Ollanta Humala tras el consenso continental
15/07/2011
- Opinión
Visitó todos los países de Sudamérica y ya confirmó invitados para el día de su asunción. Los inversores extranjeros están preocupados. El convenio por el cobre será su partido inaugural.
El 5 de Junio el pueblo peruano definió en una histórica segunda vuelta electoral quién sería el próximo presidente de la nación. El nacionalista Ollanta Humala se impuso sobre la neoliberal Keiko Fujimori, y la historia ubicó al país en medio de una encrucijada.
Nada nuevo hasta ahora. El 28 de Julio Humala se colocará la banda presidencial y comenzará a ser él quien lleve el timón. Sin embargo, la agenda lo mantendrá ocupado en este período en el que se reunirá con varios referentes políticos de Latinoamérica.
Pero lo más sobresalienye es que, luego de las dos batallas que tuvo que librar en las urnas para alcanzar el “Sillón de Pizarro”, tuvo que negociar con varios de los candidatos que no entraron en la segunda vuelta. De allí se desprende que quizás el apoyo popular no es precisamente el más sólido e incondicional. De hecho, tanto en 2001 como en 2006 los cuestionadísimos ex presidentes Alejandro Toledo y Alan García se vieron ante la misma situación.
Aunque aún resta ver qué sectores internos concurrirán en muestra de apoyo a la asunción de Humala, hubo declaraciones alentadores por parte del mencionado Toledo.
Por otra parte, Humala confirmó que viajará a Venezuela para reunirse con el presidente de la República Bolivariana, Hugo Chávez, con quien por razones de salud no pudo encontrarse antes. También hará un intento para contar con su presencia el día de la asunción.
Durante la campaña electoral de este año, Humala pareció alejarse de la influencia política de Chávez, notoria en su primera candidatura presidencial en el 2006, y prefirió acercarse al modelo brasileño de Luiz Inacio Lula da Silva.
Independientemente de ello, fue público el apoyo que el presidente venezolano le brindó a su pronto par, en vistas a las elecciones presidenciales. Además lo calificó como “un buen soldado”, agregando en sus declaraciones que gracias a él, “sí existe un partido y un proyecto de país”, sentenciando que “el pueblo peruano sabrá a quien votar”.
La visita del presidente electo peruano se producirá dos semanas antes de la realización en Lima de la cumbre presidencial de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), horas después de la asunción de Humala.
Otro de los referentes sudamericanos que le otorgó un caluroso gesto de unión fue el ex presidente del Brasil, Lula Da Silva. También mantuvo encuentros con el embajador de dicho país en Perú, Carlos Lazary Teixeira, quien expresó que "Brasil está listo para trabajar con el Gobierno del presidente Ollanta Humala".
El embajador también postuló que Perú y Brasil son socios estratégicos, por lo que dijo confiar en que el proceso de integración entre ambos países continuará. Lazary Teixeira indicó que la presidenta brasileña, Dilma Rousseff, hará una "diplomacia muy fuerte" en su relación con Perú y aprovechará la oportunidad para generar señales positivas para los dos pueblos.
Durante la ceremonia de presentación de la Guía Práctica para Exportar al Brasil, realizada en la Cámara de Comercio de Lima, el diplomático ratificó la presencia de la mandataria brasileña a la ceremonia de jura el próximo 28 de julio.
El presidente electo de Perú llegará hasta México en su gira pre-asunción para reunirse con Felipe Calderón, presidente de la nación azteca.
Humala atiende la invitación que le extendió Calderón cuando lo felicitó tras su victoria del 5 de junio. Cabe indicar que ambos se habían reunido en Lima en el mes de abril, poco después de la primera vuelta electoral, encuentro en el que Calderón le expresó su preocupación por el futuro de las inversiones mexicanas en el Perú. La inquietud del mandatario mexicano se funda en el discurso nacionalista popular y proteccionista que el presidente electo tiene en materia económica.
La preocupación de Calderón se corresponde con el temor del empresariado azteca de perder los réditos extraordinarios que el empresariado extranjero obtuvo durante el periodo neo-liberal y librecambista en virtud de los adversos movimientos de mercado producidos como reacción a la llegada de Humala al poder.
