TLC: Recolonización en grande
12/04/2007
- Opinión
Introducción
El denominado Tratado de Libre Comercio (TLC) con EEUU y Centroamérica está ya en proceso de ejecución en la República Dominicana. Sus siglas en inglés, que no es de mi agrado usarlas, son DR-CAFTA, siempre bien pronunciadas por el Dr. Leonel Fernández, quien funge de presidente de nuestro país.
En verdad no se trata de un tratado, sino de una imposición desde una estrecha articulación entre los intereses de las corporaciones estadounidenses, representadas por el gobierno de George W. Bush, y los dirigentes de la Asociación Dominicana de Zonas Francas(ADOZONA), la Cámara Americana de Comercio y los grandes importadores dominicanos, quienes serán los favorecidos con su ejecución.
Tampoco tiene que ver ese paso con una real política de “libre comercio”, dadas no solo las circunstancias derivadas del proceso de extraordinaria concentración capitalista en favor de los grandes monopolios y oligopolios internacionales y criollos, sino tambien del conjunto de medidas proteccionistas y condiciones ventajosas que para las grandes empresas perduran en la sociedad estadounidense; mientras nos obligan a eliminar todas las barreras similares a favor de las nuestras.
Desde la conversión del capitalismo en imperialismo, del cual el estadounidense es todavía componente dominante, la libre competencia internacional viene siendo abatida hasta tornarse en una verdadera falacia. La enorme desigualdad entre empresas y naciones han afectado en gran escala la libertad en el mercado.
La competencia entre desiguales, donde en muchos casos las diferencias tecnológicas, formativas, normativas, financieras y operacionales son realmente abismales, jamás podría generar condiciones de igualdad y trato justo. De ahí la falacia del “libre mercado” y los efectos nefastos de la “competitividad sin límites”.
Pero no solo se trata del gran engaño que acompaña las políticas en torno a las llamadas áreas de libre comercio promovidas por las grandes potencias capitalistas y sus todopoderosas corporaciones transnacionales, fundamentalmente destinadas a sacar de competencia las empresas agropecuarias y manufactureras de los países dependientes y a apropiarse de sus mercado internos; políticas que por demás- junto con las privatizaciones, las desregulaciones del mercado laboral, el desmonte de las conquistas sociales, el despojo de las funciones económicas y sociales del Estado- han caracterizado el proceso de reestructuración neoliberal del capitalismo en interés de elevar sus ganancias y su poder sobre el resto de la humanidad.
El TLC llamado DR- CAFTA
Hay más aun, porque es preciso agregar todo lo relacionado con los detalles que refuerzan el carácter recolonizador y los efectos contra toda posibilidad de desarrollo contenido en los textos del referido TLC y en los procedimientos para su ejecución.
Hegemonismo y sumisión se mezclan para profundizar el abismo entre desarrollo y subdesarrollo, entre progreso y atraso, entre beneficiarios de las riquezas generadas y productores de las mismas, entre capital y trabajo.
Hegemonismo y sumisión se confabulan para “modernizar” profundizando los procesos de destrucción de los Estado nacionales subordinados a las grandes potencias capitalistas y para empobrecer todos los componentes de la naturaleza de nuestro país: seres humanos, medio ambiente, reservas minerales y científicas…
De entrada hay que decir que el TLC con EEUU y Centroamérica es solo un instrumento de política comercial y en verdad el desarrollo implica mucho más que eso.
De todas maneas es necesario examinar si ese instrumento de política comercial ayuda o desayuda al propósito de superar las penurias y alcanzar del máximo de libertades (políticas, económicas, sociales, culturales, espirituales) de los seres humanasen esta sociedad, lo que debe ser la esencia de todo desarrollo.
Igual hay que valorar si contribuye o no a la autodeterminación de nuestro pueblo, a su libertad, a la defensa de su identidad y a sus valores, al respeto de sus derechos integrales en el concierto de los pueblos de América y del mundo.
• Intervención legal
Comencemos por analizar su contenido legal, vinculándolo a nuestra soberanía nacional y popular:
El TLC que examinamos le concede poder legal a los EEUU sobre todo tipo de actividad económica, al tiempo de condicionar totalmente la economía dominicana en las próximas décadas en función de las relaciones con esa potencia. La ingerencia, la intervención legal, es sencillamente total, brutal, intensa y extensa…al extremo de cualquier nueva ley para ser aprobada deberá ser compatible con texto del TLC.
Las grandes empresas estadounidenses son agraciadas con el trato de “nación favorecida” al extremo de recibir el mismo trato que le concede a las dominicanas, sin que las criollas cuenten con el poder de presión y soborno, con la fuerza extraordinaria de que disponen las estadounidenses y su Estado imperialista.
En los próximos 20 años no habrá ninguna restricción comercial de parte de las leyes dominicanas; y aunque así reza de la parte estadounidense, en realidad esa gran potencia mantendrá intacto todo su sistema de protección y de barreras comerciales y no comerciales.
• Abismo tecnológico y subsidios USA
EEUU no solo cuenta con una base tecnológica y científica muy superior a la de nuestro sistema productivo; una base tecno-científica en gran escala secuestrada y por tanto difícil de transferir (en lo que implica una enorme ventaja comparativa), sino que ha institucionalizado el sistema de subsidios a sus productores agropecuarios.
Ese subsidio ascendió a la suma de 190 mil millones de dólares en el periodo 2003-2008, lo que representa casi 20 mil millones por año.
Unos 87 millones de dólares diarios están destinado a subsidiar su producción de trigo, cebada, oleaginosa, algodón, arroz, granos y productos lácteos.
Solo en materia de arroz, los expertos de la Secretaría de Agricultura de los EEUU estiman que los productores de ese país podían duplicar sus exportaciones a República Dominicana en el marco del TLC, esto es, de 50,600 toneladas en el momento actual a unas 120 mil toneladas.
A esto se le agregan las trabas fito-sanitarias que EEUU impone para obstaculizar el ingreso de nuestros productos a su mercado.
