Guerra no prolongada de la ciudad al campo?

En las puertas de Bagdad

04/04/2003
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Un viejo pensamiento militar consiste en recomendar a las fuerzas débiles que se enfrentan a un enemigo poderoso el esquivar los combates frontales o en emboscar desde la periferia para ir minando el centro de poder. Basándose en añejas enseñanzas bélicas chinas, Mao acuñó la estrategia: 'guerra popular prolongada del campo a la ciudad.' Su tesis de cercar las urbes desde el agro inspiró a una serie de movimientos, algunos victoriosos (Vietnam) y otros derrotados (Senderismo peruano). En el caso iraquí Hussein ha creado su propia variante. Sus fuerzas se repliegan de las áreas rurales para concentrarse en las urbes mayores. La mayor potencia de la historia es la que está cercando a Saddam esperando una guerra que dure semanas y no años. El Baath pretende resistir a la invasión atrincherándose en Bagdad, Basra y otras ciudades. Uno de sus portavoces sostenía que Irak es un país desértico y cuyas junglas son las selvas de concreto. Es en los bosques urbanos donde los iraquíes piensan que podrían neutralizar mejor la tremenda superioridad tecnológica de los anglo- americanos. En la segunda guerra mundial la lucha por Berlín o Stalingrado costaron decenas de miles de muertos. Bagdad, con 5 millones de habitantes, no sólo es más grande que dichas ciudades en los 1940s, sino que es por lejos la urbe más poblada que confronta abiertamente a una intervención anglo-americana. Hussein se inspira en otros recientes movimientos islámicos. En Mogadishu los norteamericanos fueron obligados a ir luego de haber producido una matanza al tratar de entrar a un barrio controlado por las fuerzas de Aidid. En Beirut y el Libano los israelíes tuvieron que retirarse debido a la hostilidad de la población. Los saddamistas sostienen que la 'intifada' palestina marca un ejemplo en el cual la población con piedras se enfrenta a una fuerza ocupante. Las fuerzas ocupantes están ante un dilema. Si lanzan una ofensiva frontal e indiscriminada en Bagdad se corre el riesgo de producir tantas bajas civiles que se enajenaría a gran parte de los más de mil millones de mahometanos y se crearía tal resentimiento dentro de los iraquíes que luego sería difícil contenerlos. Lo importante para ellos no es sólo ganar la guerra sino la paz. Para esto último requieren haber ganado el apoyo de amplios sectores de la población local. La estrategia que vienen siguiendo los británicos en Basora es la de rodear ésta, tratar de confraternizar con la población ocupada, ir haciendo algunas incursiones progresivas y buscar generar un levantamiento interno anti-saddamista. Hace 12 años los chiítas de Basora y el sur iraquí se sublevaron cuando EEUU les instó a ello. Mas, se sienten traicionados por que Bush padre permitió que Bagdad los aplastase pensando que era mejor mantener la estabilidad iraquí con una dictadura desarmada a la cabeza antes que permitir que revoluciones desintegren al país. La tesis de sitiar las grandes urbes también presenta inconvenientes. Prolonga la guerra generando mayor oposición interna. Según Robin Cook, ex secretario de relaciones exteriores británico, es uno de los métodos más crueles contra los civiles, quienes deben padecer de falta de alimentos y servicios. Hussein quisiera empujar a los anglo-americanos a bombardear de tal manera a las urbes iraquíes que generaran más odio y cobijo donde resistir. Saben que los anglo-americanos no quieren una política de tierra arrasada pues anhelan retomar la valioso infraestructura económica del país y quieren ganar a su gente. Confiados en ello, los saddamistas quieren provocar a los aliados a una política de guerra total en la cual el régimen aparecería identificado como héroe de la causa iraquí, árabe y musulmana. Para Saddam su ideal sería producir muchas bombas humanas que paralicen al enemigo y que le obliguen a separarse de una población civil en la cual desconfíen. Una guerra de ocupación dejaría por los suelos la estrategia de aparecer como demócratas liberadores. Incluso de llegar a ocupar las grandes urbes el costo sería muy alto pues a cambio perderían la paz y generarían la libanización de la cuna del panarabismo. Scott Ritter, ex inspector de armas de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), veterano de la primera guerra del golfo y miembro del gobernante Partido Republicano, concibe que la actual ofensiva está logrando lo opuesto a lo inicialmente deseado. Un dictador tan impopular aparece simbolizando una resistencia nacional y los EEUU se están ganando la antipatía de un pueblo al que hubiesen querido ganar: "Jamás podremos hablar de instalar un gobierno pro estadounidense para el pueblo de Irak. Al final nos expulsarán. Abandonaremos Irak derrotados, de la misma manera que los rusos dejaron Afganistán". Es esto lo que quieren los antiimperialistas árabes. Aunque al final pierdan las ciudades, quieren que ello se produzca con el mayor costo humano posible a fin de hacer casi imposible una futura reconciliación de los iraquíes o árabes con occidente, y luego resistir desde las comarcas o con marchas con piedras en las ciudades. Ciertamente, la mejor estrategia para haber echado a Hussein consistía en haber promovido un levantamiento popular interno. Ello hubiese sido hecho a costa de menos cotos humanos y materiales, y hubiese ayudado a que los propios iraquíes se liberen a sí mismos y democraticen más su sociedad. Mas, las lecciones de 1991 es que para el Departamento de Estado dicha alternativa es más peligrosa que mantener a Hussein. El resultado es esta guerra en la cual los anglo-americanos tienen grandes posibilidades de tomar las urbes desde el desierto, pero donde el problema mayor será como estabilizar y pacificar a un país que a la larga puede tornarse en una fuente de problemas mayores que Somalia o Líbano. Para los atacantes quedan 3 posibilidades. Una es una guerra total rápida y violenta que conquistaría Bagdad pero a costa de mucha destrucción. La otra es cercar las grandes urbes y tratar de crear contingentes iraquíes anti-saddamistas leales a occidente, pero ello puede tomar tiempo y hay desconfianza en que los destacamentos locales puedan tener su propia agenda. A los 60,000 combatientes kurdos en el norte no les empuja en masa a marchar sobre Mosul por temor a Turquía e Irán y también por no poder controlar luego a ellos. Con respeto a las decenas de miles de combatientes del Consejo Supremo (Chiíta) de la Revolución Iraquí, los aliados se niegan a empujarlos contra Saddam pues temen que luego ellos e Irán creen otro contra-poder. Una tercera alternativa es la esbozada por sectores del laborismo británico quienes recomiendan un cese al fuego y una retirada para evitar que el conflicto siga escalando. Por el momento los atacantes buscarán alguna fórmula basada en las 2 primeras opciones o en una combinación entre éstas. Si la guerra se complica es posible que crezca el sector que propone el armisticio. A este último apuntaría la estrategia iraquí de agotar a los ocupantes con su guerra prolongada de la ciudad al campo. * Isaac Bigio, analista Internacional.
https://www.alainet.org/fr/node/107254?language=es
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