En el camino a Oruro, por el altiplano boliviano, encontré a una familia con las espaldas encorvadas, escarbando papas. Las papas que recogen hoy, arrugadas y pequeñas, las secaran de forma que se pueda conservar varios años, asegurándose así una parte importante de su alimentación. Aprovechando el clima por dos o tres noches al aire libe congelan las papas, después las pisan y las vuelven a congelar para, por último, dejarla que se seque al sol. La papa así deshidratada o “chuño” de origen precolombino, también se puede conservar en forma de harina, lo que hoy, llamaríamos -orgullosos de nuestros avances- sobrecitos instantáneos para puré de patatas.

Mire usted, los leque leque, -me dijo la mujer señalándome al cielo. Unos pájaros por la espalda de color gris, con el pecho blanquecino, y en la cabeza como si llevara un “quepi” (un gorrito), y con sus patitas de color rosa, sobrevolaban el terreno de las papas, como esperando que los escarbadores marcharan pronto. Según me explicaron, estos pájaros del altiplano, gustan de hacer el nido entre los surcos arados del cultivo de papas. Los leque leque, adivinadores del futuro, construyen el nido sobre el montículo del surco si se avecina una año de lluvias. Si el año es seco, el nido lo construyen en la base, entre surco y surco.

Las familias aymaras bolivianas disponen de alimentos sanos y naturales sin necesidad de predicciones metereológicas por satélite y son autosuficientes en su alimentación independientemente de los caprichos del mercado y su vaivén de precios. Por eso, el gobierno boliviano, cuando el mundo para hacer frente a la actual crisis de los precios de los alimentos habla de aumentar la productividad con semillas transgénicas o se entrega de rodillas a la agroindustria, se desmarca con medidas por apoyar a la pequeña agricultura familiar y dispone de financiamientos para los micros y pequeños productores.

Al frente de este gobierno, con miradas y enfoques diferentes, está un presidente indígena que conoce bien el vuelo del leque leque y aprecia el fuerte sabor de los chuños.

- Gustavo Duch Guillot es director de Veterinarios sin Fronteras (España)
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