• Efectos devastadores en el aparato productivo nacional
Esto va a implicar continuos procesos de quiebras de los productores dominicanos de arroz, habichuelas, leche, azúcar…
El sector agropecuario dominicano, que nutre parte del mercado nacional, se verá prácticamente imposibilitado de competir con la avalancha de productos agrícolas, pecuarios y agrícolas que ahora ingresarán desde EEUU al mercado dominicano libre de impuestos
La impotencia para sobrevivir a esas condicionantes podría ocasionar –según valoraciones de expertos en la materia- la pérdida de unos 521 mil empleos directos y dos millones de empleo indirectos en el sector agropecuario.
En el sector manufacturero los efectos serían tambien sumamente negativos, estimándose la posible pérdida en cerca de medio millón de empleos a consecuencia de las industrias, los comercios y las microempresas que podrían quebrar. Solo en las industrias del mueble podrían desaparecer unas 46 mil puestos de trabajo.
Y todo esto, en un contexto en el que habrá libre movilidad de personas de allá hacia acá pero no de aquí hacia allá, y en un país de 9 millones de habitantes, equivale a una especie de catástrofe social.
• Ley del embudo en cuanto a ingresos.
Los expertos estadounidenses prevén que con la vigencia del TLC los ingresos adicionales para sus corporaciones empresariales serán del orden de los 17 mil millones de dólares, mientras todos los países de la región (República Dominicana, Nicaragua, Honduras, El Salvador y Guatemala) a lo sumo podrían obtener unos 5 mil millones de dólares más. Las desventajas son enormes.
• Desprotección ambiental
La total desprotección ambiental y ecológica será una consecuencia directa de la cláusulas que convierten en sujeto de demanda de las empresas imperialistas toda iniciativa nacional destinada a proteger nuestra corteza terrestre, ríos, mares, recursos minerales, reservas forestales y científicas, aire, derechos de los (as) trabajadores (as), ingresos y propiedades del Estado.
• Inversión extranjera sin control
Igual el TLC promueve la inversión extranjera sin controles ni regulaciones, el libre flujo de capital en función exclusiva de la libertad de ganancias de las empresas extranjeras.
Su camisa de fuerza legal es un marco de hierro de protección de las empresas, servicios y recursos privatizados a favor del capital transnacional y una inducción forzada hacia las nuevas privatizaciones en materia de servicios públicos, incluidos los relacionados con la protección de la biodiversidad, el agua, la caza la pesca deportiva, las concesiones marítimas y terrestres, las explotaciones de recursos minerales.
Todo esto conlleva el encarecimiento en mayor grado de la energía, el agua, la diversión…
• Monopolio tecnológico a nombre de la llamada propiedad intelectual
El TLC con EEUU, y Centroamérica modificó las leyes en materia de la mal llamada “propiedad intelectual”, profundizando el monopolio tecnológico y la creación de rentas monopólicas, ampliando plazos y penalizando drásticamente las violaciones a estas leyes.
Las reglas del TLC en esta materia superan en restricciones las establecidas por la Organización Mundial del Comercio, bloqueando así toda posibilidad de copia y/o trasferencia de tecnologías y avances científicos, acaparando los avances creativos de los seres humanos y potenciando la superioridad tecno-científica de los países ricos y de sus grandes corporaciones.
Como la competitividad depende de la productividad y la productividad depende de las tecnológicas y de los avances científicos aplicables a la producción, distribución y servicios, esa determinación implica negarle toda posibilidad de competir exitosamente a las economías más débiles, a los países menos desarrollados tecnológicamente, potenciando así la ley del embudo.
Esas cláusulas del TLC encarecen las nuevas tecnologías y dificultan enormemente el acceso a ellas y a los medicamentos.
En el caso de la industria farmacéutica nacional los perjuicios serán enormes y el país estará condenado a depender de los medicamentos de las grandes corporaciones extranjeras, de los fármacos a precios monopólicos y oligopólicos.
• Cero movilidad del trabajo
El TLC favorece la libre movilidad de bienes, servicios y capitales. Pero no garantiza la libre movilidad del trabajo
EEUU es fuerte en todo lo primero y la República Dominicana solo lo es en la abundancia de oferta de fuerza de trabajo, por lo que se nos condena a la sobre-explotación de nuestra mano de obras, sin ninguna movilidad.
TLC, desarrollo, Crecimiento, Competitividad, Precios, Exportaciones y Desigualdad
La experiencia vivida en las últimas décadas desmiente categóricamente las supuestas bondades para el desarrollo del llamado libre.
El crecimiento económico no es sinónimo de desarrollo y esto quedó muy bien demostrado por los autores del Informe del Desarrollo Humano del PNUD 2005, que al examinar el caso dominicano, pudieron comprobar que siendo de los países del planeta que más había crecido económicamente en los últimos cincuenta años es a la vez uno de lo que menos había aprovechado ese crecimiento en término de los indicadores del desarrollo. Nuestro país está entre los trece países del mundo, incluidos los africanos, que peor ha distribuidos sus ingresos, que mayores penurias y penalidades le han impuesto los sectores dominantes a sus habitantes.
Y aun en estas dramáticas condiciones el TLC exigió de eliminación de impuestos aduanales por un monto de mil millones de dólares (32mil millones de pesos), forzando a una contrarreforma tributaria que le ha cargado más impuestos al consumo a los sectores de bajo y medianos ingresos.
EL TLC impone reglas comerciales iguales para países y sociedades sumamente desiguales. En 20 años EU y República Dominicana deben marchar parejas, con igualdad de condiciones de intercambios, a pesar de las enormes diferencias de tamaño y nivel de desarrollo.
El tratamiento que el referido TLC le da a esas grandes diferencias se reduce a plazos para ir bajando aranceles, sin valorar los abismales desniveles en materia de desarrollo. En 20 años deberíamos alcanzar los niveles de productividad de EEUU para poder competir, como si en economía y desarrollo fueran posibles milagros de esa magnitud.
