El renacimiento del desarrollo
- Opinión
1 – Introducción
Al analizar los trabajos del Seminario sobre Hegemonía y Contra-hegemonía en el sistema mundial contemporáneo, organizado por la Red y Cátedra de Economía Global y Desarrollo Sostenible de la UNESCO y de la Universidad de las Naciones Unidas (www.reggen.org.br) que organicé en Río de Janeiro, en Agosto de 2003, el periódico argentino El Clarín llamó la atención para un hecho muy importante: el renacimiento del pensamiento social latinoamericano, en articulación con el pensamiento más avanzado de la izquierda contemporánea.
Esta misma constatación ha ocurrido en varios encuentros científicos que hemos realizado en los últimos tiempos. Ella fue también tema de mi libro Teoría de la Dependencia: balance y perspectiva que se publicó por Plaza y Janés en México y por Sudamericana en Buenos Aires. El tema es retomado en mi último libro en portugués: Do Terror à Esperança: Auge e Declínio do Neoliberalismo, Editora Ideáis & Letras, Aparecida, São Paulo, Brasil, 2004. Con el libro Economía Mundial.Integración Latinoamricana, Plaza y Janés, 2004, forma-se una trilogía sobre la economía mundial contemporánea, el sistema mundial, el auge y la decadencia del del neo liberalismo, la apertura de un nuevo período histórico marcado por una nueva hegemonía del centro izquierda y el rol del pensamiento social latinoamericano en esta nueva fase..
Podemos decir que se trata de una cuestión crucial para nuestros pueblos en el momento actual. Frente a los fracasos sucesivos de las políticas neoliberales que se impusieron a nuestros países en las décadas de 1980 y 1990, y frente a la incapacidad de sus ideólogos para justificar teóricamente la doctrina que sostiene estas políticas, los “teóricos” neoliberales y los técnicos que les sirven instrumentalmente se niegan sistemáticamente a discutir los fundamentos de su actividad científica y se esconden detrás de la afirmación ridícula de que las políticas económicas que proponen son las “únicas posibles”.
Como tratan con políticos sin formación económica los aplastan con un verdadero “terrorismo intelectual” amenazando con inflaciones terribles si no siguen sus recomendaciones. Este comportamiento sería ridículo si presidentes, ministros y otros altos niveles de decisión del Estado no se dejasen atemorizar y terminasen aplicando estas ideas ultrapasadas y comprobadamente equivocadas. Claro que cuentan para tal operación política con el apoyo del aparato técnico del FMI, del BIRD y de un gran número de centros académicos que fueron asaltados por la antigua “escuela de Chicago” y sus nuevas expresiones en los últimos veinte años.
De esta manera, esta escuela económica - que causaba rizas en los medios económicos de los años 40 hasta los 70 - consiguió una respetabilidad académica impresionante. Esto ha sido posible en la medida en que sus seguidores tenían a su disposición los mejores empleos en las organizaciones internacionales, en los bancos centrales y en algunos bancos privados. Y yo digo “algunos” porque el sistema financiero nunca creyó en estas producciones de teoría económica de bajo nivel cuya capacidad de aplicarse a la economía real ha sido casi nula. Y por lo tanto nunca los utilizó seriamente como sus consultores o asesores.
Mientras sus aparatos ideológicos propagaban la ideología neoliberal, sus publicaciones más serias republicaban los estudios de Kondratiev sobre las ondas largas, como lo hizo el Lloyd Bank en la década del 70. Los centros técnicos más serios como la OCDE analizaban las tendencias de la política científico tecnológica a partir de la contribución de los neo schumpeterianos. Los centros de decisión de política económica de los países más desarrollados practicaban un keynesianismo de derecha que condujeron los Estados Unidos a un endeudamiento colosal en las décadas del 80 y 90 del siglo pasado.
Cupo solamente a las zonas colonizadas del mundo seguir rígidamente el recetario neoliberal en las décadas del 80 y 90, adaptandolo a las exigencias del pago de la deuda externa con altas tasas de interés en los años 80 y a una sobre-valuación de sus monedas nacionales en los años 90, lo que permitió elevar las tasas de interés internas y mantener un campo de inversión financiera en plena crisis del capital fianciero en los centros del capitalismo mundial. Esta política ( que no puede ser rígidamente atribuida a la teoría neoliberal pura ) fue el origen de déficits comerciales absolutamente novedosos en la región, que se caracterizó siempre por superávits comerciales, utilizados para pagar las remesas de ganancias, intereses y servicios hacia los centros del poder mundial.
Es interesante constatar también que ellas condujeron a una política de altas tasas de interés internas, justificada por la necesidad de atraer capital especulativo de los países centrales, en los cuales había una clara caída de la tasa de interés, lo que amenazaba seriamente los capitales financieros y especulativos en todo el mundo. Servilismo más total y radical es difícil de imaginarse.
Más increíble aún es la creación y difusión, como si se tratara de algo serio y responsable, de instrumentos de relaciones públicas de los intereses del capital financiero internacional que pasan a ser utilizados como principio indiscutible de política económica.
Un ejemplo extremamente interesante son los modelitos econométricos conocidos como tasas de “riesgo” de las economías nacionales. Tratase de un aparato conceptual totalmente subjetivo, convertido en modelo matemático a servicio de la especulación financiera internacional. El día que se ponga en evidencia para el público en general las debilidades técnicas de estos modelitos ellos ya habrán hecho rombos colosales en las economías de nuestros países, al convertirse en instrumento publicitario que ocupa todos los diarios y medios de comunicación, además de la mente de nuestros políticos.
Frente a esta descalificación de la ciencia económica, rebajada al nivel de instrumento de la especulación financiera más brutal, las personas serias preguntan insistentemente cual sería la alternativa. La pregunta es sin embargo absurda. No hay que discutir alternativas a algo que no representa absolutamente nada serio. Aceptar que debemos probar la existencia de alternativa es absurdo.
América Latina ha crecido siempre a altos niveles, avanzaba mucho en los años 50 y 60 y parte de los 70s. Si no pudo avanzar más es por que no ha realizado los cambios estructurales por los cuales ha luchado la izquierda en el continente enfrentando el terror, los golpes de Estado, las invasiones de los grandes poderes militares.
