Como las multinacionales se apropian de la ‘leche popular’

El gran robo de la leche

08/11/2011
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La leche ha sido un alimento básico para el sustento y la salud de las personas de todo el mundo. En el Estado español y en buena parte de Europa, la producción de leche a pequeña escala ha sido, además, un medio de vida para el campesinado, y para vendedores y vendedoras que en pequeña escala recogían y comercializaban la leche campesina.
 
Pero tales sistemas de “leche popular” han desaparecido fruto, entre otras cosas, de la Política Agraria Común (PAC), que estamos diseccionando en este número. Las ambiciones de las grandes compañías de lácteos que ya dominan el mercado europeo son bocas insaciables que han puesto ahora sus ojos en las cadenas lecheras de los países del Sur – apoyadas por la misma PAC y tratados de libre comercio. 
 
1. La leche popular
 
Repartidores de dignidad. A tempranas horas de la mañana de cualquier día, antes de que la mayoría de las personas salgan de la cama en Colombia, cerca de 50 mil personas vendedoras de leche surcan las calles de las ciudades del país. Estas “jarreadoras”, como les llaman, viajan en motocicleta con grandes latas de leche que colectan en unos dos millones de locales en el campo colombiano.
 
Diariamente repartirán 40 millones de litros de leche fresca a un precio que pueden pagar cerca de 20 millones de personas colombianas, para después hervirla ligeramente y así garantizar su asepsia. No hay tal vez una fuente tan importante en Colombia de sustento, nutrición y dignidad, que lo que se ha dado en llamar la “cadena láctea popular”, la “leche popular”.
 
También en Europa contábamos con este modelo y no era raro encontrarse en el medio rural con los cantaros de leche esperando la llegada de un pequeño camión que serviría la leche en los pueblos cercanos.
 
Colombia es autosuficiente en leche, y hasta ahora ha mantenido políticas de protección de este sector frente a las grandes corporaciones. Pero las propuestas de tratados de libre comercio con EEUU y la Unión Europea podrían anular estas protecciones clave para este sector, haciéndolo vulnerable a las importaciones de leche en polvo barata. En palabras de Aurelio Suárez, director ejecutivo de la Asociación Nacional por la Salvación Agropecuaria, un tratado de libre comercio con la UE sería una “verdadera hecatombe” para el sector lácteo de Colombia.
 
La leche popular. El pueblo de Colombia está luchando contra una fuerte tendencia global. Los lácteos, como otros alimentos y sectores de la agricultura, han sufrido severas consolidaciones durante las últimas décadas. Hoy, unas cuantas multinacionales, como Nestlé y Danone, que venden sus productos lácteos en cualquier rincón del planeta. Y la consolidación ocurre en los establecimientos también. Crecen los hatos lecheros y las nuevas tecnologías le exprimen más y más leche a cada vaca. Además, el sector financiero, le inyecta dinero nuevo al negocio de los lácteos buscando una rebanada de las ganancias.
 
En casi todo el mundo, no en España, los lácteos siguen estando, en gran medida, en manos de un “sector informal” —campesinos y campesinas que venden su leche directamente o mediante vendedores locales que se sumergen profundo en el campo para llevarla directamente a la población consumidora. Los datos disponibles sugieren que la cadena láctea popular abarca más de 80 % de la leche que se comercializa en los países en desarrollo, y 47 % del total global.
 
En India, el mayor productor de leche del mundo, el sector de la leche popular todavía abarca 85 % del mercado nacional de la leche. Hoy 70 millones de establecimientos rurales en India mantienen animales lecheros, y más de la mitad de la leche que producen (que sobre todo es leche de búfalo) va para alimentar a la gente de sus propias comunidades, mientras una cuarta parte se procesa como queso, yogurt y otros productos lácteos fabricados por este “sector local no organizado”.[1]
 
