Lamentable y evidente contradicción en Uruguay
Las 34 horas de Bush en la tierra purpúrea
18/03/2007
- Opinión
Pasó George W. Bush por Uruguay y, algunos que interpretan sus actos y sus palabras, entre ellos el ministro de Economía, Danilo Astori, sostienen que el saldo del periplo es altamente positivo para nuestro país, porque se han sentado las bases de una relación bilateral que abre alternativas a explotar y que pueden destrabar algunos (o varios) problemas existentes en nuestra cada vez más diversificada oferta exterior.
Si la interpretación es correcta, la visita del presidente norteamericano a este territorio aparentemente hostil, en el cual hasta representantes del partido de gobierno se movilizaron en contra de su persona, el análisis a realizar debería iniciarse por otro lado para tratar de demostrar las contradicciones en un país gobernando por primera vez en su historia por un gobierno de izquierda, en el cual la presencia del presidente norteamericano actuó como vector desencadenante de una crisis en la izquierda que, obviamente, tendrá innumerables derivaciones, porque lo ocurrido durante estos días no debería culminar barriendo los restos de la pública desconfianza, explicita, que se manifestó hacia el gobierno, bajo la alfombra del olvido.
Bienvenido y malvenido, fueron los conceptos con que se sintetiza el pensamiento de LA REPUBLICA sobre el presidente norteamericano. Bienvenido el primer mandatario de la principal potencia del mundo que llegó a Uruguay, invitado por el gobierno progresista. El objetivo de Tabaré Vázquez era el interesar a la cúpula gobernante de EEUU en algunos productos de exportación, como la carne ovina, los cítricos, el aumento de la cuota de exportación sin aranceles de la carne vacuna, que hoy está en 20 mil toneladas, vinos, etc. Un camino ya intentado por el país con el esfuerzo fallido del TLC, que luego desembocó en el Tifa, acuerdo marco en que se negocian aspectos de la relación comercial pero que, obviamente, no tiene por ahora ningún abatimiento arancelario y, por lo tanto, ningún resultado positivo sobre las exportaciones del país.
Malvenido, decía LA REPUBLICA, George W. Bush. porque nadie iba a pecar de hipocresía, de tener un doble discurso. Era necesario saber que George W. Bush, el actual mandatario estadounidense, es la cabeza de una camarilla agresora que colocó al mundo bajo la amenaza del terror y de la guerra preventiva con el pretexto de combatir al “terrorismo”, provocando decenas de miles de muertes, incluyendo a miles de norteamericanos, al ocupar y destruir Afganistán e Irak, amenazando ahora con hacer lo mismo con Irán, siempre con el mismo pretexto: la supuesta existencia de armas de destrucción masiva, falacia de la “inteligencia” que no pudo ser sostenida en el tiempo y hoy aparece como una mentira histórica.
Eso está bien claro. Nadie lo discute, pero en el medio había una negociación de nuestro gobierno, una invitación a cumplir, un poner al país por un par de días en el centro de la atención mundial y hacer que el gobierno progresista tratara de conseguir un objetivo difícil, pero posible: el ampliar el comercio exterior para mejorar los ingresos, diversificar la producción y, más allá de las deficiencias y modalidades que cada uno de los rubros tiene, intentar multiplicar la actividad y darle más trabajo a los uruguayos.
El camino de las contradicciones
Pero las alternativas que se han producido como consecuencia de la visita al país de George W. Bush, deben hacernos reflexionar a todos los sectores que apoyamos al gobierno progresista en las últimas elecciones y al país que, indudablemente, está viviendo una situación de bonanza económica por razones coyunturales pero, además, una serie de medidas adoptadas desde el Edificio Libertad y los distintos ministerios que han puesto en marcha políticas de distribución del ingreso que no se pueden desconocer.
Porque quienes están en ellos, adoptando esas políticas, son nuestros representantes que para ponerlas en marcha necesitaron del aval de la sanción parlamentaria que se logra, solamente, por el voto de quienes los frenteamplistas hemos designado para los cargos de senadores y diputados en las Cámaras y que, en general, la mayoría de ellos son también dirigentes, históricos, de los distintos sectores de nuestra izquierda.
Con esto queremos expresar que tanto el gobierno como en el parlamento está integrada toda la gama de representantes de nuestra izquierda que se merece, más allá de que las cuestiones de principios son fundamentales, que se les abra una carta de crédito.
Decimos esto, porque pese a reconocer lo que representa este presidente norteamericano, cual es su política internacional, responsable de las agresiones a Afganistán y a Irak, que han costado miles de víctimas, al gobierno progresista uruguayo se le debió abrir una necesaria carta de crédito, por más que entendemos que a Bush en Uruguay se lo trató con menos dureza que en los demás países del continente que visitó.