Si no hubiéramos dado para tras como consecuencia de la victoria política y militar de la derecha no se hubiera establecido el dominio de las políticas económicas conservadoras y la detención de las reformas estructurales. En realidad hubiéramos avanzado en la dirección en que estábamos: mantener el crecimiento económico con el aumento del mercado interno que se haría viable al profundizar las reformas estructurales, dividir el ingreso, desconcentrar la economía, avanzar la educación, desarrollar la ciencia y la tecnología.
Yo diría que las alternativas posibles ya están en gran parte desarrolladas en el pensamiento económico y social de América Latina expresado en corrientes de pensamiento tan sólidas como el estructuralismo de la CEPAL y la teoría de la dependencia que han luchado entre sí a respecto del diagnóstico sobre la evolución del continente pero dentro de un contexto de progreso y desarrollo.
Estas corrientes no estuvieron muertas durante los ataques del pensamiento único neoliberal en las décadas señaladas. El estructuralismo evolucionó hacia un neo estructuralismo que contó con aportes novedosos como los análisis de Fernando Fanzylbert que condujeron a las propuestas del “desarrollo con equidad” en la década de los 80s. Asimismo, debemos incluir en las contribuciones fundamentales de este enfoque los ensayos de Raúl Prebish sobre centro y periferia, particularmente su obra de los años 70s. Más recientemente tenemos los estudios críticos sobre los impactos del consenso de Washington en la región en los últimos años que se sintetizaron en los trabajos de Antonio Ocampo sobre la retomada del desarrollo. No se trata aquí de disolver las divergencias entre las corrientes progresistas pero no se puede negar que su calidad científica está muy por arriba de este universo sub teórico del mainstrean.
Al mismo tiempo, la teoría de la dependencia evolucionó hacia la teoría del sistema mundial que se transformó en la referencia fundamental del pensamiento social contemporáneo, anticipando los fenómenos de la globalización y sus desdoblamientos geopolíticos actuales. Hemos demostrado desde el final de la década del 60 que la inserción dependiente implicaba en la remesa de cantidades significativas de recursos hacia el exterior, bajo la forma de pagos de servicios, remesas de ganancias, pagos de intereses, etc que consumían los superávits comerciales que producíamos y dejaban aún un rastro de endeudamiento creciente.
En consecuencia caminábamos así para el endeudamiento internacional creciente que se convertiría en nuestro principal problema, como se comprobó en la década del 70, con la absorción de deudas privadas, creadas por el reciclaje de los petrodólares, su refinanciamiento a altísimas tasas de interés en el final de los 70s y comienzo de los 80s y su cobro en cuantías colosales después del 82, cuando el gobierno norteamericano y otros prohibieron las refinanciaciones irresponsables de carácter puramente contable.
En este mismo período anunciamos una nueva división internacional del trabajo como consecuencia de la expansión de las inversiones industriales de las empresas multinacionales que encontraban límites en la falta de expansión de los mercados internos de los países que no hicieron sus reformas agrarias y dependían de las exportaciones agrarias y mineras para importar maquinarias y materias primas y garantizar su industrialización.
De ahí nace el plan de las empresas y de los Estados centrales de utilizar los países en desarrollo como base de una industrialización volcada hacia la exportación hacia los centros de la economía mundial. Trataba se del padrón de acumulación manufacturero exportador que terminó imponiendo se en los NICs y posteriormente en los “tigres asiáticos” que no se enredaron en la dinámica de endeudamiento de los años 70s.
Hemos mostrado también como esta nueva fase intensificaría la super explotación de la fuerza de trabajo y buscaría intensificar el trabajo y eliminar las conquistas de los trabajadores durante la fase de desarrollo. Los varios planes de estabilización monetaria impusieron en la región a partir de los golpes militares este proceso contra-revolucionario. Poco después, con el retroceso ideológico generado por el terror impuesto por las dictaduras militares en la región, vimos los partidos de base popular empezar a adoptar estas doctrinas económicas y ayudar a destruir el poder de compra de los salarios y a debilitar las conquistas sociales obtenidas durante el auge económico alcanzado con las políticas de desarrollo.
Era evidente el deterioro de las bases sociales que han sostenido el período nacional popular en la región latinoamericana y en otras partes del mundo. La lucha en defensa de los “derechos humanos” buscó identificar cínicamente las dictaduras militares - impuestas por los golpes de Estado, organizados y apoyados desde Estados Unidos - con los gobiernos de base popular, nacional democráticos. Estos habían recorrido eventualmente a situaciones de excepción y centralización del poder para romper las estructuras socioecnómicas oligárquicas. Al mismo tiempo, sus movilizaciones de masas populares para romper el poder oligárquico fueran presentadas como “amenazas” a la democracia, con el único objeti o de justificar golpes de Estado que visaban “restablecer” las “democracias” ejercidas por las aristocracias, estas sí autoritarias, disfrazadas de liberales. Causa nauseas ver como los “liberales” latinoamericanos y estadounidense se comportaron para sostener los golpistas y enemigos de nuestros pueblos y de la verdadera democracia.
Si el lector quiere conocer una verdadera síntesis de los avances en la literatura sociológica, política y económica internacional aún cuando predominaban el terror ideológico neoliberal, puede recoger al libro publicado por la UNESCO en Caracas y por Perú Mundo en Perú ( además de su edición en mandarin, organizada por la Academia de Ciencias Sociales de China ) bajo el título de Los Retos de la Globalización: Ensayos en Homenaje a Theotonio Dos Santos. También me gustaría indicarles los cuatro volúmenes que los editoriales Loyola y de la PUC de Rio de Janeiro han publicado bajo el título general de Hegemonía y Contra Hegemonía. Este libro reúne los trabajos presentados al Seminario de Agosto del 2003 al cual ya nos referimos en este artículo. ( se publicó n mandarin una selección de textos del mismo por la Editora de Difusión de la Academia de Ciencias Sociales, Beiji9ng).
