Auditoría ciudadana en Francia, una prometedora dinámica

10/03/2012
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Desde el comienzo de los años 1980, los países del Tercer Mundo se vieron confrontados a la crisis de la deuda y a sus consecuencias. El FMI y los acreedores impusieron unos planes de ajuste estructural que mantuvieron a esas economías en la sumisión, que provocaron una devastación social para los pueblos y que abrieron el camino a enormes beneficios para las sociedades transnacionales que podían, sin ninguna traba, arrasar parte de los mercados en detrimento de las empresas locales.
Hasta la mitad de la década de 2000, esta lógica continuó. El aumento del precio de las materias primas a partir de los años 2004-2005 permitió a los países exportadores acumular reservas de cambio que, con frecuencia, utilizaron para reembolsar sus deudas con el FMI de forma anticipada: Brasil, Argentina, Uruguay, Filipinas e Indonesia. Ningún país se comprometió seriamente en la instauración de un modelo económico alternativo al actual capitalismo, que conduce la humanidad a un desastre tanto social como ambiental, aun cuando Argentina y Ecuador dieron quebraderos de cabeza a los acreedores. Desde diciembre 2001 hasta marzo 2005, Argentina suspendió el reembolso de 90.000 millones de dólares y se mantuvo fuerte ante sus acreedores privados que tuvieron que aceptar una pérdida del 65 % del valor de sus acreencias. En 2008, después de una auditoría ordenada por el presidente Rabel Correa, Ecuador rechazó el pago del 70 % de su deuda privada juzgada ilegítima, que finalmente volvió a comprar al 35 % de su valor: el gobierno ahorró de ese modo 7.000 millones de dólares que pudo reinvertir en gastos sociales.
 
Desde los años 2007-2008, la crisis golpea al Norte, y Europa es el continente más afectado. Los pueblos europeos deben sacar enseñanzas de los sufrimientos de los pueblos del Sur durante más de tres décadas. Tanto en el Norte como en el Sur, el discurso dominante culpabiliza a la población que habría vivido por encima de sus posibilidades. Partiendo de esa premisa, la única solución propuesta es terrible: austeridad general, innumerables sacrificios, un severo deterioro del nivel de vida, y todo con el solo objetivo de garantizar el reembolso de la deuda a los acreedores.
 
Sin embargo, en la vida cotidiana, todos nuestros pagos se hacen contra presentación de una factura que da testimonio sobre las mercaderías compradas o los servicios recibidos a  cambio. En el caso de la deuda pública ¿dónde está la factura? Si existe la deuda, ésta proviene de tres causas: el alza de los tipos de interés al comienzo de los años ochenta; la contrarreforma fiscal que permitió reducir en forma importante la fiscalidad sobre los individuos más ricos y los beneficios de las sociedades; la crisis actual provocada por los bancos y otras instituciones financieras privadas. Los pueblos no son responsables, no viven por encima de sus posibilidades puesto que, a menudo, los derechos humanos fundamentales no están totalmente garantizados, y la factura presentada no corresponde a bienes o servicios de los que fueron beneficiarios. Son los acreedores los que viven por encima de sus posibilidades, no los pueblos. ¿Debemos pagarles sus deudas?
 
La única manera de dar una respuesta es cuestionando en detalle la historia de esta deuda. La herramienta más adaptada es la auditoría ciudadana: a nosotros nos corresponde entender de dónde viene esta deuda y de señalar las responsabilidades. La auditoría permitirá determinar la parte de la deuda pública que es ilegítima, que el pueblo debe rechazar su pago y que conviene anular. Fue en el verano de 2011 que un grupo de asociaciones, sindicatos y partidos políticos crearon en Francia el Colectivo por una auditoría ciudadana de la deuda pública. (CAC, véase www.audit-citoyen.org). Se redactó un manifiesto y se puso a la firma. Este llamamiento para una auditoría ya está firmado por 58.000 personas, a los seis meses de su aparición.
 
Lanzada en el ámbito nacional, esta reivindicación de una auditoría fue rápidamente expandida por numerosos ciudadanos y ciudadanas por todo el territorio francés. Decenas de comités locales se crearon espontáneamente y no se trataba de una orden «venida de arriba». La voluntad de lanzar esta auditoría confluye con la inquietud de la población de Francia y su necesidad de actuar en un momento en que la Unión Europea sufre ráfagas de austeridad justificada por la deuda. Si se decide pagar, queremos saber por qué. Queremos decidir lo que aceptaremos reembolsar y lo que no es aceptable pagar, La auditoría es un camino obligado hacia ese objetivo.
 
En diciembre de 2011, la doble emisión «La-bas si j’y suis» de Daniel Memet, en France Inter, titulada «La deuda o la vida» en tormo a las actividades del CADTM tuvo muchísimo éxito. En las semanas siguientes, los pedidos de información y de contactos fueron muy numerosos. El eco encontrado por la reivindicación de una auditoría y la ilegitimidad de la deuda tenía una brillante confirmación.
 
El 14 de enero de 2012, el CAC organizó su primera jornada de actividades en París, dedicada a los colectivos locales que habían pedido mucha información y pistas para la acción. Se esperaba unas 50 personas y fueron más de 120. Era la confirmación de que algo prometedor podía pasar. Las solicitudes para intervenir en una apertura de un comité local o para aportar conocimientos o experiencia aumentaron de forma exponencial. Al día siguiente, en la asamblea convocada por ATTAC y Médiapart, en el Espace Reuilly, en París, más de 1.100 personas se reunieron para reflexionar sobre el tema: «Su deuda, nuestra democracia». Una conferencia se tuvo que improvisarse en la acera delante del Espace Reuilly, ya que adentro sólo había 700 plazas… Una nueva etapa se había superado.
 
A comienzos de marzo de 2012 ya se han creado más de 110 colectivos locales. A menudo, se forman subgrupos de trabajo que permiten desarrollar la información sobre un análisis global o comenzar los trabajos para una auditoría local de las deudas contraídas por las colectividades locales, hospitales u organismos de viviendas sociales. Otros preparan acciones de calle o analizan el impacto de las políticas de austeridad en el ámbito local. Se movilizan las energías, la estructura se pone en marcha, la ofensiva comienza. Y esto es esencial para reapropiarse democráticamente del poder de decisión confiscado por los acreedores y los mercados financieros. Para romper finalmente el tabú sobre el problema del reembolso de la deuda pública.
 
(Traducido por Griselda Pinero)
 
- Damien Millet es portavoz del CADTM Francia y autor junto a Eric Toussaint del libro La Deuda o la Vida, Icaria, Barcelona, 2011.
 
https://www.alainet.org/es/articulo/156406

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