La comunicación popular como trinchera

19/06/2015
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  • Opinión
Natalia Vinelli Natalia Vinelli
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Un recorrido por las ideas y las prácticas de la comunicación popular, en el marco de la presentación del libro de Natalia Vinelli en Córdoba.

 

En su libro “La televisión desde abajo. Historia, alternatividad y periodismo de contrainformación” (publicado a fines del año pasado por una co-edición entre la Cooperativa editorial El río suena y el Colectivo El topo blindado), Natalia Vinelli logra dar cuenta, en gran medida, de su praxis política (como activista de la contrainformación, como investigadora crítica, como militante popular).

 

Como en su anterior libro, “Ancla. Una experiencia de comunicación clandestina orientada por Rodolfo Walsh” (cuya primera edición data del año 2000), su autora se mete con temas centrales para las construcciones populares que pujan por un cambio, pero lo hace esquivando las “modas militantes” (cabe recordar que la figura de Walsh no tenía entonces el goce de popularidad que tuvo después, y mucho menos -¿entonces como ahora?- el Walsh “cuadro de la organización Montoneros”).

 

Así, en este libro –prologado por Martín Becerra– Vinelli cruza los saberes adquiridos a través de su trabajo –como docente en la Universidad de Buenos Aires– con la militancia que viene realizando desde hace más de cinco años en el marco de Barricada TV-Canal 5 de Almagro, una experiencia de televisión popular desarrollada desde las instalaciones de IMPA, la emblemática fábrica recuperada (y autogestionada por sus trabajadores) situada en la ciudad de Buenos Aires. Así y todo, el texto no es autorreferencial (de hecho, Barricada TV no aparece siquiera entre las experiencias analizadas) y logra dar cuenta del amplio abanico de colectivos que vienen activando en el rubro, desde la TVPTS, el canal impulsado por el trotskista Partido de los Trabajadores Socialistas, integrante del Frente de Izquierda y de los Trabajadores (FIT), hasta Urbana TV-Canal 5, que trasmite desde el barrio Carlos Mujica, en la Villa 31 (más ligada al gobierno nacional), pasando por otras iniciativas vinculadas a los movimientos sociales (Movimiento TV, promovido por el Movimiento Popular La Dignidad) y otras ligadas al sindicalismo opositor al gobierno, como La Olla TV, el canal promocionado por la Asociación de Trabajadores del Estado/Central de Trabajadores de la Argentina (ATE/CTA).

 

La TV popular como trinchera

 

Partiendo de las conceptualizaciones realizadas durante la primera mitad del siglo XX por el marxista italiano Antonio Gramcsi (guerra de posiciones/guerra de movimientos), Vinelli subraya el carácter de “trinchera” de la TV en particular, y de la comunicación popular en general, en tanto que se constituyen en “fortalezas”, espacios “arrebatados a la hegemonía”, en el camino de comenzar a gestar la sociedad que se añora, pero siempre en el marco de una estrategia más general.

 

Dentro de este encuadre, la autora realiza una historización de la TV popular en el país, sin dejar de tener cuenta –como antecedente, legado e inspiración–, a las experiencias de comunicación popular desarrolladas en Nuestramérica, como fueron las primeras escuelas radiofónicas impulsadas por la iglesia católica, las radios mineras surgidas en Bolivia tras la revolución de 1952, las radios insurgentes (primero la cubana, luego la salvadoreña), así como también la prensa gráfica del sindicalismo de filiación anarquista, socialista y comunista y el cine militante. Por supuesto, no dejan de tenerse en cuenta en esta mirada las experiencias más recientes, como las desarrolladas en Venezuela en el marco de la Revolución Bolivariana encabezada por Hugo Chávez Frías (hoy liderada por el presidente Nicolás Maduro) o las novedosas estrategias comunicacionales emprendidas por el zapatismo en México, que con habilidad supieron colocar al subcomandante insurgente Marcos y los indígenas de Chiapas en emblemas mundiales de la resistencia contra el neoliberalismo.

 

Respecto del recorrido nacional, Vinelli toma como antecedente la estrategia de interferencia de canales de aire desarrollada por Montoneros durante la última dictadura cívico-militar (Radio Liberación TV) y se centra en el proceso desarrollado en las últimas tres décadas de posdictadura. Esta historización la realiza teniendo en cuenta los cambios, mutaciones y despliegues tecnológicos. De allí que Vinelli hable de dos etapas: la que denomina “analógica” (hasta 1999) y la que caracteriza como “de convergencia” (desde 2001 a la actualidad). Etapa, esta última, marcada por la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, como veremos con más detenimiento en un próximo apartado.

 

Dentro de este recorrido, la autora pone especial énfasis en la importancia que tuvieron, para la conformación de experiencias de televisión popular, los colectivos de cine y video militante, tanto del denominado Nuevo Cine Argentino de los 60-70, como la irrupción del documental en torno a la rebelión de 2001 (aun antes de la “insurrección de diciembre”, en noviembre de 2001, grupos de documentalistas militantes realizaron en el Cine Cosmos, en pleno centro de la ciudad de Buenos Aires, una muestra titulada “El cine que surge de las luchas”). También rescata el aporte de otras modernas y novedosas experiencias, como el portal de contrainformación Indymedia, desde el cual surgieron documentales como “Piquete, Puente Pueyrredón”, donde se compilan las imágenes registradas por los activistas de la comunicación popular en la denominada Masacre de Avellaneda del 26 de junio de 2002, donde fueron asesinados los jóvenes militantes Maximiliano Kosteki y Darío Santillán.

