El pensamiento del Che vive en el socialismo del siglo XXI
18/10/2007
- Opinión
La historia contemporánea recoge la imagen del comandante “Che” Guevara, como un guerrillero heroico, un luchador incansable en la lucha revolucionaria de Cuba, en su aportes en África apoyando al líder congoleño Patricio Lumumba, posteriormente por el imperialismo, para dejar su vida en la selva de Bolivia en sus sueños de una Latinoamérica liberada. Pero poco se ha difundido la verdadera dimensión de su pensamiento, como constructor de una nueva sociedad, donde dejo un gran legado en la visión de una nueva sociedad, basada en principios morales y éticos, en la formación de un hombre nuevo como motor del cambio.
En ese marco cuando hablamos de concebir una sociedad nueva como alternativa al capitalismo, donde las formas organizativas políticas y económicas, tienen como fin prioritario un modelo de equidad social y de desarrollo económico, que logre romper las desigualdades sociales, garantizando un excedente económico que se reinvierta en trabajo, educación, salud y una vida digna.
Esto nos obliga invariablemente a buscar las raíces históricas del pensamiento humanista, muchas veces relegado por corrientes marxistas ortodoxas, concebida como una mera concepción idealista del ser humano, alejada de la lógica materialista. La dialéctica del pensamiento humano nos lleva, a no caer en conceptos inmutables, a no encajonar los valores de las distintas corrientes de izquierda, o cristianas de base que buscan la igualdad de lo seres humanos, tanto en lo económico, lo político y lo social.
La idea moderna del "hombre nuevo" fue esbozada por Rousseau, autor que profesó una fe inquebrantable en la capacidad de los cambios políticos para transformar al ser humano, "sustituyendo en su conducta el instinto por la justicia y dando a sus acciones la moralidad que les faltaba antes" (Contrato social, Libro I, cap. VIII).
Simón Bolívar, siguiendo a Rousseau, creyó también en el potencial de ciertos arreglos institucionales para hacer mejor al hombre en el plano ético. Poco se menciona su intento específico de establecer el llamado Poder Moral, presentado al Congreso de Angostura en febrero de 1819 como anexo a su Discurso y parte de su diseño constitucional. Dicho documento pone de manifiesto, a la vez, un apego ingenuo a la posibilidad de acrecentar la virtud ciudadana por medios políticos, así como una férrea disposición a utilizar el adoctrinamiento colectivo como método para moldear conciencias.
El mismo Carlos Marx en su trabajos iniciales habla del ser social como factor de cambio, como dinamizador de la luchas sociales hacia una alternativa socialista, el concebía en sus trabajos un vínculo intrínseco entre el hombre ya la naturaleza. Marx vislumbro una forma más acabada a la utopía del hombre nuevo. La aspiración de Marx era que la concreción de la sociedad comunista daría origen a "la resolución definitiva del antagonismo entre el hombre y la naturaleza y entre el hombre y el hombre" (Manuscritos económico-filosóficos de 1844). Es innegable que el pensamiento socialista procura sustentarse sobre un esfuerzo de cambio moral, dirigido a erradicar el egoísmo y hacer del ser humano un ser "bueno" en el sentido cristiano del término.
Este anhelo se palpa en algunos escritos de Ernesto Che Guevara, en especial su texto de marzo de 1965, "El socialismo y el hombre en Cuba". En el mismo, y frente a la abrumadora evidencia empírica que le contradecía, Guevara argumentó que "El hombre, en el socialismo, a pesar de su aparente estandarización, es más completo; a pesar de la falta del mecanismo perfecto para ello, su posibilidad de expresarse y hacerse sentir en el aparato social es infinitamente mayor".
El hundimiento del socialismo real, su asfixia de la libertad, y el desengaño en que culminó son asuntos en torno a los cuales pareciera innecesario insistir. No obstante la actual realidad venezolana, y el empeño de la revolución bolivariana en proclamar el socialismo y el renacimiento del "hombre nuevo", nos demuestran tres cosas.
Por una parte que el mito socialista siempre resurge de sus cenizas, pues remueve aspectos irracionales de la existencia capitalista y se vincula al resentimiento y al deseo de perfección que persigue al espíritu humano.
Por otra parte, que la idea de un hombre éticamente bueno, como producto del cambio socialista, es ingrediente clave del mito. Y finalmente que el socialismo proporciona la capacidad de cambio, en la búsqueda de un modelo alternativo de desarrollo.