¿Por qué decimos esto? Porque es un antagonismo imposible de conciliar el estar en la procesión y el campanario, reclamar soluciones para las exportaciones de textiles, y manifestar en contra de quién está en condiciones de brindar una solución a las mismas, aunque finalmente el camino en este rubro parezca difícil de recorrer. Pedir una mejoría de la cuota de 20 mil toneladas para la exportación de carne con arancel cero (el ministro Mujica arriesgo la cifra de multiplicar por cuatro esa cuota), mientras en la calle sectores políticos que votaron por el gobierno y que hoy tienen ministros en él, manifestaron repudiando la presencia del presidente norteamericano.
En la avenida 18 de Julio una cantidad de gente lavaba su conciencia, seguramente habiéndole sacado la naftalina a las viejas banderas partidarias y frenteamplistas, escuchando una proclama incendiaria que reclamaba que Bush dejara el país, mientras en la estancia presidencia de Anchorena los líderes de los mismos sectores cuyos militantes participaban en la marcha, sonreían y trataban con sus mejores modales al presidente norteamericano, tratando de interesarlo en el Uruguay y en mejorar las exportaciones.
La democracia plena
Sabemos y defendemos la democracia plena, entendiendo que en ella todo tipo de expresión, mientras se realice dentro del marco de la Ley, es lícita, por ello no nos motiva estas líneas una crítica a la demostración misma que, en otra ocasión, hubiera sido oportuna y coincidido con el sentimiento profundo de la mayoría de los uruguayos bien inspirados. Los uruguayos siempre hemos sido muy atentos al internacionalismo, quizás por la condición de país chico volcado hacia fuera y para todos han sido muy importantes las posiciones antiimperialistas. Sin embargo en esta ocasión la situación era distinta y el ridículo de lo ocurrido lo vivimos todos.
En esta ocasión, se trataba de un hecho diametralmente distinto puesto que al presidente Bush, mandatario de la primera potencia del mundo con la cual Uruguay mantiene relaciones diplomáticas y comerciales de primer nivel, era recibido por el primer presidente progresista que tiene el país en toda su historia.
Y, la línea del repudio a Bush, es tan delgada, que sin duda afecta al gobierno del presidente Tabaré Vázquez que, evidentemente, más allá de sus aciertos y sus errores, está tratando de lograr soluciones para el Uruguay en su conjunto.
Nos parece que podría haberse pensado más de una vez las acciones, los repudios, las declaraciones, el embanderarse en causas que necesariamente ponían del otro lado al gobierno progresista. Porque lo del viernes pasado fue una desagradable muestra de desconfianza en el gobierno progresista que al recibir al presidente norteamericano, ello nos parece claro, no estaba arriando ninguna bandera.
Se patentizó, entonces, una lamentable y evidente contradicción en el seno de la propia izquierda.
Solo unas frases para la violencia
La otra marcha, la organizada por los llamados grupos antiimperialistas, fue la expresión esperada, abiertamente cuestionadora del gobierno progresista, al que se puso en un pie de igualdad con el imperialismo norteamericano y con las más lamentables lacras existentes en la humanidad. Insólita definición para alguna de las organizaciones participantes que integran el Frente Amplio y califican con los más gruesos términos a sus dirigentes.
Una demostración que finalizó en la agresión vandálica de una veintena de enmascarados que rompieron las vidrieras de algunos comercios y de un templo religioso, además de golpear a un fotógrafo de prensa. Una acción claramente impune por la total inacción policial que se mantuvo lejos del lugar de los acontecimientos, sin cumplir su función esencial de preservar el orden y sin negociar previamente – como parecía necesario y evidente – con los organizadores de la marcha, las reglas del juego.
Los hechos de violencia ocurrieron y no fueron más graves porque las alternativas fortuitas no se dieron. No así porque en ninguno de los lugares hubo integrantes de las fuerzas del orden con el fin de disuadir a los revoltosos, los que no eran muchos y que, obviamente, buscaban esencialmente, ser tomados por los lentes de las cámaras de los reporteros gráficos y de la televisión. Carlos Santiago
Por suerte los desmanes fueron menores, circunscriptos a unos pocos locales que podrían haberse evitado con disuasión, como se hizo al día siguiente, o en ocasión de la cumbre Iberoamericana, en donde los “malos” quedaron nada más que en ridículo.
