Desgracias planetarias o acción enérgica de la próxima Cumbre Climática

31/08/2015
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Pesimista, pero objetiva introducción.- Los atentados y males que padece el planeta Tierra aumentan cada día y su número se pierde porque aquellos se incrementan [deforestación, desertización, transgénicos, extractivismo, urbanismo irracional, nuevas enfermedades, proliferación de plagas, biocombustibles, geoingeniería, transporte antiecológico, etc.] El mayor de todos y de  gran preocupación para la humanidad, se denomina: cambio climático. Su autor directo  –sin ambages ni pelos en la lengua–  es la estructura económico-social capitalista, en su afán de someter al género humano a la lacra del consumismo. 

 

Cualquier persona que haya tomado conciencia sobre este fenómeno sabe que las conferencias internacionales abordaron el tema en exceso, pero postergaron la solución. Atrajeron un cúmulo de esperanzas a su inicio, acabando los resultados en el desconcierto. Es por eso que su grado de  credibilidad sea pobre; peor aún si pueden repetirse de nuevo las retractaciones  –o deserciones–  de gobiernos con mucho poder. Así sucedió después de la reunión de Kyoto, cuando la conducta desvergonzada de volverse atrás, se dio en cadena.

 

Las entidades ecologistas internacionales protestan y se lamentan. Los hombres de ciencia sufren personalmente y derraman lágrimas por los inevitables desastres que se ven venir. Sin quedarse atrás, la intelectualidad mundial convierte su producción en aguerrida. Muy infelizmente para estos,  –porque hay un importante trasfondo–  ya no sirve advertir,  expresarse con crudeza ni despertar la sensibilidad de quienes tienen la llave del problema.

 

El auténtico poder para la solución no está en manos de los gobiernos del mundo industrializado, sino de sus burguesías ligadas a los grandes consorcios multinacionales, que operan a nivel global. También la gran banca, entidades del comercio mundial, políticos obedientes, portavoces de alta talla y clubes globalizadores. Se trata de los poderosos del mundo empresarial que todavía se resisten a la supresión de los combustibles fósiles, que envenenan el mundo.

 

El clamor de la humanidad por aquella supresión es una cosa real y no una invención que se expresa, tanto en las encuestas de opinión, como en las infinitas protestas públicas. En diciembre del año anterior (2014) ruidosas multitudes salieron simultáneamente a las calles del mundo. Sídney, Madrid, Río de Janeiro, Bogotá y Buenos Aires, entre otras. En solo Nueva York marcharon 310.000 personas. Ya no puede negarse la universalidad conciencial del problema.

 

Causas de la resistencia empresarial mundial.- El argumento más fuerte de la renuencia se funda en que tal medida va a afectar la producción, generar desempleo, calamidades sociales y problemas de orden financiero. Por su interés en el lucro, no le preocupa las calamidades naturales ni el sufrimiento de la gente.

 

Con la conducta del avestruz, que esconde la cabeza en el suelo cuando se avecina un peligro, gran parte de la burguesía internacional  –en su angurria–  ha preferido ignorar el problema terrestre. Más interesada en combatir la credibilidad en la ecología, –aun arrostrando su propio futuro como clase privilegiada–  se ha dado en financiar millonarias campañas a cargo de sirvientes bien  pagados, para decorar mentiras con fondo de ciencia, negar el cambio climático y desacreditar al movimiento ecologista.

 

Las pasadas conferencias mundiales sobre el medioambiente solo entretuvieron la situación. Su  fracaso estriba en la sumisa obsecuencia de los gobiernos en favor de su clase empresarial y su un rotundo “no” a la inquietud mundial. Los países del Tercer Mundo no han podido hacer nada efectivo pese a sus buenas intenciones. La Conferencia Internacional de los Pueblos que tuvo lugar Cochabamba, Bolivia el año 2011 –como respuesta al fracaso de Copenhague–  fue una explosión de protesta, indignación, ideas positivas y entusiasmo de contactos humanos diferentes en favor de la Madre Tierra. La presencia de intelectuales y organizaciones sociales de base, hizo crecer la conciencia ecologista por la Tierra.

 

Como ya se sospechaba, quienes gobiernan el mundo se quedaron callados continuando con el lucrativo juego de negocios sobre cuotas del carbono, que se asignaron. 

 

Cambian los tiempos, empeoran las cosas y crece el miedo.- Alguien de su propio seno ha debido advertir a las mega clases internacionales que si continúa la acción negativa de su actuar económico contra la naturaleza, no sólo aumentaría el riesgo planetario, sino que la propia Madre Tierra también les ajustaría cuentas con las  reacciones climáticas. El juicio final que se avecina  –de orden geológico biológico–  no podrá ser eludido, ni nadie llevarse sus riquezas al Más Allá. [Ciertamente se sabe que lucrativos  intereses económico-espaciales les han ofrecido escaparlos a otro planeta]

 

No parece cuento que el temor haya invadido sus conciencias. Los gobiernos han comenzado a advertir a sus mandones empresariales, que ya es hora de ajustarse a las demandas  –que antes rechazaron–  y comenzar la restauración de la naturaleza. También que hay todavía tiempo para preparar el despido definitivo del petróleo, carbón y fluoro carbonos, así sea jugueteando con las formas de la ejecución (poco a poco, gota a gota, a último momento, así sea de mala gana)

 

Su hablamos en lenguaje tosco, esta vez no le van a meter los dedos en la boca a la comunidad mundial de los pueblos, ni hacerle creer en su buena predisposición, por ser aquella forzada.