Ellos con el monopolio tecnológico y científico y una superioridad de siglos en ese orden. Con grandes subsidios a sus productores y nosotros sin ninguno.
Ellos con una economía y un país de una dimensión mil veces superior. Nosotros (as) con poquísimos ingresos y con un poder que se resiste a distribuir justamente el ingreso disponible, con una Estado gansterizado y anémico, con pésimos servicios públicos, con bajísima calidad en la fuerza e trabajo y enorme precariedad en salud y educación, con un pésimo sistema energético (privatizado y protegido por el imperio), con un país pequeño y empobrecido.
Es esto lo que lleva al economista Miguel Ceara Hatton, director de un prestigioso centro de investigación y representante del PNUD en la República Dominicana, a afirmar lo siguiente:
“Los objetivos del DR-CAFTA son:
(a) Estimular la expansión y diversificación del comercio;
(b) Eliminar los obstáculos al comercio y facilitar la circulación transfronteriza de mercancías y servicios entre los territorios;
(c) Promover condiciones de competencia leal en la zona de libre comercio;
(d) Aumentar sustancialmente las oportunidades de inversión;
(e) Proteger en forma adecuada y eficaz y hacer valer los derechos de propiedad intelectual en el territorio;
(f) Crear procedimientos eficaces para la aplicación y el cumplimiento de esta Tratado, para su administración conjunta y para la solución de controversias; y
(g) Establecer lineamientos para la cooperación bilateral, regional, y multilateral dirigida a ampliar y mejorar los beneficios de este Tratado.”
“Como se ve todos esos objetivos se pueden cumplir sin que mejore un ápice las condiciones de vida de las personas. Pero aun más, no se estipuló ninguna obligación de los EEUU con los otros signatarios en materia de trato especial y diferenciado en función del tamaño y el nivel de desarrollo, que fuera más allá de los plazos de desgravación.”
Los epígonos del TLC exaltan entre sus posibles bondades la capacidad de ese instrumento comercial para supuestamente aumentar significativamente en el corto plazo las exportaciones dominicanas a EEUU, superar el déficit en la balanza comercial y reducir sensiblemente los precios de las importaciones de todo tipo, mejorando las condiciones de vida de la población.
A esto Ceara le responde de manera muy contundente:
“Las exportaciones totales dominicanas hacia EEUU están estancadas desde 1997, casi una década. La competitividad revelada se ha desplomado, cayendo un 28% entre 1997 y 2000, a pesar de que el acceso al mercado estadounidense estaba aumentando (el arancel efectivo pagado en EEUU estaba disminuyendo) y en el 2006, la competitividad revelada (la participación de mercado en los EEUU) era un tercio menos de lo que era 17 años atrás.”
“En el corto plazo, dada la trayectoria de los últimos pagos se debe descontar cualquier impacto positivo sobre al cuenta corriente de la balanza de pagos. En efecto si las exportaciones totales están estancadas desde 1997, las exportaciones nacionales lo están en las últimas dos décadas (excepción del ferro-niquel, en lo dos últimos años) y las exportaciones textiles disminuyen, no hay porque esperar un repunte de las exportaciones y una mejoría en la balanza de pagos.”
“Se ha argumentado que el DR-CAFTA traería un beneficio inmediato sobre los precios internos, mejorando el bienestar. Este impacto parece dudoso debido a la estructura de los mercados dominicanos. Por ejemplo, la reevaluación del tipo de cambio tiene el mismo efecto que un arancel sobre lo precios. Si los precios no cayeron con una revaluación del 50%, por qué caerían con la desaparición de un arancel del 30%. Para que ese efecto ocurra, habría que cambiar una parte importante de la cadena de comercialización lo cual si pasa sería en el mediano plazo.”
Esto último guarda relación con el carácter monopólico-oligopólico de la oferta transnacional, además de la altísima concentración de la propiedad empresarial en el sector importador privado del país, lo que le permitirá manipular los precios e imponer precios altos tan pronto desplacen del mercado a los productores nacionales.
La concentración de la propiedad en grandes cadenas de distribución comercial es un componente del poder oligárquico y es claro que sin romperle el espinazo a la oligarquía y desplazar del poder a la partidocracia corrompida que le sirve y traba todo avance político hacia una nueva institucionalidad y un justo sistema de precios, no habrá la posibilidad de mejorar esta grave situación.
Igual pasa con todo lo relativo al predominio de una cultura política perversa que le cierra el paso y/o corrompe todo lo prometido en materia de cambios institucionales y normativos superadores del “status quo”.
¿“Salvar Zonas Francas”?
Salvar las empresas de Zonas Francas ha sido el pretexto para imponer el TLC, aunque la realidad es que con o sin TLC esas empresas, ese modelo de crecimiento, está condenado a la desaparición por los efectos generales de la liberalización comercial de corte neoliberal.
Tanto la liberalización del comercio de textiles y la entrada de China Continental a ese modelo, como las ventajas comparativas de Centroamérica (por bajos salarios y energía eléctrica mas barata) le ha creado graves dificultades a las empresas textiles dominicanas de Zonas Francas, generando un proceso de quiebra y despidos masivos.
Las empresas de Zonas Francas exportan sin agregar valor, por lo que no es propiamente un esquema de desarrollo.
Las exportaciones, además, se han concentrado en el mercado de EU, lo cual es un grave error. Y se yerra en mayor escala cuando se piensa que el TLC puede salvarlas porque abre acceso a nuevos mercados.
De nuevo la miopía y la anguria sin ingenio de la cúpula partidocrática y de los empresarios de Zonas Francas confunden acceso a mercado con capacidad competitiva. Y por esto no podrán explicarse el hecho de que si logran exportar más, será por cortísimo tiempo, ya que esas exportaciones no harán al país ni más rico ni más productivo.
La imposición del TLC ni salvará las Zona Francas ni ayudará al desarrollo, sino que habrá de hundirlo más aun en una crisis social ya de por si dramática.
