Un nuevo poder imperial
17/02/2003
- Opinión
La guerra del Golfo del 1991 fue para expulsar a Irak de Kuwait. El
entonces presidente de Estados Unidos, George Bush, confesó que era
una guerra por el petróleo, porque países que invaden a otros, hay
varios casos, pero ningún otro mereció una invasión, porque no había
petróleo de por medio.
Esta vez, la guerra va a rediseñar el mapa de toda la región,
introduciendo un nuevo poder imperial. Todos saben que Estados Unidos
pretende instalarse en el corazón Medio Oriente por tiempo prolongado
o indefinido. Siria y Arabia Saudita quedarán totalmente cercados por
tropas y bases militares estadounidenses. Irán quedará parcialmente
cercado. Estados Unidos podrá intervenir en cualquier país de la
región sin tener que pedir apoyo terrestre a ningún país –como
actualmente depende de Kuwait o Turquía para poder invadir a Irak-.
Estados Unidos pasará de ser una potencia con fuerte influencia
regional a través de la coalición con sus aliados locales, a ser una
potencia regional, capaz de operar con sus propios medios.
Más allá de que, una vez instalado en Irak, Estados Unidos se
apropiará de la segunda reserva mundial de hidrocarburos, pudiendo
transformar significativamente el mercado mundial de petróleo.
Estados Unidos podría doblar rápidamente la producción, haciendo
disminuir los precios del petróleo, debilitando a la OPEP y, con ella,
a países como Libia, Irán y Venezuela. Estados Unidos podrá
reconstruir las reservas a su disposición, distanciándose de su
actualmente incomodo aliado Arabia Saudita y favoreciendo la
reconquista del desarrollo de la economía estadounidense.
Con esta guerra Estados Unidos comienza a poner en práctica su nuevo
proyecto para Medio Oriente, de importar los modelos de democracia
liberal y de economía de "libre mercado" para la región, considerando
que esto significaría "modernizar" a los países árabes, partiendo del
modelo "occidental" en la región -Israel-. Se trata de instalar la
"guerra de civilizaciones" en el corazón del Medio Oriente. Las
tentativas de derrumbar al gobierno de Arafat hace parte de la
obsesión actual de que la misión de Estados Unidos es "modernizar",
"democratizar", e introducir el capitalismo de mercado en el conjunto
de la región, comenzando por Irak y por Palestina, para después, sea
por presión y por las amenazas, con bases militares en la frontera de
Irán, de Arabia Saudita, de Kuwait, de Siria, de Turquía y de
Jordania, sea por nuevas intervenciones directas, extender esa mancha
de "civilización" desde dentro de la "barbarie" del mundo árabe.
Estados Unidos dispone de superioridad militar suficiente para
teóricamente conseguir imponer una guerra de corto plazo, pagando un
precio relativamente bajo por actuar sin las condiciones políticas
básicas para una intervención de ese tipo, no importando el número de
víctimas. Internamente estará iniciada la campaña electoral para la
reelección (como dicen algunos para que Bush pueda ser por primera vez
presidente electo de Estados Unidos) del actual presidente, al
finalizar el próximo año. El tendrá revitalizado el clima histérico
de país sitiado por los "terroristas" que le ha rendido tanto frutos.
Externamente, en caso de que pueda resolver favorablemente está
guerra, Estados Unidos habrá conseguido transformar la fuerza en
argumento, con la llamada "comunidad internacional" adhiriéndose o
adecuándose a los intereses y a la acción belicista estadounidense.
El mundo será más inestable y no menos, porque está es la primera de
una serie de guerras y de demostraciones de uso indiscriminado de
fuerza y de desprecio por cualquier legalidad internacional.
Habrá surgido un nuevo imperio. Aquel liderado por Inglaterra, de
carácter colonial, ocupaba militarmente territorios como si fuesen
partes de su imperio. La hegemonía imperial estadounidense del siglo
XX combinó influencia ideológica, explotación y dependencia económica,
con intervenciones militares. Este nuevo imperio estadounidense del
siglo XXI combina elementos de dominación colonial –como ya hizo con
Afganistán y pretende hacer con Irak-, con los otros: ideológicos y
económicos, pretendiendo construir un imperio global centrado en su
indiscutible superioridad militar.
Todo articulado con valores liberales -política y económicamente-,
incluidos derechos humanos y libertad de expresión. Cae así, con el
modelo económico neoliberal que generaliza que "todo se compra o todo
se vende", la farsa del liberalismo como sistema político e ideológico
que pretende encarnar la libertad y la democracia, mas disemina la
discriminación, el desprecio de la ley y la dominación de los más
débiles. Ha llegado la hora de otro mundo, de otra política, de otra
economía, de otra cultura, de otros valores, que apunten hacia el
renacimiento del humanismo y de la solidaridad. Estados Unidos, hijo
directo del "milagro" privilegiado del capitalismo, exhibe sus
vísceras y expone los límites de una sociedad donde triunfa el más
fuerte y el más rico. O salimos de ese mundo o sucumbiremos con el.
https://www.alainet.org/fr/node/106954
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