Un giro democrático

25/01/2009
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Voces de variada influencia, que precisan del enrutamiento del país para el cuatrienio venidero, deberán estar, sugieren, enmarcado en la Carta Constitucional. Por consiguiente, no conviene la reelección presidencial, y el futuro sucesor, estaría desligado de alianzas ilegales y mafiosas. Esta intencionalidad pretende corregir el caos económico, político e institucional que nos asiste, que de no acatarse puede repetirse un capítulo sangriento, similar a la de años atrás con 4 candidatos presidenciales asesinados: Jaime Pardo Leal, Antonio Galán, Bernardo Ossa, León Pizarro; y de no menos conmoción, el asesinato de Álvaro Gómez Hurtado y el exterminó del movimiento UP con sus más de 3 mil líderes asesinados. La experiencia enseña que en dicha materia, ¡No se charla!

Se podrá comprender de un necesario giro democrático. Colombia consolidó una política de Seguridad, con ciertos bemoles peligrosos como lo ha indicado recientemente la CIA. La doctrina de seguridad nacional es simplificada, su foco es la lucha contra el viejo y empobrecido fantasma del comunismo. Pero esa lucha antisubversiva, presenta cierta particularidad. Su unidad de medida para la milicia es la que se conoce como las Bajas al Enemigo, la cual no sólo degeneró en alianzas perversas con el paramilitarismo, sino que también llevó a los falsos positivos, donde asesinan ciudadanos de nada que ver con la guerra (en 2 mil va la cifra), y los presentan como guerrilleros muertos en combate. La circular 029 del Ministerio de  Defensa es la que define y estimula una serie de incentivos a las victorias bélicas, que se traducen en ascensos militares, en feria de recompensas monetarias o de tiempos sabáticos. Tan reducida, y degradada seguridad, relegó a segundo plano temas prioritarios de Nación tales como: preservar los valores democráticos, el desplazamiento forzado, el medio ambiente, el desarrollo en ciencia y tecnología, infraestructura vial, protección en Derechos Humanos, educación, paz, desempleo, pobreza; contribuyendo así a profundizar más nuestros problemas y aislarnos aún más del Continente.

En el balance de estos últimos temas, se requiere de soluciones estructurales y creativas. En materia de Paz tenemos en espera alrededor de 170 mil víctimas del paramilitarismo, y para ésta última centuria más de 700 mil muertos, sin que aún se haya diseñado un proceso serio con énfasis en un horizonte de reconciliación Nacional. Hoy la cifra de desempleados ronda por los 14 millones con sus efectos perversos, dispara las enfermedades, la deserción escolar; los hace presa fácil para que las mafias, paramilitares y guerrillas, los contraten como mercenarios, agrandando el círculo vicioso de nuestra violencia. Y un dato curioso pero vergonzante, Colombia, al parecer, es el único país de nuestro Continente que adoptó un modelo de mendicidad, en el que el desempleado paga por trabajar, y a cambio lo dejan acercarse en las cajas registradoras de los supermercados, a la espera de alguna moneda que un piadoso comprador le estira.

Las cabezas bien puestas hacia el giro democrático, además de liberarnos de la peligrosa homogeneidad del poder, deberán tener presente las dinámicas integradoras del Continente: el viro demócrata que ha dado EE.UU., la inclusión de  fuerzas políticas, de sectores sociales, el liderazgo de la Iglesia, de las minorías, el Ejército, etc., todos ellos probarán finura en los retos que se plantea en esta aldea global. No menos relevante está en conservar el equilibrio y la independencia de poderes, necesarios para la vida democrática. Pues el poder requiere de control, de lo contrario, se concentra y pone a peligrar la diversidad y los valores democráticos. Recuérdese que al poderoso sin control no genera respeto, sino temor, vivificado con su séquito que lo venera y adula en todo lo que hace y deshace. El poder para ellos, no es un servicio para el bien común, sino un medio para acceder a un interés personal, como en la novela Memorias de Adriano.

Nuestros problemas no comienzan ni se acaban con la  guerrilla, los paramilitares o con el narcotráfico. Son de mayor complejidad para que surja un genuino giro democrático que inspire una concurrencia de un gran acuerdo nacional. Y de esta manera garantizarnos las bases de un sistema democrático, sin afanes cortoplacistas, con un debate tolerante, propio de las democracias. Requerimos pensar métodos de buenas prácticas de convivencia y cultura ciudadana, que supere la huella violenta de nuestra sociedad, que ponga freno a esas degradaciones de la vida humana, entre las que se está desbocando la violencia callejera, de alcoba, de los asesinos al volante… Y el refinamiento de los métodos de mercenarios y delincuentes comunes. Nos resta, virar a la democracia.

- Mauricio Castaño H. es historiador

Fuente: Semanario Virtual Caja de Herramientas
Corporación Viva la Ciudadanía. www.vivalaciudadania.org

https://www.alainet.org/fr/node/132016

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