Cuando hablamos del Che: es ineludible el tema del hombre nuevo. Una de las cuestiones con las que se identifica la búsqueda del Che, tiene que ver con este concepto del hombre nuevo.
En el marxismo, así como en la vida del Che, hay dos temas especialmente relevantes: la relación teoría/práctica, (que también tiene que ver con esto del hombre nuevo), y el tema de la subjetividad en la lucha revolucionaria, el papel de los hombres y de las mujeres en la construcción de la historia.
Frente a las concepciones que enfatizaban la necesidad del desarrollo de las contradicciones objetivas como "factor" de motorización de la historia, el Che permanentemente acentuaba el papel de la subjetividad para que pueda haber efectivamente revolución, no sólo antes sino después del momento de conquista del poder por las fuerzas revolucionarias.
En el texto del Che "El socialismo y el hombre el Cuba", que no son un trabajo acabado. Son escritos al calor de la historia revolucionaria –fundamentalmente en la etapa cubana-, tratando de interpretar la experiencia que va realizando. Él está haciendo teoría a partir de las prácticas colectivas que van realizando, y a partir de ahí analizando las teorías existentes sobre los temas –fundamentalmente de la transición al socialismo-, discutiendo con estas teorías.
Analiza la experiencia de la Revolución cubana, trata de teorizar a partir de ella, polemiza con las miradas que sobre el socialismo había hasta ese momento y vuelve a discutirlas desde esa relación teoría/práctica con una actitud permanente de autocrítica.
Los escritos del Che, así como sus intervenciones públicas, son sumamente autocríticos. Decía en el 64, a cinco años de la revolución: "cometimos el pecado de la burocratización", y lo decían como manera de comenzar a corregirlos. Ponía los errores que creían que había cometido en el debate público, como elemento de educación y de formación, no de un grupo sino de todos los que estaban siendo parte de ese proceso, porque creía –precisamente- en el rol de esos hombres y esas mujeres en la construcción de esa sociedad.
La discusión tan descarnada de los errores tiene que ver con la idea de ir aprendiendo a cada paso. De la concepción y la convicción que tenían que no podían encarar las tareas creadoras del socialismo, pretendiendo aprender las fórmulas de un manual que contuviera todas las recetas y las respuestas para los desafíos planteados.
El Che, al mismo tiempo, criticó las tendencias hacia practicísmo, que subestimaban la necesidad de estudio, de formación, de conocimiento de la teoría. Por ejemplo cito que: "Hay una cuestión que tenemos que entender, nosotros no podemos ser hijos de la práctica absoluta, hay una teoría; que nosotros tengamos algunas fallas, algunos motivos de discusión de algunos aspectos de la teoría, bueno, pues perfecto. Para poder hacer eso, hay que conocer, aunque sea un poquito de teoría".
Creo que esta cuestión del hombre nuevo es una búsqueda personal del Che, que atraviesa toda su existencia. Andando por el mundo, antes de ser el Che, él fue buscando la idea de cómo acercarse a los sectores más humildes. Primero decide ser médico, después decide ser médico revolucionario, después dice "para ser médico revolucionario hay que tener revolución, hay que entrar en revolución".
Después, cuando es dirigente de la revolución cubana, trata de sistematizar esta experiencia y dice, hablando con médicos: "Entonces me di cuenta de una cosa fundamental: para ser médico revolucionario, o para ser revolucionario, lo primero que hay que tener es revolución. De nada sirve el esfuerzo aislado, el esfuerzo individual, la pureza de ideales, el afán de sacrificar toda una vida al más noble de los ideales si ese esfuerzo se hace solo, solitario, en algún rincón de América, luchando contra los gobiernos adversos y las condiciones sociales que no permiten avanzar. Para hacer revolución se necesita esto que hay en Cuba: que todo un pueblo se movilice y aprenda, con el uso de las armas y la unidad combatiente, lo que vale un arma y lo que vale la unidad del pueblo...". (19 de agosto de 1960. El médico revolucionario).
"La revolución no es, como pretenden algunos, estandarizar la voluntad colectiva, de la iniciativa colectiva, sino todo lo contrario es una liberadora de la capacidad individual del hombre".