Son muchas las contribuciones de la leche popular para la vida de las gentes por todo el mundo. Es una fuente clave de nutrición —es un alimento de subsistencia para quienes cuentan con animales y un alimento que es posible comprar para quienes no cuentan con ellos. La leche fresca popular tiende a ser mucho más barata que la leche procesada y empacada que venden las compañías. En Colombia su precio es menos de la mitad del precio de la leche pasteurizada y empacada que venden en los supermercados.[2] Lo mismo en Pakistán, donde los gawalas (los vendedores ambulantes) venden leche fresca que colectan en las granjas rurales a la población consumidora, a la mitad del precio de la leche empacada o industrial.[3]
 
Tabla 1. Diferencias entre la producción global de leche en el Norte y el Sur Globales
 
Norte
Sur
Producción total de leche (2009)
362 millones de toneladas
337 millones de toneladas
Porcentaje del mercado lechero manejado por el “sector informal” “
<10%
80%
Número de vacas por establecimiento
EUA = >100
Australia = >100
Francia = >30
Japón = >30
Brasil= <30
India= <10
Kenya= <10
Turquía= <10
Empleos rurales por millón de litros de leche/al año
5
200
Consumo de leche por persona (2007)
248
68
Costo de la producción lechera (US$/100kg)
Canadá = >60
Nueva Zelanda = >30
Italia = >60
Uganda = <20
Pakistán = <30
Argentina = <30
Fuente: IFCN; Aurelio Suárez Montoya, “Colombia, una pieza más en la conquista de un ‘nuevo mundo’ lácteo“, noviembre 2010: http://www.recalca.org.co/Colombia-una-pieza-mas-en-la.html
 
Al campesinado, la leche popular les ofrece una de las pocas fuentes de ingresos consistentes y regulares. Dado que la leche es perecedera, es también una fuente importante de entradas para las y los vendedores que van a recogerla a diario de los campesinos para llevarla a la población consumidora que diariamente compran leche, queso, yogurt y otros productos lácteos frescos. Las costumbres culturales comunes de calentar la leche o de fermentarla garantizan hacen que sea seguro consumirla, aunque las élites tratan con desdén al “sector informal”. Sus productos los consideran faltos de higiene o de mala calidad, y su sistema es considerado ineficiente.
 
En los mercados donde hace tiempo se venden sólo lácteos industrializados, la leche popular está regresando. De Estados Unidos a Nueva Zelanda, se expanden los mercados para compras directas de leche de las granjas o de leche orgánica o cruda, en tanto la gente busca alimentos de mejor calidad producidos por fuera del sistema industrial. En estos países, el campesinado también está harto del modelo dominante. El viraje a la producción intensiva los amarró mediante los altos costos y las deudas, mientras los precios de la leche rara vez cubren los costos de producción.
 
La mala leche en la Unión Europea: Nada es más importante para la alimentación y los sistemas agropecuarios en la Unión Europea que los lácteos. Éstos dan cuenta de una quinta parte de toda la producción agrícola de la UE, y una quinta parte de las existencias mundiales de leche se consume en la UE. No obstante, la producción lechera europea atraviesa una profunda crisis.
 
El número de establos lecheros en la UE bajó en 80% desde 1984, y los últimos años han sido particularmente crudos. El País Vasco, por ejemplo, perdió 60% de sus establos lecheros entre 2002 y 2010.[4] Las organizaciones campesinas señalan con el dedo las políticas de la UE que empujaron los precios que se pagan por la leche a niveles muy por debajo de los costos de producción.
 
Las políticas lecheras en la UE giran en torno a un sistema de altos aranceles, cuotas de producción y subsidios. Existían medidas de regulación de precios, pero éstas han quedado reemplazadas por ayudas directas a los productores. Las organizaciones campesinas, como Vía Campesina Europa, mantienen que la UE y sus Estados miembros han manejado las cuotas sistemáticamente, con el fin de que el abasto siempre exceda la demanda. Esto ha permitido que las procesadoras bajen el precio a pie de establo por debajo del costo de producción, lo que les permitió vender productos lácteos europeos a precios artificialmente bajos en el mercado internacional. Las y los campesinos europeos sobreviven con precios tan bajos únicamente porque reciben pagos directos por parte del gobierno, que en gran medida benefician a los establecimientos más grandes. En la UE, tres cuartas partes de los pagos directos le llegan a una cuarta parte de los establos.[5]
 
