Lógica del Sacrificio:

Una lectura desde El Árbol de la Cruz de Miguel Ángel Asturias

30/10/2007
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Resumen[1]
El presente ensayo, se inscribe dentro de la disciplina de la Sociología de la Literatura, a la cual el autor aspira como herramienta de análisis de lo social. El examen del texto literario permite rastrear la lógica sacrificial de lo social-histórico. Es un texto exploratorio cuya finalidad reside en detectar caminos para su aplicación fáctica. 
 
INTRODUCIÓN
El Árbol de la Cruz[2], se redactó (1973-1974), en el momento en que América Latina[3] atravesó una de sus páginas más negras de su historia: las dictaduras del Cono Sur[4], el proceso de intensificación de los conflictos armados en Centroamérica[5], etc. Sin ir más allá, en América Latina todos los que estuviesen contra el Status Quo eran victizables (chivos expiatorios)[6]. Éstos eran la mayoría de la población. En ese contexto de dictaduras, imperios y sacrificios humanos (Hinkelammert 1998 y 1991) es donde nace el texto del guatemalteco Miguel Ángel Asturias[7] (1899-1974)[8].
 
El presente estudio pretende ser un acercamiento dialéctico-crítico al relato El Árbol de la Cruz[9]. Lo dialéctico-crítico convoca aquí un proceso de desmembramiento textual en sus configuraciones formales: elementos constitutivos del relato, los personajes en sus relaciones, las funciones distributivas del relato[10]. Ello, nos ayudará a comprender la estructura sacrificial  latente que sostiene al relato mencionado.
Recapitulando, El Árbol de la Cruz nos interpela y convoca a una reflexión textual y “espiritual” respecto de nuestra identidad (etiqueta vrs. proceso, Cf. Gallardo, 2004, 13-34) atravesada por la lógica de las estructuras sacrificiales[11]. El alcance final del presente trabajo pretende ir hacia el momento genético-estructural del texto en cuestión que develará las estructuras sacrificiales profundas (genotípicas, Cf. Amoretti, 1992:57) que determinan la forma, el contenido y las relaciones dinámicas de las tensiones dialécticas en competencia dentro del texto (fenotípicas, Cf. Amoretti, 1992: 53). 
 
CONSIDERACIONES TEÓRICAS
La estrategia de examen del texto se despliega en aclarar y establecer algunos lineamientos respecto del concepto: ESTRUCTURA SACRIFICIAL. Primero, ¿Qué es una estructura? (Cf. Gallino, 2001: 410-415) Una estructura atiende a la forma cómo se relacionan los elementos dentro de un dominio específico de objetos y cómo se afectan las relaciones de los objetos entre sí. Por ello, la estructura remite a un modelo figuracional que permite vislumbrar las conexiones inmanentes de un conjunto manifiesto de objetos relacionados. Esto denota establecer una re-presentación didáctico-metodológica: es el elemento (sujeto, objeto concreto, personaje, etc.) quien determina la relación o bien si es la relación (lazo, articulación, tensión) quien determina al elemento[12].
 
Con lo expuesto podemos preguntarnos ¿Qué es una estructura sacrificial? Primero, sacrificio es un vocablo convoca sinónimos tales como: holocausto, oblación, inmolación, abnegación, oblación, expiación, muerte-vida, libación, purificación-mácula, quijotada, pago-deuda, etc. Del latín, sacrificium, en su acepción primitiva \'algo convertido en sagrado\', ritual donde se hace una ofrenda consagrada a un dios o a otro ser espiritual con el fin de establecer, perpetuar o restaurar un lazo sagrado entre lo humano y lo divino. Los sacrificios pueden consistir en seres humanos o animales (ofrendas de sangre) o frutas, flores y vino (ofrendas sin sangre) (Cf. Rosolato, 2004: 7-16). En términos socio-culturales[13]:

“Los sacrificios sostienen sublimaciones, es decir, la transposición socializada de las satisfacciones primarias de la libido. Utilizan y controlan la culpabilidad y por este medio sirven para alimentar su propia fijación subjetiva, el retorno sobre sí mismo y el masoquismo mediante privaciones donde se canalizan las pulsiones, mediante la limitación y el abandono aceptados de la razón que edifican la creencia, mediante una adhesión voluntaria y activa a la muerte. Además, tienen un efecto de catarsis terapéutica al explorar las tendencias mórbidas, principalmente histéricas, obsesivas y paranoicas, tanto del individuo como de la comunidad” (Rosolato; 2004: 7) [14]
Para que ello opere efectivamente es necesario al menos que se den:

ü      El doble y su destrucción: (…) ¿es posible una similitud absoluta (una identidad doble)? Lo narcisista aspira a ello como una objetivación que lo refleje, y por lo tanto que tenga valor: a causa de esto, ese doble se vuelve peligroso por la temible rivalidad  que suscita. El desdoblamiento borra las diferencias, suprime al Otro, y por consiguiente (...) Pierde el cincel para la unicidad. La muerte y la destrucción se centran  entonces en la relación con el doble” (Rosolato; 2004: 29)

ü      La inversión del sacrificio, o sea, la inversión de los papeles en el proceso victimario.  En nombre de un “deber sagrado”  (en nombre de la expansión de la fe, de la civilización, de la implantación del orden, etc.) el verdadero sacrificador (agresor) demoniza a sus victimas, las presenta como obstáculos a su noble misión y, por ende, las transforma en amenaza, es decir, en agresoras.  El agresor se cree la víctima, y las víctimas reales son presentadas como sacrificadoras.  Cualquier pretexto (son judíos, son caníbales, son brujas, son bárbaros) servirá para esta inversión del sacrificio.  Los sacrificados no solamente pierden su inocencia, dejan de ser víctimas inocentes, sino también cualquier proceso de sacralización de las víctimas queda rotundamente bloqueado[15].  Los verdaderos sacrificadores resultan mitologizados (sacralizados), y no sus víctimas. (Cf. Assman, 1991:110).

De allí que, la presencia de un rito indica automáticamente la existencia de un mito, es decir, de una creencia fundamental para la vida de un pueblo, para ayudarle a encontrar y producir sentido en medio de los trabajos y las luchas de los días.  El mito constituye una referencia que puede ser decisiva para no perder el rumbo histórico, para preservar la propia identidad.  El rito es aquella ceremonia que representa esa referencia.  Los sacrificios ceremoniales, en tanto rituales, apuntaban a la referencia fundamental de la Ley, en cuya formalidad estaba concentrada para los israelitas, tanto la fuerza de las promesas de Dios como el anuncio del cumplimiento de las mismas[16]. (Cf. Assman, 1991: 136)
 
ANÁLISIS DE LOS RESULTADOS

La Diégesis  del relato puede resumirse así: Anti se queja de la existencia del divino mestizo y se propone destruirlo[17]. Proclama un anti-edicto persecutorio contra toda representación del crucificado y dispone desterrar a este enemigo de sus dominios, dispone de heraldos y emisarios. Aparece en escena Animanta (su esposa) quien le irrita por sus comentarios sobre el olor de las maderas de los cristos. Anti sospecha de la lealtad de Animanta y ordena al capitán Galiponte su ejecución. Ella, “Animanta cayó sin vida, los brazos abiertos formando una cruz”.
 
Las persecuciones del tirano siguen. Un emisario le hace llegar la noticia de una “manta” que de la mar surge y como un sudario transporta los cadáveres que se tiran en el mar. Le comenta que han seguido su trayecto hasta los límites de la Cruz del Sur. Anti ordena a su jefe de tropas Cucucún ejecutar un plan que implicaba militarmente “sacrificar hombres… no se salvaría nadie” El precio sacrificial era el trofeo de Anti[18]: que “exigía la definitiva expulsión de sus tierras y mares, de cristos, cruces y cadáveres en aquella que sería la última batalla  contra la muerte, y exigía con más ahínco que le trajeran viva, en cuerpo de mujer o de manta, a Animanta… los gigantes rodilludos iban a la peluquería no a que les cortaran el pelo sino el pensamiento. No tenían miedo, pero…” de esta expedición retornan los primeros perplejos[19]: “Un Pulpo. Un pulpo gigantesco de ocho tentáculos de 70 metros cada uno, clavados en una cruz alta como catedral, de seis y seis brazos en abanico en cada lado”.
 
Entramos en el espacio del sueño. Anti loa su acto creador (la muerte) para con Animanta. Ella manifiesta un expreso deseo simbiótico[20]. Luego se oye un coro orante y en pena. Miles de ojos forman sus ventosas, es una visión atávica “los ojos de Jesús es un molusco”. Anti habla (lógos) al pulpo, éste no responde es un cristo de sólo ojos, la voz de Animanta se pierde. El pulpo expele su tinta y Anti entra en el recinto de lo indiferenciado (Anti-lógos)[21]. Era la pesadilla hacha galleta y depositada en su boca (hostia). Le despertaron. Mando a acallar toda voz y luego trató de encontrar su sueño: “Se echó los almohadones encima,”[22]
 
De este resumen podamos figurar el relato así:

ESQUEMA 01. RELATO SEGÚN ARGUMENTO

Fuente: Elaboración propia

Lo primero que debemos entender es la estrategia de Asturias de confrontar a Anti con Cristo crucificado y por supuesto con su transfiguración metafórica en Pulpo Crucificado de 12 brazos bajo el mar.  ¿Quién es Cristo para los sujetos culturales latinoamericanos? ¿Qué aporta esta confrontación (Anti-Cristo) en la comprensión estructural del texto?