Me gustaría indicar también los libros que conmemoran los 65 años de Andre Gunder Frank (Development of Underdevelopment), los 70 años de Immanuel Wallerstein (Festschrift for Immanuel Wallerstein – Journal of World-Systems Research, vol VI, number 2) y los 70 años de Samir Amin (Critical social Thought for the XXIst Century, l’Harmattan).
En todos ellos he colaborado, así como ellos han colaborado en el libro en mi homenaje. Dudo mucho que el lector que se dedique a estudiar estas obras pueda considerarse poco satisfecho y dejará de reconocer la contribución fundamental de la teoría del sistema mundial para la crítica del pensamiento conservador y para la elaboración de una alternativa conceptual, histórica y política a la ofensiva del neoliberalismo hoy en plena decadencia.
Claro que quedan muchas cosas por hacer, sobretodo en el plan de las propuestas concretas y de los detalles. Esto no se puede hacer sin la acción política concreta. Pero las líneas generales de una vuelta de lado en el campo teórico están disponibles. Además, como lo he planteado en otras oportunidades, se está produciendo un nuevo consenso entre las fuerzas sociales e institucionales principales de nuestros pueblos.
Tratase de una retomada del crecimiento económico en base a la rebaja drástica de las tasas de interés y de la adopción de políticas industriales que busquen ajustar nuestros países a las nuevas realidades de la economía mundial, de la nueva división internacional del trabajo creada por los cambios de la revolución científico-técnica y de la tercera revolución industrial.
Estas propuestas se inscriben en un amplio programa de redistribución del ingreso y democracia participativa que obligue nuestros políticos a enfrentar el FMI y el BIRD, tal como lo han expresado sucesivas veces nuestros pueblos en procesos electorales, como en Brasil, en Uruguay, en Argentina, en Venezuela, etc. o en movimientos de calles como los que ocurrieron recientemente en la Argentina, Venezuela, Ecuador y Bolivia.
Esto significa la perspectiva positiva de un encuentro cada vez más fuerte entre nuestros esfuerzos científicos y la experiencia de nuestros pueblos. Tratase de un verdadero renacer de nuestra creatividad intelectual, que tendrá seguramente sus aspectos artísticos y literarios rearticulando las voluntades más profundas de los pueblos con la fuerza del intelecto.
Hay mucho debate sobre el final del modelo de sustitución de importaciones. Es verdad que este padrón de desarrollo está en gran parte superado, pero el pensamiento latinoamericano de vanguardia ya había reconocido este hecho en la segunda mitad de los años 60. Nadie estaba o está proponiendo volver a las condiciones de los años 30 a 40. Se trata de profundizar un proceso cuyos resultados eran extremamente positivos, principalmente si los comparamos con los 25 a 30 años de hegemonía neoliberal.
No quiero decir con esto que el debate entre las corrientes progresistas debe estancarse sino que debemos concentrar las fuerzas en el momento actual en derrotar el pensamiento único para retomar el debate progresista en toda su extensión Pero esto se deberá hacer en el contexto de una política de crecimiento económico y pleno empleo. Es evidente que quedará claro en poco tiempo los límites de una política desarrollista en el cuadro del desarrollo capitalista. Este será el momento para retomar un debate histórico al interior del proceso de desarrollo.
2 - Desarrollo y economía mundial
Desde un plan económico global, vivemos una situación de recuperación económica de largo plazo, una nueva fase a de las ondas largas de Kondratiev, que tiene su centro en la economía norte-americana. Pero esta recuperación está apoyada en colosales desequilibrios económicos, como los déficits fiscal, comercial y cambiario norte-americano. En este contexto hay un espacio espectacular para la expansión de las exportaciones y formación de superávits comerciales que permite una cierta retomada del crecimiento económico en los países del sur. Es ahí donde se sitúa el caso chino que tanto preocupa el resto del mundo.
Las luchas políticas locales y regionales sugieren la necesidad de una retomada del crecimiento económico, como lo hemos visto en varios artículos. El elector rompe definitivamente con las diatribes neoliberales y con las previsiones de inflación en un mundo en deflación. El elctor ya rompió con el terror ideologico neoliberal. La victoria del Frente Amplio en Uruguay, la reelección de Nestor Kirschner, en Argentina, la espectacular victoria de Evo Morales en Bolivia y, de cierta forma, la victoria de Michel Bachelet en Chile, entre otros procesos de manifestación popular, acaban de reafirmar esta constatación. Estos hechos deben ser vistos en el contexto del conjunto de la economía mundial .
La Red sobre Economía Mundial (REDEM) cuya sede se encuentra en la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla se ha caracterizado por cultivar este tipo de enfoque global que se profundizó en su penúltimo seminario, realizado en la Universidad de Barcelona, los días 3 a 6 de Noviembre 2004: Ver el sitio electrónico: www.redem.buap.mx. Ver también el sitio de la citada red y cátedra REGGEN: www.reggen.org.br. que también desarrolla este enfoque global incluyendo autores de los varios continentes.
Es cada vez más claro que el conjunto de la economía mundial ha superado las tendencias inflacionarias que se imponían hasta el comienzo de la década del 1900 e inició una fase de crecimiento económico global que se manifestó en índices cada vez más altos de crecimiento global de los PBI nacionales desde 1994 a 2000. En 2000 vimos el intento del FED de contener este crecimiento con la elevación de la tasa de interés del 3.5% al 6.5%, lo que produjo una amenaza de recesión grave y obligó a estos hechiceros de la economía a rebajar drásticamente la tasa de interés de Estados Unidos para el 1%, en 2002.
En 2004 y 2005, los aventureros que comandan los Bancos Centrales, particularmente el estadounidense, están aumentando nuevamente la tasa de interés, pero no han logrado aún contener seriamente el crecimiento. Según creo, tendrán que bajarla cuando sintieren los efectos depresivos de sus ataques atávicos al pleno empleo generado por el crecimiento, a pesar de todas las limitaciones que supone el crecimiento sin disminución de la jornada de trabajo, creador de crecimiento sin empleo.
