Vademécum político
21/07/2011
- Opinión
En los 70 –tiempo de misiones y de caridades- se les conocía como países del Tercer Mundo. Fue entonces también cuando triunfó la película de ciencia ficción Encuentros en la Tercera Fase, y todo nos sonaba parecido: mundos desconocidos, lejanos, ajenos.
Años después llegó el neoliberalismo y entre las primeras libertades dictadas se prohibió este tipo de clasificaciones, y se mandó usar aquello de países subdesarrollados. Alguien protestó porque parecía que se hablaba de países en un peldaño inferior, de hecho en un peldaño enterrado y subterráneo. En breve, además, se observó que no era satisfactoria ésta nomenclatura porque –estudiaron- llevaba a la parálisis y a la resignación sin ánimo de lucro.
Entonces se inventó lo de países en vías de desarrollo o países atrasados que ya los colocaba en la carrera, a punto de subir por una escalera, la del progreso con un final extraordinario, lleno de avances y riquezas a repartir. El Banco Mundial subvencionó las ambiciones y otros planes dictados por el Fondo Monetario Internacional.
Pero no pasó. Más bien, quienes empezaron ese recorrido, a cada paso que daban más se hundía su escalera. Sus patas estaban situadas sobre arenas movedizas y aún hoy deben pagar por aquellos préstamos y tanta gentileza. Por eso también se les conoce como países endeudados.
Las voces más asépticas y políticamente correctas desenfundaron un nuevo vocablo que no fuera ofensivo y se puso de moda lo de Países del Sur. Pero las leyes cardinales tenían errores: se tropezaron con pobrezas en el norte, en el este y en el oeste; y riquezas tremebundas en los sures. Así que se debía buscar otra fórmula.
En algunos textos y conferencias ganó prestigio diferenciar países con métodos geométricos. Los mal llamados países del tercer mundo, subdesarrollados, en vías de desarrollo o países sureños pasaron a llamarse periféricos porque obedecen centrípetamente las atracciones de las potencias centrales. Aunque de nuevo surgieron peros, algunos países antes desarrollados o emergentes no estuvieron de acuerdo al aparecer en la lista de la segunda división.
Por fin alguien atinó: se podría definir la situación de algunos países por las causas que hasta allí le condujeron. Así nacieron los países empobrecidos que tuvo la virtud de señalar con claridad el expolio que hizo de la pobreza espejo de la riqueza. Aún así surgían algunas dudas ¿la pobreza se mide en dólares? ¿Con el Producto Interior Bruto? ¿Quiénes son los verdaderamente pobres?
Mientras estábamos distraídos con esta discusión, a finales del 2008 las mandíbulas financieras no tuvieron piedad geométrica, ni geográfica, y casi todos los países enriquecidos, del Norte, centrales y arriba del todo en las clasificaciones del desarrollo, cayeron a tumba abierta. Sus gobernantes decidieron desproteger a la población para pagar los caprichos de la banca.
Se acabó con el problema filológico, todos, antes y ahora, son países desnudados.
Gustavo Duch Guillot es autor de Lo que hay que tragar y coordinador de la revista Soberanía Alimentaria, Biodiversidad y Culturas.
https://www.alainet.org/fr/node/151365?language=en
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