Victoria arrasadora de Cristina Fernández de Kirchner
La oposición teme perder en octubre en primera vuelta
15/08/2011
- Opinión
La candidata del oficialismo ganó por paliza las primarias. Alfonsín y Duhalde discuten por décimas por algo que puede no suceder. Es que si estas primarias se repiten en las generales, no habría segunda vuelta.
Por paliza. Arrasador. Amplísimo. Así calificaron los medios el triunfo de Cristina Fernández de Kirchner en las primarias. La realidad fue tan contundente que no pudo ser escamoteada ni siquiera por los medios de la oposición. Quizás al amarillista Libre se le pudo haber escapado la liebre en la tapa, con el “Afanó Cristina”; Perfil se caracteriza por las acusaciones de corrupción contra el gobierno y progresistas como Raúl Zaffaroni...
Pero fuera de esa eventual mala leche, la victoria de CFK fue tan indiscutible, que ni siquiera sus detractores acérrimos pudieron protestar. A lo sumo TN, en las primeras horas tras el cierre del comicio, se negaba a decir quién había sido el triunfador. No se había privado de decirlo los dos domingos que Mauricio Macri ganó en la Capital.
Quizás la otra manera de esquivarle al bulto haya sido consumir horas en TV en develar la incógnita sobre si el segundo había resultado Ricardo Alfonsín o Eduardo Duhalde. Tal devaneo fue funcional a la oposición porque hablaba de un supuesto muy secundario frente a la victoria cristinista. Y así evitaba reflejar plenamente esta última, que esos medios resistieron tanto como pudieron.
¿Qué sentido tenía o tiene (porque la especulación continúa) gastar tanto tiempo en saber si el segundo era el tercero o viceversa? Habiendo 38 puntos de ventaja para la presidenta, era irrelevante saber si el segundo era fulano o mengano. Es que si estos guarismos se repiten el 23 de octubre, chau ballottage: Cristina 50,07 por ciento; Alfonsín 12,17; Duhalde 12,16; Hermes Binner 10,26 y Alberto Rodríguez Saá 7,87 (escrutado el 96.83 por ciento). El resultado parece indescontable en dos meses.
Paradojalmente, la que ganó no hizo casi alusión a su victoria, en su mensaje del domingo en el Intercontinental ni ayer en la conferencia de prensa en la Casa Rosada. En cambio Alfonsín y Duhalde, los abrumados perdedores, dijeron por separado que ellos vencerán en octubre. Esas declaraciones triunfalistas no se compadecían con la realidad. Nadie creyó en esas palabras vacías y vencidas. Ni los periodistas presentes en cada búnker, ni los pocos adherentes que había ni los que lo miraban por TV. Quizás ni los candidatos mismos. Al menos Elisa Carrió directamente no compareció ante las cámaras; con 3,2 por ciento habría sido psiquiátrico decir que ganaría en octubre.
“El plato de la venganza se come frío” dice un proverbio chino. Cristina lo comió casi tibio porque no transcurrió tanto tiempo desde lo sucedido con la oligarquía sojera en 2008. Ella ganó en las provincias que habían sido escenarios de ese lock out, como Córdoba, Santa Fe y Buenos Aires, y en Capital Federal, la macrista vidriera de la Mesa de Enlace. Las recientes victorias opositoras en esos distritos pusieron un nubarrón en el horizonte nacional. El huracán Cristina sopló con fuerza, gracia y hechos, disolviéndolo.
Pino, Gallego y Trosco
En Buenos Aires hubo una victoria de Daniel Scioli sobre Francisco de Narváez por 46 por ciento contra 16, lo que pone las cosas en su lugar respecto a la sorpresiva victoria del “Colorado” en 2009. El gobernador Scioli quedó varios puntos debajo de la cosecha presidencial pues Cristina superó el 50 por ciento con lo aportado por Martín Sabbatella y votos independientes. Que Scioli superara la cota de Cristina era un objetivo confesado por Clarín e inconfesable del círculo más derechista de la Casa de Gobierno de La Plata.
Que en la provincia de Santa Fe, su terruño, no haya podido ganar Binner, es una herida muy difícil de suturar para el candidato del FAP. Por eso en su discurso de agradecimiento debió remontarse a sus triunfos puntuales en Rafaela y Casilda.
Mucho peor le fue a su ex posible socio, Fernando Pino Solanas, pues Alcira Argumedo no llegó siquiera al 1 por ciento. Este sí que es un “escándalo”, para parafrasear al cineasta, pues no podrá participar de las elecciones de octubre. Y esta circunstancia no es un fruto de la “proscripción K” sino un democrático voto castigo de sus electores, por los papelones que hizo Solanas en su seducción y rápida ruptura con Binner. El MST y el PCR, de los pocos partidos que quedaron dentro del autodestruido Proyecto Sur, tendrán que empezar a buscar un candidato para votar.
