Sobre asimetrías y oportunidades

Se fue Lula, llega Bush

06/03/2007
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Pasó el presidente Lula, mandatario del primer país del continente, interesado en recomponer las buenas relaciones con Uruguay, luego de algunos “mal entendidos”, todavía inexplicables a los ojos de la cuidadosa geopolítica que lleva adelante Itamaratí, y la semana próxima llega George W. Bush, nada menos que el presidente de los EE.UU, que luego de un almuerzo con el propio Lula, realizará un largo contacto con el gobierno uruguayo, pescará con el presidente Tabaré Vázquez, afianzando una relación de la que hasta el momento solo Uruguay ha sacado buenos dividendos.

Es bien claro que con Lula de avanzó poco en materia comercial, que era el tema fundamental que urgía solucionar a nuestro gobierno, especialmente terminar ese cuasi bloqueo que se plantea en el país del norte a varios productos de exportación uruguayos que siguen sufriendo enormes dificultades para ingresar a Brasil.

Ese asuntó quedó en el tintero y el presidente de Brasil se cuidó muy bien en dar una opinión distinta a la habitual sobre el conflicto papelero con Argentina, a la que considera su igual en el bloque regional y con la que no quiere diferencias mayores.
Sin embargo hubo en el marco de los bucólicos paseos por la estancia presidencial de Anchorena, un reconocimiento al tema de las asimetrías entre los distintos países del Mercosur y la convicción del gobierno brasileño de que “hay que trabajar” para apuntalar a los países menores tratando de igualar los flujos comerciales. Recordemos que el déficit que se tiene en el comercio entre Uruguay y Brasil, es desfavorable a nuestro país en 400 millones de dólares, que sumados a los 600 que se sufren con Argentina, marcan un guarismo récord, una cifra que asombra a nuestros economistas y que hace difícil sostener mucho tiempo más la ecuación económica sin llegar a un despeñadero previsible.

En ese panorama asimétrico, de crisis evidente del comercio exterior uruguayo en el marco del Mercosur, es que llega el presidente de EEUU, George W. Bush, para conversar de estos temas y de muchos otros. Es evidente que la situación comercial uruguaya, de mil millones de dólares de déficit dentro del marco del acuerdo regional, está signando el diálogo con Bush. Porque, ¿qué salidas le quedan al país? ¿Es posible una reversión de la situación comercial en el Mercosur que determine un cambio de esas perniciosas reglas del juego? ¿O finalmente Uruguay deberá abrirse paso a otros mercados, en base a acuerdos diversos, para resolver su contradicción externa?

Brasil, sin duda, ha mostrado por boca de su mandatario comprensión y buenas intenciones, pero los acuerdos concretos firmados en Anchorena son sobre temas puntuales (puentes, combustibles alternativos, etc.) y no sobre la liberación de nuestras exportaciones que encuentran dificultades, cuando no son detenidas sistemáticamente en territorio norteño, ni otros planes de complementación comercial.

¿Y Argentina? La actitud del país vecino del Río de la Plata es mucho más dura. Siempre hemos pensado que las relaciones éticas entre los estados son sustanciales y, por supuesto, juegan un papel fundamental cuando se deben construir las políticas comunes que son la base para el desarrollo regional. El Mercosur no solo exige el cumplimiento del Tratado de Asunción, sino una serie de reglas de convivencia que debieran ser comunes a los estados miembros.

Repetimos: ¿Y Argentina? Sin duda que el país vecino no tiene ninguna intención de reducir las asimetrías con Uruguay y menos intentar achicar en déficit comercial, contrario a nuestro país, de casi 600 millones de dólares.

Es que el gobierno de Néstor Kirchner, metido hasta las orejas en los vericuetos de una lucha intestina, necesita situar adversarios con los cuales establecer conflictos, aprovechando de esa manera las coyunturas lamentables como la que se siguen dando en la provincia de Entre Ríos, en donde varios piquetes de supuestos ambientalistas mantienen cortados los pasos fronterizos a Uruguay, sin haber demostrado hasta ahora fehacientemente ninguna de sus afirmaciones sobre la supuesta contaminación que le asignan a la planta de Botnia.