Aquí, la inacción policial permitió que ocurrieran los desmanes. Policía que unas horas después de los incidentes se le encomendó realizar detenciones, tarea que realizó a mansalva, sin tino, como ocurría en el pasado, cuando por el hecho de ser joven se era sospechoso. Un operativo que fue el resultado de una novedosa tesis de dudosa cualidad democrática: la del mal menor.
- Carlos Santiago es Periodista.
Si la interpretación es correcta, la visita del presidente norteamericano a este territorio aparentemente hostil, en el cual hasta representantes del partido de gobierno se movilizaron en contra de su persona, el análisis a realizar debería iniciarse por otro lado para tratar de demostrar las contradicciones en un país gobernando por primera vez en su historia por un gobierno de izquierda, en el cual la presencia del presidente norteamericano actuó como vector desencadenante de una crisis en la izquierda que, obviamente, tendrá innumerables derivaciones, porque lo ocurrido durante estos días no debería culminar barriendo los restos de la pública desconfianza, explicita, que se manifestó hacia el gobierno, bajo la alfombra del olvido.
Bienvenido y malvenido, fueron los conceptos con que se sintetiza el pensamiento de LA REPUBLICA sobre el presidente norteamericano. Bienvenido el primer mandatario de la principal potencia del mundo que llegó a Uruguay, invitado por el gobierno progresista. El objetivo de Tabaré Vázquez era el interesar a la cúpula gobernante de EEUU en algunos productos de exportación, como la carne ovina, los cítricos, el aumento de la cuota de exportación sin aranceles de la carne vacuna, que hoy está en 20 mil toneladas, vinos, etc. Un camino ya intentado por el país con el esfuerzo fallido del TLC, que luego desembocó en el Tifa, acuerdo marco en que se negocian aspectos de la relación comercial pero que, obviamente, no tiene por ahora ningún abatimiento arancelario y, por lo tanto, ningún resultado positivo sobre las exportaciones del país.
Malvenido, decía LA REPUBLICA, George W. Bush. porque nadie iba a pecar de hipocresía, de tener un doble discurso. Era necesario saber que George W. Bush, el actual mandatario estadounidense, es la cabeza de una camarilla agresora que colocó al mundo bajo la amenaza del terror y de la guerra preventiva con el pretexto de combatir al “terrorismo”, provocando decenas de miles de muertes, incluyendo a miles de norteamericanos, al ocupar y destruir Afganistán e Irak, amenazando ahora con hacer lo mismo con Irán, siempre con el mismo pretexto: la supuesta existencia de armas de destrucción masiva, falacia de la “inteligencia” que no pudo ser sostenida en el tiempo y hoy aparece como una mentira histórica.
Eso está bien claro. Nadie lo discute, pero en el medio había una negociación de nuestro gobierno, una invitación a cumplir, un poner al país por un par de días en el centro de la atención mundial y hacer que el gobierno progresista tratara de conseguir un objetivo difícil, pero posible: el ampliar el comercio exterior para mejorar los ingresos, diversificar la producción y, más allá de las deficiencias y modalidades que cada uno de los rubros tiene, intentar multiplicar la actividad y darle más trabajo a los uruguayos.
El camino de las contradicciones
Pero las alternativas que se han producido como consecuencia de la visita al país de George W. Bush, deben hacernos reflexionar a todos los sectores que apoyamos al gobierno progresista en las últimas elecciones y al país que, indudablemente, está viviendo una situación de bonanza económica por razones coyunturales pero, además, una serie de medidas adoptadas desde el Edificio Libertad y los distintos ministerios que han puesto en marcha políticas de distribución del ingreso que no se pueden desconocer.
Porque quienes están en ellos, adoptando esas políticas, son nuestros representantes que para ponerlas en marcha necesitaron del aval de la sanción parlamentaria que se logra, solamente, por el voto de quienes los frenteamplistas hemos designado para los cargos de senadores y diputados en las Cámaras y que, en general, la mayoría de ellos son también dirigentes, históricos, de los distintos sectores de nuestra izquierda.
Con esto queremos expresar que tanto el gobierno como en el parlamento está integrada toda la gama de representantes de nuestra izquierda que se merece, más allá de que las cuestiones de principios son fundamentales, que se les abra una carta de crédito.
Decimos esto, porque pese a reconocer lo que representa este presidente norteamericano, cual es su política internacional, responsable de las agresiones a Afganistán y a Irak, que han costado miles de víctimas, al gobierno progresista uruguayo se le debió abrir una necesaria carta de crédito, por más que entendemos que a Bush en Uruguay se lo trató con menos dureza que en los demás países del continente que visitó.