Según las tradiciones de los llamados Padres de la Iglesia (siglos I al V d.C.), la muerte de Cristo era exigida por el Padre porque la ofensa infinita que el hombre había cometido no podía ser satisfecha por más que la humanidad acumulara sacrificios y sacrificios; era necesaria una víctima perfecta para satisfacer por el pecado del hombre; Cristo, en tanto Dios, era esa víctima perfecta, y en tanto hombre, ocupaba nuestro lugar[23]. Pero, según René Girard (Assman, 1991: 90 y ss) es precisamente Jesús quien rompe con la lógica sacrificial, abriendo el eterno y perverso círculo de la violencia y la venganza, la víctima y el sacrificio a una dimensión superadora. El sacrificio es un espacio de sacralización de lo profano. En Cristo la ruptura sacrificial es tal que ya no es necesario más sacrificios[24].
 
Por ello, a pesar de que Anti pretende destruir a Cristo Mestizo (sinécdoque de lo latinoamericano, Cf. Gallardo; 1993) para instalarse ÉL: “Había dejado de ser humano para convertirse en Dios. Son los momentos más felices de un tirano, los momentos en que se siente Dios, es decir fuera del alcance de sus enemigos”.
 
En realidad se da un proceso de inversión del victimario (Anti) frente a la víctima (Cristo-mestizo-pulpo), pues la estructura sacrificial impulsada por Anti es inoperante frente Cristo[25]; acorde a lo establecido desde Girard líneas arriba. Dicha inversión de los papeles se da al final del proceso victimario, es decir en el apartado V, el espacio del sueño[26].  En nombre de un “deber sagrado”  (el decreto de Anti.) el verdadero sacrificador (agresor) demoniza a sus victimas (los crucificados), las presenta como obstáculos a su noble misión y, por ende, las transforma en amenaza, es decir, en agresoras. (Cf. Hinkelammert, 1998)
 
El agresor se cree la víctima, y las víctimas reales son presentadas como sacrificadoras. En los primeros cuatro apartados opera un sacrificio sin sentido[27]. La persecución del sacrificio humano como crimen ha reproducido este sacrificio humano, si bien en forma invisible.  Parece ser una cosa diferente de lo que en realidad, se trata del desprecio más completo de la dignidad humana y de su corporalidad[28].
 
Aspecto corpóreo, que en el caso de América Latina, bajo la lógica de la modernidad[29] ha fundado su devenir sobre la destrucción de cuerpos concretos: indígenas, clases mestizas, trabajadores, mujeres-prostitutas, empobrecidos, etc. (Cf. Gallardo, 1993:113-172; García, 2005:214-249; Nomine, 2004, Winnicott, 1996).
 
En resumen, una estructura sacrificial se encuentra en el fondo de un discurso de dominación-imperio, vertebra y recorre todo el imaginario social, desemboca en ritos de sacrificio, su desdoblamiento del tiempo es el mítico (dictadura que sacrifica seres humanos concretos y sus libertades individuales y colectivas), su lógica es la inquisitorial: crédulos e incrédulos, fieles y herejes. Es decir, la dicotomía del mundo:


“(…) de tal manera que “el otro” el política y religiosamente “otro” es vigilado, perseguido, capturado, torturado y ejecutado ante la multitud por rebelarse contra el orden” (Ramírez, 1997:26)[30].
 
Con lo que podemos reelaborar el esquema del relato, y encontrar la estructura sacrificial binaria[31] que operante, del mismo así:


Esquema 02. Forma operante de la estructura sacrificial del relato
Fuente: Elaboración propia


CONCLUSIONES

Parecería irrelevante, cuando Anti decreta: “les mandé llamar, para ordenarles que deben cambiar de nombres sus negocios y convertirse en Agencias de Viaje (...) lo indispensable es iniciar el turismo al más allá ¡No más negocios fúnebres!” (p. 10). Esta determinación opera dentro de la matriz sacrificial puesta en juego. ¿Por qué?
 
Porque, el poder utiliza la publicidad no sólo para promover y vender sus productos materiales, sino también para ocultar e impedir que se vean las contradicciones sociales, políticas y económicas. Es nuevo escenario del sacrificio: Mass Media.
 
