Wikileaks, la libertad de expresión
09/12/2010
- Opinión
Con sus apenas cuatro años de surgimiento, el portal Wikileaks encabezado por el australiano Julian Assange, ya rompió las cadenas informativas en esta era de la globalización con un tema crucial, porque abrió las cajas fuertes de la secrecía diplomática de imperio estadounidense. Es pronto para evaluar el alcance de esta forma reciente de ofrecer a la sociedad mundial cualquier tipo de material importante como el funcionamiento de un Estado, las elites del poder, las relaciones internacionales o la diplomacia entre los países, por citar algunos ejemplos.
Pero en primera instancia está la herramienta. El internet brincó barreras. Este instrumento de la globalidad informativa surgido desde los países promotores de la “libertad” en todos los órdenes [incluso el argumento de adoptar a la “democracia” como punta de lanza, y en eso Estados Unidos es el protagónico según ideales propios], pero no hay que olvidar que se trata en primera instancia del orden económico, es un producto del desarrollo científico y la aplicación tecnológica aplicable a las áreas del computo y las telecomunicaciones.
El hardware y el software por sí solos han representado para los EU, uno de los sectores de punta de la economía más dinámicos en los años 90, y por ello fuente de ingresos y negocio de gran aceptación en el mundo. Por una de esas ramas se desarrolló a Silicon Valley —para el desarrollo de los semiconductores y las computadoras— y por otra al software Microsoft de uno de los hombres más ricos, a Bill Gates, con el avance programático Windows para el manejo práctico de las computadoras personales.
Pero fue el desarrollo de la computadora que modificó, digamos en forma paradigmática desde el punto de vista de Thomas S. Khune, los mecanismos tradicionales de manejo informativo, de elaboración y transmisión de datos, el almacenaje y cruce en todas las áreas de la ciencia, la educación, la cultura y la comunicación. Hoy es normal el seguimiento noticioso y puntual de todas partes del mundo. La computadora vino a revolucionar, entonces, los parámetros comunicacionales. La aldea se convirtió en global [o viceversa], según el concepto de Marshall Mcluhan; y de ahí pasó a conceptualizaciones posteriores como la de Octavio Ianni, Manuel Castells o la muy atinada exposición de Anderw L. Shapiro en El mundo en un clic.
La técnica ya está. Pero es seguro que más allá de los enlaces para los negocios [todo tipo de publicidad, los e-mail, la música, el ciberchisme, los hurtos y la boyante pornografía] nadie previno la posibilidad de que los candados se abrieran a tal grado de exponer secretos normalmente resguardados y publicados sólo décadas posteriores, de una potencia como EU y sus acciones frente a otros como en la diplomacia donde los funcionarios son viles agentes claves en el espionaje soez, y además con secuelas graves como las guerras contra otros países o la intromisión en asuntos netamente internos.
Todo lo que está en juego no es menor. Por un lado es claro que el espionaje no es de ahora, porque lo han ejercido todos los imperios así como países desarrollados frente a otros considerados enemigos, o entre sí. Lo novedoso es el tipo de información, en este caso considerado como “secreto” de Estado, que no debiera. Y la otra vertiente, que es la amplia y rápida difusión, no solo en medios impresos sino en los portales web, como sucedió en Wikileaks pese a las maniobras de bloqueo de las cuentas bancarias [el banco PostFinance de Suiza y Mastercard] y del hospedaje mismo del sitio [en Amazon] para impedir una operación normal. Ni se diga el grado absurdo de tomar como pretexto una acusación ya superada por acoso y violación sexual [chamaqueado, como se dice, de Anna Ardin que está relacionada a la CIA y Sarah Palin] para detener a Assange en Gran Bretaña con amenazas de ser extraditado no únicamente a Suecia sino hacia los EU.
La “justicia” del imperioquiere a Julian Assange en la cárcel bajo cargos que ellos mismos no atinan a precisar, como espionaje [lo que cuestionaría la libertad de prensa hacia un sitio web de carácter global], recepción de material robado [según Phillip J. Crowley, vocero del Departamento de Estado, la liberación de los 250 mil documentos clasificados es un crimen bajo la ley de Estados Unidos] o traición a la patria [siendo que Assange es ciudadano de Australia y no gringo; y como si todo fuese la patria]. El caso es que Julian se presentó voluntariamente y así fue retenido negándosele el derecho de libertad bajo fianza.
Ahora el creador de Wikileaks y su libertad estará sujeta a dos fuerzas: la presión desde el imperio para ser extraditado y juzgado en EU por cargos tan ambiguos como falsos, y; la defensa emprendida que desde la sociedad civil y los propios medios de comunicación han comenzado para exigir la libertad de Assange. Han iniciado las acciones coordinadas de los hackers afines que comenzaron arremetiendo ya en contra de aquellos sitios que bloquean tanto al portal Wikileaks como a las cuenta bancarias de apoyo para seguir operando.
A estas alturas EU ya alega daños; Assange en la carta publicada en El australiano sostiene lo contrario. Tanto el Pentágono como el Departamento de Estado alegan que la filtración de cables, o el Wikigate, al “cambiar la forma de actuar de los individuos y gobiernos aportar información a sus enemigos”. Por algún tiempo las relaciones diplomáticas serán más complicadas; “somos conscientes de al menos una reunión en la que se exigió que todos los cuadernos de notas quedaran fuera de la sala”, admite Crowley. Y agrega: “Hemos comprendido que estas revelaciones han abierto una brecha en la confianza, lo que lamentamos”. En tanto el vocero del Pentágono dice: “Tenemos la sensación de que hay cosas que han dado marcha atrás debido a esta información”.
En tanto el propio Assange apela en su defensa, que tanto el secretario de Defensa de EU admite que “no hay fuentes de inteligencia sensible o métodos que hayan sido comprometidos por la guerra en Afganistán registrados desde la divulgación”, como la OTAN en Kabul dijo a CNN que “no pudo encontrar una sola persona que necesite protección”. Y el departamento australiano con lo mismo. Y cita un fallo de la Suprema Corte de EU, en el caso de los papeles del Pentágono: “Sólo una prensa libre y sin restricciones efectivamente puede exponer el engaño en el gobierno”. A esa verdad debemos apelar todos: medios de comunicación, sociedad civil y países que defiendan su derecho a seguir entablando relaciones con EU, sí pero de respeto. Ahora es responsabilidad de todos ejercer la herramienta de la globalización en pro de la libre expresión.
https://www.alainet.org/fr/node/146102?language=en
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