Conclusiones
La aplicación del TLC con EEUU y Centroamérica viene a completar el proceso de recolonización económica del país, provocando:
• La apropiación de lo que queda del mercado interno dominicano por las corporaciones transnacionales, especialmente estadounidenses.
• El traspaso de lo que queda del patrimonio público y del patrimonio natural del país a las grandes empresas privadas, sobretodo a las corporaciones de EEUU.
• La liquidación de la ya limitada oferta al mercado interno de alimentos producidos en el país (arroz, habichuelas, pollo, azúcar, cerdo, res, leche…) y la pérdida completa de la seguridad alimentaría.
• La apropiación de las compras, contratos de servicio y contratos de obras del Estado por las compañías extranjeras y la quiebra de las suplidoras de bienes y servicios de factura nacional.
• El impedimento, mediante las cláusulas sobre “derecho de autor”, de acceso del país a los adelantos científicos, tecnológicos y culturales.
• La desprotección ecológica.
• El empobrecimiento de la sociedad nacional y su conversión en plaza de servicios y mercado de EU.
Las áreas de libre comercio impulsadas por EEUU tienen como propósito fundamental tragarse los mercados nacionales, mientras las privatizaciones en todas las vertientes persiguen apropiarse de los patrimonios nacionales y naturales de los países periféricos.
Los TLC y los acuerdos como el DR-CAFTA pueden ser malísimos o malos, pero jamás buenos para los intereses de países como el nuestro.
Pero lo expuesto solo se refiere al proceso de recolonización económica, y ciertamente que la estrategia de dominación de EEUU esta avanzando aceleradamente en lo militar.
Veamos:
• El memorando firmado por el gobierno de Balaguer con el gobierno de EEUU, sostenido por los gobiernos de Leonel Fernández y de Hipólito Mejía, permite el uso de aeropuertos, puertos, espacio aéreo y territorio dominicano para el uso de las tropas destinadas a Haití.
• La ocupación militar de Haití por tropas extranjeras bajo la dirección de EEUU refuerza su presencia militar directa en la isla.
• La ratificación por el actual gobierno dominicano del acuerdo firmado entre el anterior gobierno y el de los EEUU que garantiza total impunidad a los soldados estadounidenses radicados o por radicarse en territorio nacional.
• La petición de Leonel Fernández a George Bush para que el gobierno de EEUU se encargue de diseñar y controlar el plan de seguridad fronteriza entre Haití y República Dominicana. Hans Hertell, embajador estadounidense en el país, está encargado de rendir el informe después de cada visita de los representantes del Comando Sur y del Departamento de Migración y Aduanas de EEU.
• El reciente anuncio de establecer una Escuela Militar para Sargentos de Centro-América y el Caribe en territorio dominicano, en lo que parece una especie de reedición de las escuelas de la muerte, tipo Escuela de las Américas.
• La compaña calificando el país de “Estado Fallido”, creando condiciones para su ocupación militar en mayor escala.
• La ejecución de las operaciones Nuevos Horizontes, la más reciente realizada desde el campamento de la ciudad de Barahona, utilizando su puerto y areopuerto.
• La reciente creación del Comando de Operaciones Conjunta del Pentágono y de las Fuerzas Armadas Dominicanas.
Alternativa
Es claro que con la continuidad al frente del Estado de la partidocracia tradicional representada por las cúpulas del PLD, PRD y PRSC y sus diferentes facciones (reeleccionistas, antireeleccionistas, gobiernistas, opositoras) y las estructuras del poder permanentemente controladas por la oligarquía y por el poder imperial de los EEUU, no se puede superar este proceso de recolonización del país, que viene empobrecimiento aceleradamente a nuestro pueblo y destruyendo nuestra nación y su naturaleza.
La reversión de este cuadro, incluida la anulación del TLC, pasa por un cambio político y social: por un gobierno distinto que se proponga cambiar las reglas del juego, definir el camino hacia una sociedad pos-neoliberal, avanzar hacia una nueva institucionalidad vía un proceso de constituyente con participación popular; rescatar la autodeterminación y la soberanía del país, creando una economía productiva, instrumentando una política de desarrollo humano, incorporando el país a las corrientes de cambios progresistas a escala continental, descartando el camino del TLC y las políticas neoliberales, incorporándolo a la Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA).
Esto exige poner en el centro de las políticas públicas el bienestar y la felicidad de los seres humanos, lo que pasa por un programa de redistribución justa del ingreso y de las riquezas nacionales, de participación popular en las discusiones y decisiones, y de creciente integración latinoamericana-caribeña, sin subordinación a EEUU.
El cuadro actual se descargaría de pesimismo si se abren las compuertas del cambio político, el cambio en la relación de poder, capaz de generar el optimismo.
Y ese cambio no se decreta, sino que se construye en el contexto de una línea de unidad y resistencia para bloquear el TLC. Una línea de oposición al neoliberalismo, de democracia de calle, de combate a la corrupción y a los gobiernos de las partidocracias tradicionales, de creación de fuerzas transformadoras desde la base de la sociedad, de combates por la defensa de nuestros recursos naturales, por los derechos negado a nuestras mujeres, a nuestros (as) jóvenes, a nuestros (as) trabajadores (as), a los (as) excluidos (as), a las capas medias y los (as) pequeños empresarios (as) empobrecidos.
Una recolonización en grande solo se derrota con una movilización en grande, como se hizo y se esta haciendo en Venezuela, en Bolivia, en Ecuador… Como está en marcha en Colombia, México, Nicaragua, Argentina…; como se consumó en Cuba revolucionaria.
El TLC entraña muchas cuestiones técnicas, pero es sobretodo un problema de correlación de fuerza y de poder social y político.
Existen alternativas a esa imposición y a todas las demás, solo que se precisa de la fuerza capaz de ayudar a convertir al pueblo en contra-poder alternativo.
Abril 2007, Santo Domingo.