Al ponerse bajo el mando de los intereses del sistema imperante, los publicistas se convierten en trabajadores intelectua­les al servicio sensibilidad-espiritualidad que llama, exhorta y solicita a cada segundo que los receptores sacrifiquen sus necesidades básicas y las sustituyan por necesida­des artifi­cialmen­te sembradas por la publicidad[32].
 
Por eso cada anuncio, no sólo se empeña en vaciar al ser humano de todos sus bienes materiales, sino también de todos sus bienes espirituales y culturales: el mercado ofrece un producto, el consumidor, al adquirirlo, compra con él un sistema de valores y un conjunto de expectativas que desplazan y desbancan los valores y expectativas propios; la vida del producto desplaza y somete la vida de los seres humanos.[33].  
 
En otras palabras, lo sacrificial, antes que un discurso (legitimado con recurso de lo ideológico, lo literario, lo científico, lo religioso, etc.), es una experiencia socio-históricamente (Cf. Torres: 2007a) continuada en la cual nuestras sociedades latinoamericanas parecen haberse apoyado siempre en la necesidad de “una víctima”. El texto ha sido excusa para el inicio del análisis factual posterior.
 
La vigencia del sacrificio en América Latina, por ejemplo: dictaduras, neoliberalismo,  exclusión social, marginalidad, corrupción, clientelismo político, etc.; de vidas humanas en el mundo de hoy es tan clamorosa, que no hay ninguna exageración en afirmar que vivimos en un mundo de sacrificados. Legítimamente sacrificados según el discurso de Derechos Humanos[34]. Esto, a razón de que, todo estructura sacrificial opera generando monstruos a los que destruir[35]. Como se trabajó, en el texto de Asturias, desde el poder imperial (Anti) se delega quien es la víctima proyectiva y expiatoria los cristos mestizos crucificados.
 
En el 2007, dentro de la matriz de Estética del Miedo[36] “(...) cambian las víctimas, mas el mecanismo sacrificial permanece” (Assman, 1991: 152). Indicio-señal-síntoma de dicha lógica, es el hoy controversial memorando del Señor Casas y el Señor Sánchez; del 29 de julio del año en curso.
 
El texto aludido, ya no es ficcional como el de Asturias. Pero, ambos comparten una matriz común: ordenan binariamente el mundo, establece los mitos y sus ritos de sacrificio, su lógica inquisitorial (Infra p.8). Aspectos que intentaremos abordar en un segundo ensayo.
 
Bibliografía
 
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ü       Winnicott, D (1996) La Naturaleza humana. Editorial Paidós. Argentina.
 
