Jaque del clima y las zanahorias
La necesidad de los caminos propios
20/05/2007
- Opinión
Mientras se sigue confundiendo a la población con supuestos caminos electorales, reelecciones y candidaturas, tema en el que el presidente de la República no logra apaciguar a alguno de sus ministros que sigue elucubrando en público sobre posibles perfiles de candidatos, pedidos masivos, encuestas y biología, el país real sigue ensombrecido por un proceso inflacionario preocupante, siendo paralelamente víctima de sus propias culpas, mostrando las calamidades del subdesarrollo, que comenzó a pegar con todo su dramatismo cuando se desencadenaron lluvias mayores a las habituales.
Mal tiempo que también, obviamente, fue el que afectó en forma decisiva la producción de granja, determinando que se perdiera parte de la producción que se estaba por levantar y que las hortalizas, un rubro decisivo en la canasta familiar, tuviera un alza desmedida que hizo saltar los tapones (junto con otros rubros) de las predicciones gubernamentales sobre el nivel proyectado de la suba de los precios, situación puntual que es la contracara del crecimiento evidente del consumo que se viene registrando desde que se comenzó a aplicar el mecanismo distributivo que ha significado la puesta en marcha de los Consejos de Salarios que favorecieron a los trabajadores privados, tras los cuales siguieron – en un ritmo menor – los incrementos que se otorgaron a los empleados públicos, jubilados y pensionistas.
El lunes, luego del Consejo de Ministros, el director de la Oficina de Planeamiento y Presupuesto, Enrique Rubio, con letra seguramente susurrada por su compañero de gobierno, el ministro de Economía, Danilo Astori, sostuvo que el proceso inflacionario estaba plenamente controlado y en línea con lo estimado para el año por el Banco Central, que no supera el 6.5 %. Claro, para el ministro, mantener controlada la masa monetaria, dentro de su actual volumen, determina aplacar los precios, porque al no existir excedentes de dinero sobrante en los bolsillos de la gente, no se mantienen las presiones sobre los mismos, y en la teoría, la demanda se controla o se achica, acercándose a la oferta.
Esa es la versión de quienes tienen una visión específica sobre el funcionamiento de la economía y creen que con medidas de corte monetario y fiscal, se manejan las variables y se evita que los precios suban más de las previsiones. Pero la aplicación de esas medidas contractivas, de mantener en línea a la masa monetaria, determina también un encarecimiento del crédito y, por supuesto, el proceso de encarecimiento del peso frente al dólar, que es otro de los acontecimientos significativos que se están verificando por estos días.
Lo que faltó en el análisis es como piensa el gobierno desarrollar al país, multiplicar la actividad, para reducir las islas de población desempleada y, por supuesto, darle un corte a la pobreza, que todavía es una de las rémoras más vergonzosas que se mantienen consolidadas en el país. El ministro Astori, en un reportaje otorgado a la revista “The Economist”, indicó que el país recién estará en condiciones de comenzar a aplicar medidas anticíclicas, en el año 2010, pudiendo llegar a un nivel adecuado de superávit primario recién en el 2008.
Mientras tanto, ello no sería posible en razón de las demandas sociales “que hay que cumplir”, afirmación que no aparece en línea con las decisiones adoptadas en la Rendición de Cuentas y tampoco, por supuesto, con las necesidades de financiamiento interno que se necesitan para que nuestra economía, cuando al haberse llegado al un eventual punto final de la capacidad ociosa, debe seguir creciendo, multiplicando la oferta y abriendo nuevas fuentes de trabajo para continuar en el mismo dinamismo económico.
Dinamismo que, por el momento, se mantiene. De acuerdo a los datos más recientes del Instituto Nacional de Estadística, la industria, dejando de lado a la refinería de ANCAP, creció en un 14.5%., liderado ese proceso por el rubro alimentos y bebidas, con el 18,2% de crecimiento de actividad, seguido por las industrias química, tabacalera y de maquinaria y equipos. Si le sumamos la refinería, vemos que el crecimiento baja más de un punto, a alrededor del 13%.