El denominado Tratado de Libre Comercio (TLC) con EEUU y Centroamérica está ya en proceso de ejecución en la República Dominicana. Sus siglas en inglés, que no es de mi agrado usarlas, son DR-CAFTA, siempre bien pronunciadas por el Dr. Leonel Fernández, quien funge de presidente de nuestro país.
En verdad no se trata de un tratado, sino de una imposición desde una estrecha articulación entre los intereses de las corporaciones estadounidenses, representadas por el gobierno de George W. Bush, y los dirigentes de la Asociación Dominicana de Zonas Francas(ADOZONA), la Cámara Americana de Comercio y los grandes importadores dominicanos, quienes serán los favorecidos con su ejecución.
Tampoco tiene que ver ese paso con una real política de “libre comercio”, dadas no solo las circunstancias derivadas del proceso de extraordinaria concentración capitalista en favor de los grandes monopolios y oligopolios internacionales y criollos, sino tambien del conjunto de medidas proteccionistas y condiciones ventajosas que para las grandes empresas perduran en la sociedad estadounidense; mientras nos obligan a eliminar todas las barreras similares a favor de las nuestras.
Desde la conversión del capitalismo en imperialismo, del cual el estadounidense es todavía componente dominante, la libre competencia internacional viene siendo abatida hasta tornarse en una verdadera falacia. La enorme desigualdad entre empresas y naciones han afectado en gran escala la libertad en el mercado.
La competencia entre desiguales, donde en muchos casos las diferencias tecnológicas, formativas, normativas, financieras y operacionales son realmente abismales, jamás podría generar condiciones de igualdad y trato justo. De ahí la falacia del “libre mercado” y los efectos nefastos de la “competitividad sin límites”.
Pero no solo se trata del gran engaño que acompaña las políticas en torno a las llamadas áreas de libre comercio promovidas por las grandes potencias capitalistas y sus todopoderosas corporaciones transnacionales, fundamentalmente destinadas a sacar de competencia las empresas agropecuarias y manufactureras de los países dependientes y a apropiarse de sus mercado internos; políticas que por demás- junto con las privatizaciones, las desregulaciones del mercado laboral, el desmonte de las conquistas sociales, el despojo de las funciones económicas y sociales del Estado- han caracterizado el proceso de reestructuración neoliberal del capitalismo en interés de elevar sus ganancias y su poder sobre el resto de la humanidad.
El TLC llamado DR- CAFTA
Hay más aun, porque es preciso agregar todo lo relacionado con los detalles que refuerzan el carácter recolonizador y los efectos contra toda posibilidad de desarrollo contenido en los textos del referido TLC y en los procedimientos para su ejecución.
Hegemonismo y sumisión se mezclan para profundizar el abismo entre desarrollo y subdesarrollo, entre progreso y atraso, entre beneficiarios de las riquezas generadas y productores de las mismas, entre capital y trabajo.
Hegemonismo y sumisión se confabulan para “modernizar” profundizando los procesos de destrucción de los Estado nacionales subordinados a las grandes potencias capitalistas y para empobrecer todos los componentes de la naturaleza de nuestro país: seres humanos, medio ambiente, reservas minerales y científicas…
De entrada hay que decir que el TLC con EEUU y Centroamérica es solo un instrumento de política comercial y en verdad el desarrollo implica mucho más que eso.
De todas maneas es necesario examinar si ese instrumento de política comercial ayuda o desayuda al propósito de superar las penurias y alcanzar del máximo de libertades (políticas, económicas, sociales, culturales, espirituales) de los seres humanasen esta sociedad, lo que debe ser la esencia de todo desarrollo.
Igual hay que valorar si contribuye o no a la autodeterminación de nuestro pueblo, a su libertad, a la defensa de su identidad y a sus valores, al respeto de sus derechos integrales en el concierto de los pueblos de América y del mundo.
• Intervención legal
Comencemos por analizar su contenido legal, vinculándolo a nuestra soberanía nacional y popular:
El TLC que examinamos le concede poder legal a los EEUU sobre todo tipo de actividad económica, al tiempo de condicionar totalmente la economía dominicana en las próximas décadas en función de las relaciones con esa potencia. La ingerencia, la intervención legal, es sencillamente total, brutal, intensa y extensa…al extremo de cualquier nueva ley para ser aprobada deberá ser compatible con texto del TLC.
Las grandes empresas estadounidenses son agraciadas con el trato de “nación favorecida” al extremo de recibir el mismo trato que le concede a las dominicanas, sin que las criollas cuenten con el poder de presión y soborno, con la fuerza extraordinaria de que disponen las estadounidenses y su Estado imperialista.
En los próximos 20 años no habrá ninguna restricción comercial de parte de las leyes dominicanas; y aunque así reza de la parte estadounidense, en realidad esa gran potencia mantendrá intacto todo su sistema de protección y de barreras comerciales y no comerciales.
• Abismo tecnológico y subsidios USA
EEUU no solo cuenta con una base tecnológica y científica muy superior a la de nuestro sistema productivo; una base tecno-científica en gran escala secuestrada y por tanto difícil de transferir (en lo que implica una enorme ventaja comparativa), sino que ha institucionalizado el sistema de subsidios a sus productores agropecuarios.
Ese subsidio ascendió a la suma de 190 mil millones de dólares en el periodo 2003-2008, lo que representa casi 20 mil millones por año.
Unos 87 millones de dólares diarios están destinado a subsidiar su producción de trigo, cebada, oleaginosa, algodón, arroz, granos y productos lácteos.
Solo en materia de arroz, los expertos de la Secretaría de Agricultura de los EEUU estiman que los productores de ese país podían duplicar sus exportaciones a República Dominicana en el marco del TLC, esto es, de 50,600 toneladas en el momento actual a unas 120 mil toneladas.
A esto se le agregan las trabas fito-sanitarias que EEUU impone para obstaculizar el ingreso de nuestros productos a su mercado.