 

Mientras tanto el riesgo planetario avanza y crece. La relación que sigue pretende, únicamente, hacer comprender que las cosas marchan mal:

 

·         Las aguas de los mares,  –ya acidificadas en enorme proporción–  continúan recibiendo como receptáculo de basura, la polución petrolera, no sólo por los derrames de buques tanqueros y los escapes de cantidades astronómicas en las áreas de la explotación, sino también por el aceite del petróleo que despiden los barcos de la marina mercante. Esta última actividad ya es incesante en su crecimiento y no se detiene en satisfacer el intercambio monstruoso entre materias primas y productos  manufacturados.

 

·         El fondo de los mares sigue sufriendo la acción del carbono. Se destruyen los bosques acuáticos y consecuentemente disminuye la fauna marina que se alimenta de aquellos. La pesca se reduce, se carga de contaminación y se ha degradado en calidad y cantidad, hallándose numerosas especies en peligro de extinción, como el atún.

 

·         Los huracanes son más fuertes y de increíble poder destructivo. Han mostrado capacidad para acabar con ciudades enteras. Las lluvias despiden tal cantidad de agua, que rebalsan la capacidad de los álveos de ríos y lagos que los soportan, producen inundaciones y destruyen todo lo que se halla a su paso (viviendas, postes, torres, puentes, carreteras e infraestructura urbana) Muere la gente como los animales  y siguen apareciendo migraciones humanas a otros confines, donde también arrastran problemas de empleo, salud y espacio.

 

·         Se derriten el Ártico y la Antártida y aumenta  –milímetro a milímetro–  el caudal de mares y  océanos. Las ciudades costeras como Nueva York, Lima, Marsella, Atenas, Hamburgo, Panamá, cuando se hallen invadidas por el agua marina, no tendrán mejor suerte.

 

·         El ambiente general se obscurece por el hollín y la gente acusa enfermedades de tipo pulmonar y toses convulsivas por tener el carbono atacando sus órganos respiratorios, que crea otros problemas a la medicina social.

 

·         La agricultura y la alimentación, muestran sus crisis de insuficiencia.

 

·         Un estudio de las universidades de Princeton, Cambridge y California destaca que el cambio climático incrementa inestabilidades emocionales, crímenes y guerras, porque el aumento  de la temperatura favorece la violencia de todo tipo. En una sociedad con inseguridades agrícolas, una sola inundación que destruye una cosecha provoca un grado significativo de desesperación y violencia.

 

Un hálito de pequeña esperanza.- La próxima Cumbre de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático se halla anunciada desde el 1º de diciembre de 2015 en París (Le Bourget), Francia. Quedan tres meses para este evento y aunque hay expectativa y cavilaciones, nada autoriza pensar que los resultados sean los que se requieren. Con justa razón se puede pensar que otra vez debamos esperar y atenernos a la buena voluntad de los más fuertes. 

 

Esa “buena voluntad”  –generosa concesión–  espera resignación y ofrece reducir sus emisiones de dióxido de carbono (CO2) a partir del año 2020. Supone a la vez que esta medida limitaría que el aumento de la temperatura global no sobrepase y sea menos de 2 grados centígrados. Los científicos han dado serias razones de gravedad si se produce aquél exceso.

 

En la referida conferencia, se discutirán los porcentajes de eliminación del CO2 por los países polutores. Empero está por verse si tales porcentajes resulten racionales o sean miserables.

 

Hace pocas semanas el Presidente norteamericano Barak Obama, habló de reducir las emisiones en un 32% para 2030 con respecto a los  niveles de 2005, y dijo: “El cambio climático no es un problema para otra generación; ya no”. Su plan dispone  –otorgando premios y estímulos, con licencias negociables–  que cada Estado de la Unión debe presentar su versión inicial para 2016 y las finales para 2018.

 

Casi de inmediato le aparecieron opositores, argumentando que esta situación va a complicar a muchas regiones que proveen carbón a 25 estados para sus plantas energéticas. Advierten el desempleo, alza en el costo de la energía y la aparición de conflictos judiciales que harían abortar el propósito de Obama.  Respondió este que grandes empresas estadounidenses como Apple, Google, Walmart y Costco, ya han cambiado de política y no se han pasado a la energía verde por altruismo. El año anterior, el Secretario de Estado John F. Kerry, se expresó de esta forma: “Sé que hay personas molestas porque los países más industrializados, entre ellos EE UU, hemos empeorado el planeta.” Terminó expresando que ningún país por sí mismo resolverá el problema y que EE.UU. no puede pagar la cuenta sólo.