Y ahí vuelve al tema del hombre nuevo porque cuando habla de los trabajadores voluntarios, cuando habla de los jóvenes, cuando habla de los trabajadores de vanguardia, vuelve a insistir en lo que los sin tierra llaman "la pedagogía del ejemplo". El Che está investigando: ¿cómo se hace para que todo un pueblo, o una parte importante de ese pueblo, genere esos hombres y mujeres nuevos y nuevas?
El Comandante Guevara explica en diferentes oportunidades que él no apela al trabajo voluntario solamente como un mecanismo para que se desarrolle más rápidamente la producción. No, dice, no es ése el objetivo principal, sino que queremos hacer una nueva experiencia donde hombres y mujeres trabajen por la conciencia de que están creando una nueva sociedad, sin esperar retribución de esto.
El Che dice: "Para que se desarrolle la primera (la conciencia), el trabajo debe adquirir una condición nueva; la mercancía hombre cesa de existir y se instala un sistema que otorga una cuota por el cumplimiento del deber social. Los medios de producción pertenecen a la sociedad y la máquina es sólo la trinchera donde se cumple el deber. El hombre comienza a liberar su pensamiento del hecho enojoso que suponía la necesidad de satisfacer sus necesidades animales mediante el trabajo, empieza a verse retratado en su obra y a comprender su magnitud humana a través del objeto creado, del trabajo realizado".
Creo que esta idea está presente en toda esa búsqueda que él hace en la construcción del socialismo, cómo encontrar una manera donde el hombre se reencuentre consigo mismo y donde el trabajo esté en función de ese reencuentro con su propia identidad y su propia creación. Él dice: "sean siempre capaces de sentir en lo más hondo, cualquier injusticia cometida contra cualquiera en cualquier parte del mundo". Y en "El socialismo y el hombre en Cuba" afirma: "Déjeme decirlo, a riesgo de parecer ridículo que el revolucionario está guiado por grandes sentimientos de amor".
Para culminar nuestra participación nos gustaría dejar una reflexión del Comandante Guevara, sobre los desafíos en la construcción una alternativa socialista, cito: "El socialismo es joven y tiene errores, los revolucionarios carecemos muchas veces de los conocimientos y de la audacia intelectual necesaria para encarar la tarea de un hombre nuevo por métodos distintos a los convencionales y los métodos convencionales sufren de la influencia de la sociedad que los creó. La desorientación es grande y los problemas de la construcción material nos absorben. No hay artistas de gran autoridad que a su vez tengan gran autoridad revolucionaria".
Fuente: Barómetro Internacional (Venezuela)
En ese marco cuando hablamos de concebir una sociedad nueva como alternativa al capitalismo, donde las formas organizativas políticas y económicas, tienen como fin prioritario un modelo de equidad social y de desarrollo económico, que logre romper las desigualdades sociales, garantizando un excedente económico que se reinvierta en trabajo, educación, salud y una vida digna.
Esto nos obliga invariablemente a buscar las raíces históricas del pensamiento humanista, muchas veces relegado por corrientes marxistas ortodoxas, concebida como una mera concepción idealista del ser humano, alejada de la lógica materialista. La dialéctica del pensamiento humano nos lleva, a no caer en conceptos inmutables, a no encajonar los valores de las distintas corrientes de izquierda, o cristianas de base que buscan la igualdad de lo seres humanos, tanto en lo económico, lo político y lo social.
La idea moderna del "hombre nuevo" fue esbozada por Rousseau, autor que profesó una fe inquebrantable en la capacidad de los cambios políticos para transformar al ser humano, "sustituyendo en su conducta el instinto por la justicia y dando a sus acciones la moralidad que les faltaba antes" (Contrato social, Libro I, cap. VIII).
Simón Bolívar, siguiendo a Rousseau, creyó también en el potencial de ciertos arreglos institucionales para hacer mejor al hombre en el plano ético. Poco se menciona su intento específico de establecer el llamado Poder Moral, presentado al Congreso de Angostura en febrero de 1819 como anexo a su Discurso y parte de su diseño constitucional. Dicho documento pone de manifiesto, a la vez, un apego ingenuo a la posibilidad de acrecentar la virtud ciudadana por medios políticos, así como una férrea disposición a utilizar el adoctrinamiento colectivo como método para moldear conciencias.