NOTAS



[1]
Una primera versión de este documento se elaboró para el curso Literatura Latinoamericana III del primer semestre del 2005. Curso dado en la UCR e impartido por la profesora Ivonne Robles. Dicho documento buscaba un examen limar de la obra. En la presente, se aborda una profundización en la Lógica sacrificial, más allá del texto. Por razones expositivas se eliminan los apartados más técnicos del original (i.e. incipit)
[2]
Nuestra hipótesis de trabajo versa: El relato de Asturias se despliega conflictivamente en sus primeros cuatro apartados; sin embargo, en el quinto apartado se da una resolución no-conflictiva en el espacio onírico entre el personaje Anti y sus dos rivales (Animanta-Isla y el Pulpo-crucificado). Ello se debe a que el relato es atravesado orgánicamente por una estructura sacrificial. Al rescatar tal mecanismo de articulación este nos develará y orientará la lectura intra-textual y la disposición de intertextualidad de dicho relato, potenciando al quinto apartado como el re-operacionalizador del todo el texto y como este momento sacrificial ha devenido no conflictivo por la mistificación misma del rito sacrificial. Descarnar dicha lógica permitirá construir una mirada sociológica sobre lo sociohistórico factual.
[3]
Usar la fórmula América Latina, es osado, ya que, la identidad-etiqueta asignada nos es ajena "...el bautismo de nuestro continente nos lleva a enfrentar, por una parte, el hecho de que no tenemos existencia como totalidad, sino desde la mirada y el deseo del otro y por otra, que el decir América es un decir condenado por la presencia ausente de la alteridad. Decir América es decir el otro, el ojo que la ve, decir América es decir "tierra de". En consecuencia, decir América es no decirla, es negarla en una situación de poder que se manifiesta como un sentido de pertenencia del veedor en relación con el mirado"(Fonseca, 1997: 9), Además, “(...) El nombre de América Latina se convirtió así en la expresión de una autoconcepción profundamente mestiza de la propia historia y cultura del continente centro y sudamericano, hasta el punto de que estados anglófogos del Caribe se sienten cada vez más parte de América Latina” (Pietschamann, 2000: 120) Finalmente, descubrir "América" no llevó implícito descubrir a sus moradores, ellos para su desgracia fueron posesos de las miradas y deseos: toma violenta de lo que le es por derecho "divino" dado. "Vini vidi vichi" retumba portentoso contra el Amazonas, el Cuzco, los Quechua, los náhuatl, el oro, las mujeres, los alimentos. El amo-conquistador mira y sus ojos demoníacos arremeten jactanciosos, devora bulímicamente, cuerpos, historias, sueños, religiones, mitos, pueblos, etc. Teniendo en cuenta lo anterior y por economía del lenguaje se usará el sintagma América Latina.
[4]
Bajo la consigna ideológica norteamericana de Seguridad Nacional. Consigna basada en el ideal en el progreso democrático y  logocentrismo que luchaba contra un “enemigo” concreto y ambiguo a la vez “los comunistas”. Este intervensionismo de los Estados Unidos se da bajo la premisa de la nueva colonialidad (Castro-Gómez, 2006:7-10) que nos ha considerado su área de influencia (su patio), esto desde fines del siglo XIX (plan Monroe) hasta nuestros días con TLC, Nafta, etc. Cf. Gallardo, 1989:121-266.
[5]
Ejemplos de ello son: la guerra abierta entre terratenientes y los sectores populares en EL Salvador (80´s); la denominada “guerra étnica” o de “tierra arrasada” en Guatemala contra las poblaciones indígenas (alrededor 75% de la población de ese país) Cf. Kruijt, 1996 y Ruiz, 1994.
[6]
El chivo expiatorio es “(...) una fecundidad heurística... “pan-mimetista”...del deseo mimético – al pasar de la mimesis de apropiación, todavía centrada en los objetos, a la mimesis conflictiva o de antagonismo – genera el proceso propiamente victimario o de búsqueda de chivos emisarios, pero ya como derivación del deseo mimético; el sacrificio, por tanto, aparece como la segunda derivación en la cadena:  deseo mimético-proceso victimario-victimación sacrificial” (Assman, 1991: 100)
[7]
Miguel Ángel Asturias (1899-1974), escritor, diplomático y premio Nobel, nacido en Ciudad de Guatemala. Estudió Derecho en universidades de su país y Antropología en la Sorbona de París, ciudad en la que recibió la influencia del poeta surrealista francés André Breton. En 1942 fue elegido diputado en su país y, a partir de 1946, fue embajador en México, Argentina y El Salvador, hasta que, en 1954, se exilió de Guatemala. Posteriormente, fue embajador en Francia, entre 1966 y 1970. Sus poemas y novelas, de contenido fuertemente anti-imperialista, le valieron el Premio Lenin de la Paz en 1966 y el Premio Nobel de Literatura en 1967. La muerte le sobrevino, tras una penosa enfermedad, en 1974, cuando se encontraba en Madrid (España).
[8]
