Crack del capitalismo global
- Opinión
Se avecina una debacle similar a la de 1929 del siglo XX en el sistema capitalista e imperialista, que golpeará a todo el mundo comenzando desde los países del norte desarrollado hacia sus satélites. Y puede desatarse en cualquier momento, incluso desde los Estados Unidos. Hay quienes, como el propio estadounidense Immanuel Wallerstein, argumentan que eso podría ocurrir dentro de dos o tres años [entrevista a IW por Sally Burch, “Se vienen años de incertidumbre y caos mundial”].
Como todo sistema o modelo que tiene sus límites, al de la producción y reproducción del capital globalizado, económico y financiero, le está llegando su hora. Porque sus mismas contradicciones lo tienen al borde del colapso. El sistema padece una quiebra no únicamente técnica sino profunda. En otras palabras, el capitalismo global está en una recesión comparada sólo con la de los años 30.
Siguiendo la propuesta del ruso Kondratieff, la economía mundial sufre ciclos largos de crecimiento, seguidos de periodos recesivos igualmente profundos. Dentro de esos ciclos de larga vida transcurren otros de corto aliento, que dan la apariencia de que la vida es Jauja para el capitalimperialismo, y que sus contradicciones son pasajeras. Así, la primera parte del actual ciclo comenzó entre el fin de la Segunda Guerra, en 1945, y 1975 cuando vino el impacto también a nivel mundial por la crisis del petróleo. Fue un periodo de gran auge de la producción industrial.
Ahora estaríamos en la segunda parte del ciclo mencionado. En su contraparte. Así lo explica, por ejemplo, Wallerstein: “La extraordinaria expansión de la economía mundial en los años de posguerra (más o menos de 1945 a 1970) ha estado seguida de un largo periodo de estancamiento económico en el que la fuente básica de la ganancia ha sido la pura especulación sostenida por sucesivos endeudamientos. La última crisis financiera no derribó el sistema; simplemente dejó en evidencia su vacuidad. Nuestras recientes ‘dificultades’ son meramente la penúltima burbuja en un proceso de expansión y pinchazo que el sistema mundial ha estado atravesando desde aproximadamente los [años] 70. La última burbuja será del endeudamiento del Estado, incluyendo a las llamadas economías emergentes, lo que conducirá a [las] bancarrotas”.
Este análisis se corresponde con los preceptos marxistas; y el mismo analista alemán, Ernest Mandel [1923-1995], coincidía con esta visión estructural de las crisis cíclicas del capitalismo mundial —véase, por ejemplo, su libro: Las ondas largas del desarrollo capitalista—. Ni qué decir de los también marxistas estadounidenses Paul A. Baran [1910-1964], autor de La economía política del crecimiento, y Paul M. Sweezy [1910-2004] autor de la Teoría del desarrollo capitalista y la influyente revista “Montley Review”; ambos de gran trayectoria analítica y crítica, sobre del capitalismo de su propio país pero también del mundo en desarrollo.
La característica última del funcionamiento ahora en crisis es la etapa de la financiarización de la economía. Veamos un planteamiento de otro marxista —son ellos los que abordan más nítida y convincentemente el análisis del capitalismo imperial, desde su fundador, en todas sus fases de desarrollo y contradicciones—, el economista egipcio Samir Amin. Porque para él el sistema capitalista “no es sólo neoliberal y mundializado”, sino que la característica “fundamental” que presenta es que se trata de un “capitalismo de una oligarquía de grandes grupos financieros e industriales” que comandan unos pocos.
Y para respaldar que se trata de una economía financiera, apoyando la tesis de Wallerstein que alega la “especulación financiera”, Samir Amin agrega que mientras en 1990 el flujo financiero mundial representaba “menos de un trillón de dólares”, en 2005 la cifra ascendía a los “1.406 trillones de dólares”. Lo que evidencia “que la economía no se ha multiplicado por 1.400 veces”. Por lo tanto, las actuales turbulencias financieras desembocarán en una “profunda recesión económica”, fruto de la “crisis estructural del sistema capitalista”. Esto es, una sacudida motivada por de la economía casino, de la ganancia fácil de las últimas décadas tanto generada en Wall Street como en las demás bolsas del mundo.
Precisamente EU carga con gran parte de tamaña responsabilidad. Y por eso mismo la debacle ha estallado primordialmente en la economía estadounidense, como se manifestó en 2008 como burbuja financiera con los valores subpime. Ese fue el pretexto en la superficie económica de EU. El asunto lo hemos abordado ya en este espacio. Ahora veremos cuáles son las posibles salidas que tiene el sistema en crisis.
No hay muchas opciones para el repunte, en tanto siga vigente el esquema ortodoxo de proteccionismo del sistema financiero, el que concentra los mayores ingresos del mundo y paga menos impuestos que el resto de la sociedad. Menos cuando los Estados se prestan para servir de rescatistas a los bancos cuando presentan incluso leves síntomas de caída, aún a costa de la sociedad. Incluso el economista Joseph Stiglitz alega que hasta un “prolongado letargo aparece ahora como el escenario [más] optimista”.
En estos tiempos, el Estado tiene más problemas que soluciones en puerta. “La situación en Estados Unidos va a emporar porque se va a eliminar la posibilidad que el gobierno sostenga gastos necesarios en este momento, creándose una situación peor a la actual”, agrega Wallerstein, sobre el tema. Y Amin plantea un escenario con “tres posibilidades”: 1) Que las políticas puestas en marcha por los gobiernos europeos y estadounidense funcionen; 2) Que éstas causen una ‘catástrofe’ en la que la consigna sea ‘sálvese quien pueda’ con la consiguiente ‘militarización del planeta’; 3) Que se consoliden ‘estrategias nuevas’.
En otras palabras, que antes de encontrar una salida a la crisis aguda, los países tenderán a profundizar todavía más el empobrecimiento y los niveles de deterioro por una crisis que no comenzó en 2009 sino en 2007 y todavía no termina [eso en el periodo corto, según la explicación de las ondas largas de Kondratieff]. Con menos creación de empleos, menores ingresos; más desempleo, mayor subempleo y una caída de los mercados internos. Porque con abultadas deudas, elevados déficit fiscales y una baja en los ingresos vía impuestos, el Estado tiene poco margen de maniobra.
Dado que el modelo de acumulación ha derivado en una polarización creciente de la sociedad por la elevada concentración de los ingresos globales, su futuro apunta a la debacle. Recesión profunda, y hasta peor que la de los años 30. Porque, “las posibilidades de acumulación del capitalismo han tocado techo”; y “el capitalismo no existirá en 30 años”: Wallerstein. Tal y como lo avizoró Marx.
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