García y Vargas Llosa: modelos de pensamiento de la <i>belle époque</i>

23/07/2009
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No es posible seguir viviendo a la antigua, en el ambiente relativamente tranquilo,
civilizado y pacífico del capitalismo que evoluciona suavemente
y se extiende poco a poco a nuevos países, pues ha llegado
una nueva época.” (Lenin 1977: 30)
 
Los recientes artículos del presidente García (2009) y de Mario Vargas Llosa (2009), el escritor más laureado del país, tras haber sido aplacada a sangre y fuego la protesta indígena, con bajas asimismo lamentables en la policía, confirman la bancarrota de ideas y la esterilidad mental por la que atraviesan, en el Perú, el neoliberalismo y lo que podríamos denominar el liberalismo ingenuo. Ambos personajes -y muchos más como ellos- siguen “viviendo a la antigua”, pues su pensamiento está fuertemente moldeado y condicionado por los caducos principios decimonónicos sobre la libertad de los mercados, el progreso y el crecimiento; así como por los “éxitos” materiales del capitalismo clásico de los siglos XVIII y XIX. Para ellos, simplemente el capitalismo de los monopolios nunca existió, el imperialismo es una invención, las guerras y la política imperialista obedecen al “capricho” o exabrupto de los gobernantes, la globalización es una oportunidad y los TLC traerán desarrollo a los pueblos. La pretendida armonía universal de las categorías económicas, el automatismo, el equilibrio y otros elementos conceptuales tomados y adaptados de la física clásica de los s. XVII-XVIII, junto con la ilusoria libertad del homus economicus, entre otras sandeces consagradas por los economistas teóricos del sistema y el academicismo, pero divulgadas masivamente por los medios e inoculadas en la opinión pública, son algunas de las tantas expresiones por las cuales la economía realmente existente es transmutada en objetos abstractos, así como en la metafísica de las magnitudes (la realidad suplantada por modelos). Es en parte por esto que la “ciencia económica” atraviesa desde hace rato por su propia crisis de paradigmas.
 
Cuando Lenin escribía el texto citado (mayo-junio 1915) la “nueva época” se llamaba Imperialismo con todas sus letras. Hoy, en pleno siglo XXI, ese mismo imperialismo no ha desaparecido y ha adquirido más bien dimensiones planetarias (la “globalización”), comprometiendo además seriamente la supervivencia de la especie humana en el planeta. Este es un problema que mentalidades como las de García y Vargas Llosa nunca podrán entender. Solamente por consideración a ese problema, que no es uno cualquiera, ya no se puede seguir hablando irresponsablemente de “crecimiento”. Pero cuando se machaca cotidianamente sobre lo mismo, todos los días y por todos los canales disponibles, se está hablando en realidad a nombre de los intereses del capital y de los capitalistas. Cuando García nos atosiga con insistencia su modelo de crecimiento, es porque cree ciegamente en la “expansión infinita del capital” (Mészáros 2008).
 
El capitalismo, así como no puede dejar de explotar ni de extraer plusvalor y toda forma de excedente, tampoco puede dejar de crecer. Si el capital se deja de invertir para acumular y crecer, el sistema simplemente “se muere”. Por eso necesita -siempre y permanentemente- “abrir nuevos mercados”, crear interminables necesidades, generar en las clases y todos los estratos sociales ansiedades y expectativas por el consumo de productos “de punta” o “de marca” como sinónimo de progreso y bienestar, diversificar la oferta del crédito y otras modalidades que permitan asegurar la “adicción” por lo nuevo y “moderno” (por no decir contaminante, superfluo y hasta extravagante). Este es el “mundillo” o sistema que personajes como García, Vargas Llosa, sus acólitos y seguidores quieren hacernos creer que es el mejor de todos los mundos posibles, cuando -en verdad- no es más que un pobre mundo, donde la vida está vaciada de contenido y de sentido, un mundo donde las libertades humanas están maniatadas por el poder del dinero y el fetichismo mercantil. La disyuntiva que nos ponen entre “prosperidad y modernización” versus “estatismo” es completamente falaz y anacrónica. Las contradicciones de la “nueva época” que vivimos son más bien histórico-sociales, de alcance civilizatorio y planetario al mismo tiempo.
 
Muchas páginas -en realidad millones- se podrían llenar sobre las “estúpidas mentiras” que día a día, en el país y el mundo, se maquinan y difunden desde todos los medios de comunicación y, por supuesto, desde el poder económico y político. Nos ofrecen y venden ilusiones, realidades inventadas (tergiversadas), la mentira oficial presentada como verdad, la verdad prostituida, la banalidad y la vulgaridad como sinónimo de “buen vivir”, etc. etc. y mil veces etc.
 
Lima, 6 de julio 2009
 
Referencias
 
García Pérez, Alan (2009). “A la fe de la inmensa mayoría”. Expreso, Lima, 28 de junio, www.expreso.com.pe
 
Lenin, V.I. (1977) [1915]. La bancarrota de la II Internacional. Moscú: Editorial Progreso. (Obras Completas, 5ª ed., tomo 26).
 
 
Vargas Llosa, Mario (2009). “Victoria pírrica”. El Comercio, Lima, 28 de junio, www.elcomercio.com.pe/online/
https://www.alainet.org/es/articulo/135303?language=en
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