¿Por qué decimos esto? Porque es un antagonismo imposible de conciliar el estar en la procesión y el campanario, reclamar soluciones para las exportaciones de textiles, y manifestar en contra de quién está en condiciones de brindar una solución a las mismas, aunque finalmente el camino en este rubro parezca difícil de recorrer. Pedir una mejoría de la cuota de 20 mil toneladas para la exportación de carne con arancel cero (el ministro Mujica arriesgo la cifra de multiplicar por cuatro esa cuota), mientras en la calle sectores políticos que votaron por el gobierno y que hoy tienen ministros en él, manifestaron repudiando la presencia del presidente norteamericano.
En la avenida 18 de Julio una cantidad de gente lavaba su conciencia, seguramente habiéndole sacado la naftalina a las viejas banderas partidarias y frenteamplistas, escuchando una proclama incendiaria que reclamaba que Bush dejara el país, mientras en la estancia presidencia de Anchorena los líderes de los mismos sectores cuyos militantes participaban en la marcha, sonreían y trataban con sus mejores modales al presidente norteamericano, tratando de interesarlo en el Uruguay y en mejorar las exportaciones.
La democracia plena
Sabemos y defendemos la democracia plena, entendiendo que en ella todo tipo de expresión, mientras se realice dentro del marco de la Ley, es lícita, por ello no nos motiva estas líneas una crítica a la demostración misma que, en otra ocasión, hubiera sido oportuna y coincidido con el sentimiento profundo de la mayoría de los uruguayos bien inspirados. Los uruguayos siempre hemos sido muy atentos al internacionalismo, quizás por la condición de país chico volcado hacia fuera y para todos han sido muy importantes las posiciones antiimperialistas. Sin embargo en esta ocasión la situación era distinta y el ridículo de lo ocurrido lo vivimos todos.
En esta ocasión, se trataba de un hecho diametralmente distinto puesto que al presidente Bush, mandatario de la primera potencia del mundo con la cual Uruguay mantiene relaciones diplomáticas y comerciales de primer nivel, era recibido por el primer presidente progresista que tiene el país en toda su historia.
Y, la línea del repudio a Bush, es tan delgada, que sin duda afecta al gobierno del presidente Tabaré Vázquez que, evidentemente, más allá de sus aciertos y sus errores, está tratando de lograr soluciones para el Uruguay en su conjunto.
Nos parece que podría haberse pensado más de una vez las acciones, los repudios, las declaraciones, el embanderarse en causas que necesariamente ponían del otro lado al gobierno progresista. Porque lo del viernes pasado fue una desagradable muestra de desconfianza en el gobierno progresista que al recibir al presidente norteamericano, ello nos parece claro, no estaba arriando ninguna bandera.
Se patentizó, entonces, una lamentable y evidente contradicción en el seno de la propia izquierda.
Solo unas frases para la violencia
La otra marcha, la organizada por los llamados grupos antiimperialistas, fue la expresión esperada, abiertamente cuestionadora del gobierno progresista, al que se puso en un pie de igualdad con el imperialismo norteamericano y con las más lamentables lacras existentes en la humanidad. Insólita definición para alguna de las organizaciones participantes que integran el Frente Amplio y califican con los más gruesos términos a sus dirigentes.
Una demostración que finalizó en la agresión vandálica de una veintena de enmascarados que rompieron las vidrieras de algunos comercios y de un templo religioso, además de golpear a un fotógrafo de prensa. Una acción claramente impune por la total inacción policial que se mantuvo lejos del lugar de los acontecimientos, sin cumplir su función esencial de preservar el orden y sin negociar previamente – como parecía necesario y evidente – con los organizadores de la marcha, las reglas del juego.
Los hechos de violencia ocurrieron y no fueron más graves porque las alternativas fortuitas no se dieron. No así porque en ninguno de los lugares hubo integrantes de las fuerzas del orden con el fin de disuadir a los revoltosos, los que no eran muchos y que, obviamente, buscaban esencialmente, ser tomados por los lentes de las cámaras de los reporteros gráficos y de la televisión. Carlos Santiago
Por suerte los desmanes fueron menores, circunscriptos a unos pocos locales que podrían haberse evitado con disuasión, como se hizo al día siguiente, o en ocasión de la cumbre Iberoamericana, en donde los “malos” quedaron nada más que en ridículo.
Aquí, la inacción policial permitió que ocurrieran los desmanes. Policía que unas horas después de los incidentes se le encomendó realizar detenciones, tarea que realizó a mansalva, sin tino, como ocurría en el pasado, cuando por el hecho de ser joven se era sospechoso. Un operativo que fue el resultado de una novedosa tesis de dudosa cualidad democrática: la del mal menor.
- Carlos Santiago es Periodista.
https://www.alainet.org/fr/node/120053
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