El mismo Carlos Marx en su trabajos iniciales habla del ser social como factor de cambio, como dinamizador de la luchas sociales hacia una alternativa socialista, el concebía en sus trabajos un vínculo intrínseco entre el hombre ya la naturaleza. Marx vislumbro una forma más acabada a la utopía del hombre nuevo. La aspiración de Marx era que la concreción de la sociedad comunista daría origen a "la resolución definitiva del antagonismo entre el hombre y la naturaleza y entre el hombre y el hombre" (Manuscritos económico-filosóficos de 1844). Es innegable que el pensamiento socialista procura sustentarse sobre un esfuerzo de cambio moral, dirigido a erradicar el egoísmo y hacer del ser humano un ser "bueno" en el sentido cristiano del término.
Este anhelo se palpa en algunos escritos de Ernesto Che Guevara, en especial su texto de marzo de 1965, "El socialismo y el hombre en Cuba". En el mismo, y frente a la abrumadora evidencia empírica que le contradecía, Guevara argumentó que "El hombre, en el socialismo, a pesar de su aparente estandarización, es más completo; a pesar de la falta del mecanismo perfecto para ello, su posibilidad de expresarse y hacerse sentir en el aparato social es infinitamente mayor".
El hundimiento del socialismo real, su asfixia de la libertad, y el desengaño en que culminó son asuntos en torno a los cuales pareciera innecesario insistir. No obstante la actual realidad venezolana, y el empeño de la revolución bolivariana en proclamar el socialismo y el renacimiento del "hombre nuevo", nos demuestran tres cosas.
Por una parte que el mito socialista siempre resurge de sus cenizas, pues remueve aspectos irracionales de la existencia capitalista y se vincula al resentimiento y al deseo de perfección que persigue al espíritu humano.
Por otra parte, que la idea de un hombre éticamente bueno, como producto del cambio socialista, es ingrediente clave del mito. Y finalmente que el socialismo proporciona la capacidad de cambio, en la búsqueda de un modelo alternativo de desarrollo.
Cuando hablamos del Che: es ineludible el tema del hombre nuevo. Una de las cuestiones con las que se identifica la búsqueda del Che, tiene que ver con este concepto del hombre nuevo.
En el marxismo, así como en la vida del Che, hay dos temas especialmente relevantes: la relación teoría/práctica, (que también tiene que ver con esto del hombre nuevo), y el tema de la subjetividad en la lucha revolucionaria, el papel de los hombres y de las mujeres en la construcción de la historia.
Frente a las concepciones que enfatizaban la necesidad del desarrollo de las contradicciones objetivas como "factor" de motorización de la historia, el Che permanentemente acentuaba el papel de la subjetividad para que pueda haber efectivamente revolución, no sólo antes sino después del momento de conquista del poder por las fuerzas revolucionarias.
En el texto del Che "El socialismo y el hombre el Cuba", que no son un trabajo acabado. Son escritos al calor de la historia revolucionaria –fundamentalmente en la etapa cubana-, tratando de interpretar la experiencia que va realizando. Él está haciendo teoría a partir de las prácticas colectivas que van realizando, y a partir de ahí analizando las teorías existentes sobre los temas –fundamentalmente de la transición al socialismo-, discutiendo con estas teorías.
Analiza la experiencia de la Revolución cubana, trata de teorizar a partir de ella, polemiza con las miradas que sobre el socialismo había hasta ese momento y vuelve a discutirlas desde esa relación teoría/práctica con una actitud permanente de autocrítica.
Los escritos del Che, así como sus intervenciones públicas, son sumamente autocríticos. Decía en el 64, a cinco años de la revolución: "cometimos el pecado de la burocratización", y lo decían como manera de comenzar a corregirlos. Ponía los errores que creían que había cometido en el debate público, como elemento de educación y de formación, no de un grupo sino de todos los que estaban siendo parte de ese proceso, porque creía –precisamente- en el rol de esos hombres y esas mujeres en la construcción de esa sociedad.
La discusión tan descarnada de los errores tiene que ver con la idea de ir aprendiendo a cada paso. De la concepción y la convicción que tenían que no podían encarar las tareas creadoras del socialismo, pretendiendo aprender las fórmulas de un manual que contuviera todas las recetas y las respuestas para los desafíos planteados.
