La situación económica mundial (III)
27/07/2009
- Opinión
La economía de la deuda
En Bretón Woods hubo dos propuestas para un sistema de divisas internacional: la de Keynes - que bien puede servir hoy – con una entidad emisora neutra y la de Harry Dexter White, con el dólar como moneda de referencia internacional. Prevaleció White, pero con el compromiso de fijar el dólar en un patrón oro de US$35 la onza.
Los que leímos a Paul Samuelson recordamos su clásico ejemplo de política económica donde un gobierno que escoge entre producir mantequilla o producir cañones. Richard Nixon pensó que no hay que escoger, que se puede tener los dos. Los Estados Unidos tenían una balanza comercial desfavorable que agravó el alza de los precios agrícolas y el petróleo en 1971. El 15 de agosto, el gobierno de Nixon anunció el repudio del patrón oro acordado en Bretón Woods; esto es, la devaluación de sus deudas. Cuando los colegas europeos protestaron, el Secretario del Tesoro, John Connolly, respondió con su célebre frase: “El dólar es nuestra moneda, pero es su problema”[1].
A partir de entonces Estados Unidos paga sus deudas emitiendo dólares cada vez más insolventes. En los 70 el precio en dólares del petróleo subió, pero el dólar bajo. Las economías sólidas revaluaron. El dólar cayó con respecto al Marco alemán y al Franco suizo en cerca de un 250%; mas o menos lo que había subido el petróleo. Esos petrodólares no los guardaron los sheiks árabes en sus cofres; los depositaron en los bancos de occidente. Los bancos tampoco guardan el dinero, lo colocan y los banqueros salieron a prestar dólares en todos los rincones del orbe. Así sucedió la “Deuda del Tercer Mundo”.
Durante los años 80, los créditos fáciles al Tercer Mundo hicieron crisis. Sucedió entonces la primera intervención de países desarrollados para salvar a bancos imprudentes, con dinero de sus contribuyentes. Al Banco Mundial y al FMI se le dieron fondos públicos para que se substituyesen a los bancos privados como acreedores; se disfrazó así el salvamento de los bancos como el salvamento de los países deudores. Con el dinero para pagar a los bancos se ató a los deudores a las condiciones que conocemos como el “Consenso de Washington”.
En 1986, durante esas maniobras financieras, Peter Drucker publicó un ensayo titulado “La cambiante economía mundial”[2] - que aún se consigue en Internet- donde describía el efecto de esa flujo de dinero inorgánico, que se movía en el circuito de los centros financieros con independencia de la producción y el comercio. Mucho dinero circulando y poca inversión productiva. La filosofía económica que describe la frase del personaje Gordon Gekko, del film Wall Street: “Yo no produzco, yo soy dueño”[3].
Riqueza virtual y especulación
La economía de la deuda crea dinero de la nada. Créditos que sólo son cuentas e intereses, realidades virtuales, un toque en la computadora. Hace un siglo, los también bancos sumaban o restaban pero sobre depósitos. También emitían sus propios billetes: una promesa de pago algo aleatoria; por eso, para garantizar la moneda, se crearon los bancos centrales como únicos emisores. Pero el viejo enfoque subsiste en algunos países anglosajones, donde se mira la creación del crédito como un asunto privado y no como asunto de interés público. Por eso la Reserva Federal es un consorcio de bancos privados que presta al Tesoro. Por eso son de anglosajones los mayores mercados financieros y también las mayores crisis económicas.
Los Estados Unidos tienen un sideral déficit fiscal y comercial que cubren con una creciente emisión de dólares virtuales, respaldados por venta de más deuda, como los bonos del tesoro. Esos dólares se invierten en papeles, porque la economía productiva no puede absorberlos. La invención de papeles para la venta enajenó unas cuantas mentes, que creyeron crear riqueza y crearon enormes escándalos. Son notorios los fraudes de Long-Term Capital Management , WorldCom y Enron, cuyas secuelas aún arrastran los mercados financieros. Son casos que revelan ignorancia económica, complicidad gubernamental y corrupción empresarial. Con esquemas burdos, empresas sin activos se expusieron por millardos[4] repartiendo premios gordos entre altos ejecutivos.
