Frente a la crisis sistémica… ¡transformación radical!
06/10/2011
- Opinión
La rebelión global avanza y se fortalece. Atemoriza a los “de arriba” y entusiasma a los “de abajo”.
Nuevos contingentes de jóvenes y trabajadores se han sumado en los últimos 9 meses a la lucha que se inició en Túnez y Egipto. Ésta se irrigó por el Norte de África y el Medio Oriente, rebotó en España, y saltó sobre el océano atlántico. Ha estallado la rebelión en New York y otras ciudades de los EE.UU. Sus lemas son: “Ocupemos Wall Street” y “Somos el 99%”.
Es una movilización planetaria que recién se inicia. Es una auténtica insurgencia civil (pacífica) de jóvenes desencantados con el modelo de vida que les ofrece la sociedad. Pero también, se integran al movimiento amplios sectores de trabajadores que sufren las políticas de ajuste fiscal que imponen los gobiernos por mandato de las corporaciones financieras.
No es una protesta más. Coincide con la profunda crisis “sistémica” del capitalismo “senil”.[1] Los detonantes son la falta de oportunidades, el desempleo, las deudas hipotecarias, la desigualdad y la discriminación. La lucha contra la guerra, el calentamiento global, la situación de los inmigrantes y la pobreza, son temas recurrentes. Se han identificado dos blancos precisos e interconectados: La avaricia de los potentados financieros y la corrupción de la clase política.
El grito de “No nos representan” y “Democracia Real Ya” de los indignados españoles, expone y desnuda la esencia del Estado “social de derecho”. El aparato de gobierno en todos los países fue secuestrado por la oligarquía financiera. Así, la democracia actual no representa ni encauza los anhelos de justicia y de participación de la población. Un cambio radical – sustancial, revolucionario – se va incubando en el ideario popular.
Los primeros resultados son espectaculares. Fortalecen el espíritu de la rebelión. Varios gobiernos autócratas árabes han caído. En España se adelantaron las elecciones a fin de atenuar la presión. Para frenar el desarrollo del movimiento, los gobiernos de las potencias capitalistas se colocan – taimada y oportunistamente – al lado de la lucha “por libertad y democracia” pero, no logran detenerla. Una “ola democrática mundial” avanza incontenible.
Está gestándose un movimiento de amplio espectro que rescata, revive y unifica profundas raíces humanas. La consigna de “Vamos despacio porque vamos lejos” lo dice todo.
Interpretaciones, expectativas y apuestas
Cada quien mira con su propio lente. Unos, no ven relación alguna entre las revoluciones árabes, la rebelión de los “indignados”, el alzamiento en los barrios populares de Londres y los albores de protesta social en los EE.UU. Otros, no admiten siquiera que exista una “primavera árabe”. Unos más, creen – a fe ciega – que todo es un montaje mediático del imperio. Hay aquellos que ubican las causas inmediatas pero niegan que existan motivos profundos y anhelos trascendentales. Algunos admiten la autenticidad de las rebeliones populares pero no les vaticinan mayor desarrollo. En fin…
La mayoría de analistas no le auguraban éxito a los levantamientos árabes. Les parecía absurdo e imposible que un pueblo desarmado y sin mayor organización pudiera derrocar a dictadores apoyados por las potencias occidentales. El baño de sangre estaba a la orden del día. Sin embargo, la intuición popular pasó por encima de esos pronósticos. En Túnez y Egipto el pueblo no se dejó dividir ni provocar. Hoy avanza a paso lento pero seguro[2]. Son un referente para sus congéneres y vecinos. La tragedia de Libia también les enseña.
Una vez cayeron los gobiernos autócratas, las fuerzas capitalistas imperiales se alinearon al lado de los gobiernos provisionales para mantener su dominio e influencia. El pulso por el poder frente a las fuerzas del cambio se traslada al campo institucional. Adecuar a sus intereses la estructura de las instituciones que están en surgimiento es su tarea inmediata. Pero entonces, se da lo inimaginable, lo que no estaba calculado...
¡Revienta la rebelión de los indignados en España! Ese movimiento cuestiona – ante todo – la falsa democracia que existe en el país ibérico. Los jóvenes españoles – copiando el ejemplo de las plazas de Tahrir y Kasba – reivindican nuevas formas de participación, deliberación directa, democracia de abajo hacia arriba, y tantos otros conceptos que están en plena elaboración en este instante. Es en ésta coyuntura especial cuando cobran importancia, los mínimos – pero significativos y valiosos – ejercicios de poder popular que en los momentos de turbulencia y “desorden creativo” o “caos revolucionario”, crearon los pueblos y trabajadores árabes.
Así, entran a ser nuevamente estimados – re-valorados -, los comités de coordinación, las organizaciones de barrios, las “acampadas deliberativas”, las guardias civiles para garantizar la disciplina y la limpieza, las comisiones de conciliación y negociación entre diversos sectores (políticos, religiosos, sociales, regionales), y tantas otras formas organizativas que surgieron en medio de la lucha, fruto de la necesidad y la iniciativa popular.
Durante las jornadas revolucionarias en El Cairo hubo menos asesinatos y delitos que en tiempos “normales”. La policía egipcia – nido de corrupción – fue retada en su terreno por brigadistas populares que contaban con el respaldo y el respeto conciente de la población. El auto-gobierno popular mostró su capacidad y eficacia.
