La irracionalidad sigue presente
Piquetes: ¿un cambio en la correlación de fuerzas?
22/10/2006
- Opinión
<i>¡Es evidente! Más allá de las campanas al vuelo que han puesto a tañir algunos encargados del frente turístico, por lo ocurrido el último fin de semana en la zona del este, donde el flujo de visitantes llenó entre un 60 y un 70 por ciento de las instalaciones, que el fenómeno pre veraniego vinculado al fin de semana largo tuvo lugar por un hecho fácil de interpretar: el mejor poder de compra de los propios uruguayos que esta vez, quebrando esquemas sobre lugares “inalcansables”, resolvieron pasar unos días gastando sus excedentes.</i>
¿Y los cortes de rutas?, se peguntarán algunos lectores. Evidentemente las medidas de lucha de los piqueteros “ambientalistas” de Entre Ríos”, que mantienen su metodología incambiada, sin atender razones, para que no se construyan las plantas elaboradoras de celulosa en la zona de Fray Bentos, comenzó a mostrar su desgaste y desestimularon a algunos visitantes argentinos que, pese a las condiciones económicas negativas de nuestro país (dólar y combustibles a precios no competitivos con los que se ofrecen del otro lado de la frontera), igualmente tenían la intención de viajar a nuestras costas.
Es que en este verano, con más fuerza que en el anterior – si no se aplican medidas concretas que sean atractivas para los visitantes, como una reducción de precio de los combustibles y la proyectada devolución del IVA para las compras que se realicen – el fenómeno turístico negativo con la falta de visitantes argentinos, por más que quede solucionado el tema de los cortes de ruta, seguirá presente.
Esa es la constante histórica que se ha verificado en el país cuando las condiciones de los precios relativos son negativas para los visitantes.
Por más que Uruguay tiene atractivos naturales importantes y Punta del Este es un centro que concita la atracción de muchos, nadie llega a un país a pagar un combustible el 40 por ciento más caro que en los surtidores de su país ni a cambiar su dinero por un dólar que subvaluado, que hace que trasladado a los precios, signifique para el visitante que todo le sea mucho más caro.
En Colón el corte debió levantarse por falta de “militantes” para mantenerlo y en Gualeguaychú, se lo vio trastabillar cuando un fiscal le ordenó a la Gendarmería argentina comenzar un trabajo de identificación de los responsables de la medida, obteniendo la fotografías de cada uno, además de realizar filmaciones de lo que ocurría. Y ello como un correlato creciente de medidas que fueron la continuación a la comunicación del gobierno de Néstor Kirchner, haciendo responsables a los propios piqueteros de los perjuicios económicos de la inopinada acción contra Uruguay.
“Los cortes de ruta se realizan con el objetivo de causar daño, y lo logran”, ha dicho el ministro de Transportes y Obras Públicas de Uruguay, Víctor Rossi, para referirse a la inopinada acción de los piqueteros de Gualeguaychú y Colón que, en una medida con un enorme contenido agresivo, intentaron aplicar con éxito desparejo desde la tarde del viernes cortando el tránsito por los puentes internacionales existentes en Fray Bentos y Paysandú.
En el puente José G. Artigas frente a Paysandú, a poco de comenzado el corte, el mismo fue levantado, porque las señoras que se sentaron en reposeras en el centro de la ruta a tomar mate y a deglutir “facturas”, azuzadas por militantes de una causa que ha perdido todo sustento, se miraron entre si y vieron que no estaban en condiciones de soportar ellas solas (se venía la noche) una medida de esa envergadura.
No sabemos siquiera si estaban al tanto del golpe de gracia dado a la militancia piquetera por el informe de la Comisión Técnica de alto nivel a la que el Banco Mundial le encargó un informe definitivo, que dice que las plantas no contaminarán ni el agua, ni el aire y que tanto los fraybentinos como los habitantes de Gualeguaychú pueden quedarse tranquilos: no habrán consecuencias sobre la fauna y la flora indeseables que afecten al ser humano.