En esta coyuntura, el gobierno del señor Bush, hijo, optó por utilizar el déficit fiscal como instrumento privilegiado de retomada del crecimiento. Tomando en consideración la dimensión colosal de la deuda pública norteamericana y su dependencia creciente de capitales externos para mantener las inversiones, vemos las dificultades que tiene este país para garantizar indefinidamente su crecimiento económico y su condición de potencia hegemónica mundial.
Para disponer de los recursos necesarios para la compra de sus títulos públicos, cada vez más desmoralizados, los Estados Unidos tienen que profundizar su déficit comercial, generando superávits comerciales a tuerto y a derecho en el resto del mundo. Estos superávits provocan una gran liquidez mundial en dólares cada vez menos deseados frente a la debilidad intrínseca de una moneda de un país deudor y deficitario. Sin embargo, países como China y Japón se ven aún en la necesidad de comprar estos títulos para garantizar el mercado para sus exportaciones.
Son pues muy evidentes los límites de estas “soluciones” tan creativas cuan aventureras. Ellas indican graves crisis al final de estos desequilibrios insoportables. En la punta final, en el máximo en unos 15 años, cuando la deuda norteamericana alcanzar el valor del PIB, está la desvalorización colosal del dólar. Este ya presenta su debilidad en la actualidad con la valorización del euro y del yen. El yan chino resiste a una valorización más fuerte pero no deja de presentar valorizaciones parciales significativas, como ocurrió al negarse a realizar la devaluación durante la crisis asiática de 1997 y al al realizar una valorización moderada en 2004.
Estas devaluaciones moderadas que se realizan en el momento actual solo hacen preparar los espíritus para la gran devaluación que deberá ocurrir en cualquier momento en los próximos 15 a 20 años. Los cálculos más serios indican que hay en el momento presente una sobre valorización del dólar en cerca del 50%. Este margen podrá presentarse aún más alto en el final de la línea al mantenerse las condiciones que corroen el valor del dólar en el momento actual. Pero aún que se hagan pequeñas devaluaciones, del 5% por ejemplo, durante estos años estaremos al final con un déficit acumulado extremamente elevado.
En América Latina continuamos asociados al dólar, con graves prejuicios en nuestro poder de compra internacional. Pero, por otro lado, la paridad con el dólar permite mejorar el precio de nuestros productos en el mercado mundial y aumentar significativamente nuestras exportaciones para mercados en expansión, como los asiáticos, el Oriente Medio y Europa.
La “ciencia económica” actual se niega a analizar los procesos desde el punto de vista de sus efectos a largo plazo que se reflejan en los estoques o en las estructuras económicas sociales. Para una generación de “científicos” formados en el cuadro del neoliberalismo lo que importa son los “flujos” reducidos a períodos de años y hasta de meses o semanas.
No hay duda que se produjo, en este contexto, una coyuntura favorable para la expansión de las exportaciones y la formación de reservas significativas para los países de la región. Bien manejados, estos instrumentos macroeconómicos podrían ayudar a la retomada del crecimiento económico, si acompañados de políticas industriales basadas en la evolución de la revolución científica y tecnológica que es el sostén de la recuperación global que está en curso.
Se puede notar lo grave que representa la prisión del pensamiento económico de la región en las nociones absurdas y superadas de la estabilidad monetaria . Noción bastante falsa, por sinal, porque ella exenta los pagos de intereses de la categoría de “gastos públicos”, creando así déficits fiscales colosales, que no se reconocen pues se considera déficit solamente el llamado déficit primario (sin la cuenta de intereses). En realida los déficit primarios desaparecieron y la región está inmersa en un gigantesco superávit fiscal en el momento en que Estados Unidos y Europa presentan colosales déficits fiscales globales. Vese así que nadie practica una política de equilibrio, al contrario, predominan irresponsables déficits o superávits. El neoliberalismo como doctrina se ve completamente ultrapasado en este contexto histórico.
Si no aprovechamos la coyuntura internacional para romper con las tasas de interés altas y hacer reformas estructurales serias, esta será más una oportunidad frustrada - que perderemos en favor de Asia. Tenemos que aprovechar la coyuntura para reformar nuestras economías en un sentido positivo de justicia social y de igualdad social. Por su role tan exitoso, se abre hoy día en toda parte un gran debate sobre el crecimiento chino y las perspectivas de este país asumir un papel cada vez más hegemónico en las relaciones internacionales. El tema del desarrollo gana así cara y cuerpo y vuelve a los centros del poder mundial.
3 - Neodesarrollismo: ¿hacia donde vamos?
Como vimos, el debate sobre el desarrollo vuelve a ocupar una posición central en las Ciencias Sociales y en la política latinoamericana. Él se ubica hoy día en el cuadro de una oposición entre las políticas de desarrollo y el dominio del capital financiero asentado en una “ortodoxia” monetarista bastante discutible por los efectos negativos que ha producido en la región.
Es muy interesante constatar la preocupación creciente de la región con la cuestión del llamado “desarrollo económico-social”. En realidad está en la orden del día la retomada del crecimiento económico en una región que se caracterizó por un alto padrón de crecimiento en los años 30s hasta parte de los 70s del siglo XX. Al mismo tiempo, en las décadas del 80 y 90 y comienzo del siglo XXI, tenemos una caída colosal de nuestro nivel de crecimiento, que se hace muchas veces inferior al crecimiento de la población, configurando una rebaja del ingreso per capita.
Es evidente que la caída del crecimiento está conectada con el aumento de la deuda externa que se produjo en el final de los 70s y comienzo de los 80s. Este aumento fue el resultado de la renegociación de las deudas que se generó en el principio de los años 80s cuando se elevaron dramáticamente las tasas de interés internacionales, a partir de la política del Secretario del Tesoro de los Estados Unidos. Durante la década del 80 hemos enviado centenares de miles de millones en pago de interés hacia los centros financieros mundiales. Para lograrlo nos hemos sometido a un llamado “ajuste estructural” que consistía en el aumento de nuestro superávit comercial para disponer de divisas que nos permitieran pagar estos intereses.