En Córdoba le duró poco el entusiasmo al ganador del domingo anterior. José M. de la Sota sacó en esa oportunidad trece puntos de ventaja y dejó en libertad de acción a los afiliados del PJ para la primaria presidencial. Al mismo tiempo mantuvo su lista de diputados nacionales enfrentada con la de Cristina.
El fracaso condenó esa doble maniobra: CFK ganó en Córdoba con el 34,3 por ciento, sin el aval del mandatario electo; y la lista de legisladores del FPV obtuvo 29 por ciento, frente al magro 6,75 por ciento del PJ, que llegó sexto.
Esa mezquina política del PJ cordobés tuvo un soporte ideológico y un cálculo erróneo. Pensó que llamar a votar por la presidenta lo iba a descolocar frente a un electorado muy crítico, en especial en las zonas rurales. Error. Cristina ganó en los 26 departamentos de Córdoba, inclusive en aquellos más sojeros, como Juárez Celman, Río Cuarto, San Martín, Unión y Sáenz Peña. En este sentido De la Sota debutó con el pie izquierdo.
Al final se consumó el milagro para Altamira, basado en la militancia de tres partidos trotskistas y a caballo del Twitter de Jorge Rial (Intrusos). De los dos factores por supuesto debe haber influido en muchísima mayor medida la citada militancia, reforzada en esta oportunidad por un acuerdo del PO, PTS e IS.
El veterano Jorge Altamira (Saúl Wermus) seguía diciendo, el domingo a la noche, que las primarias eran proscriptitas y atentatorias de los derechos democráticos. Esto no se demostraba por ningún lado. Con el 77 por ciento de participación, las primarias habían debutado con un fuerte apoyo de la población. Los partidos que quedaban afuera de octubre eran dos inventos, como el Movimiento de Acción Vecinal y el Partido del Campo Popular, con el 0,31 uno y el 0,24 el otro. El tercero, que pudo zafar pero se inmoló, fue Proyecto Sur. Con el FIT como séptima agrupación (2,43 por ciento) y asegurada su intervención el 23 de octubre, ¿de qué quejaba Altamira?
¿De quién es la tierra?
Para entrever cómo será la campaña de aquí a octubre, hay que detenerse en los discursos de los candidatos en la noche del domingo, cuando ya se conocían las tendencias del escrutinio.
Duhalde denotó enojo por lo escuálida de su cosecha. Y la rabia se le escapó por el lado del maccartismo y pensamiento fascistoide. Criticó a la presidenta diciendo que en su festejo se veían “banderas de organizaciones subversivas y otras que no tienen nada que ver con la nacionalidad”. Puede ser que algunos estandartes de los peronistas que festejaban hubieran tenido la estrella federal que era parte de la iconografía montonera. Nada más. También la TV mostró algunas pequeñas flameadoras del PC y el PCCE, rojas con celeste y blanco.
Eso movió a que el bonaerense cayera en esos golpes bajos y, sin solución de continuidad, elogiara a Gerónimo Venegas, el burócrata de UATRE y socio de la Sociedad Rural y las multinacionales sorprendidas con campamentos de peones en condiciones de esclavitud. Así de derechosa será la campaña de Duhalde, que recibió votos del PRO y no fue capaz de negociar un acuerdo con “el Alberto”. Así podría haber superado el 20 por ciento y ocupado el segundo lugar sin discusiones.
Lo más importante es tratar de saber qué hará Cristina Fernández. Lo bueno es que el domingo a la noche, como ya había planteado en el cierre del Coliseo, aseguró que se podía contar con ella para acometer todo lo que falta hacer. Eso es lo que los kirchneristas llaman “profundizar el modelo” y sería positivo que el gobierno se mueva ahora y después de diciembre en esa dirección. Efectivamente hay mucho todavía por hacer, sobre todo en la redistribución del ingreso que los justicialistas llaman justicia social.
Ya en su conferencia del lunes, la ganadora puntualizó la necesidad de aprobar una ley de propiedad de la tierra que ya envió al Congreso. Dijo que era un “punto muy importante”. Ojalá que considerara de esa importancia el proyecto de Carlos Heller sobre nueva ley federal de crédito, por ahora cajoneado.
El punto negativo fue su confirmación de que seguirá pagando la deuda externa con reservas del Central y que en noviembre próximo irá a la Cumbre de Cannes del G.20. Allí se dan cita muchas de las potencias causantes de la actual crisis mundial y de lo que se trata es de blindar la Argentina y confrontar con aquellos intereses. El ALBA y el Movimiento de Países No Alineados parecen mejor lugar donde pensar las políticas anticrisis.
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