La realidad minera escrita en versos
- Opinión
Publicar una antología de poesía minera es poner en manos del lector un material explosivo, donde se amalgaman las luchas sociales con los gritos de esperanza, las carcajadas de estaño con el llanto de las masacres, las victorias del sindicalismo con las derrotas infligidas por los gendarmes de la oligarquía minero-feudal. Se trata de un libro que, elaborado desde una perspectiva ética y estética, convocan a la reflexión y la protesta, sin más armas que el uso del verbo y la razón.
Las poesías compendiadas en esta obra, lejos de todo maniqueísmo ideológico y artificio en el manejo del lenguaje poético, no tienen otra finalidad que la de reflejar los pensamientos y sentimientos de los titanes de las montañas, acostumbrados a convivir con la muerte en los tenebrosos socavones, donde dejan sus pulmones reventados por la silicosis, tras sufrir una despiadada explotación en las oquedades del silencio; una explotación que surgió durante el régimen colonial y se prolongó hasta el sistema capitalista de la época republicana, que permitió el saqueo imperialista de los recursos naturales, dejando una secuela inhumana y descarnada entre los desheredados de esta tierra hecha de puños en alto y banderas de libertad.
La antología “Estaño, Amargo Pan”, compuesta por el talento y la sensibilidad de un selecto grupo de poetas comprometidos con la realidad social, es un desafío contra la desidia de los poderes de dominación, una propuesta de dignidad escrita en versos y un maravilloso rescate de la memoria histórica de los trabajadores del subsuelo boliviano, quienes, junto a las valerosas “palliris” y “amas de casa”, constituyen la columna vertebral de la economía nacional y el baluarte indiscutible de las transformaciones revolucionarias en un país de profundas raíces mineras.
En “Estaño, Amargo Pan” es necesario sentir el pensamiento y hacer que el pensamiento se convierta en palabras con poder de evocación de los sentimientos. No basta con que la poseía tenga una fonética melodiosa, lo esencial es que tenga un mensaje de rebeldía y esperanza, como toda poesía de compromiso y crítica contra un sistema de explotación que, aparte de agudizar los antagonismos de las clases sociales, simboliza la crisis de la humanidad y la desintegración de los valores propios de una sociedad cimentada en los principios del respeto a los derechos fundamentales de los humanos.
Los versos que conforman esta antología, además de manejar con elegancia el engranaje del lenguaje poético, denuncian la despiadada explotación en las minas, las masacres perpetradas por las oligarquías y la estremecedora pobreza de las familias hacinadas en los campamentos, sin dejar de mencionar las estoicas luchas de los obreros por conquistar mejores condiciones de vida, a pesar del riesgo a ser reprimidos y perder sus fuentes de trabajo, cuya riqueza mineral contrasta paradójicamente con la pobreza y el subdesarrollo económico de un país que, por mucho tiempo, soportó los látigos de la opresión imperialista.
La literatura minera, de un modo general e inevitable, asume una posición de tesis y reflexión en torno a una realidad de fuertes contradicciones sociales y discriminaciones raciales, que exceden por sí mismas lo estrictamente estético y literario en una obra que versa sobre temas enclavados en un contexto donde pocos tienen mucho y muchos no tienen nada. Es aquí donde la poesía se maneja como un arma al servicio de los ideales de justicia y libertad. Es aquí donde la poesía cumple la función de expresar los pensamientos más genuinos de los hijos del estaño y los herederos de la miseria.
“Estaño, Amargo Pan” es una antología elaborada con conciencia de clase y compromiso ideológico con el proletariado boliviano, un sector combativo que conoce de cerca el profesor, narrador y poeta Eliseo Bilbao Ayaviri, quien, a tiempo de rendirles un justo homenaje a los titanes de las montañas, reunió en la presente antología a las voces más representativas de la poesía social de Bolivia, desde Alcira Cardona Torrico, pasando por Héctor Borda Leaño, Alberto Guerra Gutiérrez, Jorge Calvimontes y Calvimontes, Jorge Mansilla (Coco Manto), hasta rematar en los versos del mismo compilador, quien, desde el instante en que concibió la idea de elaborar una antología, impulsado nada menos que por las emociones de su fuero interno, decidió poner delante de nuestros ojos un escaparate conformado con los mejores poemas inspirados en la realidad minera, donde los gritos de protesta son vibrantes como la explosión de las dinamitas, lo mismo que el clamor popular es contundente como el alarido de los trabajadores del subsuelo.
La antología “Estaño, Amargo Pan”, que lleva el prólogo de los dirigentes de la gloriosa Federación de Trabajadores Mineros de Bolivia, y una nota de la escritora Rosario Quiroga de Urquieta, a manera de epílogo, acaba de salir de la imprenta y tiene todavía la tinta fresca. Al autor y a los implicados en este hermoso proyecto, sólo nos queda someter a consideración de los lectores este abanico de poemas, finamente ilustradas por el artista Mario Vargas Cuellar, y augurarles a los autores un feliz recorrido por los linderos de la literatura nacional, que siempre tiene un espacio reservado para sus cultores dedicados a pulir el lenguaje, como los joyeros pulen el diamante en bruto, hasta dejarlo con su más límpido fulgor.
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