Cayeron en el primer trimestre de año la industria frigorífica, por un proceso de mantenimiento de la actividad a niveles parecidos a los del año pasado, y la propia refinería de ANCAP, cuya actividad también se redujo, en este caso por una contracción del consumo de los combustibles, tema vinculado con el nivel de los precios.
La necesidad de los caminos propios
El eventual fin de la capacidad ociosa en algunos importantes sectores de la economía, como consecuencia del aumento del consumo, hacen surgir con claridad cuales son los principales limitantes para ese proceso: la baja inversión y los problemas inherentes al crédito todavía no fluido para financiar a la actividad económica nacional que, para colmo, ahora sufre el proceso de encarecimiento como consecuencia de las acciones del Banco Central con el objetivo de detener la espiral inflacionaria a la que está sometido el país en la coyuntura.
Son los males de las políticas de equilibrios monetaristas que, en definitiva, aparecen como una manta corta, que cuando tapa la cabeza descubre los pies. Una política muy difícil de equilibrar que, en términos generales, tiene éxitos en momentos muy breves de tiempo, pero que no se puede alargar en el tiempo porque tradicionalmente – existen muchos ejemplos al respecto – es incapaz de equilibrar realmente una situación como la que vivimos los uruguayos que necesitamos, imperiosamente, producir más para el mercado interno para que la oferta iguale, por lo menos, a la demanda.
Ya sería demasiado pedir que de ese aumento productivo quedaran saldos exportables que pudieran integrarse a las negociaciones que el gobierno está realizando a nivel de muchos países del orbe.
Mientras tanto dependeremos de las exportaciones que durante un tiempo indefinido que, se puede mantener uno o dos años, o quizás 10 o más (algunos sostienen que hasta por lo menos el 2020), en que los comodities se siguen cotizando bien y, por supuesto la carne, que no tiene, más allá del acarreo, la matanza y, cuando ocurre, el embolsado, trabajo uruguayo agregado, a diferencia de otros comodities que se venden prácticamente en bruto.
Las exportaciones de software nacional, por varios millones de dólares, fenómeno insólito para nuestra economía, es un hecho singularmente extraño para un país que lamentablemente sigue dependiendo de factores externos y su bienestar depende hoy fundamentalmente de que China e India sigan creciendo a buen ritmo, que puedan equilibrar sus economías, quebrando China sus problemas vínculados a su crecimiento demasiado acelerado (recalentamiento) y que la crisis pronosticada para EEUU no sea más profunda que lo que se piensa.
O sea, queda claro, que los uruguayos no dependemos de nuestras fuerzas, de nuestras políticas, del trabajo denodado de nuestra gente, de nuestra organización interna, sino de lo que ocurra en la economía mundial, al igual que en el pasado, cuando la venta de carne y de la lana mejoró a niveles récord durante la segunda guerra mundial y el conflicto bélico en Corea.
Parecería, en estas circunstancias y en vista de aquella experiencia, que es de orden reorganizar el país para que la producción se diversifique – como ha hecho, por ejemplo Chile, que tampoco es un ejemplo de modelo de país a tomar en cuenta por la pésima distribución del ingreso que muestra su economía - , buscado que nuestras exportaciones tengan también rubros competitivos, con mano de obra incorporada utilizando, como la lógica recomienda, una vinculación directa con las producciones básicas.
Es imposible que en el actual esquema de comercio Uruguay pueda asegurar un futuro venturoso a su pueblo, porque los avatares de las alternativas exógenas son cambiantes como bien la historia nos ha enseñando y nosotros no podemos incidir en la mismas. Lo que podemos hacer es cambiar nuestro perfil exportador para no estar expuestos, como en el pasado, a décadas de crisis.
Y ahora parece posible, cuando luego de tantos años de lucha el pueblo uruguayo logró imponer por la vía democrática a un gobierno progresista, que no se pierda la oportunidad de comenzar a modificar la matriz productiva del país en base a las empresas que ya tienen sus patas bien afirmadas en el mercado interno. ¿Cómo es posible que no podamos producir a nivel nacional elementos de la línea blanca, como heladeras, lavarropas o estufas, si en el pasado lo hacíamos con éxito?
Ahora se ha abierto una línea de subsidios para la industria textil que si busca nichos de mercado adecuados en el exterior, y logra producir con niveles de calidad y precios competitivos, puede ser otro camino que se abra.
