Construyendo escenarios
21/08/2003
- Opinión
La descubierta de la posibilidad de estudiar los fenómenos
complejos a través de los instrumentos de conocimiento cada
vez más sofisticados de que disponemos con el avance de la
revolución científico-técnica, tiene un efecto devastador
sobre gran parte de la filosofía contemporánea. Los
conceptos de determinación y libertad son seguramente los
más duramente afectados sobretodo en el campo de las
ciencias humanas y sociales.
La libertad, decía Engels, es la conciencia de la
necesidad. Somos más libres en la medida en que conocemos
la determinación y la colocamos a la disposición de
nuestros objetivos humanos. El avance de la ciencia y la
tecnología en la edad moderna y la conversión de la ciencia
en rectora de la actividad tecnológica y productiva después
de la Segunda Guerra Mundial, como efecto de los cambios
revolucionarios producidos en las fuerzas productivas a
partir de la misma, transformaron la acción humana
conciente en parte intrínseca de la propia realidad. Nos
hemos cercado definitivamente de objetos producidos por la
humanidad y hemos transformado la naturaleza en instrumento
de nuestros deseos.
Pero al mismo tiempo tuvimos que redefinir el propio
concepto del conocimiento. La clarificación de la estrecha
relación entre lo que sabemos y lo que hacemos demostró
cada vez más que el acto de conocer no es una actividad
pasiva y refleja sino una construcción, una práctica humana
a más entre las otras actividades realizadas por los seres
humanos. Práctica que se cambia en la medida en que la
humanidad desarrolla sus instrumentos de transformación de
la naturaleza.
Tomemos un ejemplo muy trasparente: la evolución de la
física. Es cada vez más claro que la expansión de la teoría
física en el renacimiento está ligada al desarrollo del
telescopio. Este nuevo instrumento era por su vez cada vez
más necesario para los proyectos de navegación oceánica que
atraía a los comerciantes europeos, separados del mercado
mundial por el dominio árabe del comercio terrestre de gran
distancia.
El avance de la ótica, la fotografía, el cine, la
televisión y de la aviación en el siglo XX rompió
definitivamente con los límites impuestos por la
observación astronómica artesana e abrió camino para la
conquista espacial.
Nuestra noción del universo tuvo que ser radicalmente
alterada. Las intuiciones geniales de principio del siglo
XX de Einstein y Max Plank permitían partir para un nuevo
paradigma de la ciencia física pero no son más sostenibles
después de la conquista del espacio y de la masa de
informaciones sobre el universo que emiten todos los días
los observatorios espaciales de nuestros días.
Si combinamos estos avances macros con los avances en la
capacidad humana de romper las partículas más mínimas de la
naturaleza, a través de gigantescos aparatos científicos
además del estudio de los efectos de las explosiones
nucleares, comprendemos que hay una relación directa entre
nuestros conceptos y los medios materiales y las prácticas
sociales que existen.
Bajo la influencia de una noción elitista de ciencia, obra
de dedicados científicos geniales, tenemos aún intentos de
concebir estas cuestiones teóricas como actividades puras
por arriba e independientes de las mediaciones complejas
existentes entre el pensador de fórmulas y relaciones
abstractas y el proceso socio-económico concreto.
La verdad es que estos conceptos no aguantan explicar la
inmensa cantidad de datos concretos que son puestos a la
disposición de la actividad científica. Y la actividad
teórica se muestra muy retrazada al despreciar el rol de la
complejidad para integrar esta masa de informaciones que
nos entregan un universo dinámico e histórico,
completamente diferente del mundo que podíamos conocer con
los telescopios.
Estos son graves problemas metodológicos que exigen una
visión dialéctica del proceso de conocimiento, No de una
dialéctica rígida de inspiración positivista como se manejó
en los intentos de establecer las leyes del materialismo
dialéctico. Leyes tan rígidas y estáticas como las que
desarrollaba el pensamiento no dialéctico.
Si hay un campo en que estas ideas encontraron un campo
fértil de desarrollo en las ciencias sociales fue el de la
construcción de escenarios. Son varios los intentos de
presentar la construcción de los mismos como una afirmación
del rol de la libertad humana frente al esquematismo de un
determinismo absoluto. Tratase de establecer uno
o varios futuros posibles como punto de referencia para la
acción libre humana en el sentido de alcanzar el escenario
a o b o n.
Es interesante notar la introducción del elemento ético en
esta metodología. Al liberarnos de la idea de una
determinación absoluta para abrirnos a una búsqueda de
varios "posibles" que nos cabe elegir, estamos en el cierne
mismo de la cuestión ética. Nos cabe construir el mundo,
como nos cabe construir los futuros posibles a través del
conocimiento. Los fines humanos empiezan a prevalecer sobre
el propio conocimiento. Más aún, los fines humanos
organizan el proceso de conocimiento. Ellos definen las
variables que queremos destacar en los escenarios de
acuerdo con nuestras definiciones éticas sobre que queremos
para el futuro.
Esto no puede eliminar sin embargo la importancia de la
objetividad como un momento del conocimiento. La
objetividad no tiene que ser un caso de "neutralidad" como
se pretendió por mucho tiempo en las ciencias sociales,
sino que ella es más bien un comportamiento ético, la
ciencia es organizadora de esta ética en la medida que
exige un comportamiento totalmente comprometido con la
verdad por parte del científico. Él no podrá deformar los
hechos y los esquemas mentales que maneja a servicio de sus
objetivos éticos o valorativos.
Si la objetividad es un acto ético, propio del compromiso
con la verdad, ella está asociada a los intereses concretos
de los grupos sociales. Hasta que punto tal o tal sector de
la sociedad o agente social (clases, grupos o estamentos)
está interesado en comprometerse con la verdad. ¿No existen
límites epistemológicos para ciertos grupos sociales poseen
la verdad, en la medida en que ella va en contra de sus
intereses?
Esta temática nos conduce así a la negación del camino
fácil de una cierta reducción de la cuestión de la
libertad a la posibilidad de realizar un juego infinito con
las más distintas variables y los más distintos futuros
posibles. Hay que definir con claridad las variables
escogidas para armar los escenarios. Hay que identificar
los agentes sociales que se benefician de las acciones
equivalentes a los distintos escenarios. Hay que entrelazar
los aspectos éticos y los sociales para producir un buen
tipo de escenario, con viabilidad y capaz de servir de
instrumento de acción de distintos grupos sociales.
Estas meditaciones se hacen necesarias cuando vamos
mergullar en los próximos días en un intento de análisis de
cuestiones cruciales de nuestro tiempo a la luz de
pretensiones prospectivas. Como lo señalamos en nuestro
último artículo, vamos iniciar el día 18 un Seminario
Internacional sobre Hegemonía y Contra-Hegemonía: Los
límites de la globalización y los procesos de
regionalización, bajo los auspicios de la Cátedra y Red
sobre Economía Global y Desarrollo Sostenible de la UNESCO
y de la Universidad de las Naciones Unidas que dirijo.
Por cierto vamos construir escenarios posibles y deseables.
Ni siempre los deseables son los posibles ni los posibles
son los deseables. Pero la humanidad aspira cada vez más
determinar su propio destino. Y no hay duda que la
capacidad de despejar falsas previsiones y restricciones
sobre los reales posibles ya es un camino virtuoso. La
importancia del debate que promovemos en esta ocasión es el
momento histórico en que se hace, cuando el pensamiento
único que quiso imponerse sobre las mentes humanas llega a
una grave crisis, correspondiente al fracaso de las
políticas económicas que propusieron como camino
inexorable para la humanidad.
https://www.alainet.org/fr/node/108243
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