsó una
relación población-territorio como estrategia
geoespacial, así la nueva modalidad entre dictadura
abierta y dictadura sutil de la época más
contemporánea, desarraigó, expulsó, reubicó, concentró
masas populares y necesita restaurar su control sobre
la sociedad urbana, en la cual, se produce una
redistribución de la cohersión para sobrevivir, hacer
acumulación originaria, ocupar espacios, garantizar
movilidades, así como acumulaciones ampliadas
parasitarias; en suma una cohersión o violencia que en
muchos casos no es solo yá para-estatal o estatal y
que además no ha podido todavía tomar cauces político-
sociales (es decir, construir alternativas diferentes
de vida cotidiana, desarrollo social y ejercicio de la
democracia incluso en una perspectiva revolucionaria).
La "delincuencia" y la violencia surgen como
diversidades en ese contexto y tienen su economía
política "nacional y transnacional", pero lo que se
evidencia por ello es que su volumen y diversidad
(estatal y extraestatal) es tan grande y extendida
que nos obliga a reflexionar en una lógica diferente
de tipo crítico y propositivo.
3. ¿Cómo debemos pensar esta problemática y su
superación?
3.1 Primero estamos obligados a comenzar a restaurar el
equilibrio entre naturaleza, sociedad y estado, vale
decir, a crear las condiciones para que la sociedad,
el poder social (como decía Eugenio María de Hostos)
prevalezca en situación de ascendencia política y
social, es decir, como capacidad contrahegemónica, de
autogestión, autodefensa y por tanto de democracia
real. La interacción lógica debe variar
progresivamente de estado-sociedad, a sociedad-estado,
de manera tal que todos los ámbitos pequeños,
medianos, sean ámbitos de ejercicio de gestión y
resolución colectiva, funcionando redistributivamente
y solidariamente.
La economía política de esto no reside en que se
produzcan riquezas, una minoría se apropie de ellas y
el estado (al exterior del proceso) "dé un "chin" de
salud y educación a la mayoría. Se trata de que la
sociedad comience a hacerse "dueña de si misma" (lo
dijo Hostos hace mucho, también) y en su
funcionamiento sea justa y eso sería lo que ella, sus
órganos, organismos o instituciones que genere
garanticen para todos y todas su igualdad de goce, sin
separarse de ella.
3.2 Segundo, esa "economía política" alternativa debe
restaurar progresivamente el equilibrio territorial-
poblacional, comenzando por estabilizar y reducir el
flujo migratorio al espacio urbano y reorganizando el
espacio urbano (mejoramiento urbano desde abajo y
desde adentro) haciéndolo otro espacio "más mejor"
(circulación, vivienda, recreación, diversión, etc.).
Pero pensándolo en una estrategia global para ir
alcanzando ese equilibrio social-territorial y donde
el "espacio rural" no sea en el imaginario: "el
pasado", "lo viejo", "lo rústico", "lo atrasado",
porque se recrea y se reformula asociativamente como
moderno, no competitivo, solidario y democrático.
Podríamos decir, de manera general, que se trata de
unos códigos, de una construcción social a través de
unos procedimientos y procesos que contribuyen a
desarrollar actitudes y habilidades que se hacen en
intenciones fundamentales de ascendencia social y
política, y que, ella, la ascendencia, va extinguiendo
poco a poco la cohersión como fenómeno "acorazado" de
la violencia.
4. Ahora bien, algunas sugerencias concretas a partir
de estos referentes, como muestras para reflexionar, y
por tanto, que no pretenden abarcarlo todo:
4.1 Primero, comenzar a desarmar la sociedad política (lo
estatal y paraestatal) como cuerpo separado de la
sociedad, es decir, comenzar a buscar restaurar la
ascendencia de esta última, la sociedad, del poder
social, sobre lo que denominamos estado o
paraestatalidad.
