En nuestro país la partidocracia está conformada por los (as) dirigentes y otros componentes de las estructuras de los partidos funcionales al actual sistema de dominación.

Ella se inserta también las instituciones del Estado, sujetas o no procesos electivos.

Administra el poder ejecutivo y sus dependencias, el poder legislativo, el sistema judicial y el propio sistema electoral.

La partidocracia es un componente fuerte de la burocracia y la tecnocracia estatal y para estatal, financiada en gran medida por el presupuesto nacional y por el fluido de recursos que puede obtener través del ejercicio de sus funciones públicas y de sus funciones partidistas.

Ella se distribuye en los tres principales partidos políticos (PRD, PLD y PRSC) y en sus grupos satélites.

Ella no solo recibe ingresos (en diferentes escalas) procedentes de los presupuestos del Estado y de los partidos donde opera, sino que maneja esos fondos sin control ni fiscalización alguna.

Su gestión es centralizada y autoritaria, y los supuestos mecanismos de control (Cámara de Cuentas) y de sanción (Ministerio Publico y Tribunales) están conformados por hombres y mujeres de sus propias filas. Parte y juez, y juez y parte.

La ejecución presupuestaria no es visible y los registros contables son inaccesibles o amañados.

Su preeminencia y poder institucional son empleadas para asignarse privilegios, a veces escandalosos; para negociar ventajas mutuas con las grandes empresas privadas, subvaluar o sobrevaluar operaciones, cobrar comisiones, vender influencias, conceder contratos leoninos a cambio de jugosos sobornos, prestar servicios pagados, favorecer operaciones ilegales del narco-poder y de las mafias de todos lo colores y profesiones, sustraer recursos de las arcas públicas, y fomentar el amiguismo y el nepotismo.

La partidocracia es funcional al gran capital local y transnacional y a su persistente voracidad.

Ella se vuelve tan insaciable como los grandes capitalistas y tan mafiosa como los propios mafiosos.

Ella es corrupta y corruptora y su proceso de perversión es creciente.

La partidocracia se asocia no solo a la delincuencia civil, sino tambien a la delincuencia militar y policial, dado que esas instituciones se prestan tambien a ser usadas con métodos y mecanismo similares. Sus presupuestos, sus funciones, su poder, su preeminencia son empleadas para enriquecer sus estamentos superiores.

Las complicidades son múltiples y las conexiones diversas: congresuales, gubernamentales, judiciales, partidistas, empresariales…

Todo esto ha crecido como la famosa bola de nieve.

La corrupción se acumula.

La perversión se extiende.

La gansterización crece.

Muchos funcionarios tienen sus fundaciones-ongs, sus alcancías y sus cajas fuertes con sedes en las dependencias oficiales.

El reparto del botín se torna descarado y desvergonzado.

Y de la corrupción, la perversión y la gansterizacion, se pasa a la putrefacción.

Y en ese periodo estamos.

Todo se vale. Todo es objeto de compra y venta: el voto, el cargo, la ley, el decreto, el oficio, la medida, la obra pública, la inversión estatal…todo, absolutamente todo.

Y quien más acumula más controla. Quien más invierte más clientela conquista y más saca. Quien más soborna más poder acumula.

Todo esto con el dinero de los(as) contribuyentes, con lo que produce la sociedad, una sociedad que por más recursos que genere mas empobrecida se torna.

El mal olor se hace irresistible y produce especimenes y escorias como las que compiten entre sí hacia el 2008 para batir la misma porquería.

La degradación moral del poder establecido podría ser mayor dentro de unos años. Pero ya es suficiente como para rebelarse contra ella y expulsarla al basurero de la historia. La era neoliberal la inflado como nunca., hasta explotar contaminando todo

La partidocracia se pudre y hay que golpearla sin piedad. Ella es el instrumento por excelencia de una dominación integral (económica, social, militar-policial, de género, cultural-ideológica) que agobia.

Pero ella, aunque se pudra no se cae sola. Es como el caimito: hay que tumbarlo