• Efectos devastadores en el aparato productivo nacional
Esto va a implicar continuos procesos de quiebras de los productores dominicanos de arroz, habichuelas, leche, azúcar…
El sector agropecuario dominicano, que nutre parte del mercado nacional, se verá prácticamente imposibilitado de competir con la avalancha de productos agrícolas, pecuarios y agrícolas que ahora ingresarán desde EEUU al mercado dominicano libre de impuestos
La impotencia para sobrevivir a esas condicionantes podría ocasionar –según valoraciones de expertos en la materia- la pérdida de unos 521 mil empleos directos y dos millones de empleo indirectos en el sector agropecuario.
En el sector manufacturero los efectos serían tambien sumamente negativos, estimándose la posible pérdida en cerca de medio millón de empleos a consecuencia de las industrias, los comercios y las microempresas que podrían quebrar. Solo en las industrias del mueble podrían desaparecer unas 46 mil puestos de trabajo.
Y todo esto, en un contexto en el que habrá libre movilidad de personas de allá hacia acá pero no de aquí hacia allá, y en un país de 9 millones de habitantes, equivale a una especie de catástrofe social.
• Ley del embudo en cuanto a ingresos.
Los expertos estadounidenses prevén que con la vigencia del TLC los ingresos adicionales para sus corporaciones empresariales serán del orden de los 17 mil millones de dólares, mientras todos los países de la región (República Dominicana, Nicaragua, Honduras, El Salvador y Guatemala) a lo sumo podrían obtener unos 5 mil millones de dólares más. Las desventajas son enormes.
• Desprotección ambiental
La total desprotección ambiental y ecológica será una consecuencia directa de la cláusulas que convierten en sujeto de demanda de las empresas imperialistas toda iniciativa nacional destinada a proteger nuestra corteza terrestre, ríos, mares, recursos minerales, reservas forestales y científicas, aire, derechos de los (as) trabajadores (as), ingresos y propiedades del Estado.
• Inversión extranjera sin control
Igual el TLC promueve la inversión extranjera sin controles ni regulaciones, el libre flujo de capital en función exclusiva de la libertad de ganancias de las empresas extranjeras.
Su camisa de fuerza legal es un marco de hierro de protección de las empresas, servicios y recursos privatizados a favor del capital transnacional y una inducción forzada hacia las nuevas privatizaciones en materia de servicios públicos, incluidos los relacionados con la protección de la biodiversidad, el agua, la caza la pesca deportiva, las concesiones marítimas y terrestres, las explotaciones de recursos minerales.
Todo esto conlleva el encarecimiento en mayor grado de la energía, el agua, la diversión…
• Monopolio tecnológico a nombre de la llamada propiedad intelectual
El TLC con EEUU, y Centroamérica modificó las leyes en materia de la mal llamada “propiedad intelectual”, profundizando el monopolio tecnológico y la creación de rentas monopólicas, ampliando plazos y penalizando drásticamente las violaciones a estas leyes.
Las reglas del TLC en esta materia superan en restricciones las establecidas por la Organización Mundial del Comercio, bloqueando así toda posibilidad de copia y/o trasferencia de tecnologías y avances científicos, acaparando los avances creativos de los seres humanos y potenciando la superioridad tecno-científica de los países ricos y de sus grandes corporaciones.
Como la competitividad depende de la productividad y la productividad depende de las tecnológicas y de los avances científicos aplicables a la producción, distribución y servicios, esa determinación implica negarle toda posibilidad de competir exitosamente a las economías más débiles, a los países menos desarrollados tecnológicamente, potenciando así la ley del embudo.
Esas cláusulas del TLC encarecen las nuevas tecnologías y dificultan enormemente el acceso a ellas y a los medicamentos.
En el caso de la industria farmacéutica nacional los perjuicios serán enormes y el país estará condenado a depender de los medicamentos de las grandes corporaciones extranjeras, de los fármacos a precios monopólicos y oligopólicos.
• Cero movilidad del trabajo
El TLC favorece la libre movilidad de bienes, servicios y capitales. Pero no garantiza la libre movilidad del trabajo
EEUU es fuerte en todo lo primero y la República Dominicana solo lo es en la abundancia de oferta de fuerza de trabajo, por lo que se nos condena a la sobre-explotación de nuestra mano de obras, sin ninguna movilidad.
TLC, desarrollo, Crecimiento, Competitividad, Precios, Exportaciones y Desigualdad
La experiencia vivida en las últimas décadas desmiente categóricamente las supuestas bondades para el desarrollo del llamado libre.
El crecimiento económico no es sinónimo de desarrollo y esto quedó muy bien demostrado por los autores del Informe del Desarrollo Humano del PNUD 2005, que al examinar el caso dominicano, pudieron comprobar que siendo de los países del planeta que más había crecido económicamente en los últimos cincuenta años es a la vez uno de lo que menos había aprovechado ese crecimiento en término de los indicadores del desarrollo. Nuestro país está entre los trece países del mundo, incluidos los africanos, que peor ha distribuidos sus ingresos, que mayores penurias y penalidades le han impuesto los sectores dominantes a sus habitantes.
Y aun en estas dramáticas condiciones el TLC exigió de eliminación de impuestos aduanales por un monto de mil millones de dólares (32mil millones de pesos), forzando a una contrarreforma tributaria que le ha cargado más impuestos al consumo a los sectores de bajo y medianos ingresos.
EL TLC impone reglas comerciales iguales para países y sociedades sumamente desiguales. En 20 años EU y República Dominicana deben marchar parejas, con igualdad de condiciones de intercambios, a pesar de las enormes diferencias de tamaño y nivel de desarrollo.
El tratamiento que el referido TLC le da a esas grandes diferencias se reduce a plazos para ir bajando aranceles, sin valorar los abismales desniveles en materia de desarrollo. En 20 años deberíamos alcanzar los niveles de productividad de EEUU para poder competir, como si en economía y desarrollo fueran posibles milagros de esa magnitud.
