Primarias en Argentina: El sol sale para Todos, no para pocos

08/08/2019
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La fábula es harto conocida. Un escorpión pidió a una rana que lo ayude a cruzar el río. Ésta, prevenida, se niega aludiendo al peligro de que aquél la pique en medio de la travesía. Lo cual finalmente ocurre, después que la rana contra todo buen juicio accede a transportarlo en su lomo. La rana, próxima a morir, inquiere:- “¿Cómo has podido hacer esto? Ahora moriremos los dos. -“Lo siento, dice el escorpión, es mi naturaleza.”

 

Es improbable que el fabulista universal Esopo, a quien se atribuye la narración, haya podido predecir lo que sucedería con el gobierno de Mauricio Macri, cuya suerte política se hunde luego de hundir al pueblo y la nación.

 

Previo a la elección de 2015, se anticipó una y otra vez que aumentaría el ajuste, la precarización, que caería el poder adquisitivo de trabajadores y jubilados. Se mencionó hasta el hartazgo la característica entreguista de un gobierno al servicio de las corporaciones. Se señaló con exactitud que el modelo macrista llevaría al cierre de industrias y pequeñas empresas, reprimarizando la economía y abriendo las compuertas a la masificación de la pobreza, que ya afecta a casi un tercio de la población.

 

Se predijo con firmeza que este gobierno socavaría la independencia, conspiraría contra las instancias de integración regional soberanas, emprendería la ruta del sometimiento al gobierno estadounidense. Todo eso resultó así y peor, ya que era la “naturaleza” de quienes triunfaron por ajustado margen en esa elección.

 

Aquel triunfo y el posterior desarmadero social que organizaron fueron impulsados y sostenidos por el poderoso aparato de los mentimedios – que el gobierno fortaleció aún más, convirtiéndolo en un blindaje a prueba de democracia y pluralidad de voces.

 

Amparado en un sistema extorsivo propio de círculos mafiosos, cobijado por una red amañada de jueces y fiscales, lubricado por pactos prebendarios con legisladores y gobiernos provinciales, Macri cabalgó en ancas de la insensibilidad, el cinismo y los significantes vacíos. Mientras prometía un futuro venturoso, el escorpión gobernante clavó su aguijón de tarifas, endeudamiento, devaluación y especulación financiera, triturando las aspiraciones de ascenso social e hiriendo de muerte a la economía del pueblo.

 

Continuidad es violencia garantizada

 

La banda de escorpiones no se resigna. Insiste en susurrar frases alentadoras para entregar a los habitantes de este suelo, nuevamente y aún con mayor rigor, a las fauces del mercado. No es nada difícil predecir el destino de la mayor parte de los y las argentines, si logra consolidarse ese modelo neoliberal: la pérdida de derechos laborales y sociales vía reformas o decretos; el incremento de la miseria y la desocupación; el aumento de la edad jubilatoria junto a la muerte anticipada de las y los ancianos por falta de medicación e ingresos suficientes; la expansión de la servidumbre de la mano de un simulado emprendedurismo serán algunos de los efectos más inmediatos y tangibles de la catástrofe.

 

Junto a ello, un acelerado retroceso de los sistemas públicos de educación y salud, el quiebre total de la industria nacional y la paralización de todo lo que signifique soberanía tecnológica y científica.

 

La astronómica deuda contraída por este gobierno provocará una espiral de recortes en la inversión social, nuevos préstamos a tasa usuraria para refinanciar moras y la privatización y enajenación de activos nacionales previo a que llegue la cesación de pago inevitable. El FMI y los bancos se harán cargo directamente de la operatoria financiera del Estado, terminando la ficción de una supuesta soberanía presupuestaria.

 

En el campo internacional, se acentuará el servilismo a los intereses de los gobiernos de Estados Unidos e Israel, con la muy probable participación de jóvenes pobres en alguna guerra, cuyo armamento sofisticado, vendido por aquellos países, será financiado con los impuestos de los comerciantes empobrecidos. Al igual que los modernos sistemas de seguridad, que sólo brindarán seguridad al esquema de desigualdad y miseria establecidos.

