Alza del IVA y crisis agrícola: ¿primeros beneficio del TLC?
04/06/2003
- Opinión
Ayer el presidente Lagos expresó su satisfacción por la
próxima firma del TLC con Estados Unidos y afirmó que "se
generarán más empleos, más importaciones y exportaciones". La
canciller Alvear, por su parte, señaló que "se realizará una
campaña de información por todo el país para explicar a la
ciudadanía los beneficios directos que tendrá el TLC para
Chile".
A pesar de lo anterior lo cierto es que el gobierno negoció
este tratado de espaldas a la ciudadanía y hoy, somos
nosotros los que enfrentamos un alza del IVA de un 18 % a un
19% para compensar la pérdida de 400 millones de dólares
anuales que el estado dejará de recibir en virtud de la baja
de aranceles de los TLC.
Esto significa que los chilenos de menores ingresos deberán
pagar más impuestos para reponer en las arcas fiscales lo que
éstas pierden por los TLC, cuyo principal beneficiado es el
empresariado exportador: es decir, la minería, agricultura de
exportación, pesca, acuicultura y sector forestal, que
constituyen en conjunto más del 80% de las exportaciones.
El IVA es un impuesto que recae sobre los más pobres: el 10%
más pobre de la población chilena realiza casi 92% de sus
gastos en bienes gravados con IVA, porcentaje que disminuye
en sectores de mayores ingresos. Así la consecuencia de esta
medida será empeorar la inequidad social en nuestro país, la
cual ya es una de las peores a nivel mundial.
¿Como puede el gobierno justificar frente a la población los
beneficios de un TLC que intensifica las exportaciones
primarias y, por tanto, las ganancias del sector de mayores
ingresos?... La respuesta es simple: a costa de una mayor
recaudación de impuestos en los sectores de menos ingresos.
Políticamente, además, el gobierno está contraviniendo una
vez más el rol del estado de balancear los intereses y
beneficios del desarrollo nacional puesto que contradice la
opción de "crecimiento con equidad y justicia social",
lineamiento programático fundamental de la concertación. En
tal sentido, la disminución de ingresos fiscales por
reducción de aranceles debe ser compensada con impuestos a
los sectores que se benefician de los tratados comerciales,
es decir, las empresas mineras, pesqueras, agroexportadoras y
forestales.
La Cámara de Comercio de Santiago ha señalado que el TLC con
EEUU aportará 700 millones de dólares al PIB. Entonces, un
royalty a la minería, sector que representa más de 40% de
nuestras exportaciones al sacar del país recursos no
renovables y vaciar a las regiones mineras de capital natural
para su desarrollo futuro, aparece como una opción viable.
Aplicar un impuesto de 1% sobre sus ganancias adicionales a
los sectores exportadores que intensificarán su exportación y
ganancias en virtud de la baja de aranceles, es también una
medida adecuada que permite que aquellos que se benefician de
estos tratados compensen la pérdida fiscal que ellos
provocan.
Es incomprensible e inaceptable la opción tomada por el
presidente Lagos de hace pagar a todos los chilenos más IVA
para seguir beneficiando a una minoría. La máxima autoridad
del país debiera revisar las pésimas cifras de distribución
del ingreso durante su gobierno y el empeoramiento de la
equidad social durante los gobiernos de la Concertación. Es
así como la distribución del ingreso según las encuestas
CASEN dan cuenta que el 10% de los chilenos más pobres
recibía sólo el 1,5% del PIB mientras que el 10% más rico
percibía el 41,3% en 1987 y en los últimos años del gobierno
militar. Durante los gobiernos de la concertación esta
inequidad ha empeorado, la última encuesta CASEN muestra que
el 10% más pobre recibe sólo 1,1 del PIB, un deterioro de los
sectores medios, y una concentración de 42,3% de la riqueza
en el 10% de chilenos más pudientes.
Otro fruto de las erróneas y antidemocráticas decisiones del
presidente Lagos es la intensificación de la crisis agrícola
en virtud de lo que su equipo negoció en el TLC con EEUU.
Prácticamente toda la agroindustria e industria de alimentos
-jugos, pasta de tomate y otros- se verá afectada por una
desgravación lentísima y por la competitividad de los
productos norteamericanos.
Particular impacto sufrirán los pequeños y medianos
agricultores trigueros, lecheros y azucareros que actualmente
tienen algunas protecciones en virtud de las bandas de
precios, las que desaparecerán con el TLC. Así, el gobierno
de Lagos deberá asumir la crisis de 100.000 empresas
agrícolas, la pérdida de empleos y un aumento en la migración
hacia los centros urbanos, que claramente lo obligará a
incurrir en mayores gastos sociales… Todo ello en un marco de
menor recaudación fiscal.
En este escenario ¿cómo puede el gobierno justificar frente a
la mayoría de los chilenos los beneficios de un TLC?
* Sara Larraín Ruíz Tagle
Directora Programa Chile Sustentable
https://www.alainet.org/fr/node/107684
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