Ellos con el monopolio tecnológico y científico y una superioridad de siglos en ese orden. Con grandes subsidios a sus productores y nosotros sin ninguno.
Ellos con una economía y un país de una dimensión mil veces superior. Nosotros (as) con poquísimos ingresos y con un poder que se resiste a distribuir justamente el ingreso disponible, con una Estado gansterizado y anémico, con pésimos servicios públicos, con bajísima calidad en la fuerza e trabajo y enorme precariedad en salud y educación, con un pésimo sistema energético (privatizado y protegido por el imperio), con un país pequeño y empobrecido.
Es esto lo que lleva al economista Miguel Ceara Hatton, director de un prestigioso centro de investigación y representante del PNUD en la República Dominicana, a afirmar lo siguiente:
“Los objetivos del DR-CAFTA son:
(a) Estimular la expansión y diversificación del comercio;
(b) Eliminar los obstáculos al comercio y facilitar la circulación transfronteriza de mercancías y servicios entre los territorios;
(c) Promover condiciones de competencia leal en la zona de libre comercio;
(d) Aumentar sustancialmente las oportunidades de inversión;
(e) Proteger en forma adecuada y eficaz y hacer valer los derechos de propiedad intelectual en el territorio;
(f) Crear procedimientos eficaces para la aplicación y el cumplimiento de esta Tratado, para su administración conjunta y para la solución de controversias; y
(g) Establecer lineamientos para la cooperación bilateral, regional, y multilateral dirigida a ampliar y mejorar los beneficios de este Tratado.”
“Como se ve todos esos objetivos se pueden cumplir sin que mejore un ápice las condiciones de vida de las personas. Pero aun más, no se estipuló ninguna obligación de los EEUU con los otros signatarios en materia de trato especial y diferenciado en función del tamaño y el nivel de desarrollo, que fuera más allá de los plazos de desgravación.”
Los epígonos del TLC exaltan entre sus posibles bondades la capacidad de ese instrumento comercial para supuestamente aumentar significativamente en el corto plazo las exportaciones dominicanas a EEUU, superar el déficit en la balanza comercial y reducir sensiblemente los precios de las importaciones de todo tipo, mejorando las condiciones de vida de la población.
A esto Ceara le responde de manera muy contundente:
“Las exportaciones totales dominicanas hacia EEUU están estancadas desde 1997, casi una década. La competitividad revelada se ha desplomado, cayendo un 28% entre 1997 y 2000, a pesar de que el acceso al mercado estadounidense estaba aumentando (el arancel efectivo pagado en EEUU estaba disminuyendo) y en el 2006, la competitividad revelada (la participación de mercado en los EEUU) era un tercio menos de lo que era 17 años atrás.”
“En el corto plazo, dada la trayectoria de los últimos pagos se debe descontar cualquier impacto positivo sobre al cuenta corriente de la balanza de pagos. En efecto si las exportaciones totales están estancadas desde 1997, las exportaciones nacionales lo están en las últimas dos décadas (excepción del ferro-niquel, en lo dos últimos años) y las exportaciones textiles disminuyen, no hay porque esperar un repunte de las exportaciones y una mejoría en la balanza de pagos.”
“Se ha argumentado que el DR-CAFTA traería un beneficio inmediato sobre los precios internos, mejorando el bienestar. Este impacto parece dudoso debido a la estructura de los mercados dominicanos. Por ejemplo, la reevaluación del tipo de cambio tiene el mismo efecto que un arancel sobre lo precios. Si los precios no cayeron con una revaluación del 50%, por qué caerían con la desaparición de un arancel del 30%. Para que ese efecto ocurra, habría que cambiar una parte importante de la cadena de comercialización lo cual si pasa sería en el mediano plazo.”
Esto último guarda relación con el carácter monopólico-oligopólico de la oferta transnacional, además de la altísima concentración de la propiedad empresarial en el sector importador privado del país, lo que le permitirá manipular los precios e imponer precios altos tan pronto desplacen del mercado a los productores nacionales.
La concentración de la propiedad en grandes cadenas de distribución comercial es un componente del poder oligárquico y es claro que sin romperle el espinazo a la oligarquía y desplazar del poder a la partidocracia corrompida que le sirve y traba todo avance político hacia una nueva institucionalidad y un justo sistema de precios, no habrá la posibilidad de mejorar esta grave situación.
Igual pasa con todo lo relativo al predominio de una cultura política perversa que le cierra el paso y/o corrompe todo lo prometido en materia de cambios institucionales y normativos superadores del “status quo”.
¿“Salvar Zonas Francas”?
Salvar las empresas de Zonas Francas ha sido el pretexto para imponer el TLC, aunque la realidad es que con o sin TLC esas empresas, ese modelo de crecimiento, está condenado a la desaparición por los efectos generales de la liberalización comercial de corte neoliberal.
Tanto la liberalización del comercio de textiles y la entrada de China Continental a ese modelo, como las ventajas comparativas de Centroamérica (por bajos salarios y energía eléctrica mas barata) le ha creado graves dificultades a las empresas textiles dominicanas de Zonas Francas, generando un proceso de quiebra y despidos masivos.
Las empresas de Zonas Francas exportan sin agregar valor, por lo que no es propiamente un esquema de desarrollo.
Las exportaciones, además, se han concentrado en el mercado de EU, lo cual es un grave error. Y se yerra en mayor escala cuando se piensa que el TLC puede salvarlas porque abre acceso a nuevos mercados.
De nuevo la miopía y la anguria sin ingenio de la cúpula partidocrática y de los empresarios de Zonas Francas confunden acceso a mercado con capacidad competitiva. Y por esto no podrán explicarse el hecho de que si logran exportar más, será por cortísimo tiempo, ya que esas exportaciones no harán al país ni más rico ni más productivo.
La imposición del TLC ni salvará las Zona Francas ni ayudará al desarrollo, sino que habrá de hundirlo más aun en una crisis social ya de por si dramática.
