Elementos básicos de sabiduría indígena (I)

Pachatússan: vínculo o “viga maestra” de la existencia

23/10/2006
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Dejamos a los lectores que abunden y profundicen sobre la construcción u obtención simple de la Cruz del Tiwanaku, en el libro “Qhapaq Ñan, la Ruta Inka de Sabiduría”, solo reafirmaremos acá que nuestro símbolo principal de la cultura andina o “Tawa Paqa” (conocida vulgarmente como “Chakana”), es producto de “las relaciones de complementación y proporcionalidad entre el círculo y el cuadrado que representan los símbolos de la paridad cósmica primordial: Pachamama y Pachatata, respectivamente...”.

En el presente artículo apuntaremos algunos temas que sobre el uso o utilidad de nuestro emblema paradigmático hemos explicado en el libro de la referencia, sobre todo explicaremos el porque decimos que “Tawa Paqa” es un verdadero “teorema de la vida” o “soporte del cosmos” o viga maestra de la existencia”.

Para esto hemos trazado una doble línea desde un punto cualquiera de los ocho en donde se cruzan el Hanigo Paqas (término puquina que designa el cuadrado mayor) con el Hanigo Pacha (que designa el círculo mayor), y lo hemos unido con su opuesto, obteniendo la Diagonal Mayor[1], que (en el diagrama) es la doble línea oblicua que está a 20° 43’ de la vertical; esta diagonal mayor o “Ch’ekkalluwa” término quechua que en español se traduce como: ‘Línea de la Verdad’, según nuestros múltiples argumentos su representación y coincidencia conceptual con el “equilibrio y orden del mundo”, por su coincidencia geométrica con el ángulo hipotéticamente óptimo de giro del eje de la Tierra, sería pues, “Línea de la verdad o de la vida”, es el puntal, soporte o viga maestra de la existencia, que en runa simi se dice: Pachatússan.

Esta representación de “vincularidad” y herramienta teórica es una proporción variable de dos medidas que tiene su origen en la ‘complementariedad proporcional entre el círculo y el cuadrado’[2]; similares ‘instrumentos’ son por ejemplo el Tupu o la Papacancha (Earls, 1984) para el caso de las ‘medidas de proporcionalidad’ agrícola.

Esta línea diagonal o Ch’ekkalluwa, que tiene un ángulo de 20° 43’ con relación a la línea de la vertical, o del eje norte-sur sobre el globo terrestre, por la fuerza propia de esta línea de reflexión, sería el ángulo óptimo del eje de rotación de la tierra, esta inclinación de equilibrio o Yanan-Tinkuy, hace que la Tierra ‘rote’ frente al sol en la forma más inteligente para que se ‘complementen y proporcionen’ todos los climas de los hemisferios, estableciendo turnos en cada una de las latitudes para los ciclos estacionales. Es decir, el eje de rotación inclinado es el responsable de la vida y la biodiversidad, el que mantiene las estaciones y climas “normales” en todas las latitudes; porque ese ángulo en la relación del cuadrado y el círculo, es la zona de intersección y contacto de equilibrio o YANANTINKUY entre el Hanigo paqas y el Hanigo pacha (en Capac Simi o Puquina), las dos esencias que nos hacen existir.

Existe una identidad evidente y coincidencia, entre esta conclusión sobre “el ángulo del eje terrestre” y la religiosidad proto-andina del Dios puquina “I”, como lo vamos a comprobar luego. En realidad, no podemos pasar por alto la información que da Federico Aguiló en su libro titulado El Idioma del Pueblo Puquina, al referirse a lo largo de sus páginas a “esa vertiente cuasi-panteística del Dios ‘I’, como el dios panandino de la luz, el brillo, el reflejo, etc”, y la “enorme fecundidad de los vocablos que empiezan con ‘I’ en los cuatro idiomas andinos: quechua, aymara, puquina y kallawaya”; y que señala como:“...la huella de esa religiosidad transmitida de generación en generación y que hoy todavía tiene su plasmación popular, aunque en forma muy subconsciente, pero no menos real, porque sella la idiosincrasia andina, quechua, aymara y puquina”.