Es evidente el contenido social negativo de esta política de contención de la demanda interna, particularmente de los salarios y de los gastos públicos. Para poner en práctica políticas tan impopulares, se necesitó de dictaduras militares o gobiernos de fuerza en general, se quebró el impulso de desarrollo del capital industrial naciente y de una clase media que apostara en la expansión de la economía y en el desarrollo de nuevas actividades económicas. Se consolidaba así el cuadro de “reacción” en contra de las formas más avanzadas de desarrollo socioeconómico, reacción iniciada con el régimen militar en Brasil, en 1964, a través del cual se selló un compromiso de sangre entre el capital industrial naciente y los intereses del capital internacional en toda la región.
Las renegociaciones sobre la deuda externa iniciadas en los años 1986-90 permitieron desahogar en parte esta situación con la aceptación del carácter político de la deuda y consecuentemente de su negociación en base a un descuento de la misma y otras concesiones realizadas finalmente por los acreedores, apoyados por sus Estados nacionales, cada vez más sometidos a los intereses del capital financiero. Debe se tomar en consideración sobretodo la tendencia a la caída de la tasa de interés al final de la década del 80, lo que hacía poco interesante forzar el pago del servicio de la deuda.
El llamado Consenso de Washington, que se dibujó en 1989, abrió camino para una nueva aventura económica de la región. Cuando la tasa de interés mundial se rebajaba drásticamente optábamos por una política de aumento de la tasa de interés interna para atraer capitales del resto del mundo. Esta preocupación en atraer capitales se hacía aún más urgente debido al objetivo de cubrir el déficit comercial que generamos en consecuencia de políticas económicas de sobre valorización cambiaria. Esta sobre valuación de nuestras monedas se apoyaba exactamente en el aumento de nuestras reservas internacionales en consecuencia de las suspensiones de pago resultantes de las negociaciones y de la baja del volumen de los intereses que pagávamos.
Los capitales financieros de corto plazo vinieron rápidamente para expropiar estas reservas acumuladas con la suspensión o disminución del pago de interéses. No bastando las garantías que derivaban de los altos volúmenes de reservas, exigieron también la venta de nuestras empresas públicas para generar excedentes fiscales y abrir camino a la entrada de los sectores económicos de nuevas tecnologías a ser implantadas y por lo tanto con alta rentabilidad por monopolio tecnológico. La telefonía y las comunicaciones en general, la electricidad y las fuentes de energía en general, las materias primas fueron los centros de esta entrega de riquezas en cambio de nada. Los recursos incorporados a las entradas fiscales fueron rápidamente absorbidos por el pago de colosales tasas de interés internas a los capitales atraídos.
Estas desgracias fueron sentidas drásticamente por la población que, después de unos períodos de ilusión causados por la entrada de importaciones y capitales de corto plazo y por los efectos deflacionarios de la política económica en curso en todo el mundo, finalmente comprendieron sus consecuencias y votaron macizamente en contra de las políticas del Consenso de Washington.
Con el tiempo, lo único que quedó fueron los cofres vacíos de nuestros gobiernos, las deudas externas crecientes cuando salieron masivamente los capitales aquí entrados, la caída drástica de la renta nacional. Pero lo más dramático es el forcejeo para mantener las altas tasas de interés cuando ya no hay reservas ni empresas a vender. Ellas no logran atraer capitales del exterior y alimentan un gigantesco sistema financiero creado en torno de la deuda pública, fuente de transferencia de recursos de la población hacia los especuladores, convertidos en señores de la nación a través de un mecanismo llamado de “mercado”, es decir, la opinión de un grupo de especuladores que asaltaron los bancos centrales y exigen autonomía para determinar las tasas de interés con las cuales transfieren los recursos de la población para los especuladores..
Lo que pasa en el momento actual es la lucha del capital productivo para sacarse de arriba este sistema de succión de recursos. Pero estos sectores del capital productivo se comprometieron muy seriamente con esas políticas en sus fases virtuosas para los capitales en general. Ahora tienen dificultad de presentar una resistencia política a los epígonos del capital financiero que se exponen ahora frente a toda la nación como enemigos de todo el pueblo. A falta de líderes progresistas propios, tienen que buscar una alianza con las fuerzas populares organizadas y sus expresiones políticas para presentar un programa con alguna consistencia y apoyo popular.
Estas son las motivaciones del neo desarrollismo. Pero a su lado están también las motivaciones de la mayoría de la población. Cabe a las fuerzas populares - que sufrieron dolorosas experiencias en estos años de degeneración económica - aprovecharse de la oportunidad para ampliar sus objetivos tácticos y producir un programa de transformaciones sociales y económicas que abran paso a una etapa superior para la región.
4 - ¿Por qué no crecemos?
Como vimos, la cuestión del desarrollo se pone en la orden del día en América Latina. Nadie más cree que se necesita continuar unas políticas recesivas para detener una inflación que ya no existe en ninguna parte del mundo, ni mismo en una China que presenta 9,9% de crecimiento al año.
En un momento en que parecen volver los espectros del pasado sería interesante rememorar el discurso histórico de Juan Domínguez Perón el 17 de Octubre de 1945 cuando consiguió de la junta militar la realización de elecciones en Argentina. Esta conquista fue el resultado de una gigantesca manifestación de los trabajadores del país en favor de la manutención del secretario del trabajo – Perón – en el poder. Su impresionante discurso, para un jefe militar poco experto en política, hacía dos conexiones fundamentales.
En primer lugar ligaba de modo indisoluble el movimiento de los trabajadores con la defensa de la nación, estableciendo así las bases de un programa nacional-democrático que él encarnaba. En seguida, vinculó definitivamente el gobierno de los trabajadores con el pleno empleo. Como era posible que una nación joven con todo por realizar, como la Argentina, presentara millones de desempleados, preguntaba él. El crecimiento económico, el pleno empleo y la distribución del ingreso harían de la nación de trabajadores una república democrática, justa e desarrollada.
58 años después los peronistas retomaron el gobierno argentino con los mismos objetivos, sobretodo después que un peronista posmoderno, Menen, había abandonado el programa peronista para integrarse a las políticas neoliberales.