En contraste, los gobiernos occidentales sólo tienen para ofrecer al pueblo árabe su desgastada “democracia representativa”. ¡Qué modelo de Estado! ¡Qué paradoja de la historia! La dinámica vital de la sociedad humana ha puesto a los pueblos árabes, que no han conocido la “democracia burguesa”, a mostrarnos el camino por donde debemos transitar.
El pueblo boliviano – con su resistencia civil dentro de la revolución del “Buen Vivir” – es una muestra de ese mismo ejercicio. Sólo le falta sistematizar su experiencia. Transformar ese conocimiento en una nueva fórmula de convivencia y de auto-gobierno de los pueblos. Sólo que ahora, debemos hacerlo mejor.
Profundizar la democracia…
Las enseñanzas de estos 270 días son muy grandes. Los alzamientos populares del siglo XXI no se han propuesto derrocar a unos para colocar a otros. La “toma del poder” por vías insurreccionales no está en la agenda. Esa fórmula ya fracasó. Los nuevos sujetos sociales – los trabajadores “informalizados”[3] o “precariados”[4] – le colocarán su propio sello a esta revolución.
Poco a poco van apareciendo nuevas perspectivas. La dinámica del movimiento nos está enseñando que el socavamiento del “Estado colonial” (colonial por ser herramienta del imperio pero también porque es herramienta de la “colonialidad del poder”[5]) debe ser, simultáneamente, un proceso práctico de construcción de nuevas formas de Estado.
Se requiere una nueva forma de gobierno que combine – de acuerdo a las particularidades de los pueblos y naciones – la democracia directa, la participación amplia, la deliberación pausada, la representación controlada y removible, la consulta plebiscitaria en diversos niveles aprovechando las nuevas tecnologías (para decisiones especiales), y obligatoriamente, el acceso amplio y democrático a los medios de comunicación masivos.
Los procesos de movilización popular que están en pleno desarrollo, que son verdaderas jornadas de acción socio-política y cultural, muestran la tendencia a debilitar las formas tradicionales de representación política. Una reforma radical del Estado debe ser elaborada y propuesta. Las asambleas y organismos de poder popular en los barrios, localidades, distritos, cantones, municipios, etc., deben contar con poderes reales y efectivos. Sobre los cimientos de esa participación directa deberán erigirse unas instituciones con nuevo carácter.
La política como una actividad profesional – separada e impuesta sobre la sociedad – tiene que ser abolida. Lo nuevo que muestran las actuales revoluciones es que dicho proceso no se concibe mecánicamente. No son los “buenos” los que van a reemplazar a los “malos”. Es el camino por donde transitamos – las formas que utilizamos para resolver los conflictos – las que van a ser cambiadas.
Frente a la crisis “sistémica” del mundo capitalista ya avanza una transformación “radical” de la sociedad humana. Los pueblos van a desmitificar el Estado, se van a apropiar de él, y todas las crisis serán abordadas y solucionadas. No va a ser fácil ni se va a realizar de un día para otro. Sin embargo, el sueño libertario que durante el siglo XX se nubló con las “taras nacionalistas”, está nuevamente en nuestras mentes. Eso ya es mucho.
[1] Es “sistémica” porque afecta en diversas formas y profundidades a todo el mundo capitalista. Involucra a todos los componentes de la vida. Es una crisis financiera, económica-productiva, energética, ambiental, alimentaria, tecnológica, espiritual, generacional, biológica, de la hegemonía imperial, institucional o legal, social, migratoria, etc. Es “sistémica” porque ninguno de estos sistemas “sectoriales” se libra de ella. Ataca a cada sistema en particular, pero al ser parte de un cuerpo general, se retroalimentan tanto en cantidad como en calidad y en el tiempo. Son simultáneas y/o sucesivas, un sector incuba la crisis y lo traspasa a otros, que a su vez, la vuelven a trasmitir re-potenciada. Los llamados países emergentes (BRICS) están en mejores condiciones para enfrentar esa crisis – en apariencia –, pero una vez se infecte y haga metástasis generalizada, la crisis los golpeará con mucha fuerza ya que gran parte de sus economías dependen del consumo del mundo desarrollado (materias primas, servicios, manufacturas) y además, hacen parte y dependen del sistema financiero internacional. Los períodos de las crisis – que son cíclicas – se hacen más cortos. Cada vez es más profunda y expansiva.
[2] Eduardo Febbro. Dos hitos del cambio egipcio. http://www.pagina12.com.ar/diario/elmundo/4-177877-2011-09-30.html
[3] Fernando Dorado. Revoluciones democráticas con sello proletario. http://alainet.org/active/45279&lang=es
[4] Esteban Hernández. El "precariado" es la nueva clase peligrosa. Ocupar Wall Street será sólo el principio. http://www.elconfidencial.com/alma-corazon-vida/2011/10/04/ocupar-wall-s...
[5] Concepto de Anibal Quijano. Ver: Colonialidad del Poder, Globalización y Democracia. Instituto de Estudios Internacionales Pedro Gual. Caracas, Venezuela.
https://www.alainet.org/fr/node/153142
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