Siguiendo a Aguiló, dice: “Los puquinas[3], pues, en tiempos muy remotos compartieron por igual con lo aymaras, quechuas, urus, kallawayas y muchos otros grupos insertos en los Andes, esa creencia que se refleja en la misma gestación de los idiomas, la toponimia del Dios ‘I’, aparece por doquier en los Andes”. Y la demostración más contundente es de que todo el desarrollo de nuestra cultura andina vino a desembocar en la confederación I-N-KA, que tenía su centro en la divinidad “I-N-TIN” (recordando el análisis morfológico del YANA-N-TIN que realizamos en el libro Qhapaq Ñan La ruta inka de sabiduría) que correspondientemente y según también Aguiló, significa “La globalidad centralizada del Dios I ”.

A este significado dado por Aguiló, se hace necesario corregirlo o explayarlo levemente, ayudándonos con el método develado por el entendimiento de YANA-N-TIN, según los párrafos antes citados. Entonces, como el ‘I’, que es Dios, al que se añade el sufijo ‘N’, es decir, “su complemento” y finalmente ‘TIN’, como sufijo que significa “inseparablemente juntos”, es decir: Dios y su complemento o paridad en un TIN-KUY eterno. Además, Aguiló dice que “INTIN” es: “...un esfuerzo de unificación del fenómeno religioso para el control estratégico...”, luego insiste e invoca que el tema debe ser “retomado por especialistas en lingüística andina hasta su plena dilucidación y exhaustiva comprobación...Por ahora el Dios ‘I’ es patrimonio de una religiosidad por igual puquina-kallawaya, quechua y aymara, ...¿El origen germinal fue puquina?. Nos parece que sí...”, finaliza. Pero, nos preguntamos, ¿Porqué un clérigo estaba tan interesado en escarbar las raíces lingüísticas de un Dios no-cristiano, en tierras indígenas?. ¿Porqué tanto interés de alguna orden de frailes cristianos[4], en el pueblo puquina?

Para darnos respuesta a esta interesante pregunta, no hemos podido encontrar algún hilo conductor en la doctrina “abierta” del cristianismo, ni en la teología oficial. Sin embargo el filósofo René Guénon en su obra: “La Aventura Interior” (Ediciones Obelisco. BBAA 1993), dice lo siguiente: “Una última nota concierne al nombre secreto que los ‘Fieles de Amor’[5], daban a Dios..., en la Divina Comedia, Adán dice que el primer nombre de Dios fue ‘I’, nombre que vino a ser después Él”. Esta identidad entre el “primer nombre de Dios” de Dante Aligheri y el Dios ‘I’ andino, además de la “información dantesca” de que el “Paraíso Terrenal”, habría estado –en aquellos tiempos del bate- “en alguna parte no explorada del planeta”; nos ha dado muchas pistas cuyas conclusiones, parciales aun, comentamos a continuación, pero que seguiremos investigando. Aunque, son abundantes las informaciones de la historia antigua de occidente que identifican al continente Americano como el “lugar de las utopías”[6].

Es decir América es, para los occidentales cultos y vulgares, sin lugar a dudas el “lugar de las utopías”, y no solo después de Colón, sino y, sobre todo, antes de Colón, los datos y evidencias iniciales conseguidos, así lo demuestran. Es necesario pues desarrollar un estudio del “utopismo europeo pre-colombino”, que desde luego será más interesante que el conocido “utopismo post-colombino”, pues nos dará luces sobre las innegables relaciones “globalizadas” desde tiempos inmemoriales y también de lo que hemos llamado “vincularidad”. Esto lo demostraremos en el análisis y reflexión en próximos artículos, pero, sobre todo, queremos comenzar a conocer mas certeramente las influencias culturales entre los continentes desde mucho antes del desembarco, invasión y ocupación de América por los europeos occidentales; que trajeron una misión y una voluntad destructiva tan fuerte, que despiertan sospechas tácitas de diversa índole. ¿Puede la ambición provocar esa “infinita pasión homicida” que desatan los europeos a su llegada?; ¿Puede la ambición desatar ese impulso ciego a destruirlo TODO?, ¿En especial las huellas del “conocimiento” indígena?. Es evidente que su consigna era QUE NO QUEDE HUELLA ALGUNA. ¿Pero de qué?, ¿qué era lo que querían ocultar, o negar, destruyéndolo todo?. Este “impulso” que se nota hasta hoy, aunque mucho mas mimetizado, callado, solapa, está presente aún, es esa pulsión predadora radical, que parece decir: “Del sistema indígena no queda, o no debe quedar nada, salvo restos, como ‘ruinas’ irrelevantes para la reconstrucción de un futuro propio y suyo, todo lo demás es imposible, idealista, el mundo indígena actual, o los ’restos’ que quedan de ‘lo que fue’, no tienen mas opción que alinearse detrás de occidente”. Para muchos indígenas de América –o Continente Andino- es indudable que la guerra que emprendió Europa contra nuestro continente fue una GUERRA RELIGIOSA de tierra arrasada y ocupación permanente. Pero, ¿Cuál era ese Dios o Dioses y cuál la religión que los occidentales quisieron destruir?. Sobre este y sus asuntos derivados escribiremos en los siguientes artículos.