¿Cuál es el resultado de estas políticas comerciales? Hoy, la UE es una de las dos potencias exportadoras de productos lácteos más grande del mundo. Entre la UE y Nueva Zelandia (otra potencia láctea), controlan la mitad de las exportaciones mundiales de productos lácteos, inundando el mercado con leche artificialmente barata producida en grandes granjas que han desplazado al sector lechero tradicional.
 
Las y los productores de lácteos en Europa están luchando fuerte contra estos acontecimientos. La reforma de la Política Agraria Común propuesta por la UE apunta a más intensificación y la desaparición absoluta de las pequeñas fincas sustentables. En los principales países productores varias organizaciones campesinas se han unido en demanda de que la Política Agraria Común sintonice la demanda y el abasto. Están llamando a un sistema de manejo de existencias, que se oriente al mercado interno con precios basados en los costos de producción y que esté gobernado por todos actores presentes en la cadena láctea.[6] El actual triste escenario del sector lechero europeo puede empeorar si no se revierten estas políticas.
 
2. Los Grandes Lácteos (la enorme industria lechera)
 
Ordeñar dinero. El control corporativo sobre el abastecimiento mundial de la leche se ha acelerado en años recientes junto con la globalización de la industria. Las veinte compañías lecheras más grandes controlan ahora más de la mitad del mercado de lácteos global ‘organizado’ y procesan un cuarto de la producción global de leche.[7] Tan sólo una compañía, Nestlé, controla cerca de un 5 por ciento del mercado global, con ventas del orden de los 25 mil 900 millones de dólares en 2009.
 
Nestlé no es una productora de leche. No posee vacas pero la compra directamente a las granjas, para procesarla y fabricar muchas clases de productos. La mayor parte de las otras veinte compañías principales son también procesadoras, aunque al igual que Nestlé, algunas comienzan a operar sus propios establos lecheros.[8]
 
En años recientes, todos los grandes jugadores de la industria de lácteos han estado pujando agresivamente para expandirse más allá de los saturados mercados de lácteos del Norte y conquistar los crecientes mercados del Sur. Han estado en vena de gastar, comprando a los principales jugadores nacionales o invirtiendo en sus propias unidades de producción. Nestlé dice que cerca de un 36 por ciento de sus ventas totales vienen ahora de los mercados emergentes. Para 2020, espera que su porción crezca al 45 por ciento y planea duplicar sus ingresos en África cada tres años.
 
Quitarle al pobre. Las esperanzas que las corporaciones ponen en los mercados emergentes descansan en gran parte sobre las proyecciones de una creciente clase media en el Sur que consumirá más lácteos y los comprará en supermercados y cadenas de alimentos que se expanden con rapidez. Los supermercados, como Walmart y Carrefour, están cerrados a la leche popular, al igual que cadenas de restaurantes como McDonald’s y Starbucks. Es simplemente imposible para la cadena láctea popular cumplir con los criterios privados y las políticas de procuración fijadas por estas compañías. Así, si se consumen más lácteos a través de estas llaves de salida industriales, menos se consumen a través de los mercados de leche popular.
 
Dado que ahora esta gente consume sobre todo leche popular, fresca, directa de los establos, parte de la estrategia de las compañías es desacreditar esa leche llamándole insegura o insalubre.
 
En Kenya, por ejemplo, en 2003, las grandes procesadoras de lácteos lanzaron la campaña de una ‘leche segura’ acusando a la cadena láctea popular de vender leche adulterada.[9] Una coalición de personas campesinas, vendedoras, investigadoras y ciudadanía preocupadas se unieron y comenzaron a luchar contra esas acciones. Con el respaldo de una universidad kenyana llevaron a cabo su propio estudio, que demostró que las acusaciones eran completamente falsas.
 