En ese sentido sugiero que se entienda la reforma y la
modernidad (no modernización) del "estado" o la
sociedad política cuando se plantea el propósito de
que todas las unidades estatales, incluyendo militares
y policiales, se vayan transformando en unidades de
intervención y gestión territoriales y cuya naturaleza
central no sea una simple burocracia eficiente, sino
una situación de resolución de corresponsabilidad
(sociedad política y sociedad civil) y vida diaria
común o comunitaria. Ampliar la soberanía, darle
sostén, sin cuerpos o unidades separadas de las
comunidades, y que las unidades militares y policiales
existan en las comunidades y como apoyo a la
autodefensa social (la soberanía popular protectora).
4.2 Entender, en segundo lugar, la economía política del
desarrollo social, como generadora de distribución por
sí misma de las rentas y como productora natural de
equilibrios sociales y territoriales basados en el
trabajo y los centros productivos medianos y pequeños,
de manera tal que la intención de la economía sea, no
tener más o simplemente la lógica de acopiar, de
acumular, de competir para interactuar al exterior de
los sujetos. Sino que ella sea un instrumento para
desarrollar la conciencia y ésta a ella como su
extensión: la economía política redistributiva y la
conciencia son dos componentes simultáneos de una
visión del desarrollo social que estimula igualdad,
armonía y reflexión interior y en la interacción
social.
Ello potenciaría la sociedad y el poder social y
popular dando mayor capacidad a estos ámbitos, y en la
medida en que se desarma el estado y se estimula la
ascendencia moral y política de la sociedad, lo que
algunos llaman utopía, se hace proceso concreto.
4.3 En tercer lugar, es el reto de articular las
socializaciones (todas ellas, formales, informales) a
unos ejes generales (conocimiento del medio o entorno,
democracia participativa y dimensión ciudadana y
cultura e identidad) para que éstas, repito, y no solo
la escuela o las instituciones educativas ayuden a
construir perfiles, y por tanto, procedimientos,
métodos, actitudes y valores sustancialmente
solidarios.
Esto implica la radio, televisión, publicidad, centros
educativos, redes informáticas, juegos recreativos y
lo que se llama hoy todavía "cárcel", que debe ser
progresivamente superada y desarticulada como centro
de resocialización donde la ciudadanía no se pierde
sino se reconstruye.
En este sentido una sugerencia:
Quizás podríamos plantearnos la experiencia de
construir algún tipo de espacio reflexivo y
propositivo en las Universidades (convergencias de las
llamadas Ciencias Sociales y Humanidades) para ayudar
a transformar críticamente las socializaciones: una
"Unidad de Desarrollo Social y Conciencia" cuyo
propósito fundamental sea el trabajar pragmáticamente
relacionando nuevas lógicas sociales, nuevas
reflexiones, nuevas actitudes, nuevos procedimientos
para construir un sistema social y unos sujetos que no
necesitan la cohersión, y si ella aflorara sea
ahogada, marchitada, reducida, aislada por la
ascendencia moral y política, por una posibilidad
permanente y reactiva de hegemonía, no como
aplastamiento o predominio, sino socializar y para
obligar como situación y relación a ser buenos, a
actuar bien, a hacer buen autogobierno y gobierno, a
obedecer la buena demanda y el buen proceder.
Eso es algo del sentido común radical, y me permito
por ello concluir con el texto del Evangelio de Marcos
(Marcos 2,21):
"Nadie remienda un vestido viejo con un pedazo de
género nuevo; porque la tela nueva encoge, tira de la
tela vieja y se hace más grande que la rotura. Y
nadie echa vino nuevo en vasijas viejas; porque el
vino las rompería. Así se echarían a perder el vino en
las vasijas ¡El vino nuevo en las vasijas nuevas!".
Porque se trata de ir hacia el fondo, el vino y las
vasijas nuevas. Eso es un cambio radical.
*Prof. Jose Antinoe Fiallo Billini. Instituto Tecnológico
De Santo Domingo, INTEC. Area de Ciencias Sociales
Panel "sociedad y violencia", 26 de agosto 1999. Sala Julio
Ravelo de la Fuente
https://www.alainet.org/es/articulo/107506
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