Los neoliberales nunca presentaron el desempleo como objetivo programático a pesar de que lo provocaron dramáticamente con sus políticas económicas que siempre asociaron las bajas tasas de desempleo con la amenaza inflacionaria. Según ellos, su política económica es la “única posible” a la cual hay que plegarse necesariamente. La única alternativa a su política es, según ellos, el caos inflacionario al cual conducen las políticas no ortodoxas.
Ocurre que no hay en nuestros días ninguna economía en que se asocie el crecimiento económico y la inflación. Por el contrario, el mundo está fuertemente presionado por tendencias deflacionarias que desmienten sistemáticamente las afirmaciones de una teoría superada, anclada fuertemente en el pensamiento económico del siglo XVIII.
No es necesario hablar del caso Chino que desmiente hace 20 y tantos años las teorías “ortodoxas”. En 2004, por ejemplo, este país alcanzó un crecimiento cercano a los 10% anuales sin ninguna manifestación inflacionaria seria.
Pero sería interesante hablar de Argentina, donde una tasa de crecimiento de la industria del 9% al 10% en septiembre de 2004 despertó envidia. Según los datos, este crecimiento se basó fundamentalmente en el aumento de la inversión y secundariamente del consumo. Es decir, la Argentina en “default” supo conservar sus recursos para encaminarlos a la inversión productiva.
Todo indica que este camino le ha dado creciente respetabilidad. Los principales bancos internacionales se han manifestado en los últimos tiempos en el sentido de reconocer la propuesta argentina de cambiar los títulos de deudas privadas por nuevos títulos con fuertes descuentos. Como afirmaba entonces el analista latinoamericano del grupo Santander al periódico conservador La Nación: “las buenas perspectivas de Argentina se basan en una combinación difícil de romper. Hay un nivel de crecimiento importante, tasas de interés bajas o negativas y un gobierno que parece decidido a cerrar la negociación con los acreedores”.
Todo lo contrario de las políticas neoliberales. Sobretodo contrario a las recomendaciones del FMI que exige el cumplimiento de los contratos lesivos al pueblo argentino para garantizar sus apoyos cuyos resultados son siempre negativos. Al contrario, una política de utilización productiva de los excedentes generados por las exportaciones permitió a Argentina pagar sus deudores y llegar incluso a liquidar su deuda con el FMI en el final de 2005.
Por todas partes donde hay competencia y honor nacional se definen caminos contrarios a los principios neoliberales. Sin hablar en los países centrales del sistema mundial que se profundizan en el endeudamiento público y en bajas tasas de interés para aprovechar la coyuntura mundial de retomada del crecimiento y nunca siguieron de hecho los principios doctrinales del neoliberalismo.
La cuestión del desarrollo retoma su lugar privilegiado en el pensamiento económico y desmiente a cada día la idea absurda de que la recesión neoliberal es el único camino. Asimismo se desmoraliza la tan decantada ausencia de alternativas válidas. Las alternativas están ahí. Es solo abandonar las recetas neoliberales, bajar las tasas de interés hasta hacerlas negativas, planear las políticas industriales para aumentar la competitividad de cada país apoyando en políticas científico-tecnológicas consecuentes y ajustadas a la realidad de cada país, practicar políticas fiscales y cambiarias moderadas y no rígidas. En todo esto estamos bastante entrenados pues antes de la generación del endeudamiento internacional apoyado en recursos contables y altas de tasa de interés inaceptables y de la ola neoliberal habíamos conseguido las tasas de crecimiento de las más altas del mundo.
5 - Desarrollo y apertura económica
En Abril de 2004 se realizó en el Centro Internacional de India el seminario sobre Economías Abiertas y Desarrollo promovido por la UNCTAD ( o CNUCED, como deberíamos decirlo en español ) y por la Academia del Tercer Mundo de India. Esta ha sido una oportunidad a más para confirmar la tesis que se va universalizando de que el neoliberalismo se encuentra en una grave y quizás definitiva crisis.
Este reconocimiento alcanzó a todos los participantes del seminario, incluso los miembros de las organizaciones internacionales. Hasta el representante de la Organización Internacional del Comercio ha preferido dejar en suspenso este tema, proponiendo una especie de eclecticismo teórico generalizado.
Dada la localización del encuentro, fue extremamente oportuna la presentación inicial del profesor Michel Aglietta, conocido, entre otras cosas, por sus excelentes estudios del sistema monetario y financiero mundial. A través de sus estudios econométricos sobre el funcionamiento del sistema financiero internacional tuvimos acceso a algunos datos muy claves.
Comparando el ingreso per capita de Brasil, India y China con lo de Estados Unidos en el período de 1980 y 2003, él nos trajo una brutal realidad sobre la problemática actual del desarrollo. En 1980 el ingreso per capita de Brasil representaba el 30,1% del de Estados Unidos, mientras que los de India y China representaban 5,2% y 3,6% respectivamente.
En 2003, estos mismos datos presentan una variación impresionante: el ingreso per capita de Brasil representa solamente 21,2% del estadounidense mientras que el de India representa el 7,4% y el de China el 13,6%. Tratase muy claramente del espectacular retroceso de Brasil mientras India y China avanzaran muy decididamente, a pesar de las dificultades de alcanzar altos niveles de ingreso per capita para los dos centros demográficos más grandes del planeta.
Para el profesor Michel Aglietta la explicación general para este fenómeno se encuentra claramente en las políticas económicas practicadas por estos tres países continentales. Para él “Brazil, which followed the liberal requisites, has been a complete failure”. Para él esto se refleja sobretodo en la tasa relativa de cambio practicada por estos países. El ve en las políticas de cambio un factor clave pero compara un conjunto de variables macro económicas, entre las cuales el pago del endeudamiento internacional ocupa un lugar muy fundamental según los datos.
Pero la visión de Agllietta no es aislada. Pierre Salama mostró en su paper el rol fundamental del sector financiero y particularmente del movimiento internacional del capital, bajo condiciones cada vez más favorables para sus intereses, en la creación de estas condiciones perversas en las cuales se han inmerso los países latinoamericanos, particularmente Brasil y México que han desnacionalizado de manera espectacular sus sistemas financieros.
