Análisis del discurso de Bush sobre el estado de la Unión
07/02/2002
- Opinión
El incremento del unilateralismo norteamericano
El discurso del presidente Bush sobre el Estado de la Unión evidencia un
significativo viraje en la política de la principal potencia mundial. El eje de
la nueva orientación norteamericana ha de consistir en una batalla global contra
el llamado terrorismo para lo cual se ha producido el mayor incremento del
presupuesto militar en las últimas dos décadas y se delinea la posibilidad de
nuevas intervenciones directas en otros países.
La respuesta enérgica que él realizó luego del ataque a las torres gemelas y al
pentágono le permitieron efectuar el mayor salto de popularidad en la historia
de su nación. Hoy tiene un 84% de aprobación popular, 35 puntos más de los que
obtuvo en las presidenciales. Bush hijo había sido no de los pocos mandatarios
estadounidenses que habían llegado a la casa blanca habiendo quedado segundos en
el conteo general de votos. En su discurso trata de aprovechar ese momento para
delinear una política de ofensiva global.
Durante la guerra fría EEUU competía con otra superpotencia que tenía un
territorio, una economía y una sociedad definidas. Washington y Moscú mantenían
una suerte de equilibrio de terror nuclear y de patrocinar distintos bandos en
conflictos focalizados en el planeta. En la actualidad Moscú, Beijing y las
grandes capitales son aliados de Washington en la lucha contra Bin Laden. El
nuevo enemigo no es un estado sino ‘decenas de miles de terroristas’ esparcidos
por doquier. La utilización de recetas diplomáticas, juego entre estados y
foros internacionales mediadores como las Naciones Unidas no pueden ser
planteadas por Bush.
La Casa Blanca considera que hoy los EEUU tienen el derecho y el deber de
proteger a sus ciudadanos e intereses adoptando la licencia de ingresar a
cualquier rincón del mundo donde considerase. Chris Brown, profesor de la LSE,
traza una analogía entre el terrorismo y los piratas de hace siglos y con el
derecho de las potencias de poder entrar en cualquier lugar para cazarlos.
En Afganistán Bush se muestra triunfalista pues concibe que se destronó a un
gobierno que protegía a terroristas. Sin embargo, en todo su discurso no
menciona Bin Laden y elude que el objetivo central (que era de dar con él) no se
ha cumplido. Muchos de quienes hoy están en el nuevo régimen afgano fueron
quienes inicialmente invitaron a Bin Laden a dicho país y quienes tienen un
largo historial de asesinatos de civiles en masa, narcotráfico y persecución de
minorías y de mujeres.
Los 4 ejemplos de grupos terroristas que Bush plantea son La Jihad Islámica y el
Hamas de Palestina, Hisbollah de Palestina y Jaish-i- Mohammed de Cachemira.
Los 3 primeros son considerados por muchos países árabes como legítimos
combatientes contra la ocupación israelí. Siria abiertamente cobija a éstos y
Blair viajó allí para ganar a dicho país a la coalición anti-terrorista. El
último ha sido amparado por Pakistán, el principal aliado norteamericano en el
Asia central. Bush ha tenido palabras de elogios frente a Musharef, el dictador
pakistaní que inicialmente fue el principal puntal de los talibanes y el de los
separatistas cachemirenses. Posiblemente todos o la mayor parte de los grupos
armados islámicos que hay en el mundo han recibido financiamiento de magnates de
Arabia Saudita. Esta es el principal pilar de EEUU en los principales
yacimientos petrolíferos del mundo. Pese a tener una ideología estatal que
busca exportar un modelo de sociedad teocrático intolerante con las mujeres, las
minorías o las libertades, el Pentágono siempre le ha apuntalado al punto de
haber librado la guerra contra Irak en defensa de ésta y otras monarquías
petroleras.
Bush ha designado un triunvirato del mal compuesto por Corea del Norte, Irán e
Irak. Llama la atención el uso deliberado que el presidente estadounidense
utiliza de dicho concepto tan propio de los fundamentalistas islámicos. Por
otra parte, ninguno de esos países poseen riquezas, mayores industrias o
armamento nuclear. Tampoco entre ellos hay una entente. Irak e Irán libraron
una brutal guerra entre sí, y ambos reivindican a Alá mientras que Corea del
Norte tiene un sistema de partido único comunista.
