Crecimiento económico y bienestar

16/09/2011
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Es importante saber que crecimiento económico y bienestar general no andan juntos necesariamente. No porque la economía del país crece que esto se traducirá en un bienestar general. Ni porque hay crisis que habrá necesariamente un desastre general. Algunos “viven”, y muy bien, de las crisis económicas.
 
Es importante conocer, entonces, la diferencia entre crecimiento económico y bienestar, puesto que tienen una relación directa con nuestras vidas, el de nuestra familia y el de nuestro entorno. Y es aún más importante saber que, consciente o inconscientemente, estamos consintiendo diariamente sobre el tipo de bienestar que se traducirá en nuestra calidad de vida.
 
El crecimiento económico de un país se apoya en el desarrollo del proceso de trabajo en curso. Me explico. Un proceso de trabajo es una manera de trabajar. Hasta ahora, los seres humanos hemos practicado cuatro formas de trabajar diferentes. Así, por ejemplo, el último en curso, data desde hace unos seis siglos aproximadamente. Le llamo proceso artificial de producción. Artificial porque, a partir de una idea que resuelve un problema, se diseña todo el proceso productivo, e incluso la máquina y herramientas apropiadas para la producción de dicho bien.
 
De ahí que, la máquina o máquinas que sirven para “producir” viviendas, no son las mismas que sirven para producir zapatos. Cada unidad productiva es muy particular, y tenemos el hábito de llamarla fábrica. Y como los seres humanos pueden generar “n” ideas para resolver “n” problemas, este proceso artificial de producción puede crear “n” fábricas. Y cada fábrica puede producir “m” bienes destinados a la comercialización en centros especializados llamados mercados. Es el inicio de una economía de mercado.
 
Entonces, el proceso de trabajo, fuente del crecimiento, decrecimiento o estancamiento de una economía, es completamente físico, tangible, visible. Este no el caso de la raíz del bienestar, ya sea general o individual. El bienestar tiene por raíz a una decisión económica tomada por la sociedad. Algo intangible. De ahí que es imperceptible la fuente de su generación. Solamente percibimos la expresión fenomenal del proceso de trabajo. Es esto lo que nos conduce a falsas interpretaciones.
 
El bienestar es el resultado de decidir cómo se reparte el Resultado Neto de la actividad económica. Y en el caso de una economía basada en el proceso artificial de producción, el bienestar es el resultado de decidir cómo se reparten las utilidades generadas por las fábricas. Así, por ejemplo, el tipo de repartición actual, es la continuación de una decisión tomada por la sociedad hace unos diez mil años aproximadamente. En ese momento, la sociedad decide que la totalidad del Resultado Neto sea apropiado por el propietario de los medios de producción. Es el origen de la Repartición Individualista.
 
Cuando el proceso artificial de producción comienza a desarrollarse, la Repartición Individualista estaba totalmente aceptada por la sociedad. Además, los elementos del proceso de trabajo facilitan el continuismo de dicho tipo de repartición. Es el nacimiento de la economía y sociedad capitalista. Ellas tienen como base a un proceso artificial de producción para definir el cómo producir bienes y servicios y, a la Repartición Individualista para definir cómo repartir el resultado de la actividad económica.
 
Por consiguiente, desde el inicio, las fuentes, tanto del crecimiento como del bienestar, se diferencian entre ellos. Es esto lo que nos permite decir que el crecimiento de una economía y el bienestar general no necesariamente van juntos. Todo dependerá del tipo de repartición que la sociedad decidió y continúa a aceptar su aplicación.
 
En el caso presente de nuestras economías, por ejemplo, el Resultado Neto de la actividad económica, las utilidades, es apropiado por los propietarios o accionistas de las empresas. De ahí que, la actividad económica basada en este tipo de repartición jamás podrá brindar bienestar general. Ella brindará solamente bienestar individual. Veamos un caso hipotético.
 
Supongamos una población compuesta de 25 familias con cuatro miembros cada una, haciendo un total de 100 personas. Supongamos que existe solamente una fábrica de propiedad de una persona. En esta sociedad, el bienestar alcanza solamente al 4% de la población total. Los obreros y sus familias vivirán de un salario de subsistencia. Peor aún, los desocupados, sus familiares, los incapacitados, enfermos, niños y jóvenes sin padres de familia… no tendrán ni un solo centavo para supervivir. Están destinados a morir.
 
Algo más. Tanto el propietario de la empresa como sus accionistas tienen como único objetivo incrementar sus ganancias. Para conseguirlo, optan por un incremento del precio de los bienes que producen, por un estancamiento o reducción de los salarios de sus trabajadores, o por el cambio de tecnología de producción que obligatoriamente pondrá en el desempleo a un número creciente de trabajadores.
 
Pero ello no nos debe conducir al fatalismo. Existe otro tipo de repartición que nos conduce necesariamente al bienestar general. Tipo de repartición practicado por la Humanidad durante 190 mil años. Lo veremos en otro artículo.
 
Lima, 17 de setiembre del 2011
 
- Dr. Hugo SALINAS
salinas_hugo @ yahoo.com
 
https://www.alainet.org/fr/node/152656?language=en
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