La ciudad, espacio de encuentro

05/10/2006
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Más de la mitad de la población mundial, unos 3.000 millones de personas, viven en ciudades y uno de cada tres lo hace en suburbios marginales que no reúnen las condiciones básicas para vivir. En el año 2050, las previsiones apuntan a que más de 6.000 millones de personas habitarán en grandes núcleos urbanos y la pobreza urbana seguirá aumentando hasta el doble en los próximos 30 años. Las ciudades de hoy, lejos de ser los motores de un nuevo mundo y modelos de desarrollo, están devorando la energía de los millones de personas que viven en ellas. En Los Ángeles, 18 millones de personas sobreviven en caravanas y casas prefabricadas sin los servicios mínimos de higiene, sin acceso al agua potable o a la energía eléctrica. En Egipto, nace un niño cada 20 segundos. Sao Paulo se ha convertido en una ciudad sin ley, donde se producen más de 100.000 asesinatos al año y donde convive la más extrema pobreza con los mil helicópteros privados que vuelan cada día el cielo de esta megalópolis brasileña. Shangai, ejemplo de la modernidad china, es una ciudad con grandes problemas de contaminación. Para cruzar México DF se necesitan más de dos horas. En Tokio, ya se habla de realizar una ciudad “alternativa” bajo el suelo. Las obras son la seña de identidad de Madrid. Roma se hace intransitable debido a la cantidad de coches que soporta cada día. Bombay, Berlín, Londres, Johannesburgo… Y así podríamos seguir con una larga lista de grandes ciudades de todo el mundo. La inseguridad, la contaminación, la escasez de recursos y el consumo desmedido son características que comparten las megalópolis en las que muchos vivimos hoy. El crecimiento desmedido de estas ciudades las ha convertido en grandes moles de hormigón, hierro y cristal. Son lugares claustrofóbicos para sus ciudadanos, que no pueden descansar la mirada en un árbol o un pájaro. Los hombres de las ciudades hemos olvidado qué significa dar un paseo por un parque sin prisas, disfrutando de la Naturaleza. Una ciudad modelo sería aquella, explican los expertos, que dedica más del 40% de sus suelo a espacios verdes y recreativos para los ciudadanos. Además, esta ciudad debería ser compacta y estar bien distribuida, con espacios abiertos y grandes avenidas, con una población que no superase los cinco millones de habitantes. Además, la ciudad deseable del siglo XXI debería ser entendida como un espacio de encuentro local y desarrollo global. Sería una ciudad cuidadora del medio ambiente, sin problemas en cuestiones de vivienda, servicios y seguridad. Esta ciudad ideal se hace imposible sin una buena gestión de los recursos y sin un apoyo real a las zonas rurales. Las migraciones brutales del campo a las ciudades en busca de una vida mejor son una de las causas del crecimiento de la población y de la pobreza urbanas. También los conflictos armados son causa de que los habitantes de las zonas rurales dejen sus tierras en busca de seguridad, como en Bolivia, donde la guerrilla, los narcos y los paramilitares han provocado que los campesinos abandonen sus tierras y se trasladen a Bogotá, donde hoy viven más de 10 millones de personas a más de 2.600 metros sobre el nivel del mar. El desarrollo sostenible de las ciudades tiene que ser uno de los temas más importantes dentro de la agenda mundial. La población mundial, según Naciones Unidas, tendrá un aumento importante para los próximos años y es fundamental que la urbanización sea organizada y sostenible con el medio ambiente para que la brecha de la pobreza no siga aumentando. Son necesarios instrumentos de planificación innovadores que ayuden en el proceso de mejora de la calidad de vida de los habitantes de las futuras ciudades. - Ana Muñoz es periodista Fuente: Centro de Colaboraciones Solidarias (CCS), España.
https://www.alainet.org/es/articulo/117445?language=en

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