El Che, al mismo tiempo, criticó las tendencias hacia practicísmo, que subestimaban la necesidad de estudio, de formación, de conocimiento de la teoría. Por ejemplo cito que: "Hay una cuestión que tenemos que entender, nosotros no podemos ser hijos de la práctica absoluta, hay una teoría; que nosotros tengamos algunas fallas, algunos motivos de discusión de algunos aspectos de la teoría, bueno, pues perfecto. Para poder hacer eso, hay que conocer, aunque sea un poquito de teoría".
Creo que esta cuestión del hombre nuevo es una búsqueda personal del Che, que atraviesa toda su existencia. Andando por el mundo, antes de ser el Che, él fue buscando la idea de cómo acercarse a los sectores más humildes. Primero decide ser médico, después decide ser médico revolucionario, después dice "para ser médico revolucionario hay que tener revolución, hay que entrar en revolución".
Después, cuando es dirigente de la revolución cubana, trata de sistematizar esta experiencia y dice, hablando con médicos: "Entonces me di cuenta de una cosa fundamental: para ser médico revolucionario, o para ser revolucionario, lo primero que hay que tener es revolución. De nada sirve el esfuerzo aislado, el esfuerzo individual, la pureza de ideales, el afán de sacrificar toda una vida al más noble de los ideales si ese esfuerzo se hace solo, solitario, en algún rincón de América, luchando contra los gobiernos adversos y las condiciones sociales que no permiten avanzar. Para hacer revolución se necesita esto que hay en Cuba: que todo un pueblo se movilice y aprenda, con el uso de las armas y la unidad combatiente, lo que vale un arma y lo que vale la unidad del pueblo...". (19 de agosto de 1960. El médico revolucionario).
"La revolución no es, como pretenden algunos, estandarizar la voluntad colectiva, de la iniciativa colectiva, sino todo lo contrario es una liberadora de la capacidad individual del hombre".
Y ahí vuelve al tema del hombre nuevo porque cuando habla de los trabajadores voluntarios, cuando habla de los jóvenes, cuando habla de los trabajadores de vanguardia, vuelve a insistir en lo que los sin tierra llaman "la pedagogía del ejemplo". El Che está investigando: ¿cómo se hace para que todo un pueblo, o una parte importante de ese pueblo, genere esos hombres y mujeres nuevos y nuevas?
El Comandante Guevara explica en diferentes oportunidades que él no apela al trabajo voluntario solamente como un mecanismo para que se desarrolle más rápidamente la producción. No, dice, no es ése el objetivo principal, sino que queremos hacer una nueva experiencia donde hombres y mujeres trabajen por la conciencia de que están creando una nueva sociedad, sin esperar retribución de esto.
El Che dice: "Para que se desarrolle la primera (la conciencia), el trabajo debe adquirir una condición nueva; la mercancía hombre cesa de existir y se instala un sistema que otorga una cuota por el cumplimiento del deber social. Los medios de producción pertenecen a la sociedad y la máquina es sólo la trinchera donde se cumple el deber. El hombre comienza a liberar su pensamiento del hecho enojoso que suponía la necesidad de satisfacer sus necesidades animales mediante el trabajo, empieza a verse retratado en su obra y a comprender su magnitud humana a través del objeto creado, del trabajo realizado".
Creo que esta idea está presente en toda esa búsqueda que él hace en la construcción del socialismo, cómo encontrar una manera donde el hombre se reencuentre consigo mismo y donde el trabajo esté en función de ese reencuentro con su propia identidad y su propia creación. Él dice: "sean siempre capaces de sentir en lo más hondo, cualquier injusticia cometida contra cualquiera en cualquier parte del mundo". Y en "El socialismo y el hombre en Cuba" afirma: "Déjeme decirlo, a riesgo de parecer ridículo que el revolucionario está guiado por grandes sentimientos de amor".
Para culminar nuestra participación nos gustaría dejar una reflexión del Comandante Guevara, sobre los desafíos en la construcción una alternativa socialista, cito: "El socialismo es joven y tiene errores, los revolucionarios carecemos muchas veces de los conocimientos y de la audacia intelectual necesaria para encarar la tarea de un hombre nuevo por métodos distintos a los convencionales y los métodos convencionales sufren de la influencia de la sociedad que los creó. La desorientación es grande y los problemas de la construcción material nos absorben. No hay artistas de gran autoridad que a su vez tengan gran autoridad revolucionaria".
Fuente: Barómetro Internacional (Venezuela)
https://www.alainet.org/fr/node/123816?language=en
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