Cuando miramos este tipo de datos nos asusta el dinamismo del movimiento del capital financiero en economías prácticamente estancadas. Y sobretodo nos asusta la capacitad que tienen los “técnicos”de ilusionarse a sí mismos y a sus “clientes”. ¿Como logran convencer a la gente de que este gigantesco movimiento de capitales lleva a mayores inversiones y al desarrollo a pesar de que los datos muestran exactamente lo opuesto?
Sobre este tema he presentado en este encuentro un paper que recoge en grande parte los elementos de la tercera parte de mi libro más reciente sobre El auge y la decadencia del neoliberalismo. En mi exposición he demostrado el rol fundamental de la deuda pública y de las altas tasas de interés en la transferencia de los recursos generados por la población hacia el sector financiero. Esto permite que se desarrolle este extraño fenómeno de la expansión gigantesca del sector financiero a costa de la inversión y de la expansión de la economía.
En realidad tratase de un proceso de corrupción generalizada. El Estado se convierte en captador de recursos de la sociedad, expropiando a los ciudadanos bajo la forma de nuevas formas de tasación, vendiendo sus mejores empresas, financiando al sistema financiero cuando entra en crisis, cortando gasto público de sectores vitales para transferirlos hacia el sector financiero.
Lo interesante de estos veinte años de asalto sobre el Estado y de este sobre la población es como se logra convencer a grande parte de la misma del carácter positivo y necesario de esta expropiación. Es innegable el rol fundamental que tienen en este proceso las construcciones ideológicas, las elaboraciones publicitarias y los medios de comunicación en general.
Ellos logran crear una cortina de humo que impide la visión de los fenómenos, como lo demuestro en mis análisis del neoliberalismo como doctrina y como práctica. En realidad, durante el auge neoliberal los gastos públicos han aumentado drásticamente bajo la forma de pagos de intereses por el Estado. Es por esto que vemos esta relación tan directa entre la hegemonía neoliberal y el aumento del déficit público a pesar de una disminución del gasto público con sus obligaciones sociales y de sus inversiones.
Todos los recursos que se logra acrecentar en el periodo se destinan a fines no muy sanos. El caso norteamericano es el más importante. Durante el auge neoliberal en los anos ochenta (bajo los gobiernos Reagan y Bush) el Estado norteamericano eleva el déficit público de la media de los 60 mil millones de dólares que había alcanzado en los 70s, para los 300 mil millones de dólares.
Lo interesante es que todo esto se hace en nombre de una economía de libre mercado y de menos Estado! En el caso norteamericano sus ciudadanos recibieron una buena parte de estos recursos que les permitió aumentar de manera espectacular su consumo. Esto porque estos gastos públicos fueron financiados por préstamos de los países exportadores al gobierno norteamericano que adquirieron los títulos de su deuda pública a altas tasas de interés.
En los países del Tercer Mundo estos recursos captados de la población bajo nuevos e inexplicables impuestos o más bien tasas y cobranzas ad hoc que se convierten en fuentes permanentes, desaparecen para destinarse al pago de intereses a un mercado financiero totalmente inútil y especulativo. Lo que es muy discutible pues no se corre ningún riesgo al comprar títulos de la deuda pública cada vez más defendidos por una legislación que privilegia de manera espantosa lo que llaman de “responsabilidad fiscal”, es decir el derecho del capital financiero a ser pagado antes del cumplimiento de los fines del Estado.
Se creó así en nuestros países una acrobacia jurídica que no es defendida por ninguna teoría general. El fin del Estado pasó a ser primordialmente el de pagar intereses a los prestamistas. Lo grave es que se trata de Estados que tienen cada vez más excedentes fiscales primarios. Lo que es aún más extraño pues es muy difícil explicar como un presupuesto que es superávitario puede justificar el endeudamiento público creciente!
Estos planteamientos entran en choque con gran parte de los temas del debate que se traba en nuestro país sobre la cuestión del déficit público. No se trata de una disminución del rol del Estado. Por el contrario, como lo demostramos con datos indiscutibles, el gasto púlico ha aumentado dramáticamente en todo el siglo XX e incluso en el período neoliberal. Lo que cambió fue el carácter del mismo que se degeneró en una actividad totalmente regresiva: el pago de intereses.
Es obvio que la ciencia económica tradicional no está preparada para enfrentar esta nuevas realidades que se derivan directamente del carácter del dinero en las fases más avanzadas del capitalismo mas sobretodo del rol del Estado como el capitalista colectivo que interviene cada vez más en el proceso de producción capitalista contemporáneo como parte de la lógica de la acumulación capitalista. Pero este será tema de otros trabajos.
6 - El Consenso de Washington en debate
Me gustaría resumir aquí los puntos de mayor interés científico, que emanan del debate sobre el impacto del Consenso de Washington sobre el desarrollo económico y social de la región latinoamericana:
a) las perspectivas de la economía mundial, con especial énfasis en las posibilidades de la recuperación mundial en curso, su carácter, su fuerza y duración;
b) el balance de la experiencia neoliberal, con especial énfasis en el Consenso de Washington,
c) las alternativas viables al cuadro extremamente negativo presentado por las economías de la mayor parte de los países llamados en desarrollo, conforme el reconocimiento unánime de todas las corrientes.
Mi posición no es nueva; consideré la recesión del final de 2000 a 2002 como una crisis de los ciclos de 8 a 10 años, propio de la dinámica capitalista. Esta recesión fue agravada por la intervención del Fed, el Banco Central de Estados Unidos, que elevó de manera absurda la tasa de interés ( del 3,5% al 6,5% ) anual cuando debería bajarla, como lo hizo solamente en 2002, llevándola al 1% anual, faltando bajarla hasta el punto ideal para asegurar la recuperación que sería el 0,75%. Al contrario, el FED aumentó la tasa de interés en 2004 arriesgando una baja significativa del crecimiento económico.
Al mismo tiempo, desde 1970 he definido el próximo período, iniciado en 1994, como una nueva fase a) de las ondas largas de Kondratiev, caracterizada por el crecimiento económico cortado por recesiones menos graves. Esta visión no es compartida por la mayor parte de los economistas de izquierda que rechazan la existencia de las ondas largas, por puro prejuicio, el cual va en contra de los datos de la historia económica sobre el moderno capitalismo.