Muchos observadores occidentales se han sorprendido por la inclusión de Corea
del Norte e Irán en dicha lista. El primero viene realizando una política de
gradual reaproximamiento a Corea del Sur. Irán tiene un gobierno elegido
constitucionalmente que viene liberalizando el régimen interno y que ha buscado
acercarse a occidente. Teherán condenó los sucesos del 11 de septiembre y sus
aliados afganos participan del nuevo gobierno post-talibán.
Al parecer EEUU estaría preparando una nueva embestida militar contra Irak. En
1991 Washington se detuvo al liberar Kuwait y, cuando las insurgencias chiíta en
el sur y kurda en el norte irrumpieron, Bush padre temió alentar éstas temiendo
que pudiesen fragmentar Irak y alterar el balance del poder en el frágil medio
oriente. Hoy la experiencia afgana le muestra a Bush hijo que si podría ser
factible la imposición de un nuevo gobierno de coalición pro-occidental que
evite la fragmentación estatal. Teóricos militares estadounidenses dicen que
Irak representa menos problemas geo-climáticos que Afganistán aunque el estado
allí es mucho más estructurado y armado, y algunos de los actuales socios de la
coalición anti-terrorista no secundarían a Washington en una nueva guerra anti-
Hussein.
Después del 11 de septiembre muchos analistas sostenían que la mejor manera de
evitar nuevos atentados era tratando de solucionar los problemas sociales
subyacentes que empujan a muchos a ataques suicidas: reducir la pobreza extrema,
destronar las dictaduras del medio oriente democratizándolo, etc. Ninguna
medida de corte social ha sido propuesta por Bush quien, mas bien, ve una
solución esencialmente militar. Tampoco ha mencionado ningún indicio de querer
tomar en cuenta alguno de los reclamos de los movimientos por la defensa del
medio ambiente o los efectos sociales de la globalización. La idea de prevenir
catástrofes económicas como la argentina ha sido tomada en cuenta.
En su discurso Bush ha dejado entrever que el rol de las Naciones Unidas es irse
restringiendo hasta ser un ente que acepte hechos consumados por parte de los
EEUU. Durante la guerra fría toda intervención militar estadounidense podía ser
observada dentro de la ONU por la otra superpotencia. Desde 1991 Washington fue
recibiendo el aval de Moscú en sus incursiones en Irak y los Balcanes. Sin
embargo, con Afganistán EEUU no ha solicitado autorización de la ONU ni ha
cubierto su accionar con el paraguas de ésta o de la OTAN.
Los EEUU han incrementado su presupuesto bélico en 48 mil millones de dólares.
Sus gastos anuales en defensa son de unos 400 mil millones de dólares: una cifra
equivalente al presupuesto militar de la suma de las 6 siguientes potencias.
En el aspecto interno Bush ha reconocido que el mayor peligro es la recesión y
que la meta debe ser generar trabajos. Sin embargo, el índice de desocupación
ya llega al 5% y amenaza con expandirse al 6.5%. El Economist ve una
contradicción entre querer reactivar la economía y el empleo mientras se
acreciente el déficit interno, se incrementa el gasto militar y se reducen los
impuestos. Una de las primeras medidas de la administración actual fue la de
recortar los impuestos para las grandes empresas lo cual implicará que en 10
años el tesoro público dejará de percibir 1,3 billones de dólares.
En suma, el eje de la actual administración priorizará el uso de la fuerza para
resolver conflictos y el predominio del unilateralismo estadounidense. Por el
momento Bush podrá contar con apoyo popular y EEUU podrá tener un fuerte
respaldo internacional occidental, pero el incremento de una política dura
podría implicar debilitar su alianza con otras potencias, producir desgaste
interno y reacciones populares adversas.
* Isaac Bigio. Profesor e investigador de la London School of Economics &
Political Sciences
https://www.alainet.org/fr/node/105750?language=es
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