La preocupación por el futuro de la democracia está cada vez más en el orden del día.Al margen del poder económico: ¿Qué queda de la democracia?, ha preguntadorecientemente el Premio Nobel de Literatura 1998, José Saramago, en una nota publicada en Le Monde Diplomatique(agosto 2004).
"La experiencia confirma que una democracia política que no reposa sobre una democracia económica y cultural no sirve de gran cosa...
El sistema llamado democrático se parece de más en más a un gobierno de los ricos y de menos en menos a un gobierno del pueblo. Imposible negar la evidencia: la masa de pobres llamada a votar no es jamás llamada a gobernar", señala, para luego formular este llamado:
"Dejemos de considerar la democracia como un valor adquirido, definido de una vez por todas y para siempre intocable. En un mundo donde estamos habituados a debatir de todo, solo persiste un tabú: la democracia.
Entonces digo: cuestionémosla en todos los debates. Si no encontramos un medio de reinventarla, no se perderá solamente la democracia, sino la esperanza de ver un día los derechos humanos respetados en este planeta. Será entonces el fracaso más estruendoso de nuestro tiempo, la señal de una traición que marcará para siempre a la humanidad".