A propósito de la Conferencia de Copenhagen sobre el futuro del sistema global del clima, a realizarse en diciembre de 2009, es evidente que en los últimos años sigue acrecentándose la preocupación mundial sobre las implicancias actuales y a futuro del fenómeno del cambio climático, pero lamentablemente es no menos evidente que aún sigue gravitando el mero discurso y la postura oficial antes que la decisión política y la acción concreta y concertada de la comunidad internacional para enfrentarlo (como ocurre con los países industrializados del norte, que tienen la mayor responsabilidad en ello). Incluso en el debate aún se cuestiona -y con no poca controversia- de la veracidad de este fenómeno y su causalidad, relativizando el diagnóstico de fondo y de esa forma soslayando, dilatando o impidiendo de forma conveniente que se asuman mayores compromisos al respecto.
Sobre el cambio climático existe abundante bibliografía circulando: desde textos y manifiestos apocalípticos y pragmáticos, los efímeros y escépticos, pero también los más serios y documentados que nos dan cuenta de su real magnitud. Al respecto nos interesa indagar sobre su fenomenología como tal, es decir, analizar sus implicancias como un hecho concreto (fenómeno) de la realidad, en el marco de la relación sociedad-naturaleza y de las múltiples interacciones causa-efecto que sabemos se dan desde el origen de la humanidad, y que de hecho supone cambios sutiles como profundos en el ambiente y en la ocurrencia de diversos eventos, cuyos impactos y efectos han sido, son y serán determinantes de las condiciones y medios de vida de las poblaciones más vulnerables, en especial de los países pobres del sur.
Los fenómenos naturales y su relación con las actividades humanas y el cambio climático
Desde la aparición de las primeras sociedades tribales son múltiples los impactos y efectos que durante milenios han producido en los ecosistemas y la biosfera, a la par de la mayor ocurrencia de fenómenos naturales (muchos con efectos devastadores sobre la población y sus hábitats). Es por ello que ante la evidencia del fenómeno del cambio climático, hoy comprobamos lo que –décadas atrás- organizaciones ambientalistas, movimientos sociales y la comunidad científica más seria, advirtieron al mundo de las graves consecuencias que se podían derivar de la expansión global del capitalismo y su racionalidad económica del desarrollo, si acaso no se tomaban medidas para evitarlo.
Es así que con la crisis mundial se desencadena la acumulación de multiprocesos de transformación económica, social, cultural y ambiental que, en medio de un escenario incierto por la mayor incidencia de los fenómenos naturales, hacen aún más complejo el estudio de su dinámica actual y prospectiva. Y es que en las últimas décadas resulta notable el incremento de numerosos eventos climatológicos a nivel mundial: inundaciones, tempestades, huracanes, granizadas, heladas, sequías, etc., ocasionando cuantiosas pérdidas humanas, materiales y económicas (estimadas por encima de 70,000 millones de dólares anuales y afectando a cerca de 325 millones de personas) ymayormente perjudicando a las comunidades locales y poblaciones indígenas más pobres de las diferentes regiones.
Se sabe que los efectos del cambio climático pueden ser determinantes en el contexto actual de desarrollo de las comunidades locales y poblaciones indígenas más vulnerables de Latinoamérica y otras regiones del mundo, constituyéndose en un nuevo y mayor elemento de preocupación, además de las cuestiones históricas irresueltas en atención a las demandas y necesidades de desarrollo e inclusión social de estas poblaciones, así como por su importante vinculación y valiosos conocimientos desarrollados en el manejo de ecosistemas locales y la variabilidad climática natural. De ahí la importancia de estudiar su evolución como sociedad-naturaleza y conocer su capacidad de resiliencia y los diferentes mecanismos adaptativos que han ensayado durante milenios como respuesta a factores ambientales adversos.
Los fenómenos naturales expresan una parte importante de la relación histórica de convivencia entre múltiples sociedades y culturas con su entorno natural; sin embargo, es claro que hasta hoy aún no se termina de entender cuál es el nivel de responsabilidad que nos toca asumir como sociedad global en ello.De hecho, existen resistencias interesadas por determinados sectores y grupos de poder económico de los países desarrollados del norte, de sostener que no hay suficiente evidencia científica (variación estadísticamente significativa) para afirmar que son las actividades humanas las que efectivamente están contribuyendo en la ocurrencia de cambios climáticos derivados del calentamiento global. Sin embargo, las evidencias científicas encontradas por investigadores de diversas tendencias académicas coinciden en su mayoría al sostener de forma razonable que las actividades humanas si están contribuyendo en mayor medida a la ocurrencia del fenómeno global del cambio climático.