 

Definir el propio espacio de intervención

 

Entendida como derecho humano y no como mercancía, la “comunicación desde abajo” es de todos modos un campo de batalla por sus interpretaciones, tanto teóricas como prácticas. En ese territorio conflictivo se mete Natalia Vinelli. A modo de breve glosa, un repaso –a vuelo de pájaro– sobre algunas definiciones esbozadas en el libro.

 

La fórmula “alternativo, popular, comunitario”, escribe Vinelli, sirve como un abanico para caracterizar un “ámbito de producción cultural marcado por la articulación entre comunicación y lucha política”, relacionada a su vez por el “contexto histórico social en el cual la práctica se inserta”.

 

“Se trata de entender a los medios alternativos, comunitarios y populares como multiplicadores de discursos o como vehículos de expresión de los sectores que tradicionalmente no tienen acceso a los medios masivos de comunicación o que, cuando lo hacen, son demasiadas veces tergiversados”.

 

El hecho de basarse en una propiedad colectiva de los medios de producción, en la autogestión de la actividad –poniendo en cuestión la lógica capitalista que separa productores de propietarios, y por lo tanto, entre quienes hacen y quienes deciden-, este tipo de experiencias se basan en la solidaridad y la cooperación, y apuestan por abonar a políticas desconcentradoras, que apunten a incorporar a los sectores populares en la construcción de la palabra pública

 

Lejos de toda idea romántica de la construcción popular (en este caso de la comunicación), Vinelli detalla los límites, los problemas y las dificultades que enfrentan a diario estas experiencias. Pero también señala algunas ideas para delimitar las apuestas “alternativas, comunitarias y populares”. En primer lugar, destaca que este tipo de experiencias conjugan una doble dimensión: por un lado, lo político, en tanto que se centran en un cambio de las relaciones de poder; por el otro, lo comunicacional, ya que parten del presupuesto de la necesidad de cambiar la relación emisor/receptor). De allí que la participación popular no haya que buscarla (solamente), en la posibilidad de hacer un programa o salir al aire, sino (fundamentalmente), en la “apropiación del medio como espacio de articulación y encuentro de carácter movilizador”.

 

El hecho de que se proponga otro paradigma de la comunicación, que se apueste por recuperar la palabra, se inserte o esté relacionada con movimientos sociales, sindicales y políticos populares, es decir, que esté comprometida con un proyecto (de clase) de transformación de la sociedad capitalista (además del ya mencionado carácter social, colectivo y autogestionado de la producción), hace a diferencias a la TV “desde abajo” de otras propuestas, enmarcadas bajo la categoría “sin fines de lucro”, por ejemplo, en la “Ley de Medios”.

 

Por eso la autora insiste en que la TV alternativa pone en un lugar central las necesidades y demandas populares, históricamente relegadas o ridiculizadas o tergiversadas en las grandes empresas periodísticas. “La alternatividad cambia las preguntas y al cambiar las preguntas también cambia las respuestas”, subraya. Este trastocamiento de las relaciones tradicionales que pueden rastrearse en los medios hegemónicos, son puestas en cuestión, sobre todo, en los vínculos que la “TV popular” establece con sus “fuentes”, sobre todo en los programas de tipo “periodístico”, en donde ya se pone en otro lugar el concepto mismo de “noticia”.

 

¿Un arma cargada de futuro?

 

Un libro, una película, un canal de televisión no son un arma, si se piensa en términos clásicos. Pero pueden ser importantes instrumentos de combate, qué duda cabe.

 

En sociedades (capitalistas) como las nuestras, donde se presenta como “natural” un ejercicio de la comunicación y el periodismo vinculado con la “generación de ganancias” y unas “relaciones de producción basadas en la propiedad privada y la división del trabajo entre quienes conciben y dirigen y los que ejecutan”, insiste Vinelli, la gestación de una televisión desde abajo, en el marco de una apuesta más general por concebir instrumentos de comunicación popular, se torna fundamental. Claro, y la autora los enumera, los obstáculos con los que se enfrentan estas experiencias no son menores: el financiamiento, la relación (siempre conflictiva) con el Estado, las búsquedas por alcanzar una llegada masiva y no terminar reproduciendo lo que se busca combatir, son algunos de los elementos más importantes. El libro, asimismo, plantea algunos interrogantes que, sea por falta de espacio o por ser “laterales” a los temas tratados, no encuentran respuesta en esta publicación. Situación que, lejos de ser una falencia, puede ser entendido como una virtud, ya que deja abierta la posibilidad de ser retomada, por su autora o por sus lectores, en otra oportunidad. Uno de esos interrogantes, que este cronista considera de vital importancia, tiene que ver con la pregunta por el entretenimiento, qué se entiende por él, cómo se entiende que los sectores populares se entretienen. Pero ese ya es otro cantar.

 

Para terminar, lejos de la autoadulación y entendiendo que todavía falta mucho camino por recorrer, vale la pena valorar y dar a conocer lo construido hasta el momento, pero también –como la propia autora remarca- entender que experiencias micro han proliferado en cantidades, pero sigue habiendo una ausencia de “medios masivos en manos de la clase trabajadora y los grupos populares”. De allí que la lectura de este libro sea una incitación a la reflexión, a la crítica de lo establecido, pero también, a la acción.

 

http://www.marcha.org.ar/la-comunicacion-popular-como-trinchera/

https://www.alainet.org/es/articulo/170552?language=en
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