Sin embargo los militantes “ecologistas” siguieron adelante. Su objetivo, fuera de toda lógica, es que se detenga la construcción de la planta de la empresa Botnia, porque – en definitiva – se sienten participes del cambio de ubicación de la obra de ENCE que, al parecer, ahora se ubicaría en la zona de Juan Lacaze, lejos de la zona conflictiva.
Lo que abruma a esta altura del devenir de los acontecimientos es comprobar como la irracionalidad de unos pocos que, en primera instancia fueron impulsados por el gobierno provincial de Entre Ríos y apuntalados por la demagogia populista de Néstor Kirchner, se puede imponer a raciocinio que debiera imperar en una provincia vecina en que siempre los pueblos intercambiaron experiencias, tradiciones culturales, costumbres y hasta modalidades idiomáticas.
Sin embargo la suma de factores, algunos insólitamente graves como el juego de los intereses turísticos y, por supuesto, los puntuales ya mencionados, han desembocado en una situación de una gravedad inusitada que pudo ser solucionada en su momento por la Justicia argentina, aplicando la Ley, para lo que requería – evidentemente – el visado del gobierno de Néstor Kirchner, porque ni siquiera los gendarmes de Entre Ríos – en primera instancia - aparecían dispuestos a cumplir con una decisión judicial que les ordenara despejar las rutas de obstáculos.
Sin embargo el haber iniciado el trabajo de identificación de los piqueteros cambio, obviamente, la relación de fuerzas y fue la demostración más palpable que el gobierno nacional argentino estaba mirando el conflicto desde otra perspectiva.
La obcecación declarativa de los grupos de exaltados es sorprendente y la propia responsable de la Secretaría de Medio Ambiente, Romina Picolotti, abruma por la irrealidad que vive esta funcionaria que, cuando se trata de las plantas de celulosa en Uruguay, pierde toda objetividad. Luego de los anuncios del traslado de la española ENCE, no se le ocurrió otra mejor lindeza agresiva que afirmar: “Ahora vamos por Botnia…”
Piqueteros “ecologistas” que no entienden razones de ningún tipo e imponen su absurdo maniqueísmo catastrófico, con un lenguaje radical, a lo que dicen los consultores, del más alto nivel mundial, que entienden que las procesadoras de celulosa que se levantan en Fray Bentos no contaminarán, que no serán nocivas ni para la flora ni para la fauna.
Pero, como todos sabemos, por una razón vinculada al juego de la dialéctica, siempre comienza a imperar la verdad, basada en los hechos concretos. Por ello esas expresiones extremistas se han comenzado a debilitar y los cortes de rutas, por muchas razones, cada vez serán expresiones menos simpáticas hasta para los propios entrerrianos, que son los primeros afectados por la inopinada medida.
La dinámica militantista de los piqueteros los está dejando solos, utilizando la fuerza de poder para cortar las rutas, acción basada en la impunidad que les brindó el gobierno argentino que no se animó a despejarlas como hizo con en otros casos similares registrados en otras zonas del territorio argentino, para que se cumpla con lo que es un derecho de todos los ciudadanos, el de poder circular libremente.
Pocas cosas puede hacer Uruguay ante esta inaudita agresión, inopinada y absurda. En Colón cortaron la ruta no más de 15 activistas y en Gualeguaychú, foco central de la irracional movilización, algunos cientos en las asambleas, pero que en las rutas se reducen también a una mínima expresión de exaltados y de buenas señoras que toman mate y comen pasteles, en una onda cuasi turística, sin advertir (ellos no lo harán nunca), que por ese camino se están afectando valores fundamentales para las relaciones entre dos países tradicionalmente unidos por una historia común de casi dos siglos, los que no pueden desencontrarse porque un grupo de exaltados, con métodos claramente cuestionables (quizás algunos bien pagos), quieran seguir agrediendo al Uruguay, no dejando transitar por sus rutas a quienes tienen como destino nuestro país.
Y además, tienen el derecho inalienable de hacerlo.
