Somos nuestros héroes

06/12/2007
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Loca por el cine, yo veo todo lo que hay.  No importa la calidad.  Incluso en las “bombas” estadounidenses siempre hay algo que se puede sacar, con que tengamos ojos críticos.  Dentro de ellas hay un género que me gusta mucho.  Es el de los superhéroes.  Me encantan sus siempre bondadosos intentos por salvar el mundo.  Y no es sin ton ni son que la industria cultural los muestre así.  Solitarios, un poco tristes, salvadores individuales.  La vida de todos gira en torno de la buena voluntad de uno, del que tiene los superpoderes.  Quizás por ello me enternece una escena del Hombre-Araña en la que él, cansado de salvar el mundo, pasa a comportarse como persona común.  Sólo que no consigue.  El mundo necesita de él, y él regresa.  Y lo salva.  He ahí el siempre repetido mensaje del way of life estadounidense.  “Quédate tranquilo, alguien vendrá a salvarte.  De preferencia uno de los nuestros”.

Aquí con mis botones me quedo a pensar si esa lógica de los superhéroes no es a la final la que tenemos que combatir.  Estamos siempre esperando el salvador.  Aquel que, en un instante, vendrá, con sus ropas coloreadas y superfuerza a salvarnos.  Con los ojos hacia el cielo esperamos la salida individual, el gesto del otro, el héroe.  Olvidamos las propuestas colectivas, la necesidad de unión, las luchas trabadas en comunión.  Ah, esa fortaleza que desconoce su poder.

Ahora ahí está nuestro fray Luiz Cappio, otra vez enfrentando, sólito (en huelga de hambre), a la monstruosa idea de la transposición del Río São Francisco.  Él que es flacucho, que no tiene capa, ni superpoderes.  Él que es sólo un hombre, demasiado frágil, demasiado solo.  ¿Y qué es lo que él quiere?  ¿Aparecer de héroe?  ¡No!  Él quiere que recordemos (volver al corazón).  Quiere que la gente se recuerde de los tiempos inmemorables cuando, juntos, superábamos nuestros miedos y las amenazas que se ponían delante de la sociedad.  Desesperadamente quiere que nuestros oídos se abran y podamos volver a oír la canción de la comunión.  Juntos, pueblo, comunidad.

Fray Luiz no quiere piedad, ni lágrimas, ni suspiros.  Él quiere acción.  Acción nuestra, conjunta, real.  Fray Luiz no quiere lamentos.  Quiere al pueblo de pie como si fuese un mundial de fútbol, el bramar de banderas, ciego, en dirección a la cantera de obras de la transposición, como invidentes van las gentes a las olimpiadas o campeonatos.  Sólo que, en este caso, no es un juego de fútbol.  Es el destino de miles de personas que va a decidirse.



Fray Luiz quiere que las personas sepan que, conforme testifican cientos de informes y estudios hechos por técnicos acreditados, la transposición va a ser el acabose para las personas y para la naturaleza.  La Fundación Joaquim Nabuco muestra que, con la obra, va a haber una reducción brutal en la generación de energía.  El Instituto Miguel Calmon dice que puede faltar agua al río, pues los afluentes son temporales, y la reducción de agua sólo va a empeorar las cosas.  El Comité Ejecutivo de Estudios Integrados de la Bacía Hidrográfica del Río São Francisco-CEEIVASF, dice que la obra puede provocar una mayor evaporación de las aguas, que ya es elevada en el semiárido.  En verdad, sólo va a ser bueno para las empresas contratistas, que ganarán astronómicas cuantías para hacer la obra y para los latifundistas, que podrán irrigar sus tierras sin mayores inversiones.



Fray Luiz está ayunando, está pidiendo socorro, como si él mismo fuese el río.  Es porque él sabe que no existen superhombres, ni hombres-araña, ni madrakes.  Como hombre, desgraciadamente hombre, él sabe que sólo hay una manera para parar las máquinas.  La fuerza y la unión de todas las gentes.  Por ello sólo hay dos maneras de salvar al padre, al río y a nosotros mismo.  O vamos todos para Sobradinho, en Bahía, o hacemos acciones en nuestros estados.  ¡Pero acciones fuertes, firmes, capaces de que sean oídas por los gobernantes!  Nada de mociones.  Acciones.  Nosotros, de camisa verde-amarilla, con nuestras banderas, nuestros sueños, nuestras esperanzas.  Para impedir la obra.  Al final, hay otras soluciones para la cuestión del agua en el noreste.  Cientos de ellas, dadas por técnicos competentes.



Sólo así, actuando en concreto, la gente salva al río, a la vida, al fray.  Ese hombre que se entrega en oblación, porque nosotros todavía necesitamos de héroes.  Pienso que será mucha cobardía de la gente dejar a fray Luiz solo.  Él nos quiere, juntos.  No quiere estar solo.  Seamos, entonces, millones... (Traducción ALAI)

- Elaine Tavares es periodista del Observatório Latino-Americano-OLA/UFSC.
http://www.ola.cse.ufsc.br
https://www.alainet.org/fr/node/124615
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