 

Como sucedió en otros momentos de la historia, a la asfixia económica le corresponderá un aumento de la xenofobia y la represión. La primera culpando al inmigrante de los males causados por las corporaciones de negocios con la complicidad del gobierno. La segunda, indudablemente como única respuesta posible del sistema al descontento y la protesta social que crecerá paralelamente a la desesperación y la criminalidad.

 

Del mismo modo, se acallará todo disenso, encarcelando a los principales voceros del pueblo, cerrando peligrosamente las válvulas de la democracia. O si las aguas se enturbian, entregando el poder anticipadamente a alguna “junta de salvación nacional” compuesta por militares y alguna cara civil, para guardar la perdida compostura.

 

Un nuevo gobierno de Macri – improbable de momento pero lejanamente posible – representa el pasaje seguro a un país de violencia económica, física, política y racial. Es la puerta -que no debemos atravesar- a la instalación del fascismo en la Argentina.

 

Este apocalipsis social tiene remedio, pero requiere una férrea e inquebrantable certeza de la voluntad popular.

 

Las usinas de la mentira

 

El poder no juega ni cede. Las usinas de la mentira, los medios concentrados de desinformación cuyos intereses son idénticos a los del poder, no descansan. Los libretos de la difamación para que triunfen los representantes de la derecha son prácticamente inagotables. Basta ver lo sucedido en las últimas elecciones en distintos países, basta observar el permanente ataque a los movimientos progresistas y cuán hondo logra calar en algunos sectores, especialmente de clase media, para darse cuenta cómo la tecnología de comunicaciones manipula realidades, emociones, pensamientos y decisiones.

 

Si no alcanza con el bombardeo cotidiano de opinión falsificada e insidiosa, de sospecha continua, de crítica sesgada, se apelará a munición de mayor calibre, dejando caer pocos días antes del acto electoral algún explosivo sensacionalista de consecuencias devastadoras. Episodios como el de Nisman o el de la efedrina y la “morsa” son tan sólo un par de brutales ejemplos de los que el poder es capaz.

 

La sutileza de los guiones es sólo comparable con elaboradas producciones cinematográficas, las cuales a su vez, sirven para reescribir la historia. Son montajes siniestros, minuciosamente programados para distorsionar, afear lo bueno y para hacer parecer positivo a lo degradante. Nada es como lo cuentan Netflix, Clarín o los cientos de diarios y emisoras controlados. Nada es como lo que dicen los periodistas mercenarios contratados para agredir opositores. Ellos son los que desparraman el veneno del escorpión.

 

Antídoto y cura

 

Como es de amplio conocimiento, es mejor prevenir que curar. Y la prevención, como suelen ser los métodos higiénicos, es muy sencilla y al alcance de todos. Simplemente consiste en no creer nada que provenga de los multimedios hegemónicos. Basta una sencilla búsqueda en internet para identificar una lista de medios poseídos o controlados por los principales grupos y con ello, evitar a los vectores que transmiten virus nocivos y mortales.

 

Pero lo más importante es tomar abundante sol. Sol que exhibe el logo de la fórmula favorita (con doble efe) para tomar las riendas de la Argentina en el próximo período de gobierno y dar al menos un respiro y nuevas esperanzas al pueblo. Un sol brillante que asoma como símbolo de un posible y radiante nuevo amanecer para el país y la región. Un sol que, como la trágica realidad que vive el país, la región y el mundo, no puede ser tapado con el dedo, ni por mil pantallas. En esta elección primaria perderá el gobierno para los pocos, porque como bien dice el dicho popular, el sol sale para Todos.

 

- Javier Tolcachier es investigador del Centro de Estudios Humanistas de Córdoba, Argentina y comunicador en agencia internacional de noticias Pressenza.

 

 

 

 

 

 

 

https://www.alainet.org/es/articulo/201467
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