En efecto, dado que el descontento del establishment económico ante la emergencia de Humala provocó caídas en la bolsa del orden del 10 por ciento (obligó a cerrar las operaciones hasta la recuperación) y el declive del 1 por ciento de la moneda peruana (sol), se justifica la inquietud de los inversores extranjeros.
¿Es esto algo novedoso en la historia del continente latinoamericano? Obviamente, no. Inflación, corrida financiera, fuga de capitales constituyen prácticas actuales del capitalismo financiero para debilitar gobiernos de corte nacional y popular, que tengan intenciones de desarrollar barreras proteccionistas, industria propia, mercado interno o cualquier cosa que huela a “soberanía”.
Son prácticas sutiles, adoptadas por quienes detentan el poder económico y que, sumadas a la injerencia de la corporación mediática, sirven para condicionar el accionar libre de gobiernos democráticamente electos.
¿Tienen mucho que perder en caso de que Humala marque un horizonte político en sintonía con Bolivia, Argentina, Venezuela o Ecuador? Desde luego. Con la llegada de Alberto Fujimori al poder en 1990, Perú, junto a Colombia y Chile, se constituyó en una barrera andina. Estos países quedaron atados a Estados Unidos por medio de tratados de libre comercio.
Por supuesto, ni son “tratados” ni son “libres”, como afirma Noam Chomsky; sino que se realizan de espaldas de la población en general; la mayoría de las veces no se explican correctamente, y lejos de generar más libertad profundizan la dependencia.
Uno de los sectores claves dentro de la estructura económica peruana es la minería. Perú es el segundo productor de cobre más importante de la tierra, y la clave de su importancia se visualiza en el hecho de que en los ´90 se firmó un acuerdo de “protección de inversiones”, con el fin de establecer un marco jurídico acorde para la seguridad del sector.
Un dato relevante es que Humala asumirá en días coincidentes con el vencimiento del acuerdo, y la renegociación del mismo quedará en manos de este nuevo mandatario. Hasta ahora solo dijo al respecto que la negociación se llevará a cabo siempre que sea “bajo la protección de los intereses nacionales”.
Respecto de la minería, Humala postuló que su política implica la necesidad de redefinir la base impositiva que se aplica sobre los metales, cuestión que sacudió a las empresas del rubro que ya han solicitado que los gravámenes sean
sobre las ganancias y no sobre las ventas.
Sin dudas, la política exterior será un eje clave del futuro gobierno e implicará tejer un nuevo marco de alianzas para el Perú. En este sentido la asunción de Ollanta Humala al poder adquiere una connotación simbólica enorme por el momento histórico que atraviesa la región.
Actualmente conviven y disputan dos proyectos claros y fáciles de identificar en el continente. Uno, es el clásico proyecto imperialista y propone la firma de los TLC para las relaciones comerciales, que no desea el desarrollo económico de los países y que los prefiere a todos divididos. A estas ideas se opone el modelo de la integración regional, cooperativo, con desarrollo, soberanía e independencia económica.
La asunción de Humala despertó expectativas de un cambio de rumbo para Perú, país que en la última década se constituyó como uno de los pocos y fieles exponentes del proyecto dependiente y .
De producirse ese esperado cambio constituirá una adhesión estratégica para la alianza latinoamericana dado que aislaría a Chile y Colombia, los únicos dos bastiones que en Sudamérica aún posee Washington.
Cabe destacar que en su visita a Chile, por ejemplo, Humala no fue recibido por el presidente Sebastián Piñera en virtud de diferencias por cuestiones limítrofes que sostienen ambos países.
No por nada Dilma Rooussef califica a Perú como un socio estratégico, y Humala en devolución de gentilezas describe a Brasil como un ejemplo de modelo de macroeconomía exitosa con sentido social desarrollado que combina crecimiento con inclusión social.
Ollanta Humala asumirá con un discurso centrado en el enorme desafío de saldar deudas históricas del gobierno con su población, sobre todo las capas más humildes de la misma, donde abunda la pobreza y la exclusión social y eso no es poca cosa.
Agencia Periodística de América del Sur (APAS)
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