La última gravísima trasgresión a la verdad fue concretada por los pretendidos ecologistas, al sostener que el perfil de la planta contamina “visualmente” a los ojos de los habitantes de Gualeguaychú y que por la chimenea del enclave industrial saldrán gases tóxicos que terminarán con la agricultura de la zona. Si hubiera averiguado algo sabrían que la enorme chimenea que los alarma a la distancia, que se encuentra a más de 40 kilómetros de la ciudad, Gualeguaychú, y a 7 kilómetros del balneario argentino más cercano, no es justamente una chimenea, sino un gigantesco filtro que evitará justamente lo que los “ambientalistas” afirman: que pasen a la atmósfera gases indeseables.

Pero hay más sobre la política de Argentina. La acción de los representantes del Ministerio de Economía, afirmando que el sistema financiero uruguayo es permeable al lavado de dinero del narcotráfico y por ende, al financiamiento indirecto del terrorismo internacional, además de sonar mal y a destiempo, demuestra como el gobierno de Kirchner trata de ubicar adversarios para, quizás, acumular fuerzas en causas pretendidamente nacionalistas.

¿Qué es lo que pretende el gobierno argentino con esa inopinada denuncia poniendo en la picota el sistema financiero uruguayo y a sus salvaguardias? Los objetivos pueden ser interpretados de muchas maneras, pero una de ellas, la que puede estar más ajustada a la realidad, es la de intentar perjudicar a Uruguay en la próxima colocación de bonos de deuda que, a nivel de los mercados internacionales, son literalmente “sacados de las manos”, lográndose un éxito en su colocación sin precedentes.

Éxito que, por supuesto, no obtiene la Argentina, que solo ha podido colocar bonos de deuda en las millonarias compras realizadas por Venezuela, pero que en general ha fracasado en los mercados financieros del mundo, a diferencia de Uruguay.

Por lo demás, si existía un tema enojoso y lamentable de la legislación financiera uruguaya, era la existencia de las SAFIs (Sociedades Anónimas Financieras de Inversión), verdadero cáncer del sistema financiero uruguayo, que no le servían al país, porque lo que tributaban era absolutamente menor, y además habían sido ideadas para albergar en su operativa todo tipo de operación “no santa” que se concretara fuera de fronteras. Las SAFIs, como lo hemos afirmado reiteradamente desde estas páginas, no tenían otro objetivo que estimular la huída de capitales de los países limítrofes.

Sin embargo estas organizaciones, con una resolución que se aprobó conjuntamente con la Reforma Tributaria, no podrán seguir creándose en nuestro país y las que están todavía en funcionamiento, deberán amoldarse a la reglamentación que establecerá al respecto de las mismas el Poder Ejecutivo, limitando su accionar y terminando con su actividad negativa para el prestigio del país y para los intereses legítimos de los países vecinos, entrando las mismas en caducidad a partir del 2010.
Dos caras de la misma moneda, en el marco de las relaciones internacionales de nuestro país. Brasil un país que se abre al dialogo, pero que tiene restricciones a la hora de profundizar en los temas candentes de la relación bilateral, y Argentina que tiene un gobierno que se mantiene en su tesitura lamentable de seguir adoptando políticas incalificables contra nuestro país.

Somos pesimistas por el futuro del Mercosur, porque por más que sea un importante y trascendente proyecto, exige de políticas acordes y coordinadas de los países que, en un plano de igualdad de derechos, deben obviamente, atender las asimetrías, para que el conjunto crezca en armonía.

Si ello no ocurre, necesariamente, cada uno con su librito, buscará lo que le conviene en este mundo tan difícil y con tan encontradas oportunidades.

Lo que es indefectible.

Carlos Santiago
Periodista
https://www.alainet.org/fr/node/119820
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