La ONU ha fracasado y Annan ha fallado
15/09/2005
- Opinión
La ONU ha fracasado en su proyecto de reforma de la Organización,
comenzando por la composición y competencias de su Consejo de
Seguridad y al no haber sabido cumplir los compromisos adquiridos en
la Cumbre de Monterrey por los líderes mundiales y recogidos en los
Objetivos del Milenio (ODM) hace cinco años. No se ha avanzado en el
compromiso de la cancelación de la deuda exterior y la van a estudiar
referida tan sólo a los ocho países más pobres.
Los dirigentes de 170 países se han dado cita para aprobar un Acuerdo
de mínimos para reducir la pobreza mundial, luchar contra el
terrorismo y mejorar el funcionamiento de la ONU.
No era esto lo que la opinión pública mundial esperaba en la
conmemoración del 60 aniversario de su fundación. La cuestión más
urgente referida a la humanidad era la ratificación de los Objetivos
de Desarrollo del Milenio pactados en el año 2000, aprobados con tanto
fasto como incompetencia para llevarlos a cabo. Ahora se requiere que
multipliquen los esfuerzos para reducir en 2015 a la mitad esos más de
1.000 millones de seres humanos que no tiene ni un dólar al día para
vivir. De entre ellos, casi ochocientos mil viven en la pobreza
absoluta y trescientos mil no viven en situaciones que puedan
considerarse humanas, por su indignidad, por su pobreza, por su falta
de salud y por la pérdida de su conciencia de seres humanos con
derechos fundamentales. Viven escondidos de sí mismos y tratan de
pasar desapercibidos, para no molestar tratan de hacerse invisibles ya
que se creen ajenos al sistema establecido. Como en el adagio sobre
las cuatro clases de pobres: Los que no tienen que comer, los que no
tienen acceso a la salud y a la educación, los que no saben que son
pobres y los que ni saben que son personas. Esto es así y sólo no lo
ven ni los sienten quienes no quieren porque viven obsesionados por la
seguridad en política, el consumismo y el egoísmo en su concepción de
la vida.
El impresentable embajador de EEUU, John Bolton, nombrado a dedo por
el Presidente Bush ante las evidentes reticencias del Senado, ha
aceptado la mención de estos objetivos, pero se resiste a
comprometerse a un 0,7% del PIB en su ayuda oficial exterior para el
final de ese periodo.
La ruin y suicida, a nuestro entender, negociación desembocó en un
texto de 39 folios en el que se plantean acuerdos generales para que
en los próximos años la comunidad internacional "proporcione
soluciones multilaterales al desarrollo de los países más pobres, la
paz y la seguridad colectivas, los derechos humanos y el imperio de la
ley y el fortalecimiento de Naciones Unidas". No es de recibo que no
se aborden las inaplazables reformas de la ONU ni que haya avances
concretos en la lucha contra el terrorismo, pero sí se evitan los
compromisos en el combate contra la pobreza. Van ciegos a su propia
ruina. Mientras los Estados se empeñen en considerar la seguridad como
el objetivo fundamental de su política, en lugar de la justicia social,
no despertarán ilusión alguna, incrementarán el sufrimiento de los
inocentes mientras se superan el billón (no billion) de dólares en
armamento. Sólo EEUU ya ha superado los 300.000 millones. ¿No se dan
cuenta de que esta actitud agresiva y ciega como la de Goliat
fomentará aquí y allá en quienes se consideren David caldos de
cultivos en donde, con toda naturalidad, florecerá la flor ácida del
terror nacido de la desesperación?
Ante la injusticia total se alza el desorden total, esto es, la
rebelión armada con las armas que se tienen al alcance. Ante esa
máquina tremenda de guerra total es natural y comprensible que se
alcen quienes nada tiene que perder puesto que los hemos despojado de
todo, hasta de las razones para vivir como esclavos en un mundo que se
nos presenta como gozo y espectáculo.
Y dice el pobre Kofi Annan que es "Una buena noticia; evidentemente,
no contiene todo lo que se preveía, pero negociar entre 191 países no
es fácil". Hizo lo posible por sacar adelante este pobre documento
porque estaba en juego su prestigio y porque ya sabe que es un cadáver
amortizado pero con un triste final: no haber sabido aprovechar esa
plataforma única para denunciar ante el mundo la ceguera, la codicia,
la insensibilidad y los auténticos crímenes de estado que se cometen a
diario al imponer unas condiciones de vida insoportables para cuatro
quintas partes de la humanidad. Condicionado por los errores en su
administración y por la íntima convicción de que ha perdido una
oportunidad extraordinaria para hacer oír la voz de los derechos
fundamentales, de la justicia y de la solidaridad, reconoció Annan que
las negociaciones no habían dado los resultados ambiciosos que se
deseaban: "No es todo lo que queríamos, pero podemos construir sobre
ello y abordar el reto de aplicarlo y llegar a acuerdos a partir del
documento". Y ante el ataque alevoso por parte de las potencias y de
los países ricos al urgente plan de transformación de la ONU y de las
reglas de juego en el comercio, la protección del medio ambiente, la
paz como fruto de la justicia y el diálogo entre los pueblos y las
civilizaciones en lugar de la confrontación salvaje, dijo el pobre
Annan: "Está en la naturaleza de esta organización no conseguir todo
lo que se quiere. La reforma es un proceso, no un único acto". Este
hombre no ha aprendido que la muestra suprema de la dignidad es saber
marcharse a tiempo, antes de que lo desprecien.
La guinda ya es la petición al Secretario General para que organice
una "evaluación independiente externa" de Naciones Unidas, y se asume
que hacen falta más medidas que garanticen la independencia a la hora
de controlar las estructuras y la burocracia de la ONU. Sólo queda
pedir al Cielo que no se lleve alguna compañía asociada a Halliburton.
- José Carlos García Fajardo, Profesor de Pensamiento Político y
Social (UCM, Director del Centro de Colaboraciones Solidarias (CCS)
https://www.alainet.org/fr/node/112991?language=en
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