Se gobierna con ideas
23/11/2004
- Opinión
"El intelectual ha pasado del estatus de
maestro-pensador al rol de "experto". Michel Maffesoli
En verdad la media mundial de los gobernantes no es precisamente
la fiesta de las ideas. Los liderazgos que resuenan en los
escenarios del planeta no provienen del mundo de las ideas. No
son las ideas las que brillan cuando habla un político, cuando
se expresa un gobernante. En América Latina es ya proverbial la
ramplonería intelectual de los caciques tropicales, de las
castas militares y de nuestra flamante lumpen-burguesía (así la
llamaba el sociólogo André Gounder-Frank). De lo que siempre
hemos padecido es de una patética falta de ideas con alguna
consistencia y originalidad, o peor que eso, de la arrogante
persistencia de anacronismos y disparates tenidos…como si.
Vivimos tiempos de austeridad intelectual en todos los campos.
Eso ya lo sabíamos. Pero en el espacio político el terremoto
posmoderno lo que ha dejado es esa estela de defunciones y
bostezos que el poeta Miguel Hernández describiría con una frase
lapidaria: "un rastrojo de difuntos".
¿Cómo se salta de ese marasmo a un escenario donde el juego de
ideas sea lo dominante? ¿Cómo re-encontrarse con la fuerza de
las ideas desde una gestión de gobierno? ¿Cómo lograr que la
gestión pública esté propulsada por el debate de ideas?
No hay un solo camino ni una fórmula mágica. Las búsquedas y
experimentos se repiten en todos lados. Muchísima gente, en los
niveles más diversos, está dando su batalla para salir de los
encierros de la burocratización, del hastío y la rutina, de la
enfermedad de la corrupción y la ineficiencia, de la falta de
iniciativa y emprendimiento. Las buenas prácticas que se exhiben
en el campo de la gestión de las ciudades, por ejemplo, resultan
siempre de una rara combinación de voluntad política, habilidad
para capturar proyectos y el arte de juntar a la mejor gente.
Pero ello no puede reducirse a la anecdótica condición de los
estilos o a los golpes de buena suerte. Algo ha ocurrido en el
fondo cuando alguna realización está a la vista: en el punto de
partida siempre estuvo una idea, alguien planteó en el lugar y
momento apropiados una idea para enganchar la acción. Por eso se
ha puesto de moda el recurso de los Viveros de proyectos que no
es otra cosa que la voluntad deliberada de poner en sintonía las
ideas con la gestión, es decir, el arte de casar el momento
creativo con la realización práctica. A ello no se llega sino
luego de laboriosos procesos. La complejidad del espacio público
no tolera hatajos ni "caminos verdes". Por ello la clave
consiste en generar los ambientes para la fecundación de ideas y
proyectos, el clima propicio para la ebullición de iniciativas,
la atmósfera favorecedora de la imaginación y la creatividad.
El enemigo a vencer es el pragmatismo: siempre hay una urgencia
que funciona como consuelo para diferir un debate, para
postergar una discusión esencial, para diferir la puesta en
marcha de proyectos trascendentes. La lógica ordinaria del
sentido común instalado va siempre en sentido contrario de lo
que vale la pena realizar. De nuevo el reto es derrotar el
pensamiento único, apostar a la capacidad creadora de la gente,
correr el riesgo de innovar cada vez que el status quo aconseja
"prudencia".
https://www.alainet.org/fr/node/110940
Del mismo autor
- La gobernanza se construye 07/03/2013
- Religión y política: ¡Peligro! 25/02/2013
- Por una izquierda subversiva 18/02/2013
- La salud de Chávez 09/12/2012
- Sin pensamiento crítico… 26/11/2012
- Redes: partido, movimientos, comunidades 12/11/2012
- Pensar desde la izquierda 06/11/2012
- Rebelión en la izquierda 06/11/2012
- Lo más difícil es transformar 10/06/2012
- La izquierda de Pepe Mujica 03/06/2012