Los señores de la genómica
19/07/2004
- Opinión
Aunque las corporaciones farmacéuticas se presentan como los
ángeles cuidadores de la salud y repiten continuamente que
hacen enormes esfuerzos de investigación para hallar la cura de
las enfermedades que aquejan a la humanidad, la realidad es que
la mayor parte de su investigación y ventas están dedicadas a
producir drogas para gente sana. La lógica de la inversión es
que las personas enfermas o se curan o se mueren, pero, en
cualquier caso, dejan de ser clientes. La gente sana, en
cambio, además de ser la mayoría, siempre puede "mejorar",
sobre todo si se manipula el concepto de qué es lo "normal".
Según estadísticas de Estados Unidos, la fabricación de
fármacos para la diabetes en 2000 representó 2 mil 900 millones
de dólares, mientras las ventas de las mismas drogas, pero
para bajar de peso, son de 33 mil millones de dólares anuales.
Y este último mercado crece a razón de 8 por ciento anual. La
venta de fármacos para tratamiento de Alzheimer se calcula
actualmente en 3 mil 600 millones de dólares. Pero reformulados
como drogas "inteligentes" o de "mejoramiento cognitivo",
supuestamente para aumentar la memoria, la concentración,
disminuir el cansancio, etcétera, vendieron 94 mil 500
millones de dólares en 1995. Las medicinas para la disfunción
eréctil diagnosticada médicamente se calculaban en 70 millones
en 2000; sin embargo, Viagra sola vende más de mil millones de
dólares por año, y ya han surgido varias otras similares que,
como dice la propaganda, "no son para los que no pueden, sino
para los que quieren más".
El entusiasmo de la industria farmacéutica por las drogas para
gente sana tiene una larga historia. Parke Davis (ahora Pfizer)
dedicó en 1892 un libro de 240 páginas para convencer a los
médicos de los usos benéficos de la cocaína. Bayer fue uno de
los más tempranos entusiastas de las anfetaminas, y en su larga
historia trajo al mundo dos de los éxitos comerciales más
grandes de la historia: la aspirina y la heroína. Sandoz
(ahora Novartis) inventó el LSD. A mediados del siglo XX, la
industria mezclaba regularmente barbitúricos y anfetaminas en
las drogas para dietas, para que los pacientes se mantuvieran
en la dieta y siguieran consumiendo sus productos.
Pese a que han cambiado los productos, la filosofía sigue
siendo la misma, pero ahora con un nuevo empaque que está dando
enormes dividendos a la poderosa industria farmacéutica, bajo
nuevos conceptos como el "mejoramiento del desempeño humano" y
lo que llaman "medicina personalizada".
La base es la genómica, o sea, el mapeo de los genes de los
organismos vivos y el conocimiento de sus funciones, por
ejemplo posibles asociaciones de determinados genes con la
mayor o menor disposición a enfermedades. Ya se han
identificado cientos de genes vinculados con dolencias. Uno de
los métodos de identificación de mayor o menor resistencia está
en las variaciones genéticas que tienen todos los seres de una
misma especie, por ejemplo, en los seres humanos, lo cual ha
llevado a la "caza de genes" de los grupos humanos que por
razones geográficas, históricas o culturales mantienen ciertos
tipos de genes, y que en su mayoría son grupos indígenas.
Lejos de ser un tema "científico", la investigación genómica
está ampliamente dominada por los intereses comerciales y la
industria trasnacional: actualmente 42 por ciento del sector
de biotecnología y genómica a escala mundial está en manos de
sólo 10 empresas, estrechamente ligadas al sector farmacéutico.
La posibilidad de desarrollar fármacos ligados a ciertos genes
daría en teoría la posibilidad de "diseñar" drogas específicas
para cada ser humano, bajo la condición de que además
entregáramos -o tomaran- nuestra información genética, lo cual
tendría un amplio espectro de consecuencias éticas, pero
también económicas y políticas, por muchas razones, entre ellas
la base que establece para la discriminación genética.
"Mejorar el desempeño humano" a partir de los genes, y de
fármacos ligados a éstos, abre perspectivas comerciales
inmensas, sobre todo porque si entregamos la definición del
concepto de ser humano a la industria farmacéutica nunca nadie
será "normal": siempre podemos ser mejorados para seguir
consumiendo sus productos.
Es imposible separar la investigación científica hoy en día del
contexto empresarial global y sus intenciones, ya que la
abrumadora mayoría de ella, aun en instituciones públicas, está
financiada por estas mismas empresas. México y Brasil, los dos
países latinoamericanos que tienen proyectos de investigación
en medicina genómica, no son excepciones. El Instituto de
Medicina Genómica en México está estrechamente ligado a estos
intereses, por ejemplo a través de Funsalud, que integran
varias de las empresas farmacéuticas más grandes del mundo. Un
folleto de esta institución, titulado Oportunidades para la
industria farmacéutica en el Instituto de Medicina Genómica de
México (traducido al inglés por cortesía de Novartis), aclara
para las industrias farmacéuticas globales que el trabajo de
este instituto pone a su disposición "60 diferentes grupos
étnicos" presentes en la población de México, "lo cual anticipa
una sólida plataforma para el desarrollo exitoso de la
farmacogenómica en México".
Estos aspectos vitales han estado ausentes de la discusión
pública, opacados por una dicotomía falsa sobre el uso de las
células troncales: no hay contradicción de intereses de fondo
entre quienes quieren limitar la libertad de elección de las
mujeres a concebir o no, y quienes quieren controlar esas
mismas células para limitar la libertad de todos a manos de las
empresas trasnacionales.
* Silvia Ribeiro es investigadora del Grupo ETC
https://www.alainet.org/fr/node/110260
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