Los presidentes de ALBA

13/10/2009
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Para la ciudad de Cochabamba, en el centro de Bolivia, la agitación que se siente en estos días, rompe la tranquilidad con que se desarrollan las actividades normales. Pero esa ruptura ha entusiasmado a los habitantes de esta hermosa ciudad, cuyo clima templado convida más al buen humor y la tranquilidad. Como todos saben, este fin de semana, aquí se reunirán los presidentes de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA). No sólo ellos, pues llegarán otros mandatarios como observadores e incluso comisiones de países europeos.
 
El interés que concita esta Reunión Cumbre es mayor al que provocan otras reuniones de este carácter que, en estos tiempos de transporte rápido, se realizan en todo el mundo. No se sabe cuántos periodistas llegarán pero es indudable que serán varios cientos. La capacidad hotelera ha sido rebasada ampliamente y muchas familias reservan habitaciones para posibles huéspedes.
 
¿Qué incita tanto interés? Más allá de la presencia de protagonistas de primer nivel, conocidos en todo el mundo, llama poderosamente la atención el tipo de medidas que aprobará este concierto de notables y, a la vez, la forma en que se lleva adelante una alianza que supera, con mucho, otros acuerdos anteriores.
 
 ALBA ya ha tenido resultados efectivos que pueden resumirse así: un nuevo orden económico. De esto se trata, fundamentalmente: lograr una relación diferente a las reglas del mercado capitalista. Porque, una cosa es el mercado, como mecanismo de transferencia de productos y manejo de ofertas y demandas y otra cosa es el mercado creado por la sociedad capitalista que supone acumulación de ganancias en base a un sistema de fijación de precios para la oferta y la demanda; esta escala de precios es determinada por los intereses de los grupos de poder internacional. Ocurrió que siempre quisieron convencernos que ese es el sistema natural del mercado.
 
Ensayemos un análisis de lo que está haciendo ALBA. Venezuela vende petróleo a varios países centroamericanos y caribeños –por supuesto, relacionados con la Alternativa Bolivariana para los pueblos de Nuestra América- a precios de mercado, pero recibe como pago el 50% y la otra mitad se destina a remediar o, al menos, paliar las condiciones de pobreza de los países que reciben el petróleo. ¿Es posible sostener, en el tiempo, estas reglas de juego? Recordemos la crisis de 1973. Para entonces, las transnacionales del petróleo mantenían un precio debajo de los 3 dólares por barril y los productores pedían un aumento del 17% que, las empresas, se negaban a aceptar. La OPEP, fundada en 1960, tomó posición en defensa de Siria y Egipto, atacadas por Israel con el apoyo decidido de Washington. Por tanto, decretó un embargo del petróleo y redujo drásticamente sus volúmenes de exportación. De entonces hasta hoy, los precios de los hidrocarburos tienen precios regidos por el mercado especulador, no por los costos de producción. Si ponemos otras reglas al mercado, es evidente que puede mantenerse un sistema que permita superar la pobreza en la que están sumidos nuestros pueblos.
 
Casi 40 años después de la crisis de 1973, por supuesto que cambiaron las condiciones. La demanda de energía ha multiplicado sus parámetros y afecta a todo el mundo. En aquel tiempo, fueron los países enriquecidos los que sufrieron el impacto. La demanda energética actual es tal que, el gas que antes no tenía cotización significativa, hoy es un factor importante cuando se evalúa la riqueza hidrocarburífera de un país. Pero es también cierto que, en estos casi 40 años, se ha ampliado sostenidamente el volumen de hidrocarburos existentes en el mundo aunque, ciertamente, es preciso frenar el despilfarro de los recursos no renovables.
 
Ahora bien. Los presidentes de la ALBA han llegado a acuerdos de primer orden, en un nuevo tipo de relaciones económicas, porque tienen una visión similar sobre el futuro de la sociedad. Cada uno de ellos, los presidentes de Ecuador, de Venezuela, de Nicaragua, de Cuba, de Bolivia, de Dominica, de Antigua y Barbuda, de San Vicente y Granadinas, han elegido su propio camino, pero con un norte común: sacar, a nuestros pueblos, de la condición dependiente, sometida y atrasada en que nos han hundido los países enriquecidos.
 
No se trata de un complot contra Estados Unidos de Norteamérica, contra la Unión Europea o contra la empresa privada. Se trata de gobernantes que han demostrado, cada uno tomando sus propias decisiones, que es posible un futuro distinto para los pueblos de Nuestra América. Se trata de mandatarios que son precisamente eso: personalidades que cumplen un mandato, el de sus pueblos. Por supuesto, ese mandato no puede ser el de seguir enriqueciendo a quienes han tomado el poder como objeto de saqueo y explotación de los recursos naturales y, sobre todo, de los hombres y las mujeres de nuestra sociedad.
La reunión de ALBA en Cochabamba, es una reunión cuyos resultados serán de primera trascendencia no sólo para los países que la conforman, sino para todo el continente. Tales resultados tienen que mantener una economía en función del bienestar del pueblo en su conjunto. Octubre de 2009 marca un hito en la historia de Nuestra América. Ese hito lo están poniendo los presidentes de ALBA.
 
- Antonio Peredo Leigue es periodista, senador del Movimiento al Socialismo (MAS) de Bolivia. 
https://www.alainet.org/fr/node/137094?language=en

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