La legalidad de una guerra

17/07/2003
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  • Opinión
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La intervención sobre Irak se dio bajo el argumento central que este país era un peligro para el mundo debido a sus armas de destrucción masivas y conexiones terroristas. A más de 100 días de haber caído Bagdad no se ha encontrado ni un solo depósito de gas y durante todo el conflicto no se produjo ningún atentado de al Qaeda en todo el planeta. Esto ha venido generando una serie de cuestionamientos, los mismos que tienden a crecer a medida que se siguen sin encontrar pruebas de tales armas y que la ocupación viene incrementando sus costos en materia financiera y de vidas de soldados extranjeros. El hecho que a las tres semanas de la invasión Saddam cayese relativamente rápido y sin muchas bajas generó una inusual popularidad para Bush. Sin embargo, desde que el primero de mayo el presidente norteamericano declaró oficialmente el fin de la guerra se ha producido un promedio entre 1 y 2 soldados anglo-americanos muertos en emboscadas. El presupuesto de la ocupación militar está subiendo de $2 mil millones a $ 3,9 mil millones. Medios oficiales hablan que se incrementarán las 145,000 tropas estadounidenses y que éstas estarán en Irak muchos años. La segunda guerra del golfo ya ha superado el número de bajas estadounidenses de la primera. Muchos se vienen preguntando si vale la pena seguir haciendo tales sacrificios o si esta guerra alguna vez estuvo justificada. En el Reino Unido van creciendo las voces dentro del laborismo que cuestionan la permanencia de Blair. En EEUU el candidato que más avanza en transformarse en cabeza de la oposición demócrata es el que más ataca la invasión: Howard Dean. Algo que viene golpeando a Blair y Bush, y con más fuerza que un bombazo de Osama o Saddam, es que la credibilidad de éstos ha quedado minada. Ambos presentaron informes en los que aseguraban no solo que Irak tenía grandes reservas de gases químico-biológicos sino que habían adquirido uranio desde Níger para preparar bombas nucleares. Días antes del ataque a Bagdad en el informe de los inspectores presentados ante el consejo de seguridad se tildó a esta última información de falsa. También fue caracterizada como errónea la presunción hecha oficialmente por el gobierno británico en sentido que Irak adquirió tubos de aluminio especializados para fabricar armas atómicas. El reporte oficial británico afirmaba que había laboratorios móviles para fabricar gases y que Hussein estaba en la capacidad de enviar éstos contra blancos en el exterior a 45 minutas de dada la orden. También aseguraba que Irak estaba a uno o dos años de contar con su propio arsenal nuclear. Todo esto ha demostrado que no era cierto. Acorralado por sus críticos, Jack Straw, ministro británico de asuntos externos, ha reconocido que el documento oficial que afirmaba que Irak poseía armas de destrucción masivas tuvo 'errores'. Los dos informes del Comité de Inteligencia conjunta británicos, además, se han demostrado que fueron plagiado de la Internet y de una tesis estudiantil. Peter Sothand, ex editor del Times, ha escrito un libro donde asevera que la guerra fue hecha para complacer a los EEUU. La decisión de ir al ataque se había tomado medio años antes de la invasión. El 2 de septiembre habría un memorando de Blair donde se argumentaba que el conflicto, al margen de lo que cualquiera podía decir o hacer, era inevitable y que sería malo para las relaciones internacionales si EEUU se lanzase solo. Por ello Londres debía apuntalar a EEUU y todos los subsiguientes informes fueron hechos para justificar una medida intervensionista previamente adoptada. Para Straw encontrar gases ya no es tan importante pues, según él, diez mil litros de ántrax, es la capacidad de un tercio de un camión gasolinero, y hallar ello en un país del doble del tamaño de Francia es difícil. Straw se equivoca desde cuestiones menudas (pues Francia e Irak son naciones con similar área) hasta cuestiones centrales. El hecho que se haya lanzado una guerra sobre base de una información falsa es algo que puede destruir la credibilidad de los gobiernos y ocasionar varias caídas. Tal como lo planteamos antes y durante la guerra, esta confrontación si bien podría deponer a Saddam corría el riesgo de producir a largo alcance la derrota de los atacantes. Hoy, hay muchos que piden sustituir a Chenney acusado de haber promovido información falsa. Sin embargo, si se producen serias e independientes investigaciones es posible que muchas otras cabezas rueden. Al final la guerra bien puede generar un cambio de régimen... pero dentro de las propias potencias vencedoras. Isaac Bigio es analista internacional.
https://www.alainet.org/es/articulo/107919?language=en
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