El Premio Nobel de la Paz: Consecuencias políticas

07/10/2016
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El Premio Nobel de la Paz otorgado al presidente de Colombia, Juan Manuel Santos posee claras consecuencias políticas inmediatas. Tales implicancias se pueden resumir en cuatro temas que es indispensable revisar.

 

En primer lugar, la distinción al presidente de Colombia representa el más alto galardón simbólico político a una personalidad. En el caso concreto del primer mandatario colombiano significa un sólido respaldo a su protagonismo y a su gestión en el proceso de Paz. Se le reconoce su valentía y su perseverancia, pero además, queda claro el interés de la comunidad internacional por salvaguardar el proceso, incluso, más allá del Acuerdo firmado en Cartagena. El Premio Nobel de la Paz es el signo inequívoco de que la Paz en Colombia es prioritaria en la agenda mundial.

 

Hay un segundo aspecto relativo al Premio Nobel de la Paz que resulta menos obvio. De modo tácito, e implícito, se ha instalado un calendario que culmina el diez de diciembre de este año, este “Deadline” posee carácter simbólico, pero políticamente muy concreto. En efecto, en dicha fecha el presidente Santos deberá comparecer en Oslo, Noruega, para recibir el premio. Esto le imprime cierta urgencia a las negociaciones entre el gobierno y las partes involucradas e instala un nítido horizonte político para las semanas venideras.

 

En tercer lugar, parece claro que la figura de Santos se acrecienta frente a la de sus oponentes; el presidente Juan Manuel Santos es hoy un personaje de escala planetaria. De hecho, el perfil de Álvaro Uribe, en cuanto líder local de la oposición, es insignificante en comparación. En un mundo global, una cuestión como la Paz ya no es un asunto puramente nacional. Para decirlo sin ambages, la Paz en Colombia es un tema relevante para el gobierno de los Estados Unidos, para la Unión Europea y muchos gobiernos de la región, así como para organismos internacionales. La Paz en Colombia excede con mucho las opiniones o pareceres de un personaje como Uribe o de sus seguidores.

 

Conviene recordar, por último, que los centros de poder mundial poseen la capacidad de diseñar políticas globales y regionales más allá de las circunstancias de un país. Un caso ejemplar lo constituye la detención en Londres del dictador chileno Augusto Pinochet – ex dictador supremo, comandante en jefe del ejército y senador en ejercicio – quien fuera sometido a las deliberaciones de la Cámara de los Lores durante varios meses. No seamos ingenuos, Colombia, como el resto de América Latina, se mueve en las coordenadas de un orden mundial que no se puede desatender.

 

El Premio Nobel de la Paz otorgado al presidente Juan Manuel Santos es un signo claro de aquello que espera la comunidad internacional antes de finalizar el año: Paz en Colombia. Es bueno que las elites de este país sudamericano entienda que el proceso de Paz no se puede dilatar ni postergar, y por tanto, es indispensable que encuentren una fórmula de solución en el más breve plazo.

 

Álvaro Cuadra es Doctor de la Université Paris-Sorbonne. Paris. France

 

 

 

https://www.alainet.org/es/articulo/180813?language=es
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