Y en el que todos, sin reparos, debemos poner el hombro y, por supuesto, dejarnos de “joder”, como gusta decir a un líder frenteamplista, con especulaciones electoralistas que están totalmente fuera de tiempo.
Mal tiempo que también, obviamente, fue el que afectó en forma decisiva la producción de granja, determinando que se perdiera parte de la producción que se estaba por levantar y que las hortalizas, un rubro decisivo en la canasta familiar, tuviera un alza desmedida que hizo saltar los tapones (junto con otros rubros) de las predicciones gubernamentales sobre el nivel proyectado de la suba de los precios, situación puntual que es la contracara del crecimiento evidente del consumo que se viene registrando desde que se comenzó a aplicar el mecanismo distributivo que ha significado la puesta en marcha de los Consejos de Salarios que favorecieron a los trabajadores privados, tras los cuales siguieron – en un ritmo menor – los incrementos que se otorgaron a los empleados públicos, jubilados y pensionistas.
El lunes, luego del Consejo de Ministros, el director de la Oficina de Planeamiento y Presupuesto, Enrique Rubio, con letra seguramente susurrada por su compañero de gobierno, el ministro de Economía, Danilo Astori, sostuvo que el proceso inflacionario estaba plenamente controlado y en línea con lo estimado para el año por el Banco Central, que no supera el 6.5 %. Claro, para el ministro, mantener controlada la masa monetaria, dentro de su actual volumen, determina aplacar los precios, porque al no existir excedentes de dinero sobrante en los bolsillos de la gente, no se mantienen las presiones sobre los mismos, y en la teoría, la demanda se controla o se achica, acercándose a la oferta.
Esa es la versión de quienes tienen una visión específica sobre el funcionamiento de la economía y creen que con medidas de corte monetario y fiscal, se manejan las variables y se evita que los precios suban más de las previsiones. Pero la aplicación de esas medidas contractivas, de mantener en línea a la masa monetaria, determina también un encarecimiento del crédito y, por supuesto, el proceso de encarecimiento del peso frente al dólar, que es otro de los acontecimientos significativos que se están verificando por estos días.
Lo que faltó en el análisis es como piensa el gobierno desarrollar al país, multiplicar la actividad, para reducir las islas de población desempleada y, por supuesto, darle un corte a la pobreza, que todavía es una de las rémoras más vergonzosas que se mantienen consolidadas en el país. El ministro Astori, en un reportaje otorgado a la revista “The Economist”, indicó que el país recién estará en condiciones de comenzar a aplicar medidas anticíclicas, en el año 2010, pudiendo llegar a un nivel adecuado de superávit primario recién en el 2008.
Mientras tanto, ello no sería posible en razón de las demandas sociales “que hay que cumplir”, afirmación que no aparece en línea con las decisiones adoptadas en la Rendición de Cuentas y tampoco, por supuesto, con las necesidades de financiamiento interno que se necesitan para que nuestra economía, cuando al haberse llegado al un eventual punto final de la capacidad ociosa, debe seguir creciendo, multiplicando la oferta y abriendo nuevas fuentes de trabajo para continuar en el mismo dinamismo económico.
Dinamismo que, por el momento, se mantiene. De acuerdo a los datos más recientes del Instituto Nacional de Estadística, la industria, dejando de lado a la refinería de ANCAP, creció en un 14.5%., liderado ese proceso por el rubro alimentos y bebidas, con el 18,2% de crecimiento de actividad, seguido por las industrias química, tabacalera y de maquinaria y equipos. Si le sumamos la refinería, vemos que el crecimiento baja más de un punto, a alrededor del 13%.
Cayeron en el primer trimestre de año la industria frigorífica, por un proceso de mantenimiento de la actividad a niveles parecidos a los del año pasado, y la propia refinería de ANCAP, cuya actividad también se redujo, en este caso por una contracción del consumo de los combustibles, tema vinculado con el nivel de los precios.