Un párrafo aparte a la acción del gobierno uruguayo en general y a la de la Cancillería en particular que, con una ponderación adecuada, está actuando, haciendo lo que debe: informando a los organismos internacionales la situación que se está viviendo, el carácter agresivo de los nuevos cortes de ruta. Es el único camino idóneo que puede llevar al país a superar una de las situaciones de crisis internacional mayor de su historia.
¿O no?
- Carlos Santiago es periodista.
¿Y los cortes de rutas?, se peguntarán algunos lectores. Evidentemente las medidas de lucha de los piqueteros “ambientalistas” de Entre Ríos”, que mantienen su metodología incambiada, sin atender razones, para que no se construyan las plantas elaboradoras de celulosa en la zona de Fray Bentos, comenzó a mostrar su desgaste y desestimularon a algunos visitantes argentinos que, pese a las condiciones económicas negativas de nuestro país (dólar y combustibles a precios no competitivos con los que se ofrecen del otro lado de la frontera), igualmente tenían la intención de viajar a nuestras costas.
Es que en este verano, con más fuerza que en el anterior – si no se aplican medidas concretas que sean atractivas para los visitantes, como una reducción de precio de los combustibles y la proyectada devolución del IVA para las compras que se realicen – el fenómeno turístico negativo con la falta de visitantes argentinos, por más que quede solucionado el tema de los cortes de ruta, seguirá presente.
Esa es la constante histórica que se ha verificado en el país cuando las condiciones de los precios relativos son negativas para los visitantes.
Por más que Uruguay tiene atractivos naturales importantes y Punta del Este es un centro que concita la atracción de muchos, nadie llega a un país a pagar un combustible el 40 por ciento más caro que en los surtidores de su país ni a cambiar su dinero por un dólar que subvaluado, que hace que trasladado a los precios, signifique para el visitante que todo le sea mucho más caro.
En Colón el corte debió levantarse por falta de “militantes” para mantenerlo y en Gualeguaychú, se lo vio trastabillar cuando un fiscal le ordenó a la Gendarmería argentina comenzar un trabajo de identificación de los responsables de la medida, obteniendo la fotografías de cada uno, además de realizar filmaciones de lo que ocurría. Y ello como un correlato creciente de medidas que fueron la continuación a la comunicación del gobierno de Néstor Kirchner, haciendo responsables a los propios piqueteros de los perjuicios económicos de la inopinada acción contra Uruguay.
“Los cortes de ruta se realizan con el objetivo de causar daño, y lo logran”, ha dicho el ministro de Transportes y Obras Públicas de Uruguay, Víctor Rossi, para referirse a la inopinada acción de los piqueteros de Gualeguaychú y Colón que, en una medida con un enorme contenido agresivo, intentaron aplicar con éxito desparejo desde la tarde del viernes cortando el tránsito por los puentes internacionales existentes en Fray Bentos y Paysandú.
En el puente José G. Artigas frente a Paysandú, a poco de comenzado el corte, el mismo fue levantado, porque las señoras que se sentaron en reposeras en el centro de la ruta a tomar mate y a deglutir “facturas”, azuzadas por militantes de una causa que ha perdido todo sustento, se miraron entre si y vieron que no estaban en condiciones de soportar ellas solas (se venía la noche) una medida de esa envergadura.
No sabemos siquiera si estaban al tanto del golpe de gracia dado a la militancia piquetera por el informe de la Comisión Técnica de alto nivel a la que el Banco Mundial le encargó un informe definitivo, que dice que las plantas no contaminarán ni el agua, ni el aire y que tanto los fraybentinos como los habitantes de Gualeguaychú pueden quedarse tranquilos: no habrán consecuencias sobre la fauna y la flora indeseables que afecten al ser humano.
Sin embargo los militantes “ecologistas” siguieron adelante. Su objetivo, fuera de toda lógica, es que se detenga la construcción de la planta de la empresa Botnia, porque – en definitiva – se sienten participes del cambio de ubicación de la obra de ENCE que, al parecer, ahora se ubicaría en la zona de Juan Lacaze, lejos de la zona conflictiva.