La broma más cruel en torno a la expansión de Los Grandes Lácteos en el Sur, es que alegan que le brindarán más oportunidades al campesinado dedicado a la producción lechera. Bien pueden Nestlé y Danone contar con algunos programas en los países pobres que buscan crear cadenas de abastecimiento entre la pequeña producción; y hay numerosas ONG que emprenden proyectos piloto para ayudar a ésta a cumplir los criterios de ‘calidad’ fijados por las corporaciones. Pero esto representa sólo una pequeña gota. Aunque es real que los Grandes Lácteos necesitan desarrollar algunas cadenas de abastecimiento local al irse expandiendo en el Sur, la realidad es que muy poco de lo que juntan será abastecido alguna vez por la inmensa mayoría de campesinos y campesinas productores de lácteos del Sur.
 
Abrirle espacio a las mega-granjas
 
La liberalización del mercado de lácteos en todo el mundo está conduciendo a la desaparición de muchos establecimientos lecheros pequeños en el país. Lo más sorprendente es quién ha tomado su lugar. «A lo largo de los cinco kilómetros de carretera desde la granja lechera de mi madre al pueblo más cercano, había unas ocho familias con sus granjitas, -dice Max Thomet, director de la organización chilena CET-SUR-. Ahora, una enorme granja se apoderó de estas tierras y la controla un magnate chileno de negocios que ha hecho su fortuna con seguros de vida».
 
Estos nuevos establecimientos masivos, cuyos dueños están ausentes, representan el futuro del abasto de leche para las transnacionales, que hoy dominan el mercado. Con sus grandes volúmenes y con sus robots de ordeño, estas haciendas pueden obtener una ganancia incluso cuando los precios de la leche sean bajos, sobre todo porque las grandes procesadoras pagan precios mayores a los locales que les abastecen volúmenes mayores.[10] Por todo el mundo, en el Norte y en el Sur, las corporaciones y los grandes jugadores financieros se movilizan para establecer mega-granjas y acaparar los abastecimientos globales de leche.
 
Si este modelo que sólo favorece la existencia de mega-granjas continúa, en el Sur ocurrirá lo mismo que sucedió en la Unión Europea y en Estados Unidos, donde queda muy poco del sistema de leche popular.
 
Granjas como imperios
 
En Vietnam, TH Milk, una compañía que hace poco fundó la mujer de negocios vietnamita Thai Huong (directora de uno de los bancos privados más importantes del país), está en proceso de construir el establecimiento lechero más grande de Asia, en el distrito Nghia Dan, en Vietnam. Ya se han importado 12 mil vacas de Nueva Zelanda, y cada 50 días se embarcan otras mil vacas. Para 2012, la compañía busca contar con 45 mil vacas y una planta con capacidad de 500 millones de litros anuales. Hacia 2017, su objetivo es contar con 137 mil vacas en su establecimiento, que produzcan 30% del consumo nacional de leche. La operación completa es instrumentada y administrada por la compañía israelí Afimilk.[11]
 
En Pakistán, Engro Foods, la principal empresa de leche empacada en Pakistán y subsidiaria del gigante de los fertilizantes en Pakistán, Engro Corporation, lanzó en 2008 su propio enorme establecimiento vacuno en el distrito de Sukkur. El establo comenzó con 2.200 vacas importadas de Australia. Ahora la compañía planea incrementar el hato «a 150 mil a lo largo de los años siguientes, hasta el punto de controlar su propia cadena de abastecimiento».[12] Engro, que expande sus operaciones al extranjero, eventualmente quiere exportar lácteos desde Pakistán.[13]
 
