Biógrafos y métodos
10/12/2010
- Opinión
Pocas cosas son tan indignantes como un grupo de mediocres lucrando con las biografías de hombres excepcionales. No importa si comercian con libros, si fabrican estatuas, si preparan doctorados o si filman documentales. No pocas veces el truco de revelar la “vida íntima”, recurriendo a amigos, parientes, archivos o chismes, opera como coartada perfecta para esconder, o suavizar, las mejores ideas y las luchas más profundas. No pocas veces se operan traiciones de tipo muy diverso. Lo recurrente es omitir la dialéctica del tramo histórico en que se aborda la vida de alguien, omitir la lucha de clases, los episodios que nutren, con sus tensiones, el ser y modo de ser de las ideas y las acciones en cada persona… la base material. Lo recurrente es poner la historia, difuminada según convenga, como telón de fondo o envoltura caprichosa. Como decorado que, no pocas veces, se lo hace parecer incómodo.
Por linda que parezca una biografía, por ejemplo, de Lenin, de Breton, de Trotsky, de Buñuel… no puede omitir los pilares de sus luchas, su inserción organizada en frentes de batalla, ni su crítica encarnizada contra el capitalismo, incluidos todos sus eufemismos. No se trata de una “elección libre”, del biógrafo, no se puede decidir, por su cuenta, cuánto conviene a su trabajo (o a su contrato) destacar o disimular las zonas revolucionarias (incluso contra-revolucionarias según sea el caso) de alguna personalidad excepcional (que por lo general no solicitan ser biografiados) Se trata, por el contrario, de una obligación de método. Decir que Buñuel era “un genio”, “poeta de la imagen”, es decir nada si no se dice que tal genio y poesía son producto de una lucha anti fascista, anticlerical y comunista de la que fue parte y colaborador magnífico. Pero muchos “biógrafos” con instinto mercachifle creen que silenciar lo “político” queda bien para no molesta al “público”.
Así como un “traductor puede ser un traidor”… así un biógrafo puede ser un traidor incluso si es víctima de su ignorancia en materia de metodología. Nadie puede desarrollar una biografía de, digamos, León Trotsky sin tomar posición y cuenta del zarismo con sus infinitas atrocidades y crímenes en el marco del capitalismo y su situación entonces. Nadie puede omitir la evolución de las ideas, sus aportes y sus tropiezos, sus debates y sus conquistas concretas sin su base material y concreta. Cuando una biografía se deja, por moda, por manipuleo, por irresponsabilidad - o por lo que fuese- en el campo exclusivo de lo individual, lo anecdótico o lo sensiblero, la obra se suma rápidamente al conjunto de la basura –a veces muy bien informada- con que la burguesía rinde culto a sus perversiones ideológicas. Es decir, hacer como que recuerda lo que en realidad quiere deformar o desterrar para siempre. Son biografías “neutras” lideras de un voyerismo que se vende mucho.
Truco añejo es ese, políticamente calculado, “buen homenaje” a un enemigo para sublimarlo mientras se auto erige, quien homenajea, un pedestal de clase para conjurar los demonios de la rebeldía y santigur las irreconciliables contiendas de clase. Al final, en muchas biografías, quienes gozan la pachanga de los halagos son los homenajeantes más que los homenajeados. Aquellos dan por cumplido su papel y salen a brindar, satisfechos, por el bien que le han hecho al biografiado y a la humanidad entera. Pero la historia no se negocia con saliva de eruditos. Ni Lenin, ni Trotsky, ni Breton ni Buñuel son lo que son, al margen de la realidad concreta en la que emprendieron sus batallas más queridas. Y tal realidad no puede retacearse de la lucha de clases que le da origen. Ignorarlo, con voluntad o sin ella, es además de una canallada, una idiotez redomada y repetitiva. Ya tenemos demasiado.
Si ha de aportar algo nuevo un trabajo biográfico, en el género o medio narrativo que sea, lo será sólo si es capaz de hacer visible la lucha de clases encarnada y objetivada en un tiempo, espacio y personas que la expresan de maneras contradictorias y siempre en un momento concreto y en condiciones específicas. Nadie hace lo que hace, ni hizo lo que hizo, sin ideas, sin tiempo, sin intereses y sin tomar partido. No basta con saber si era simpático, cariñoso, caprichudo, tenaz… no basta con descubrir pasajes de la vida más desconocidos, no basta con los datos ni con los testimonios de quienes lo amaron o lo odiaron. Lo nuevo hoy sólo puede venir de un salto cualitativo en la conciencia de clase y hacia la acción transformadora. Lo demás ya lo hemos visto. Hasta el cansancio.
- Dr. Fernando Buen Abad Domínguez, Universidad de la Filosofía
https://www.alainet.org/fr/node/146166
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