Éste ha sido su último texto literario. Relato que se inscribe como una lectura de las estructuras sacrificiales de los procesos imperio y dominio de América latina, en tono ficcional. Ejemplos de este tipo de literatura son: Yo el supremo de Roa Bastos, El Señor Presidente de Asturias, El otoño del Patriarca de García Márquez ó Tirano Banderas de Ramón del Valle-Inclán. Para una lectura sobre dictadura-sacrificio ver Ramírez, 1997: 17-26
[9]
Vale aclarar que para el presente trabajo se ha tomado el texto de Asturias de la edición critica de la colección Archivos (fundada por Asturias en 1974), a saber: Asturias, M. A. (1996) El Árbol de la Cruz. Edición Critica, coordinado por Aline Janquart. ALLCA XX (Serie: Colección Archivos). 2da. Edición. Madrid, París, México, Buenos Aires, Sao Pablo, Río de Janeiro, Lima. Dicha edición cuenta con el texto establecido por Aline Janquart de El Árbol de la Cruz a partir de los manuscritos de Asturias que también son reproducidos, transcritos y anotados por Aline Janquart. Lo cual ya implica un valor inigualable.  A su vez, la misma edición cuenta con seis ensayos a manera de lectura de expertos sobre el texto. Dichas lecturas son: a) Un inédito de Miguel Ángel Asturias, por Aline Janquart., b) Miguel Ángel Asturias: El Árbol de la Cruz. Lógica y Narración, por Christian Boix, c) Tinta de tinieblas, por Alain Sicard, d) La otra noche, por Daniel Sicard, e) El decir totalitario y la escritura desatada. A propósito de Miguel Ángel Asturias y A. Rimbaud, por Calude Imberty., f) El Árbol de la Cruz en la obra de M. A. Asturias, por Amós Segala. En resumen, este texto corresponde al último relato (¿Inconcluso?) de Miguel Ángel Asturias, hacia 1973-1974. Es un testamento literario y humano. Se estructura en cinco apartados de numeración románica. Los primeros se despliegan en los parámetros espacio-temporal diacrónico. El quinto apartado rompe el orden y re-opera sobre el texto y sobre el lector al inscribirlo como un corpus abierto y en movimiento. El fin del relato es totalmente abierto: finiquita con una coma, es anti-logocientrista.
[10]
La propuesta aquí presentada es realizar un viaje al interior del texto, a su genética textual. Es una invitación a mirar una de sus estructuras de articulación, que si bien puede considerarse un elemento extra-textual en la mano de Asturias asume materialidad y forma literaria: un círculo-estructura sacrificial.
[11]
“(...) El Occidente buscó crear, constantemente, un sujeto trascendental por encima de la historia real. Este sujeto trascendental se cree estar “por encima”, denuncia lo que está “allá abajo”, y busca, entonces, una solución que sea una vida sin la contingencia (...) tratar de pensar los proyectos históricos ya no como un sujeto trascendental por encima de la contingencia, sino dentro de ella, dentro de los mecanismos de opresión existentes, que tienen un carácter sacrificial al cual nos oponemos, y que atacamos con toda la razón; pero que perdemos de vista, o no sabemos cómo lidiar concretamente con ellos, si acreditamos son una especie de sujeto trascendental por encima de la historia, actuando sobre la historia desde fuera de ella” (Assman, 1991: 82)
[12]
Dicha consideración es menester del investigador y de las premisas que haya establecido para la consecución del correcto discurrir de su análisis. En este sentido, se puede afirmar que toda estructura al ser construida (bajo la relación epistémica Sujeto-Objeto) por el investigador considera en el momento de su advenimiento y su despliegue ciertas reglas ó conjunto de correlaciones funcionales; primarias (más fuertes y determinantes en el conjunto) y otras secundarias (débiles, pero no imprescindibles). El conjunto es un todo (no la sumatoria de sus partes) sus elementos son partes constitutivas. La amalgama se construye en el entrelazamiento formal del todo, generando una doble condición estructural: débil autonomía relativa de los elementos y compenetración de los mimos. La estructura por ende, no esta compuesta de “miembros”, si no, de sistemas de articulación funcional, si se quiere de subsistemas y supra-sistemas. Una estructura demanda, por ello, una jerarquía mediacional entre sus partes (unos subordinados a otros y en la ausencia de uno el otro no es). La estructura dice un momento estático dentro del devenir dinámico del fenómeno en estudio; su concretitud dice un momento sincrónico dentro de la diacronía. La estructura permite determinar la forma del contenido. La forma de una estructura permite establecer una constitución interna y primigenia doble que sólo es vislumbrada gracias a ella: su lógica o bien su gramática, es decir, sus reglas sintácticas; y su ontología que nos muestra su semántica o comprensión del sentido. Ésta última es un acceso hermenéutico, que combina las precomprensiones del investigador y las estructuras remisionales del conjunto estudiado (i.e. palimpsestos e intertextualidades) 
[13]
En el cristianismo, la muerte de Cristo en la cruz se considera un sacrificio perfecto, ofrecido para expiar los pecados de toda la humanidad. En la obra de san Pablo, Cristo es identificado como víctima del sacrificio (1 Cor. 5,7; Ef. 5,2; Heb. 10,12-13). La eucaristía ha sido asociada desde el comienzo de la Iglesia cristiana con el sacrificio de Cristo, y en algunas iglesias cristianas, de modo muy notable la Iglesia católica, la eucaristía se interpreta como una forma de participación en el sacrificio de Cristo. (Cf. C.I.C. No. 612-615)