Notas

Este es el primero de tres artículos que son extractos adaptados del acápite V del Primer Capítulo de mi libro: “Qhapaq Ñan, la Ruta Inka de Sabiduría”.

[1] Ch’ékka en quechua y en aymara, significa VERDAD y Ch’ekkalúwa en quechua es DIAGONAL (Lira, 1982: 63). “Cheqa” también en puquina significa VERDADERO y NUEVE (o Checa-Cheqa) a la vez, (Aguiló, 2000:49). Aquí es necesario recordar también que ISQON, en runa simi es NUEVE.

[2] Aclaro que doy el calificativo de “Diagonal Mayor”, para diferenciarla de la “diagonal menor” o “simple” a secas que sería la de ángulo de 45°. Igualmente, aclaro que este concepto, contenido en esta “línea” o diagonal “Ch’ekkalluwa”, no puede ser comparable al PI de occidente, pues no es idéntico o similar conceptual ni geométricamente hablando, porque a nuestro “instrumento” no se le puede medir desde “una unidad” o desde “la unidad”, es en si misma una MEDIDA DE PROPORCIÓN VARIABLE. Como Viga Maestra, “soporte” o puntal que sostiene la existencia, la hemos llamado con justa razón EL PACHATÚSSAN.

[3] Cuyo informante más importante parece haber sido el lingüista franciscano Jerónimo de Oré que adoctrinó en el valle del Colca en Arequipa y que es a la vez autor del único texto catequético puquina que se conoce; (en Aguiló, 2002: 21).

[4] Es interesante la información (Guenón, 1993: 67 ) sobre la participación del franciscano “milenarista” Joaquín de Fiori en la logia “Fedeli d’Amore”, seguidores de la “Fede Santa”, que aunque no es el propósito de esta investigación, seguiremos la pista de dicha “logia”, para futuras publicaciones.

[5] Logia u “orden” religiosa cristiana a la que perteneció Dante Aligheri. Dice Guenón: “En cuanto a la ‘verdadera fe’...es la que
es llamada Fede Santa, ...que se aplica al mismo tiempo a la organización iniciática misma. Esta Fede Santa, de la que Dante
fue Kadosh, es la fe de los Fedeli d’Amore...Esta designación de los iniciados como ‘Santos’ cuyo equivalente en hebreo es
kadosh, se comprende perfectamente por el significado de los ‘Cielos’...como la morada de los Santos...con muchas otras
denominaciones análogas, ...y ello permite comprender lo que es verdaderamente la Tierra Santa” . (en Guenón, 1993: 59).

[6] Trujillo, 1998: 65, hace una cita de Diego de Córdova y Salinas y su “Coronica de la religiosísima provincia de los doce apóstoles del Perú” ; Lima 1651, I:I:5., que dice: “Y en las humanas y sagradas letras hay algunas palabras que dan a entender había esta cuarta parte del mundo (que como se ha visto es mayor que las tres descubiertas) pues parece que de ella hablaron Séneca y Platón en su Timeo, que la interpretación de la palabra Ofir, que hacen algunos autores, refiriendo las riquezas que traía Salomón, y celebra la sagrada escritura, dicen que se llevaba deste Occidente indiano”. Y, también dice: “...con lo que cabía suponer que el verdadero descubrimiento del nuevo continente databa de tiempos antiguos, tanto como el principio de la era cristiana...en fin, para unos terceros, el conocimiento de la existencia del continente –americano- fue ya un asunto que lo trataron los sabios griegos...”
https://www.alainet.org/fr/node/117850
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