VI meses después del IX / XI

11/03/2002
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Hace medio año se produjo el atentado en el mero centro del corazón comercial y militar de la única super-potencia que queda en pie. EEUU recibió por primera vez en su historia un ataque militar en su propio territorio continental. Seis meses después del 11 de septiembre Bush puede reinvindicar varios hechos en su favor. Nunca antes un presidente norteamericano subió tantos puntos en las encuestas de opinión. Quien había llegado a la presidencia perdiendo las elecciones directas saltó de tener menos de un 50% de aprobación popular a sobrepasar el 84%. Los EEUU no sólo alcanzaron el mayor nivel de unidad nacional conseguido desde la anterior guerra mundial, sino que por primera vez lideraron a la más vasta coalición militar de países que se haya conocido. El Pentágono logró derrocar al gobierno de un país que tuvo la fama de haber sido la tumba de los dos principales ejércitos europeos (británico y ruso). Esto en poco tiempo (dos meses) y con mínimas bajas norteamericanas (una docena). Washington logró contar con el aval de casi todos los 55 países musulmanes. EEUU ha evitado la caída del dictador pakistaní Musharaf o del régimen saudita. Tampoco se ha generado una ola de violencia en el mundo musulmán. Después del atentado contra las torres gemelas no se ha producido ningún otro acto en ninguna otra parte de occidente. Esto puede ser interpretado como una victoria de los servicios occidentales, o que se exageró el peligro de los talibanes y Al Qaeda. Para el profesor Petras resulta imposible que un grupo tan altamente vigilado por la CIA haya planificado dichos atentados sin haber sido previamente percibidos. El sugiere que quienes secuestraron los 4 aviones fueron un grupo pequeño e independiente de Al Qaeda. Otros creen que los autores del macro- atentado habrían sido sectores ligados a servicios de inteligencia occidentales que hubiesen querido ganar a la opinión pública a una cruzada anti-terrorista. Mas, todo ello obedece a especulaciones que no pueden ser probadas. El mundo no sabe aún quien planificó dichos sucesos (o si alguien sabiéndolo lo dejó pasar). Tampoco se ha dado con a quien EEUU sindica como el cabecilla. Bin Laden, al igual que sus principales lugartenientes, han resistido el bombardeo y se encuentran inubicables. Sin embargo, las consecuencias de la reacción estadounidense han cambiado la política mundial. Mientras las agencias de prensa norteamericanas se centraban en denunciar los crímenes del terrorismo fundamentalista, las FFAA de ese país destinaban mil millones de dólares mensuales en bombardear una de las naciones más pobres de la tierra. En menos de 3 meses Afganistán recibió diez mil toneladas de bombas. Algunas de ellas, como los "deshojadores de margaritas" es lo más cercano a un arma atómica pues destruyen todo ser en medio kilómetro a la redonda. No menos de 1,2 nuevos millones de afganos se refugiaron. Los talibanes fueron remplazados por una coalición de caudillos militares con historiales de matanzas y abusos contra las mujeres. La cruzada anti-terrorista ha implicado que diversos gobiernos lancen sus propias represiones contra disidentes. La India ha endurecido su accionar contra los separatistas de Cachemira lo que a su vez ha revitalizado a los fundamentalistas hinduístas. En Israel Sharon ha desencadenado una arremetida militar contra la Autoridad Nacional Palestina. En Colombia la zona de distensión para las FARC ha sido abolida y una nueva ofensiva militar ha sido llevada a cabo. Antes del 11 de septiembre había un crecimiento en las protestas contra la globalización neo-liberal. Sin embargo, esa tendencia quedó interrumpida luego de dicha fecha. Bush logró desviar el debate global que iba cuestionando los efectos sobre legislación social y ambiental hacia la idea de como aniquilar al terrorismo. Un plan militar secreto estadounidense acaba de ser revelado según el cual la única superpotencia está preparándose para lanzar bombas nucleares contra Irak, Irán, Corea del norte, Libia, Siria, China y Rusia. El solo hecho que EEUU volviese a emplear bombas atómicas contra otro país implicaría un precedente que alteraría por completo la política global. Mientras tanto los planes siguen avanzando para desencadenar una intervención militar en Irak. Bush hijo quiere finalizar la tarea que su padre dejó inconclusa. En 1991 Washington dejó que Saddam crucificara a los levantamientos chiíta y kurdo pues pensaba que si se deponía a Hussein en esas condiciones iba a haber un levantamiento de masas que alteraría la región y que podría afectar los bordes de un estado tapón. Hoy, tras la experiencia afgana donde los EEUU han mostrado la capacidad de poder vertebrar una amplia coalición multi-étnica que evitó la fragmentación de tan dividido país, los halcones estadounidenses creen que ha llegado el momento de remplazar a Saddam (a quien inicialmente apuntalaron y armaron) por un bloque pro-occidental. Bush y Blair conversan sobre el empleo de 25,000 soldados que se requerirían para dicha operación. El problema es que Irak es un estado estructurado con muchos mayores recursos, organización y armamento que el oscurantista del Talibán. Por otra parte, la Unión Europea, Rusia, China, la secretaría general de la ONU y los países musulmanes, que apuntalaron la intervención afgana, se oponen aún a una nueva aventura en Irak. Se teme que ésta desencadene una guerra total contra Israel y en la región. A seis meses del 11 de septiembre la tendencia es hacia un mayor unilateralismo por parte de los EEUU y hacia que Bush trate de imponer su modelo eco-social mediante acciones de fuerza cada vez más osadas. (*) Isaac Bigio enseña e investiga en la Escuela de Economía y Ciencias Políticas de Londres
https://www.alainet.org/fr/node/105684?language=es
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