[14]
De allí que una estructura sacrifcial  convoque dos alcances: a) sexual, representaciones y compromisos con acciones, b) Matar: fantasía – intención – acto
[15]
Es decir, la mitologización del sacrificado: sacrum-facere
[16]
Cabe introducir una distinción entre el sacrificio impuesto y el sacrificio que corresponde a una disposición de amor.  El primero es victimario.  El segundo es material.  El primero preserva la iniquidad del sistema.  El segundo, en cambio, tiene una dimensión redentora.  El primero conserva el orden injusto, reproducido a través de la fuerza y los mecanismos que el deseo mimético pone en marcha. El segundo desacraliza el orden de este mundo, tanto político como económico, deslegitimando su base religiosa. Dicha religiosidad del tributo enfatiza la deuda, que debe ser cubierta.  Y para ello hay que cumplir con los sacrificios exigidos.  Estos son violentos porque el sistema cultual (que es legal) también lo es.  Se trata de una violencia contra la vida para salvar el orden establecido (controlado, o, por lo menos, legitimado por el orden sacerdotal).  Los sacrificios son impuestos para mantener la pureza de ese orden. Mejor dicho, para restablecer “el buen orden”.  Violencia sacrificial que se impone no solo sobre las víctimas, sino también quienes ofrecen tales sacrificios.  Los celebrantes (sacerdotes que confirman o no la legitimidad de la ceremonia ritual) son los guardianes del orden social. (Cf. Assman, 1991)
[17]
Para una lectura ampliada del proceso socio-literario latinoamericano ver Torres. 2007b
[18]
“(...) la religiosidad del tributo enfatiza la deuda, que debe ser cubierta.  Y para ello hay que cumplir con los sacrificios exigidos.  Estos son violentos porque el sistema cultual (que es legal) también lo es.  Se trata de una violencia contra la vida para salvar el orden establecido (controlado, o, por lo menos, legitimado por el orden sacerdotal).  Los sacrificios son impuestos para mantener la pureza de ese orden. Mejor dicho, para restablecer “el buen orden”.  Violencia sacrificial que se impone no solo sobre las víctimas, sino también quienes ofrecen tales sacrificios.  Los celebrantes (sacerdotes que confirman o no la legitimidad de la ceremonia ritual) son los guardianes del orden social.  Esto ha sido demostrado claramente por René Girard” (Assman, 1991:  139)
[19]
Esta perplejidad dada en consonancia a u lógica de muerte: “(...) los sacrificios humanos como el resultado de una manera de vivir que está vinculada a la ley.  Por eso, superar la necesidad de sacrificios significa ir más allá de la vigencia de la ley” (Assman, 1991: 158)
[20]
Para una ampliación del fenómeno de lo simbiótico, en tanto regresión, ver Caruso, 1993
[21]
Esto es así, dado que toda estructura sacrificial es “(...) círculo derivado o la inmediata irradiación de ese nudo: el sacrificio como prototipo de toda actividad cultural y clave posibilitante de lo social “convivible”, mediante la resolución mítica de la crisis sacrificial, derivada del desencadenamiento progresivo de la mimesis conflictiva en una humanidad que todavía no logró salir del “desconocimiento” de sus orígenes y, por eso, necesita mitizar el mecanismo victimario” (Assman: 1991:99)
[22]
Es importante recalcar que este relato termina con una coma. Aspecto de grande interés y confrontación en la comunidad de los filólogos; la mayoría se inclina por la hipótesis del final abierto.
[23]
Esto es confirmado por San Anselmo hacia el siglo XII, tal como lo recuerda Hinkelammert; 1998: 55-94.
[24]
No obstante, esta no es la lectura de quienes han ostentado el poder y se apoyan en la religión para legitimar sus acciones destructivas (i.e. la Inquisición, la conquista de América). Esta otra lectura anuncia: en Cristo ocurrió un sacrificio humano, que es un crimen.  Los enemigos de Cristo lo cometieron, y siguen cometiéndolo al resistir al cristianismo.  Quien esté contra este sacrificio, es llamado a luchar contra estos enemigos de Cristo.  Este no debe ser crucificado más.  Por consiguiente hay que destruir a sus detractores,  si no se convierten. Cf. Assman 1991: 20 ss; Además: Ramírez: 2007, Hinkelammert, 1998, Gallardo, 1993
[25]
El proceder de Anti en los primeros cuatro apartados, expresa y condensa, la estructura sacrificial fundante, que presupone una ética universalista, a la cual todos están sometidos y que se reivindica de parte de todos.  Ciertamente, no se trata de un listado de normas, sino de un criterio para la generación de todas las normas.  No es una ley dictada, sino una ley fundamental que rige cualquier dictado de leyes, esto es mística-ontológica.
[26]