Conclusiones
La aplicación del TLC con EEUU y Centroamérica viene a completar el proceso de recolonización económica del país, provocando:
• La apropiación de lo que queda del mercado interno dominicano por las corporaciones transnacionales, especialmente estadounidenses.
• El traspaso de lo que queda del patrimonio público y del patrimonio natural del país a las grandes empresas privadas, sobretodo a las corporaciones de EEUU.
• La liquidación de la ya limitada oferta al mercado interno de alimentos producidos en el país (arroz, habichuelas, pollo, azúcar, cerdo, res, leche…) y la pérdida completa de la seguridad alimentaría.
• La apropiación de las compras, contratos de servicio y contratos de obras del Estado por las compañías extranjeras y la quiebra de las suplidoras de bienes y servicios de factura nacional.
• El impedimento, mediante las cláusulas sobre “derecho de autor”, de acceso del país a los adelantos científicos, tecnológicos y culturales.
• La desprotección ecológica.
• El empobrecimiento de la sociedad nacional y su conversión en plaza de servicios y mercado de EU.
Las áreas de libre comercio impulsadas por EEUU tienen como propósito fundamental tragarse los mercados nacionales, mientras las privatizaciones en todas las vertientes persiguen apropiarse de los patrimonios nacionales y naturales de los países periféricos.
Los TLC y los acuerdos como el DR-CAFTA pueden ser malísimos o malos, pero jamás buenos para los intereses de países como el nuestro.
Pero lo expuesto solo se refiere al proceso de recolonización económica, y ciertamente que la estrategia de dominación de EEUU esta avanzando aceleradamente en lo militar.
Veamos:
• El memorando firmado por el gobierno de Balaguer con el gobierno de EEUU, sostenido por los gobiernos de Leonel Fernández y de Hipólito Mejía, permite el uso de aeropuertos, puertos, espacio aéreo y territorio dominicano para el uso de las tropas destinadas a Haití.
• La ocupación militar de Haití por tropas extranjeras bajo la dirección de EEUU refuerza su presencia militar directa en la isla.
• La ratificación por el actual gobierno dominicano del acuerdo firmado entre el anterior gobierno y el de los EEUU que garantiza total impunidad a los soldados estadounidenses radicados o por radicarse en territorio nacional.
• La petición de Leonel Fernández a George Bush para que el gobierno de EEUU se encargue de diseñar y controlar el plan de seguridad fronteriza entre Haití y República Dominicana. Hans Hertell, embajador estadounidense en el país, está encargado de rendir el informe después de cada visita de los representantes del Comando Sur y del Departamento de Migración y Aduanas de EEU.
• El reciente anuncio de establecer una Escuela Militar para Sargentos de Centro-América y el Caribe en territorio dominicano, en lo que parece una especie de reedición de las escuelas de la muerte, tipo Escuela de las Américas.
• La compaña calificando el país de “Estado Fallido”, creando condiciones para su ocupación militar en mayor escala.
• La ejecución de las operaciones Nuevos Horizontes, la más reciente realizada desde el campamento de la ciudad de Barahona, utilizando su puerto y areopuerto.
• La reciente creación del Comando de Operaciones Conjunta del Pentágono y de las Fuerzas Armadas Dominicanas.
Alternativa
Es claro que con la continuidad al frente del Estado de la partidocracia tradicional representada por las cúpulas del PLD, PRD y PRSC y sus diferentes facciones (reeleccionistas, antireeleccionistas, gobiernistas, opositoras) y las estructuras del poder permanentemente controladas por la oligarquía y por el poder imperial de los EEUU, no se puede superar este proceso de recolonización del país, que viene empobrecimiento aceleradamente a nuestro pueblo y destruyendo nuestra nación y su naturaleza.
La reversión de este cuadro, incluida la anulación del TLC, pasa por un cambio político y social: por un gobierno distinto que se proponga cambiar las reglas del juego, definir el camino hacia una sociedad pos-neoliberal, avanzar hacia una nueva institucionalidad vía un proceso de constituyente con participación popular; rescatar la autodeterminación y la soberanía del país, creando una economía productiva, instrumentando una política de desarrollo humano, incorporando el país a las corrientes de cambios progresistas a escala continental, descartando el camino del TLC y las políticas neoliberales, incorporándolo a la Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA).
Esto exige poner en el centro de las políticas públicas el bienestar y la felicidad de los seres humanos, lo que pasa por un programa de redistribución justa del ingreso y de las riquezas nacionales, de participación popular en las discusiones y decisiones, y de creciente integración latinoamericana-caribeña, sin subordinación a EEUU.
El cuadro actual se descargaría de pesimismo si se abren las compuertas del cambio político, el cambio en la relación de poder, capaz de generar el optimismo.
Y ese cambio no se decreta, sino que se construye en el contexto de una línea de unidad y resistencia para bloquear el TLC. Una línea de oposición al neoliberalismo, de democracia de calle, de combate a la corrupción y a los gobiernos de las partidocracias tradicionales, de creación de fuerzas transformadoras desde la base de la sociedad, de combates por la defensa de nuestros recursos naturales, por los derechos negado a nuestras mujeres, a nuestros (as) jóvenes, a nuestros (as) trabajadores (as), a los (as) excluidos (as), a las capas medias y los (as) pequeños empresarios (as) empobrecidos.
Una recolonización en grande solo se derrota con una movilización en grande, como se hizo y se esta haciendo en Venezuela, en Bolivia, en Ecuador… Como está en marcha en Colombia, México, Nicaragua, Argentina…; como se consumó en Cuba revolucionaria.
El TLC entraña muchas cuestiones técnicas, pero es sobretodo un problema de correlación de fuerza y de poder social y político.
Existen alternativas a esa imposición y a todas las demás, solo que se precisa de la fuerza capaz de ayudar a convertir al pueblo en contra-poder alternativo.
Abril 2007, Santo Domingo.
https://www.alainet.org/fr/node/120520?language=es
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