El senado : la cultura del asdena

31/03/2009
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El Senado brasileño acaba de suprimir 50 de sus 181 directorías, de las que el 70% fueron creadas por José Sarney (PMDB-AM) cuando presidió dicha Casa entre 2003 y 2005. Este pequeño recorte representa una economía anual de casi US$ 2 millones del dinero del contribuyente.
 
La supresión de esas directorías no significa directores desempleados. Perdieron sólo un cargo y con él algunas prebendas, como la gratificación mensual (variable de mil a dos mil dólares), el uso de celular (cuenta pagada por nosotros) y una plaza en el garaje del Senado.
 
Entre las directorías suprimidas destaca la de Coordinación de Apoyo Aeroportuario. ¿Para qué servía? Fíjese: ¿Dónde se ha visto a un senador (salvo honrosas excepciones, por suerte) que haga personalmente el chequeo de boletos y equipaje y aguarde el embarque mezclado con el común de los mortales? Nada como disponer de un servicio atendido por un solícito funcionario de la empresa aérea, sin fila ni riesgo de viajar en el asiento del medio, mientras el parlamentario espera confortablemente instalado en la sala VIP. Y al desembarcar, allá está otro servicial para esperarlo a la puerta del avión, dispuesto a llevarle el maletín, recoger las maletas en la sala de desembarque y encaminarlo al vehículo oficial solemnemente estacionado en un lugar prohibido para el ciudadano común.
 
Había una directora del Gabinete de Coordinación y Ejecución (¿de qué?). Ingresó en la Casa como telefonista y gracias a la connivencia de algunos senadores, llegó a la función de directora. Además de su alto salario y las gratificaciones se le permitía estacionar en el garaje exclusivo del Senado su reluciente BMW. Y encima no era la única directora del referido gabinete. ¡Había otras tres!
 
Entre las 50 secretarías suprimidas figuraban tres Secretarías Técnicas de Electrónica e incluso una Subsecretaría de Convergencias Tecnológicas y otra Subsecretaría de Tecnología e Información. Trato de imaginar a qué actividades se dedicaban tales dependencias. Posiblemente a instalar y reparar equipos electrónicos, tales como computadoras. ¿A qué llamarían “convergencia tecnológica”? ¿A recopilar lenguajes informáticos o a la sincronización de programas y planillas?
 
Llama la atención que, disponiendo de tanta tecnología, el Senado todavía grabe sus sesiones por medio de taquigrafía. ¿No es ya tiempo de grabar los discursos o mensajes de los parlamentarios en cintas magnetofónicas, videos y dvds? Continúan en plena vigencia las subsecretarías de Registro Taquigráfico, Redacción Taquigráfica, Revisión Taquigráfica y Supervisión Taquigráfica. ¿Por qué no usar la estenotipia?
 
Dice un antiguo proverbio latino: “Senatores boni viri, senatus autem bestia” (Los senadores con buenas personas, pero el senado es una bestia). En verdad, las bestias somos nosotros, que no siempre somos juiciosos al elegir a nuestros políticos. Es verdad que entre los 81 senadores hay quienes priorizan la ética, no se dejan picar por la mosca azul y hasta se atreven a denunciar que la corrupción campea entre algunos de sus colegas.
 
Ahora el Senado consta de ¡131 directorías!  Entre ellas la Secretaría de la Policía del Senado,  y las Subsecretarías de Policía Ostensiva, de Protección a Autoridades y de Policía Judicial. ¡Un verdadero ejército de Brancaleone! ¿Y todo ese mundo policial investiga, allá dentro, los indicios de corrupción, los abusos de autoridad, el nepotismo y la malversación?
 
El mal del Senado es endémico en la maquinaria pública: la cultura del Asdena –Asesor de Nada. Si se revisa el árbol de los ministerios, de las entidades estatales, de los gobiernos estaduales, de las asambleas legislativas, de las cámaras de concejales y de las municipalidades, se constata que hay una legión de funcionarios totalmente dispensables, personas que ocupan funciones inocuas creadas para acomodar a los apadrinados de los políticos.
 
El político desvergonzado no tiene el menor escrúpulo en crear un empleo público para el activista electoral, para el hijo del correligionario, para el ahijado de la cuñada, para la hija del patrocinador de la campaña. Y cuando la prensa cumple su papel de fiscalizar cómo se gasta el dinero del pueblo hay senadores que, como dice Jesús, ven la paja en el ojo ajeno y no quitan la tranca en el suyo. O sea, dicen que la exageración es por parte de los medios y no de una Casa parlamentaria que se da el lujo de emplear aproximadamente 10 mil funcionarios (3,4 mil por concurso; 3,1 mil comisionados; y cerca de 3 mil por intervención de terceros). Este total representa 123,4 servidores para cada uno de los 81 senadores. Todos pagados por el contribuyente.
 
El gobierno nos debe la reforma política. Mientras no se haga, la maquinaria pública seguirá sirviendo de refugio para amigos, parientes y aliados de políticos, y los delincuentes y corruptos disputarán mandatos políticos  para gozar de impunidad e inmunidad. En una República decente los senadores serían los primeros en rechazar los privilegios del foro, en matricular a sus hijos en escuelas públicas y en recurrir al Seguro en caso de problemas de salud. (
Traducción de J.L.Burguet)

Los políticos no debieran nunca sentirse enojados por tener que rendir cuentas a la opinión pública. Es su deber.
 
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Frei Betto es escritor, autor de “Calendario del Poder”, entre otros libros.

https://www.alainet.org/fr/node/133080
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