George Wolfgang Priklopil Bush
14/09/2006
- Opinión
George W. Bush es el presidente de Estados Unidos y, de hecho, emperador mundial.
Wolfgang Priklopil, austríaco, era técnico en comunicaciones. ¿Qué hay de común
entre los dos? La insania de mantener personas en cárceles secretas.
Priklopil secuestó, en 1998, a la niña Natascha Kampusch, 10 años, y la mantuvo
ocho años en una jaula subterránea construida en su casa de Strasshoff, suburbio
de Viena. En aquel mismo año, terroristas atacaron embajadas de EE. UU. en
Kenia y en Tanzania. Como Natascha, todos estos años fueron mantenidos en
cárceles secretas de la CIA.
La joven austriaca, ahora de 18 años, hace días escapó de su secuestrador que,
desesperado, se lanzó bajo una locomotora. El 6 de septiembre, al recibir en la
Casa Blanca a parientes de las víctimas de la caída de las Torres Gemelas de
Nueva York, Bush dejó escapar que 14 supuestos terroristas mantenidos presos “en
países amigos” habían sido transferidos a la base naval de Guantánamo, donde EE.
UU. ocupa un área del territorio cubano al margen de las leyes internacionales.
Bush no tuvo siquiera el escrúpulo de esconder que sus cárceles secretas
facilitan la tortura de los prisioneros. “La fuente más importante de
información sobre donde se esconden los terroristas y lo que ellos planean son
los propios terroristas”, dijo el presidente. Fue preciso llevarlos a un
ambiente “en el cual podrían ser mantenidos en secreto, interrogados por
expertos y, en el caso de ser apropiado, acusados de sus actos”.
La existencia de cárceles secretas de la CIA en el exterior había sido
denunciada por el “Washington Post”. Entonces, el gobierno acusó al periódico
de perjudicar la lucha contra el terrorismo. Ninguna de las asociaciones
defensoras de la libertad de prensa en Cuba protestó. ¿Se puede imaginar la
reacción de los mass media internacional si Cuba ocupase un área en las costas
de California para instalar una base naval destinada a ser utilizada como
detención de supuestos terroristas?
ONU, gobernantes y parlamentarios europeos reaccionaron a la revelación de Bush.
Exigen aclarar si entre los “países amigos” figuran los que integran la Unión
Europea. La ONG Human Rights Watch acusa a Polonia, miembro de la UE, y Rumanía,
que ingresará en 2007, de mantener cárceles de la CIA en sus territorios. Los
dos gobiernos niegan.
Zapatero, jefe del gobierno español, respondió enfático las declaraciones de
Bush: “La lucha contra el terrorismo sólo puede hacerse respetando el Estado de
Derecho y la democracia. No es compatible con la existencia de cárceles
secretas”.
Kofi Annan, Secretario de la ONU, se hizo eco de Zapatero: “No creo que se deban
sacrificar libertades civiles para impulsar una lucha eficaz contra el
terrorismo. ¿Si nos piden ceder nuestra libertad, nuestros derechos, a cambio
de protección contra el terrorismo, estamos siendo protegidos?”
Bush presiona al Congreso de EE. UU. a aprobar la ley que permita a tribunales
militares juzgar a sospechosos de terrorismo, sin que los reos tengan derecho a
la defensa legal y, en algunos casos, siquiera a estar presentes en el juicio.
Los abogados de la defensa estarían impedidos de acceso a las acusaciones
consideradas sigilosas.
En 2006, la Corte Suprema rechazó esa propuesta digna de Hitler y Stálin. Pero
Bush todavía insiste en aprobarla, reduciendo su país al mismo ordenamiento
jurídico anómalo que EE. UU. impuso a las dictaduras militares implantadas en
América Latina en la segunda mitad del siglo pasado.
Mantener cárceles clandestinas es una antigua práctica de la CIA, que entrenaba
a los torturadores brasileños. “Brasil Nunca Más”, libro que denuncia los
crímenes de la dictadura militar, presenta un informe de las “casas de los
horrores” donde presos políticos sufrían sevicias y muerte. La de Fortaleza
quedaba próxima a una laguna, distante a una hora de coche de la capital. En
Río, había una en San Conrado y otra en Petrópolis, en la Calle Arthur Barbosa
120. En São Paulo se situaba en Parelheiros, en cuya entrada figuraba la
indicación: “Hacienda 31 de Marzo”.
Vivimos en un tiempo al revés. “Mensaleiros”(1) y sanguijuelas disputan
elecciones hartos de dinero; corruptos notorios se destacan en las tribunas; la
novela “Bellísima” enseña que el crimen compensa; la nación que yergue en su
puerta la Estatua de la Libertad instala prisiones clandestinas, tribunales
ilegales y censura a la prensa.
Wolfgang Priklopil era un monstruo que se arrogó el derecho de esclavizar una
niña 26 años más jóven que él. Se valió de su fuerza sobre un ser frágil para
imponer su voluntad satánica. ¿Cómo calificar a un gobierno que ignora la ley
para defender el orden, viola los derechos humanos para ofrecer seguridad,
silencia a reos y abogados para instaurar tribunales y censura la prensa bajo el
pretexto de preservar la libertad?
Todo poder tiende al abuso. Excepto cuando otro poder le obliga a reconocer sus
límites. Nos resta, como ciudadanos y ciudadanas, asumir el poder que tenemos.
Sólo así se perfeccionará la democracia y se evitará la barbarie. (Traducción
ALAI).
(1) “Mensaleiros” se refiere a parlamentarios que recibían mensualmente pagos
ilegales por arreglos políticos (NDLT).
- Frei Betto es escritor, autor de “Gosto de Uva” (Garamond), entre otros libros.
https://www.alainet.org/fr/node/117099
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