Como lo he señalado varias veces, este preconcepto está ligado a la idea clásica de que la revolución es consecuencia del “derrumbe” general del capitalismo que se confunde con las crisis económicas. Este debate alcanzó su auge en el final del siglo XIX y en comienzo del siglo XX. Es natural que sea retomado en el final del siglo XX y el comienzo del siglo XXI. Esta es una reafirmación del carácter cíclico no sólo del funcionamiento de la economía como también de su reflejo en el plano teórico.
Al contrario, los períodos cíclicos de descenso económico ( las fases b- de Kondratiev) se caracterizan por ondas contrarrevolucionarias como la que vivimos entre 1967 y 1993, iniciada por la intensificación de la guerra del Vietnam y la victoria parcial de la guerra del Iraque en 1990. Los momentos revolucionarios, victoriosos o no, se concentran en los períodos de quiebre de la olas de crecimiento, como 1917 o como 1968, o en las fases iniciales de recuperación económica, cuando se definen los caminos de la misma, como en 1945 o como el período iniciado en 1994.
Por otro lado, en los períodos largos de recesión, caracterizados por el aumento del desempleo y la pérdida de perspectivas de crecimiento, conocemos auges contra-revolucionarios o mismo reaccionarios que provocan retrocesos tan brutales como fue el nazi-fascismo de entre las dos guerras mundiales y particularmente con la crisis de 1929. La posibilidad de una crisis del tipo de 1929, como lo veían muchos en la crisis de 2000-2002, hubiera sido un anuncio de ascenso reaccionario de largo plazo y no la reapertura de una ola revolucionaria como lo creían algunos. De hecho, esta coyuntura facilitó el asalto al poder del grupo fascista que encabeza Georges W. Bush
No hay por lo tanto ninguna postura revolucionaria en pretender que la recuperación actual de la economía norteamericana no es posible.. Lo que importa es comprender sus limitaciones que se ligan sobretodo a las dificultades del capitalismo contemporáneo de combinar el crecimiento económico con la generación de empleos. Aquí también hay que evitar un error peligroso, Muchos economistas de izquierda identifican la dificultad de generación de empleo actual con los efectos del cambio tecnológico. Es absolutamente necesario demostrar que el aumento de la productividad no tiene que generar desempleo si es acompañada de la disminución de la jornada de trabajo y por lo tanto de distribución colectiva de los resultados del avance tecnológico. La dificultad del capitalismo de realizar esta distribución es una característica intrínseca de este sistema.
El segundo tema adquirió una alta relevancia en los últimos años. La discusión y los datos aportados por todos los lados, demostrar que la crisis de este consenso originó en aspectos parciales del plan conducido por el FMI y el Banco Mundial. Estas organizaciones alcanzaron la hegemonía de las políticas económicas del mundo en desarrollo en la década del 70 y sobretodo en los ochenta, a partir de las dictaduras militares instauradas en los países en desarrollo. Se pueda confirmar esto a través de una lista de las intervenciones de estas organizaciones a favor de las dictaduras militares que sostuvieron con sus préstamos e su apoyo moral y político.
En el plano teórico, es necesario cuestionar la naturaleza de la teoría de fondo neoliberal y las políticas económicas por ella recomendada. El libre comercio es una falsedad pues vivemos en un mundo de mercados “imperfectos”, como lo afirman incluso los neoclásicos más relevantes como Joseph Stiglitz o simplemente mercados monopólicos como los economistas marxistas y algunos institucionalitas lo demostraron ya al final del siglo XIX. Abrirse al mercado mundial sin fuertes garantías de control de movimiento de bienes, servicios y capitales es entregarse a las economías más poderosas y a las empresas multinacionales en expansión.
Por fin, el tema e las alternativas se convirtió en un punto crucial que llama la atención de todos los movimientos intelectuales, científicos, políticos e ideológicos que han crecido enormemente en los últimos años, en búsqueda de una comprensión de los grandes problemas de nuestro tiempo. Se ha llamado la atención sobre el vínculo de esta discusión y el avance de movimientos sociales y de manifestaciones electorales en favor de una alternativa de centro izquierda en el momento actual. De esto se trata, de dar a este movimiento un arsenal de propuestas capaces de producir un consenso de las fuerzas populares. Un nuevo bloque histórico parece anunciarse en favor de una retomada del crecimiento económico, una redistribución significativa del ingreso y una mayor integración económica, política y cultural de las regiones en desarrollo. En este sentido, la política exterior del gobierno Lula ha abierto enormes esperanzas, mientras que la constatación de su política económica conservadora se muestra en choque con estas perspectivas liberalizadoras.
Esta sumisión del pensamiento de la izquierda a las tesis económicas neoliberales, fruto de la imposición de un terror ideológico expreso en la idea del pensamiento único y de la falta de alternativas es un punto neurálgico de la coyuntura. El tema de las alternativas se convierte en el aspecto central. Esta es una tendencia que se manifiesta en casi todos los frentes del renacimiento impresionante del movimiento popular en el mundo. Como parte del desarrollo de estas alternativas, se busca crear una red de redes, que utilice ampliamente los instrumentos puestos a nuestra disposición por las nuevas tecnologías de la comunicación.
Son varias las iniciativas en este sentido en el momento actual. La Telesur quizás sea la más amplia. Las redes específicas se amplían en varias partes. El intento de crear una Asociación Internacional de Economía Política a partir de abril de 2006 en Shangai también parece ser una referencia muy crucial. Sin hablar del. rol aglutinador que tuvo y tiene el Forum Social Mundial. Creemos también que los Seminarios anuales de ANEC sobre Globalización y Desarrollo es otra referencia fundamental, así como los seminarios bi-anuales del REGGEN y tantas otras iniciativas. Entre todas, debemos resaltar la red En Defensa de la Humanidad que moviliza sobretodo loa artistas e intelectuales. Las fuerzas sociales, artísticas, científicas e intelectuales se están moviendo en la búsqueda de un salto de calidad, el cual nos inserirá en el campo de una mutación civilizatoria de carácter planetario.
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