Ese clima ya había llevado Estados Unidos a la recesión en 2001, cuando sucedió el ataque al World Trade Center y la “Guerra contra el Terror” aplazó la crisis. En marzo del 2006 la situación era tan grave que dejó de ser pública la cuenta M3, la que muestra la deuda total. En 2007 la masa de dólares desbordó las bolsas e inundó los mercados de compras a futuro de bienes tangibles y de oro.
Las burbujas de la crisis
La colocación de la creciente masa de dólares sin fondos debe ser, por fuerza, cada vez más riesgosa y eso causa “burbujas” en serie. Es una deuda del Primer Mundo que revienta en la colosal combinación de cuatro burbujas especulativas: la especulación en materias primas y alimentos, la especulación inmobiliaria, la especulación en bolsa y la especulación en divisas.
a) materias primas y alimentos
Las materias primas mantuvieron precios bajos en los 80, aún cuando crecía la demanda. En 2007 su valor aumentó súbitamente, sin que pueda atribuirse a un mayor consumo. Las oscilaciones dramáticas – triple- del precio del petróleo no pueden explicarse como comportamientos de oferta y demanda o por acumulaciones estratégicas.
Los alimentos subieron súbitamente sin que aumentasen población o estómagos. Primero sucedió en México, que parece laboratorio de fechorías, con la crisis de la tortilla. Una escasez creada, en 2006, por la exportación del maíz mexicano e importación de maíz cuando los precios habían subido. Obra de Carghill, que controla los cereales mexicanos, dijeron los medios alternativos. En enero 2007 la tortilla ya costaba el doble, a 15 pesos el kilogramo.
Al alba del 2008, subió repentinamente el precio internacional de los cereales. Se habló de una supuesta demanda para agro-combustibles, pero sin correspondiente aumento de la producción. Se usó un silogismo para culpar a los chinos: los chinos salían de la pobreza y comían más carne; se criaban más animales que devoraban más cereales. Súbitamente, bajaron los precios, con igual número de chinos carnívoros y nadie ha dado una explicación.
b) La especulación inmobiliaria
La especulación inmobiliaria es la burbuja más comentada. Fue muy grande en Estados Unidos, Gran Bretaña y España. El contagio se realizó en las bolsas financieras, donde se venden hipotecas. Con el curioso nombre de Vehículo Estructural de Inversión[5] aparecieron unos paquetes de hipotecas inmobiliarias donde el valor de garantía era inferior al préstamo y daban crédito a personas con poca capacidad de pago; cosa que, claro, aumentaba la comisión. Esos paquetes bomba los adquirieron bancos de inversión, cuyos bien pagados ejecutivos decían – en serio- que ese “instrumento” repartía y equilibraba el riesgo; como si acumular riesgos no fuese más peligroso. Para colmo, los créditos se aseguran con otros “productos” revendidos a no se sabe quien; pero que ya explotarán en algún lugar.
c) La especulación en bolsa
La ganancia en la bolsa funciona bajo el simple principio de comprar a la baja y vender en alza. Hay profesionales “insiders” que pueden conocer las cifras antes de que sean publicadas y otros que van más allá: las hacen. La víctima clásica es el ahorrista común, que invierte siguiendo acciones. Muchas acciones suben y suben con independencia del rendimiento. Una razón, según casos conocidos (Enron, Freddy, Mae, etc, etc, etc.), es el premio en acciones que se da a los directores por los buenos resultados de las acciones ...en la bolsa. Eso ha motivado innumerables fraudes contables.
En los 90 aparecieron unos paquetes financieros bajo una variedad de nombres, pero el más conocido es “derivatives”, derivados; son certificados cuyo valor se estima en base a otro certificado cuya cotización cambia en el tiempo: acciones, bonos, monedas, opciones, productos básicos, etc. Se dice que protegen de variaciones de precio, pero es un eufemismo de “Bussines School” para una pirámide financiera. La venta de “productos financieros” se concentro en Nueva York y Londres y sus principales clientes fueron los bancos.