En Egipto, los establos lecheros más grandes del país son propiedad de Dina Farms, una compañía de lácteos establecida por una firma de capital privado, Citadel Capital. La granja está localizada en el desierto, saliendo de la carretera principal entre El Cairo y Alejandría. Cuenta con 7 mil vacas lecheras, pero Citadel quiere incrementarlas a 12 mil para el 2012. Otros grandes inversionistas en lácteos se van también al desierto. Danone está en proceso de construir una mega-granja ahí, su segunda operación de gran escala tras construir una en el desierto de Arabia Saudita. Después está PepsiCo, que compró la compañía egipcia Beyti en 2010, absorbiendo su granja lechera de gran escala. PepsiCo posee IDJ en conjunción con el gigante lácteo saudita Almarai, que opera seis mega establos en el desierto saudita, y mantiene 100 mil vacas (o dos tercios del ganado lechero en el país), como también un establecimiento en Jordania, que ahora es parte de IDJ.[14]
 
En Uruguay, los establos mayores a 500 hectáreas ya dan cuenta de 28% de las existencias nacionales de leche. Muchos de estos grandes establecimientos están en manos de inversionistas extranjeros, como New Zealand Farming Systems Uruguay, fundado por un grupo de inversionistas neozelandeses hasta que fue absorbido por el Olam Group de Singapur en 2011. Las 31 granjas lecheras de la compañía producen unos 70 millones de litros por año, pero ésta planea adquirir más granjas para incrementar la producción a 300 millones de litros en los próximos años. Esto es cerca de 20% de la producción total de leche de Uruguay.[15]
 
La intensificación que no tiene fin
 
Parecía que el nivel de tecnificación de las granjas más modernas de leche había llegado a sus topes. Su motivación, aumentar la productividad de la granja a cualquier coste, tenía algunos límites insuperables. Pero, no. No es problema la cantidad de tierras disponible pues la alimentación llega toda embolsada desde el exterior; el ordeño mecánico permite con poco personal ordeñas muchas vacas; y ahora, ni las personas (y sus costes empresariales) serán necesarias. Cada vez es más habitual encontrar en las granjas europeas los robots de ordeño u ordeñadores.
 
«La lechería tiene dos pasillos, uno de ellos de acceso al robot y que cuenta con un cepillo estimulador para atraer a las vacas hacia el sistema de ordeño, y un segundo pasillo con cubículos de alimentación al que las vacas sólo acceden si han pasado previamente por el ordeñador. Así, los animales están “obligados” a hacer un tránsito que asegura su paso por la máquina. La zona de ordeño alberga un ordenador con un software en el que cada vaca lechera tiene su ficha donde se registran datos como el tiempo y cantidad de leche de la última extracción o la producción estimada para en el próximo ordeño. Asimismo, el sistema informático también tiene un servicio de alertas conectado al teléfono móvil del ganadero que en cualquier momento informe mediante un mensaje corto sobre cualquier incidencia en algunas de las vacas»
 
Otro limitante superado: con menos gente mucha más leche. Seguramente por eso en Inglaterra se ha diseñado una supergranja (paralizada hasta el momento gracias a la presión de la opinión pública) que gestionaría una cabaña de más de 8mil vacas. El proyecto de Nocton Diaries, pretende producir 250.00 litros de leche diarios con las vacas ‘en batería’ como actualmente malviven las gallinas o puercas en granjas intensivas.
 
3. Cómo mantener la leche fuera de las manos de las corporaciones
 
La leche popular es un motor de salud y un alivio de la pobreza. Proporciona medios de subsistencia y alimentos nutritivos, seguros y costeables. Los ingresos obtenidos son distribuidos equitativa y consistentemente a lo largo de todo el sector. Todo el mundo obtiene beneficios con la cadena láctea popular, excepto los grandes negocios, y es por eso que pujan por destruirla.
 
Para evitar su desaparición hay que poner en práctica medidas y prácticas de Soberanía Alimentaria. Se tiene que proteger arancelariamente a la producción familiar local de cada país, y detener las importaciones desleales de leche en polvo y productos lácteos baratos.
 
La leche popular está también amenazada por los estándares y regulaciones de sanidad alimentaria diseñados por las procesadoras industriales. Y un sistema de leche popular necesita un sistema apropiado de sanidad alimentaria, basado en la confianza y en los saberes locales. Hay veintenas de ejemplos de modelos de seguridad sanitaria de los alimentos por todo el mundo, que son particulares a su cultura local.
 
