Oportunidad histórica para América Latina

La crisis invade Europa y Estados Unidos pierde espacios

12/12/2010
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  • Opinión
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Desde varios foros nacionales e internacionales ha surgido la pregunta de porqué la crisis financiera y económica de los últimos tres años no afectó tanto en América Latina cuando en el pasado cualquier remezón internacional, fuerte o débil, marcaba sensiblemente la estabilidad de los países de nuestra región y se producían inmediatamente colapsos económicos, sociales y políticos que encallaban en mas profundas relaciones de dependencia y colonialismo frente a las potencias capitalistas de Europa y Estados Unidos.

Contrariamente, los países de la Unión Europea, sobretodo aquellos que recientemente fueron incorporados al proyecto  comunitario, sufren fuertes conmociones en cadena  que afectan inclusive a las potencias de esa región, como Alemania, Inglaterra y Francia, y ponen  en entredicho la viabilidad de su integración monetaria, comercial, económica y política. Entretanto Estados Unidos realiza piruetas financieras, intentando generar la “sensación” de recuperación,  y proyecta las consecuencias de la crisis sobre los sectores más débiles de migrantes, trabajadores, marginados y sobre las regiones que se encuentran bajo su mayor dominación, buscando la salvación de los grandes bancos y corporaciones financieras.

El nuevo orden o desorden mundial tiene, después de veinte años de la debacle soviética y de la vigencia de la soberbia neoliberal, nuevos actores nacionales y regionales, tiene nuevos bloques y alianzas, los que van adquiriendo mayor peso e importancia en la decisiones mundiales sobre la base de su potencialidad económica, militar, diplomática y geopolítica, situación que genera nuevas correlaciones de fuerzas en el orbe. En este contexto, como es su lógica, las grandes empresas transnacionales adecúan sus acciones al nuevo cuadro y buscan reacomodarse para garantizar sus ganancias y su poder.

 Japón y sobretodo Estados Unidos no pueden doblegar a Corea del Norte, Estados Unidos y las potencias europeas no pueden someter a Irán y a los pueblos rebeldes musulmanes  de Medio Oriente, Estados Unidos no puede frenar, en las cercanías de su radio más cercano de influencia, a Venezuela, Cuba, Nicaragua, Bolivia y Ecuador que se definen como antiimperialistas y expulsan, como nunca se había hecho en la historia, a sus embajadores y diplomáticos.

La avalancha económica, comercial, militar, diplomática y cultural de China, India, Brasil, Rusia y Turquía, la intransigencia política de Bagdad y Pyongyang  frente a la dominación occidental, el cuestionamiento al eurocentrismo, el nuevo cuadro estratégico internacional y el fracaso de las Naciones Unidas (ONU) en temas centrales como la crisis climática, la seguridad mundial y las relaciones internacionales y del Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial (BM) y la Organización Mundial de Comercio (OMC) en los temas económicos y financieros están marcando las tendencias del siglo XXI.

 A pesar de todo esto, la estrategia militar de Estados Unidos y Europa, a través de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), con la aquiescencia Rusa, pretenden mantener su hegemonía imperialista  mundial atribuyéndose derechos de invasión sobre cualquier territorio del planeta.

La invasión de millones de productos industriales de la China y la India a los mercados de todo el mundo pero especialmente a los de Europa y Estados Unidos (quién hubiera pensado hace pocas décadas que los ingleses, alemanes, franceses o estadounidense sean alimentados, vestidos y atendidos  por los chinos en rubros de su total control), la formación de Bloques Regionales en Asia, América Latina, Oriente Medio, con sus liderazgos y competencias propias, y las alianzas entre las potencias emergentes como el BRIC (Brasil, China, India y Rusia) o el BRIC+3 (con Turquía, Singapur y Corea del Sur) son parte de la explicación de porqué los impactos de la crisis se han concentrado en la vieja Europa y la invadida, por grandes migraciones, Estados Unidos.

En América Latina, las economías de los países, especialmente de aquellos que no han ingresado en la órbita del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos, han podido superar la crisis con cierta solvencia y, por el contrario, han abierto importantes iniciativas de integración regional y subregional a través de la Unión de Naciones Sudamericanas (UNASUR) con proyectos de vinculación comercial, militar y financiera, de la Alternativa Bolivariana de las Américas (ALBA) con un fuerte componente político antiimperialista, del  Mercado Común del Sur (MERCOSUR) y de la Comunidad Andina de naciones (CAN). Un ingrediente al respecto son las acciones y pretensiones hegemónicas de Brasil.

La región latinoamericana y caribeña tiene grandes posibilidades de posicionarse en el panorama estratégico  mundial por tener las reservas  más importantes de alimentos, de biodiversidad, de agua dulce, de energía y de recursos naturales estratégicos imprescindibles en el nuevo siglo. El frente común deberá, además, enfrentar los proyectos de invasión imperialista  sobre las reservas de hidrocarburos en la zona costera de Brasil y en las Malvinas argentinas, en el intento de controlar los recursos naturales del inmenso Amazonas

Las perspectivas de mayor independencia y soberanía regionales y de tener mayor peso en la política mundial se encuentran en un mayor acercamiento de las naciones de América Latina y el Caribe, en una mayor aproximación de Sudamérica con México y Centro América y la profundización de los ideales de la Unidad e Independencia como parte de un proceso de liberación nacional en la construcción de una Patria Grande Socialista.

https://www.alainet.org/fr/node/146204

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