La inversión del sueño hace que descubramos que en realidad la rivalidad de Anti contra Cristo opera en el proceso de internalización ontológico del personaje de enfrentar una lucha de la cual se sabe no triunfante: su propia muerte. Pero este mismo espacio le permite saberse complacido y gratificado en el espacio (tinta) de lo indiferente, en el Nirvana de una paz que no había experimentado y cuya transfiguración ha reencontrado a Animanta, su amada. Así, la totalidad Cristo mestizo expresa y condesa la angustia de Anti, destruirlo es destruir su propio fantasma ansiógeno. Toda víctima es construida desde la fantasía de su victimario.
[27]
Es decir, todo sacrificio como el mejor camino, sólo que un camino sin destino.  Le quita la ilusión de servir para algo, para reivindicarlo en su desnudez, es decir su carácter destrutivo.  Lo hace honrado, abierto, recto.  Le quita la mala conciencia, y así le abre el camino a dimensiones ilimitadas, es decir, mitificándose. Es una historia sacrificial, que aparenta ser una historia de lucha contra los sacrificios (los crucificados).
[28]
Como ya hemos afirmado, los sacrificados no solamente pierden su inocencia, dejan de ser víctimas inocentes, sino también cualquier proceso de sacralización de las queda rotundamente bloqueado.  Los verdaderos sacrificadores resultan mitologizados (sacralizados), y no sus víctimas. De allí, el deseo de Anti de ocupar el lugar de lo divino: “La construcción del cuerpo es un proceso simbólico y material. Esta relación no se construye en un vacío sino como parte del conjunto de procesos sociales/culturales de un grupo. En este sentido parece pertinente pensar en la idea de una historia social y cultural del cuerpo” Rodríguez p.3
[29]
La modernidad “(…) una forma cultural particular con la cual ha sido posible la consideración y expansión, tanto de una visión, como de prácticas específicas, que hacen de la economía occidental una esfera autónoma y dominante de la vida social. Su naturalización como modelo de funcionamiento social y cultural, concomitante a la vocación y prácticas expansivas de Occidente, ha hecho posible que otros modelos culturales hayan sido apropiados, suprimidos o ignorados. Se trata de prácticas que ponen en evidencia cómo el carácter construido de la economía occidental opera como recurso de poder y violencia” (Agudo, 2001: 9)
[30]
Cf. Además Hinkelammert, 1998;  Castro-Gómez, 2006; Vidal 2006, Gallardo 1993 y 2000
[31]
Si bien Castro-Gómez, 2006:13 indica que debemos superar las categorías binarias en anclaje del análisis de social, esto es en el caso de la lógica sacrificial, cuya estructuración genética es religiosa se comporta difícil, dado que en la cotidianidad, en el relato oficial, en la ficción literaria el ordenamiento del mundo se hace desde ese binarismo. El esfuerzo epistémico intenta descubrir los mecanismos profundos (genotextuales) de dicha lógica, cuya fenotextualidad es ese proceder binario.
[32]
La ley del mercado nunca será la ley de la vida, de la justicia, de la paz y el bienestar para todos; estos valores no entran en su proyecto de progreso y desarrollo. Su meta es conseguir, aumentar y no perder.
[33]
En el sistema capitalista el ser humano vive esclavizado por los productos de sus propias manos: el tener ha desplazado, anulado y sometido al ser. Es decir, una cosa es la estructura de la vida cotidiana con sus apremios materiales, que requieren cuidadosos cálculos para poder superarlos y tener éxito en los negocios.  En ese plano, el ser humano pasa a considerar a su prójimo como su inevitable competidor.  Entre todos se establece una pugna de intereses particulares.  Los más fuertes dominan sobre los menos aptos y más vulnerables.  Esto ha permitido desarrollar, principalmente en los tiempos modernos, una verdadera lógica de la violencia.  Quienes tienen el poder de controlarla, de saber descargarla más fuertemente, más calculadamente, son los que sacrifican a los otros en el campo material.
[34]
“(...) dado que el derecho burgués define lo que son violaciones y lo que no lo es, la propia existencia no-burguesa es tratada como una violación de los derechos humanos, que tiene que ser contestada con violaciones de esos derechos por parte de esa sociedad burguesa.  Pero el mecanismo de la violación de los derechos de los violadores, nuevamente torna invisible esta violación.  La sociedad burguesa parece ser la sociedad del reconocimiento de los derechos humanos, así como la sociedad de la Edad Media, parecía ser una sociedad sin sacrificios humanos” (Assman, 1991: 169) Para una discusión ampliada ver Gallardo, 2000 y 2006.
[35]
Por ejemplo, los discursos de G.W. Bush tras el 11 de septiembre del 2001. Su matriz de discurso sacrificial acusaba: los que ofenden, por su mera existencia, a la humanidad, una ofensa a la que el hombre burgués tiene que responder con una guerra justa (preventiva).
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Proyecto a desarrollar, por el autor en su tesis de Maestría


- Javier Torres Vindas es sociólogo y linotipista

https://www.alainet.org/es/articulo/124004?language=es
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