Quién aprovecharía otro ataque terrorista
19/11/2010
- Opinión
El Gobierno alemán teme un atentado islamista. El ministro del Interior, Thomas de Maizière (CDU), ha asegurado que el Ejecutivo tiene "indicios concretos", en parte procedentes de un "socio extranjero", que le alertan de un ataque. Además, Interior cuenta con "pistas propias" que revelan "los esfuerzos de grupos islamistas para cometer atentados en la República Federal". De Maizière ha anunciado un endurecimiento de las medidas de seguridad en los aeropuertos y estaciones de tren de todo el país, aunque las autoridades "están bien preparadas para afrontar la situación", escribe Juan Gómez, desde Berlín.
Parece que se está creando un ambiente como sucedía con The Wall Street Journal en el mes de mayo anterior al 11 de septiembre. Ataques terroristas que nunca han sido suficientemente explicados pero que algunas personas y grupos de poder esperaban. No tendrían todos los detalles, pero sí que tenían preparada la respuesta. Para empezar la terrible Patriot Act, y los acuerdos con Lockheed Martin por valor de 200.000 millones de dólares y la tecnología de espionaje, para la guerra de Irak.
Tampoco podemos olvidar que un “socio extranjero”, también en EEUU como ahora en Alemania, seguía una pista terrorista que sirvió para que algunos cientos de personas que trabajaban en la Torres Gemelas, no acudiera a sus puestos ese día. No fatídico porque se demostró muy bien preparado. Fallaron un par de aviones en alcanzar de pleno sus destinos, pero esto pudiera haber estado también preparado. Hay serias evidencias.
La entrada en Irak de las tropas de EEUU y de sus aliados, mediante engaños y orquestadas campañas, estaba preparada desde mucho antes y lo conocían grupos de intereses que ya tenían distribuidos los objetivos que habían de reconstruir antes de que fueran destruidos por los bombardeos.
Nadie ha dudado de que los autores de aquel atentado terrorista fueran islamistas fanáticos. Como en las novelas de Agatha Christie, ante un crimen lleno de incógnitas es preciso preguntarnos cui prodest, ¿a quién beneficia el crimen?
Que los servicios secretos israelíes conocían lo que se fraguaba, está fuera de duda. El MOSAD sabía pero no comunicó todo lo que sabía. Eso si no participaron mediante personas interpuestas en la inspiración o gestación del atentado. Por supuesto que lo sucedido el 11 de septiembre ha fortalecido e incrementado las relaciones de EEUU con el Estado de Israel. Y no sólo del gobierno de Washington sino también los de Alemania.
Este país ha vivido desde la Segunda Guerra mundial bajo un complejo de culpa que le forzaron a aliviar pagando miles de millones de marcos, en concepto de indemnización expiatoria, a los gobiernos de un Estado que no existía bajo el genocidio nazi y que, por lo tanto, nunca pudo representar a las víctimas del exterminio de judíos en Alemania. El Estado de Israel surgió después de la Guerra.
Lo mismo sucedió con los lobbies judíos en Estados Unidos que ofrecieron Israel como portaviones para los intereses petrolíferos y geo estratégicos de los norteamericanos y, después del desmembramiento de la URSS, para los de los países miembros de la OTAN. ¿Por qué modificaron en Washington el artículo de la Alianza que contenía su “objeto”? Desaparecida la amenaza de las fuerzas del Pacto de Varsovia (URSS), deberían haberse aplicado esos ingentes caudales de la guerra fría como dividendos de la paz. Pero no fue así, EEUU y Gran Bretaña presionaron para convertir a la OTAN en el sheriff para salvaguardar los referidos intereses en cualquier parte del mundo. Fuera en Irak o en Afganistán, Irán o las antiguas repúblicas asiáticas de la URSS.
Alemania se ha convertido en el país más rico y poderoso de Europa. Le pesan muchos de los países miembros de la Unión Europea. Aunque conocemos la respuesta, se pregunta ¿quién pisó el acelerador para pasar de la Europa de los Doce a la de los Veintisiete que es imposible controlar, después de pasar por las horcas caudinas de hacerse miembros de la OTAN, con los endeudamientos y servidumbres que les suponen.
Si ese atentado terrorista que dicen temer se produjera en la todopoderosa Alemania, saltaría por los aires el Tratado de Lisboa, al menos en las obligaciones hacia los más débiles y que probablemente nunca debieron entrar sin haber alcanzado los niveles democráticos, sociales y económicos necesarios. Pero Netanyahu y sus extremistas aliados no dejarían de aprovecharse para la afirmación del soñado Eretz Israel, a costa de los palestinos que, en palabras de Golda Meir, nunca constituyeron un pueblo “pues no hay más pueblo que el de Israel”.
- José Carlos García Fajardo es Profesor Emérito de la Universidad Complutense de Madrid (UCM). Director del CCS
https://www.alainet.org/fr/node/145622?language=en
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