Se desploma el ingreso de los más pobres
29/08/2009
- Opinión
* El INEGI ordena a la población en deciles. El I es el más pobre y el X el más rico. El IX y X prácticamente no han disminuido su ingreso familiar. Los inferiores han visto una caída importante. Los hogares catalogados en el primer decil reciben 8.0% menos al pasar de 6 mil 651 pesos, en 2006, a 6 mil 116 pesos trimestrales por hogar, en 2008. El segundo decil disminuyó 7.2% y el tercero 5.1%. Es decir, entre más pobres más cayó el ingreso.
Sobrevivir en México se ha vuelto una tarea difícil, mientras los precios de los productos básicos suben, los salarios se desploman compactando el mercado interno y con ello reduciendo aún más la planta productiva.
Por ejemplo, en la mayoría de los hoteles de paso de la ciudad de México, autoservicios y cadenas de comida rápida solicitan personal, pero cuando el interesado llega se encuentra con salarios que rondan los 2 mil pesos mensuales, lo cual no es suficiente para sobrevivir.
Silvia trabaja de costurera en Acayuca, Hidalgo, el sueldo es a destajo y haciendo ojales se lleva poco más de 600 pesos a la semana, afortunadamente sólo tiene que caminar unas cuadras de su domicilio al trabajo. Nos dice: “Mi papá si trabaja rápido se lleva mil 200, tiene mucha experiencia”. Es una niña de 16 años que debería cursar el bachillerato, pero su salario es indispensable para la sobrevivencia de su familia.
El andrólogo Mario Ortega Olivares, especialista en relaciones laborales de la Universidad Autónoma Metropolitana Xochimilco (UAM-X) comenta a Forum: “Esos empleos se ofrecen porque la gente no puede vivir con esa cantidad. Entonces tienen una gran rotación de personal, se contratan, no pueden sostenerse, se van y vuelven a contratar. Además la enorme cantidad que busca un empleo inhibe a quienes lo tienen a hacer reivindicaciones conforme a sus ingresos. Nos estamos desplomando”.
“Es muy preocupante lo que está ocurriendo porque se está desplomando nuestro mercado interno. Las consecuencias de esta espantosa caída salarial no solamente las van a pagar los trabajadores, sino que también los empresarios, disminuyen sus negocios. De hecho, Comercial Mexicana está reportando una disminución en la venta de productos básicos”, opina el investigador.
Benjamín Barrera, quien cuenta con la secundaría y vive en Tultitlán, estado de México, nos dice que para ir a trabajar a la ciudad de México tan sólo en transportes gasta $6.50 al tren suburbano, 12.50 de ahí a Lindavista y dos pesos del metro lo que nos da un total de 21 pesos de ida y el doble si contamos el regreso. Reconoce que gastaba un poco menos antes de utilizar el tren suburbano pero hacia el doble de tiempo. A esto hay que sumar comida en la calle por lo que prácticamente sale a mano y está pensando en mejor quedarse en su casa hasta encontrar otra opción laboral.
Según cifras del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI) más de la mitad de los mexicanos que trabajan obtienen un salario inferior a los tres salarios mínimos. A esto se suma el desempleo, pues de acuerdo a cifras del mismo organismo la tasa de desocupación fue de 5.17% de la población económicamente activa (mayores de 14 años que trabajan o buscan trabajo) en junio del presente año. En 2008, el mismo periodo, la tasa de desocupación fue de 3.55%.
Oficialmente ya se reconoció la caída del ingreso corriente de los hogares mexicanos cuyo promedio trimestral en 2008 fue de 36 mil 694 pesos, mientras que en 2006 fue de 37 mil 299 pesos. Si vamos a las poblaciones de menos de 2 mil 500 habitantes el ingreso promedio por hogar cayó 16.3% en términos reales, al pasar de 21 mil 834 a 18 mil 276 pesos.
El INEGI ordena a la población en deciles siendo el I el más pobre y el X el más rico, curiosamente los deciles IX y X prácticamente no han disminuidos su ingreso familiar, mientras los inferiores han visto una caída importante. Los hogares catalogados en el primer decil reciben 8.0% menos al pasar de 6 mil 651 pesos en 2006 a 6 mil 116 pesos trimestrales por hogar en 2008. El segundo decil disminuyó 7.2% y el tercero 5.1%. Es decir, entre más pobres más cayó el ingreso.
Mario Ortega Olivares, del departamento de Desarrollo del Capitalismo y Movimiento Obrero de la UAM-X, alerta por medio de Forum: “La pobreza está creciendo de manera espantosa, dependiendo de los criterios; según el Consejo Nacional de Evaluación, el más conservador, se están incorporando seis millones más a la pobreza patrimonial y alimentaría y el comentario más extremo de un exdiputado del PRD (Partido de la Revolución Democrática) que dice que ya hay 80 millones de pobres. Independientemente cual sea el criterio para establecerlo, hay un empobrecimiento general y el gobierno mexicano está ensimismado en la lucha contra el narcotráfico y no se están tomando medidas de carácter económico”.
Complementa: “Hay un nuevo fenómeno que son los nuevos pobres. La gente que siempre ha sido pobre no tiene problema porque sabe como sobrevivir, pero ahora muchos de los hijos de las familias de capas medias van a tener que abandonar las universidades privadas y las universidades públicas no han incrementado su cupo. Para ellos va a ser un golpe muy duro”.
Propone: “Urge apoyo a la pequeña y mediana empresa, habría que revivir una banca como Nacional Financiera para volver a impulsar el desarrollo. Los salarios en lugar de disminuir deberían estar creciendo para incrementar el mercado interno y así estimular a la producción”.