La necesidad de los caminos propios
El eventual fin de la capacidad ociosa en algunos importantes sectores de la economía, como consecuencia del aumento del consumo, hacen surgir con claridad cuales son los principales limitantes para ese proceso: la baja inversión y los problemas inherentes al crédito todavía no fluido para financiar a la actividad económica nacional que, para colmo, ahora sufre el proceso de encarecimiento como consecuencia de las acciones del Banco Central con el objetivo de detener la espiral inflacionaria a la que está sometido el país en la coyuntura.
Son los males de las políticas de equilibrios monetaristas que, en definitiva, aparecen como una manta corta, que cuando tapa la cabeza descubre los pies. Una política muy difícil de equilibrar que, en términos generales, tiene éxitos en momentos muy breves de tiempo, pero que no se puede alargar en el tiempo porque tradicionalmente – existen muchos ejemplos al respecto – es incapaz de equilibrar realmente una situación como la que vivimos los uruguayos que necesitamos, imperiosamente, producir más para el mercado interno para que la oferta iguale, por lo menos, a la demanda.
Ya sería demasiado pedir que de ese aumento productivo quedaran saldos exportables que pudieran integrarse a las negociaciones que el gobierno está realizando a nivel de muchos países del orbe.
Mientras tanto dependeremos de las exportaciones que durante un tiempo indefinido que, se puede mantener uno o dos años, o quizás 10 o más (algunos sostienen que hasta por lo menos el 2020), en que los comodities se siguen cotizando bien y, por supuesto la carne, que no tiene, más allá del acarreo, la matanza y, cuando ocurre, el embolsado, trabajo uruguayo agregado, a diferencia de otros comodities que se venden prácticamente en bruto.
Las exportaciones de software nacional, por varios millones de dólares, fenómeno insólito para nuestra economía, es un hecho singularmente extraño para un país que lamentablemente sigue dependiendo de factores externos y su bienestar depende hoy fundamentalmente de que China e India sigan creciendo a buen ritmo, que puedan equilibrar sus economías, quebrando China sus problemas vínculados a su crecimiento demasiado acelerado (recalentamiento) y que la crisis pronosticada para EEUU no sea más profunda que lo que se piensa.
O sea, queda claro, que los uruguayos no dependemos de nuestras fuerzas, de nuestras políticas, del trabajo denodado de nuestra gente, de nuestra organización interna, sino de lo que ocurra en la economía mundial, al igual que en el pasado, cuando la venta de carne y de la lana mejoró a niveles récord durante la segunda guerra mundial y el conflicto bélico en Corea.
Parecería, en estas circunstancias y en vista de aquella experiencia, que es de orden reorganizar el país para que la producción se diversifique – como ha hecho, por ejemplo Chile, que tampoco es un ejemplo de modelo de país a tomar en cuenta por la pésima distribución del ingreso que muestra su economía - , buscado que nuestras exportaciones tengan también rubros competitivos, con mano de obra incorporada utilizando, como la lógica recomienda, una vinculación directa con las producciones básicas.
Es imposible que en el actual esquema de comercio Uruguay pueda asegurar un futuro venturoso a su pueblo, porque los avatares de las alternativas exógenas son cambiantes como bien la historia nos ha enseñando y nosotros no podemos incidir en la mismas. Lo que podemos hacer es cambiar nuestro perfil exportador para no estar expuestos, como en el pasado, a décadas de crisis.
Y ahora parece posible, cuando luego de tantos años de lucha el pueblo uruguayo logró imponer por la vía democrática a un gobierno progresista, que no se pierda la oportunidad de comenzar a modificar la matriz productiva del país en base a las empresas que ya tienen sus patas bien afirmadas en el mercado interno. ¿Cómo es posible que no podamos producir a nivel nacional elementos de la línea blanca, como heladeras, lavarropas o estufas, si en el pasado lo hacíamos con éxito?
Ahora se ha abierto una línea de subsidios para la industria textil que si busca nichos de mercado adecuados en el exterior, y logra producir con niveles de calidad y precios competitivos, puede ser otro camino que se abra.
Y en el que todos, sin reparos, debemos poner el hombro y, por supuesto, dejarnos de “joder”, como gusta decir a un líder frenteamplista, con especulaciones electoralistas que están totalmente fuera de tiempo.
Carlos Santiago
Periodista
http://www.lacoctelera.com/carlos-santiago
https://www.alainet.org/fr/node/121214
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