 

Hay, sin embargo, otros pagadores colaterales de aquella cuenta sin culpa alguna. Millones de personas  inocentes  del Tercer  Mundo, sufren calamidades climáticas inesperadas, hambre, miseria enfermedades y pérdida de esperanza en el futuro.

 

Es de suponer que la próxima Cumbre de París sea una cumbre del regateo. Ojalá que estemos equivocados. Sin embargo algunos gobiernos se muestran más honestos. La República Popular de China,  –que ya ha pasado al primer lugar en la emisión del CO2 y otros gases del efecto invernadero–  se ha comprometido a reducir sus emisiones y ofrecido un inmenso plan de reforestación. No deja de ser grato que, a la fecha, sea el mayor productor de paneles solares fotovoltaicos; una inmensidad de aquellos ya trabaja en el desierto de GanTsu (noroeste chino)

La Comunidad Europea, también ha hecho sus promesas; ofreció un 40% para 2030.

 

Cualquiera que sea el regateo, el horroroso como desesperante problema del momento  –como ya se dijo más atrás–  es que el calentamiento global no debe sobrepasar los 2º centígrados. De otra forma va a morir y desaparecer  –para siempre–  un cúmulo grandioso del bien que brinda la flora de la naturaleza al ser humano, en el rubro de la alimentación y subsistencia. Ya no podrá resistir más. Imaginemos la rápida desaparición de la lechuga y el tomate y el aumento de las sequías.

Según se informa, solo 49 de los 196 países que forman parte del proceso el cambio climático, han presentado sus planes reductores; vale decir apenas la cuarta parte, mostrando con ello que algo no va bien. Además se presiente que puedan aparecer gobiernos esquivos, motivados por su crisis económica (España y Grecia) 

 

 

Otra vez la negatividad.- Es de desear que los resultados de la conferencia que se avecina en diciembre, pueda llegar a un mejor resultado que todas las anteriores y no se polarice la situación como sucedió en Copenhague. Es bueno advertir,  –como ya lo han hecho muchos otros–  que los valores de la lucha contra el cambio climático hacen que esta sea una cuestión de conciencia. Sin embargo, y a último momento, no deja de desconcertar la aparición de ciertas conductas duales, contradictorias (por no decir esquizofrénicas)  que nos hacen pensar que vivimos un mundo de locura y de locos:

 

1.     El Presidente Barak Obama  ha hecho voto público en favor de las energías solares limpias para su país. Sin embargo, en los hechos, y ante el ruido y la tenaz resistencia ecologista frente a los barcos de la petrolera Royal Duch Shell, en Seattle, Washington, contra la explotación del crudo en Alaska, aquélla misma autoridad  le dio autorización para su objetivo a la transnacional.  (?)

 

2.     El Presidente de Bolivia, adorador ceremonioso de la Madre Tierra, auspició con todo éxito una Conferencia Internacional de los Pueblos, como respuesta al fracaso de Copenhague, donde se desarrollaron estrategias y nuevas visiones para la lucha de los pueblos del mundo contra el cambio climático. Y ya está organizando otra. Sin embargo, ahora se halla en franca ruptura y represión violenta contra los aborígenes de las selvas  protegidas del país, por hallarse públicamente interesado en extraer petróleo “a como dé lugar”, sin contar para nada sus propios criterios sobre el medioambiente. (?)

 

3.   Con una dualidad a la inversa, acaba de dar lección al mundo una reciente reunión de líderes islámicos de 20 países realizada en Estambul, Turquía. Todos aquellos, de países petroleros,  llaman a los 1.6 billones de musulmanes del planeta a actuar con moral imperativa frente a los combustibles fósiles, exigiendo su reemplazo por fuentes renovables de energía y desafiando a los países productores para un nuevo acuerdo en la Conferencia París contra el cambio climático, reducción de la pobreza y desarrollo sostenible.

 

Energía para el cambio. La atención mundial puede tener la seguridad de que París va a arder, como un incendio, los días de la reunión. Arderá de indignación, fuerza física y moral frente a un sistema económico y social podrido y obsoleto, donde el privilegiado 1% de la población mundial, se sigue imponiendo sobre la mayoría. Y arderá aún más si esa minoría vuelve a ser renuente a la única solución: dejar bajo tierra al petróleo y al carbón.

 

También podría arder también el mundo contra el sistema dominante.

 

El capitalismo histórico trajo el desarrollo veloz de la economía privada al gran costo social de inmensas masas en la depauperación de la pobreza y la miseria. Ahora, que ya está súper rico les brinda, por añadidura, un proceso de lenta muerte en su propia casa común planetaria.

 

París no va a ser otro Copenhague bajo violenta represión contra las bases humanas, que van a permanecer en las calles; aunque por otro lado se brinde honores, banquetes y agasajos a los privilegiados del evento.

 

No habrá policía que pueda aplastar a la gran masa representativa que va a juntarse.  Y lo hará con el respaldo de un pueblo históricamente revolucionario.

 

Gustavop2@hotmail.com

https://www.alainet.org/es/articulo/172084?language=es

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