La dimensión de la estafa la evidenció el súbito colapso de bancos y casas financieras, que días antes tenían alta cotización en bolsa y excelente evaluación de riesgo. En ese mundo mañoso, parece que la crisis actual se manipula para el beneficio de unos pocos. La intervención de la Reserva Federal –es decir, algunos grandes bancos- fue poco homogénea. Los beneficiarios del mejor trato han sido Goldman Sachs, J.P.Morgan y CitiGroup.
d) La especulación en divisas y oro
Es notorio que los cambios de divisas oscilan, a pesar de tener el respaldo de una misma cantidad de reservas y con las mismas cifras macroeconómicas nacionales; también intriga la milagrosa levitación del dólar, cuyo patrón ahora es sería el plomo, por el peso de las deudas más grandes de la historia. El precio del oro también sube y baja sin causa razonable. En marzo 2008, la onza pasó los 950 dólares y luego bajo entorno a los 600 para volver a subir en marzo 2009 por encima de los 1000. Pareciera que los joyeros tomaron vacaciones entre marzo 2008 y marzo 2009.
La supervisión de los especuladores
La teoría de una economía de mercado dice que a esta la mueven los precios. En los mercados que conocemos los precios los suelen mover rentistas y especuladores. Un robo que debieran impedir los gobiernos, pero del que son cómplices. Complicidad añeja, como lo demuestra la circulación de personas entre la dirección en grandes empresas y cargos de responsabilidad económica en los gobiernos; unos más y otros menos, pero en casi todos los gobiernos.
En Estados Unidos, el sendero trillado entre Goldman Sachs y el Departamento del Tesoro es bien conocido. En épocas recientes destacan dos casos: Robert Rubin, que era su CEO antes de ser Secretario del Tesoro con Clinton y el actual Secretario, Henry Paulson que entro con Bush, a mitad del 2006, después de presidir 8 años a Goldman Sachs. El salario de Paulson en Sachs rondaba los 37 millones, más unos 500 millones en acciones del banco[6]; en el Tesoro sólo gana 191.500 dólares anuales, pero sigue estoicamente allí.
Con socios tan bien ubicados, era inevitable que le diesen a los banqueros un par de billones (trillions) públicos para salvarlos de la quiebra, hace apenas unos meses. Dinero público para que entre banqueros se pagasen sus astronómicas deudas, no para prestar al público como se hizo creer y que hubiese necesitado mucho menos. Saldadas sus deudas, vuelve la dicha a ese circuito tan diferente a la economía general norteamericana. En aquella aumentan las quiebras y el desempleo, caen las ventas y se ejecutan hipotecas. Es un panorama oscuro y peligroso donde contrasta como un faro Goldman Sachs, que recién decretó los dividendos más altos de su historia y dobló los bonos millonarios de sus brillantes ejecutivos[7].
- Umberto Mazzei es doctor en Ciencias Políticas de la Universidad de Florencia. Ha sido profesor en temas económicos internacionales en universidades de Colombia, Venezuela y Guatemala. Es Director del Instituto de Relaciones Económicas Internacionales en Ginebra.
[2] The changing World Economy, by Peter Drucker.1986. www.foreignaffairs.com
[3] “I create nothing. I own.” Película Wall Street de Oliver Stone.
[4] Roger Lowenstain : When Genius failed, Random House y The origins of the Crash, Penguin books
[5] Structural Investment Vehicle – SIV, en la jerga financiera.
[6] Henry Paulson’s Treasury, The Nation, 26/06 2006
[7]“ Goldman Sachs declared record earnings for the three months to June of $3.4 billion (£2.1 billion), only months after it accepted government assistance”; Three Cheers for Goldman Sachs by Guy de Blonay, Telegraph.co.uk 24/07/09
“Over all, Goldman’s revenue was $9.43 billion, up 13 percent from the first quarter a year ago” Goldman Sachs Inc. Bussines, New York Times, 27/07/09
https://www.alainet.org/fr/node/135353?language=en
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