También está la cuestión de la inversión. El dinero fluye ahora, de múltiples fuentes, tanto locales como extranjeras, para construir mega-granjas. También fluye dinero de donantes y ONG para programas que hagan que los pequeños productores entren a las cadenas de abastecimiento de las grandes procesadoras. Esos dólares, rupias y shillings, son mortíferos. No hay futuro en este escenario para los sistemas agropecuarios de pequeña escala ni para los mercados locales, como lo demuestran incontables ejemplos por todo el mundo.
 
Más allá de estos esfuerzos, más nacionales, hay la necesidad de ejercer acciones globales concertadas contra los Grandes Lácteos. Las horrendas tácticas que se utilizan para destruir la leche popular rayan en acciones criminales. Ha llegado el momento de emprender campañas contra los peores transgresores, como Nestlé, Danone y Tetrapak. Debemos denunciar a las ONG que trabajan junto a los Grandes Lácteos para que se aparten de sus acciones.
 
Este artículo es una versión abreviada de un informe de GRAIN que se puede descargar en www.grain.org
 
Para SABER MÁS
Punjab Lok Sujag, The political economy of milk in Punjab: A people’s perspective, agosto, 2003: www.loksujag.org

[1] Animesh Banerjee, “Lessons Learned Studies: India”, FAO: http://www.aphca.org/reference/dairy/dairy.html
[2] Comunicación personal con Aurelio Suárez, 6 de julio de 2011.
[3] Tanvir Ali, “A case study of milk production and marketing by small and medium scale contract farmers of Haleeb Foods Ltd., Pakistan”: http://www.regoverningmarkets.org/en/filemanager/active?fid=30
[4] EHNE, “Sector vacuno de leche en Euskal Herria”, 2011.
[5] Coordinación Europea de Vía Campesina, “La réforme de la Politique Agricole Commune n’aura pas de légitimité sans plafonnement des paiements directs !”, 21 de marzo, 2011; más otros informes sobre el sector lácteo en la EU y la PAC (Política Agrícola Común) producidos por la Coordinación Europea de Vía Campesina: http://www.eurovia.org/ .
[6] Para más información, véase el sitio web de la European Milk Board (http://www.europeanmilkboard.eu/), Confédération Paysanne (http://www.confederationpaysanne.fr/), y la Coordinación Europea de Vía Campesina (http://www.eurovia.org/).
[7] Las cifras son de Kevin Bellamy, de Zenith International, citado por Shaun Weston, “How global dairy markets are developing and competing”, FoodBev.com, 23 de agosto de 2011.
[8] En 2009, Nestlé montó una “granja demostrativa” con 120 vacas en Pakistán.
[9] La campaña la encabezó la Kenyan Dairy Board (junta kenyana de lácteos) y la Kenyan Dairy Processors Association (asociación kenyana de procesadoras de lácteos), que está formada por miembros corporativos como Nestlé y TetraPak. La cooperativa estadounidense LandO’Lakes también está involucrada.
[10] Fedeleche, Informa 4(37), julio 2010: www.fedeleche.cl
[11] Ben Bland, “Milking it in Vietnam”, Financial Times, 17 de marzo, 2011
[12] “Agro-Industry in Pakistan finally taking off”, The Express tribune, 17 de mayo, 2010: http://tribune.com.pk/story/13713/agro-industry-in-pakistan-finally-taking-off/
[14] Global Investment House, “Almarai Company”, marzo, 2009: http://www.gulfbase.com/site/interface/SpecialReport/Almarai%20March%202009.pdf
[15] Para acceder al relato detallado de este acaparamiento del sector lácteo uruguayo ver: “Agazzi: un mala leche”, El Muerto Blog, 21 de junio, 2009: http://elmuertoquehabla.blogspot.com/2009/06/agazzi-un-mala-leche.html
 
- GRAIN es una organización no gubernamental que promueve el manejo y uso sustentable de la biodiversidad agrícola con sede en Barcelona, España.
 
https://www.alainet.org/fr/node/153857
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