Refuta a quienes dicen que nadie gana el salario mínimo, que es sólo un indicador (de hecho INEGI reconoce 5 millones 422 mil 647 trabajadores que ganan el mínimo o menos) y explica: “Como la familia no puede vivir con mil 644 pesos mensuales, lo que tienen que hacer es introducir otros de sus familiares a buscar ingresos y entre todos completan. La familia ampliada es el colchón que evita que la gente se muera de hambre, la solidaridad. Cuando hay un miembro de la familia ampliada sin empleo, se le invita a comer de la olla común y cuando él gana tiene que poner para la olla común que ahora está reduciendo su calidad. En 2006, las familias gastaban el 29.4% de sus ingresos en alimentación y ahora ya subió a 33.6%. No es porque se esté consumiendo más sino que ahora destina más de sus ingresos para irla llevando”.
A esto suma la inflación: “Los incrementos han estado espantosos, el huevo se incrementó en 27.4, la carne molida en 11.5%. Entonces aunque usted diga ‘a mi no me han bajado el sueldo’, no se lo han bajado en pesos, pero en cuanto a poder adquisitivo ya bajó mucho”.
Advierte que esto ha generado un incremento de la informalidad a cuyos integrantes generalmente no se les da otra opción viable: “La otra vez me encontré un ambulante que vendía revistas usadas y dice ‘yo sí tenía trabajo pero con lo que gano en Naucalpan (estado de México) no saco lo que aquí’. Claro que hay una diferencia porque con los ingresos informales no hay seguridad social, ni ningún tipo de prestaciones, eso depende de la suerte diaria. La economía informal ha sido la gran válvula de escape, el problema es que ya creció tanto que en los cruceros se pelean por limpiar los parabrisas. Hay informales de segunda y tercera generación. En la economía informal no se pagan impuestos, no hay ingresos al fisco, la gente nada más sobrevive. Se corre el riesgo de una anomia social”.
¿Se necesita la dichosa reforma laboral?
—Claro, una reforma laboral donde se incremente el salario, se incremente el poder de compra y las empresas comiencen a recuperarse. Volkswagen no ha podido vender los automóviles, está acumulando pérdidas. Una reforma laboral que significara salarios todavía más bajos provocaría una contracción todavía más espantosa del mercado interno y la quiebra de muchísimas más empresas.
Pero dicen, desde el gobierno federal, que reduciendo prestaciones vendrían más empresas extranjeras.
—Ya no es posible, eso en su momento funcionó, ahora tenemos enfrente a China. Ahí hay un trabajo mucho más barato. Pero ellos lo pueden hacer porque China es una economía estatal, garantiza la alimentación básica y la atención de la salud a todos los chinos. Nosotros sólo matando de hambre a nuestros trabajadores volveríamos a ser competitivos en ese aspecto.
Refiere: “Con la firma del Tratado de Libre Comercio abrimos nuestras puertas de par en par y la industria nacional se vino abajo. Estados Unidos nunca dejó de ser proteccionista. Uno de los pocos aspectos que nos beneficiaban del TLC era que nuestros camiones iban a poder transportar mercancías hacia allá y hasta la fecha no lo hemos logrado porque siempre están poniendo trabas. Ellos son proteccionistas hacia adentro y piden liberalización hacia fuera. Así no se puede jugar.
“Estados Unidos nos quiere solamente como trabajo barato. En Estados Unidos y Canadá cuando los trabajadores amenazan con ponerse en paro por incrementos salariales, las gerencias los amenazan con mudar las plantas a México. Lo que les pagan a ellos por una hora es lo que nos pagan a nosotros en un día. Más barato ya no se puede.
“Necesitamos un giro de timón, tener medidas proteccionistas en algunos nichos, incrementar salarios y revivir la banca de desarrollo, el Estado mexicano tiene que volver a invertir para generar empleos”, concluye Ortega Olivares.
Por su parte Marcela A. Hernández Romo, especialista de estrategias y cultura empresarial de la UAM Iztapalapa advierte a Forum: “Tenemos condiciones deplorables, se come mal, se viste mal, la educación tampoco puede ser buena y eso genera una cultura de no entrar en la ola de competitividad. No puede ser competitivo alguien que no tiene acceso a la educación y lo único que hace es sobrevivir”.
¿Ayudaría la reforma laboral?
—Esta reforma laboral no creo que nos lleve a una mejora económica, ni mejores salarios ni mejor competitividad. Lo que le hace falta al país es tener mejores salarios, mejores condiciones laborales, ser más productivo y esto se engancha con un problema mundial, con una crisis de modelo económico en el mundo.
¿La flexibilidad laboral que proponen ayudaría?
—No. Sí es importante la flexibilidad, con ciertas medidas encuadradas en ciertos aspectos, pero estamos hablando de actividades muy precarias, donde no hay una especialización. Se trata de que sí tengan más competencias pero aunadas a mayor valor agregado y que se refleje en los salarios.
“El neoliberalismo lo que trajo fue una polarización muy fuerte y condiciones precarias para los trabajadores”, advierte la investigadora.
A todo habría que sumar el desempleo del sexenio del “presidente del empleo”, pues en el último trimestre del 2006 (cuando recibió el poder) según INEGI éramos 105 millones 187 mil 51 mexicanos, de los cuales 42 millones 846 mil 141 tenían algún tipo de empleo, al primer trimestre de 2009 somos 107 millones 229 mil 677 con una población ocupada de 42 millones 915 mil 615. Es decir, la población creció en más de dos millones pero hay menos de 100 mil empleos extras.
Las cifras son contundentes, los pobres son cada vez más pobres. Otra pregunta constante, cuya respuesta sería muy dolorosa, ¿hasta dónde aguantarán?
Forum 191. Agosto de 2009. XVIII aniversario. www.forumenlinea.com
https://www.alainet.org/fr/node/136031
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