Lo que abruma a esta altura del devenir de los acontecimientos es comprobar como la irracionalidad de unos pocos que, en primera instancia fueron impulsados por el gobierno provincial de Entre Ríos y apuntalados por la demagogia populista de Néstor Kirchner, se puede imponer a raciocinio que debiera imperar en una provincia vecina en que siempre los pueblos intercambiaron experiencias, tradiciones culturales, costumbres y hasta modalidades idiomáticas.
Sin embargo la suma de factores, algunos insólitamente graves como el juego de los intereses turísticos y, por supuesto, los puntuales ya mencionados, han desembocado en una situación de una gravedad inusitada que pudo ser solucionada en su momento por la Justicia argentina, aplicando la Ley, para lo que requería – evidentemente – el visado del gobierno de Néstor Kirchner, porque ni siquiera los gendarmes de Entre Ríos – en primera instancia - aparecían dispuestos a cumplir con una decisión judicial que les ordenara despejar las rutas de obstáculos.
Sin embargo el haber iniciado el trabajo de identificación de los piqueteros cambio, obviamente, la relación de fuerzas y fue la demostración más palpable que el gobierno nacional argentino estaba mirando el conflicto desde otra perspectiva.
La obcecación declarativa de los grupos de exaltados es sorprendente y la propia responsable de la Secretaría de Medio Ambiente, Romina Picolotti, abruma por la irrealidad que vive esta funcionaria que, cuando se trata de las plantas de celulosa en Uruguay, pierde toda objetividad. Luego de los anuncios del traslado de la española ENCE, no se le ocurrió otra mejor lindeza agresiva que afirmar: “Ahora vamos por Botnia…”
Piqueteros “ecologistas” que no entienden razones de ningún tipo e imponen su absurdo maniqueísmo catastrófico, con un lenguaje radical, a lo que dicen los consultores, del más alto nivel mundial, que entienden que las procesadoras de celulosa que se levantan en Fray Bentos no contaminarán, que no serán nocivas ni para la flora ni para la fauna.
Pero, como todos sabemos, por una razón vinculada al juego de la dialéctica, siempre comienza a imperar la verdad, basada en los hechos concretos. Por ello esas expresiones extremistas se han comenzado a debilitar y los cortes de rutas, por muchas razones, cada vez serán expresiones menos simpáticas hasta para los propios entrerrianos, que son los primeros afectados por la inopinada medida.
La dinámica militantista de los piqueteros los está dejando solos, utilizando la fuerza de poder para cortar las rutas, acción basada en la impunidad que les brindó el gobierno argentino que no se animó a despejarlas como hizo con en otros casos similares registrados en otras zonas del territorio argentino, para que se cumpla con lo que es un derecho de todos los ciudadanos, el de poder circular libremente.
Pocas cosas puede hacer Uruguay ante esta inaudita agresión, inopinada y absurda. En Colón cortaron la ruta no más de 15 activistas y en Gualeguaychú, foco central de la irracional movilización, algunos cientos en las asambleas, pero que en las rutas se reducen también a una mínima expresión de exaltados y de buenas señoras que toman mate y comen pasteles, en una onda cuasi turística, sin advertir (ellos no lo harán nunca), que por ese camino se están afectando valores fundamentales para las relaciones entre dos países tradicionalmente unidos por una historia común de casi dos siglos, los que no pueden desencontrarse porque un grupo de exaltados, con métodos claramente cuestionables (quizás algunos bien pagos), quieran seguir agrediendo al Uruguay, no dejando transitar por sus rutas a quienes tienen como destino nuestro país.
Y además, tienen el derecho inalienable de hacerlo.
Un párrafo aparte a la acción del gobierno uruguayo en general y a la de la Cancillería en particular que, con una ponderación adecuada, está actuando, haciendo lo que debe: informando a los organismos internacionales la situación que se está viviendo, el carácter agresivo de los nuevos cortes de ruta. Es el único camino idóneo que puede llevar al país a superar una de las situaciones de crisis internacional mayor de su historia.
¿O no?
- Carlos Santiago es periodista.
https://www.alainet.org/fr/node/117746
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